Ian.Sé que estoy tomando un riesgo al venir aquí y dejarme ver, pero lo que debo hacer no puede hacerse por una llamada, o más tarde, me tiene inquieto.Necesito contarle todo a alguien.—¿Ian Baker?Mis ojos viajan a la cara del chico, un poco más alto que yo, y quizás de mi misma edad, que me mira asombrado, exageradamente.A veces me disgusta que las personas me miren como si fuese una especie de príncipe o celebridad importante. Yo solo soy un joven fotógrafo, hermano de un político metido en muchos líos.—¿Hola?Ni siquiera he podido entrar a la tienda, en donde a la distancia veo a Melly hablar por teléfono.El sujeto me tapa todo.—Soy Charles —dice y asiento como si eso realmente fuera una especie de descubrimiento americano para mí—. Soy parte del delivery, y ex de Melly.Oh... ya lo entiendo todo.—Qué bueno saberlo… —Solo le sonrío porque ahora no estoy de ánimos para sacar mis mejores respuestas con él.—Soy ex de Melly —repite mirándome como si fuese su padre, antes de v
Elian. —Murieron. —¿Qué? —Me giré hasta Beatrice, confundido—. ¿Quiénes? Dormíamos uno del lado del otro en una cama individual. Recuerdo que yo estaba molesto; me había enterado por boca de Victoria Kum que Beatrice se había acostado con otro de nuestro equipo. Nunca supe quién fue ese otro o quiénes, pero estábamos tan acostumbrados, al menos esos últimos meses, a dormir del lado del otro incluso cuando a mi me llegaban esos rumores y peleáramos, que era incluso normal. Yo me había enamorado. Por algo me había mantenido allí, tan dispuesto a perdonarla cada vez que regresara. Tampoco era como si me hubiera dado oportunidad de pensar, de pasar tiempo solo, ya que había cierto recelo en el pelotón por nuestra relación, y no tenía con quién hablar. Así que solo tenía a Beatrice, y cartas a mi hermana en donde por supuesto no podía contarle mi vida amorosa. —¿A quiénes? —le pregunté. —A la brigada que fue al sur de Escocia murieron, todos... —Entre el reducido espacio, se dio vue
Elian.—Ohhh, qué elegancia la de Francia —me dice el mismo Levi en cuanto llego.Suelto una risita mientras quito mi saco, uno de segunda mano que él me financió al contarle mi plan en la mañana mientras recaudaba mi información laboral y personal para llevarla a la organización.—Creo que no me llamarán.—¿Por lo del TEPT?—No, quizás porque he perdido el toque ¿sabes? Soy mucho más pasivo ahora.—Has dejado el alcohol y estoy seguro de que podrás con eso… —Me palmea el hombro, y aunque me mira normal