*** Ryan ***Había olvidado que Julius tenía un audífono puesto, entonces, cuando la llamada entró, él pudo escuchar el tono de la llamada. No tardó en entrar de nuevo en la cafetería; parecía muy agitado, como si su vida dependiera de recuperar ese teléfono. Por un momento, pensé en esconder el aparato, pero ya era tarde; me había visto y, aun si no había notado que tenía su teléfono en mis manos, un movimiento brusco le daría la seguridad de que estaba ocultando algo. En vez de eso, le hice señas levantando el teléfono.—Has olvidado tu teléfono —le dije, poniéndome de pie mientras él se acercaba—. Estaba a punto de salir corriendo para llevártelo.Una capa de sudor brillaba en su frente, y no pude evitar sentir un atisbo de empatía por su situación. Comprendía lo tedioso que podía ser perder un teléfono: los contactos, las fotos, los documentos. Todo un mundo digital, arriesgado en un instante si no se había hecho un respaldo. Pero su preocupación parecía ir más allá de la simple p
En la penumbra de la cabaña, me encuentro sumida en mis pensamientos, la lluvia golpeando el tejado como un latido ansioso. Me siento atrapada entre dos mundos: el de la mujer que he sido y el de la que anhelo ser. Pero de pronto, es como si un espítu que cohabita mi cuerpo saliera de él, es una mujer con cicatrices en el rostro, el cabello despeinado, los ojos rodeados de ojeras, hacía tanto que no veía ese rostro en el reflejo del espejo, es Sarah, la parte de mí que ha permanecido oculta, está ahí, expectante esperando para escuchar lo que tengo para decirle y es como conversar con una persona diferente a mí, pero al mismo tiempo siendo dueña de un eco de recuerdos y emociones que son tanto suyos como mios y que no se han desvanecidoSarah, siempre has deseado venganza, le dijo, mi voz apenas un susurro. Pero yo… no estoy segura de que sea lo que realmente quiero. A veces siento que todo este odio me consume. ¿De verdad necesitamos hacerles daño?¿Por qué dudas, Rubí? pregunta Sar
Caminaba un par de pasos detrás de Cristhian. A lo lejos, vi a Ryan agitando su mano para que viéramos dónde estaba, o al menos para que Cristhian lo viera. Yo no debía estar ahí, lo noté en cuanto Ryan me miró. Su gesto fue de sorpresa, lo cual era normal, pero también de frustración. Enseguida supe que quería verse a solas con su hermano. Empecé a caminar despacio de forma inconsciente, arrepentida de haber ido a ese encuentro.—¿Cómo te ha ido, Rubí? —me preguntó después de saludar a Cristhian, y algo en su forma de hablarme y de mirarme había cambiado desde la última vez que lo vi. Sus ojos verdes estaban llenos de sospecha e intriga. Recordé que Xavier quería que nos acercáramos a Ryan, por eso había aceptado la invitación de Cristhian para ir a almorzar los tres, pero algo dentro de mí sabía que Ryan me miraba de forma diferente. ¿Por qué? No lo sabía. ¿Y si era él? ¿Y si fue él la persona que me llamó para decirme que sabía mi secreto? ¿Y si había citado a Cristhian para contar
MelissaNo había visto a Richard desde la fiesta de cumpleaños de Ryan. En ese momento deseaba no haber organizado ninguna fiesta, o haberla organizado, pero que Ryan, como todos los años anteriores, no hubiese ido. Mi corazón estaría un poco triste por su ausencia, sí, pero ya me había acostumbrado a ese dolor. En cambio, ese año, Ryan había decidido ir. ¡Estaba tan feliz de tener a mi hijo de nuevo en casa! Era como la historia del hijo pródigo, mi pequeño que había decidido explorar el mundo había vuelto. ¿Pero a qué precio? Ryan había hecho lo correcto, él siempre tuvo un sentido bastante desarrollado del bien y el mal, pero a veces no veía que hacer lo correcto o decir la verdad podía herir más que las mentiras y los secretos. Tenía que aprender que no todo es blanco o negro; hay matices, zonas grises que no comprendemos, pero que tienen que existir para que todo mantenga un equilibrio.—Richard —le di unos golpecitos a la puerta de su despacho.No recibí respuesta. Desde la divu
ElenaLa puerta se abrió con un leve crujido y, apenas di un paso hacia afuera, choqué de frente con alguien.Melissa Vandervert.Mi estómago se encogió en un nudo inmediato.—¡Mierda! —murmuré entre dientes, con el corazón saltándome en el pecho.Ahí estaba ella, justo frente a mí, impecable como siempre, con su cabello perfectamente peinado y su mirada dura. Los ojos de Melissa me taladraban, pasando de mi rostro a la puerta detrás de mí, la puerta de la oficina de su esposo, Richard. Todo sucedió en un segundo, pero se sintió como una eternidad.—Elena. —Su voz cortó el aire, gélida, llena de una tensión que me puso la piel de gallina.Mi boca se secó. Tragué con fuerza, luchando por recuperar el control. ¡El momento perfecto! De todos los días y todas las horas que Melissa podía elegir para aparecer, tenía que ser hoy, ahora. ¡Joder! Años sin pisar la empresa, y se le ocurre venir en el maldito minuto exacto en que yo salgo de la oficina de su marido.—Melissa… —traté de decirlo c
SaraEl celular de Cristhian sonó, rompiendo el silencio tenso que para mí había durado una eternidad.—Dime, ¿qué es lo que quieres de mí? —supe de inmediato que era Elena; lo había estado llamando un millón de veces en el transcurso hacia aquí—. Discúlpame —susurró para nosotros y se alejó. Me sentí aliviada; sea lo que fuera que Ryan iba a decirle a Cristhian había sido interrumpido, y yo tenía un poco más de tiempo antes de quedar descubierta. Ryan miró a Cristhian alejarse, asegurándose de que se encontrara a una distancia adecuada; volvió la mirada a mí y yo me puse fría como un témpano de hielo.—¿No vas a preguntarme qué iba a decirle a Cristhian sobre tu esposo? —me preguntó, sus ojos chispeaban intriga.—Creo que, sea lo que sea, deberías esperar a que Cristhian vuelva para hablar de eso —respondí, desplegando una calma que en realidad no tenía.—¿De verdad no te importa que le diga a Cristhian lo que ha hecho tu esposo hoy? —preguntó, tratando de provocarme.—No me involucr
CristhianNunca supe cómo manejar mis emociones. Siempre me había resultado más fácil construir una muralla entre el mundo y yo, un escudo de frialdad que me permitía mantenerme a distancia de lo que realmente importaba. Pero ahora, mientras conducía sin rumbo por las calles vacías, sintiendo la angustia aplastante en mi pecho, me preguntaba si ese muro se había hecho añicos.Elena había llamado, una vez más. Durante semanas, había ignorado sus intentos de comunicarse, pero esa tarde, mientras estaba sentado en el restaurante con Rubí y Ryan, algo me empujó a contestar. La pantalla de mi teléfono iluminó su nombre, y una parte de mí, una parte que creía muerta, decidió que debía escucharla.Su voz temblorosa y suplicante me atravesó como un cuchillo. —Cristhian, por favor… perdóname. No puedo vivir con esto—. A medida que hablaba, sus palabras se convirtieron en un torbellino de desesperación. La rechazaba, pero no podía evitar sentir cómo su dolor se filtraba a través de la línea, ap
Sarah—Te lo aseguro, todo esto es solo otra de las escenas dramáticas de Elena —dijo Ryan con un tono de exasperación mientras veía a Cristhian alejarse.—¿De verdad crees que ella haría algo así solo para llamar la atención? —pregunté. Ryan se recostó en la silla.—Totalmente. No tienes idea de cuántas veces ha hecho esto. Elena es inestable, ¿sabes? —sus palabras eran duras, pero tenían una nota de resignación—. Pero no sé si sea una mala persona Pidamos una botella de vino. Sugirió y yo estuve de acuerdo.Ryan tomó la botella de vino y sirvió dos copas, el líquido rojo se vertía lentamente, mientras yo intentaba borrar de mi mente la expresión de Cristhian al recibir la noticia de Elena. Esa escena había sido perfecta para desviar la conversación, pero sabía que no duraría mucho. Ryan no era fácil de distraer.Asentí, mirando el vino en mi copa, sin atreverme a levantar la mirada. Inestable. Esa palabra resonó en mi cabeza. A pesar de todo, no podía odiarla, no a Elena. No era res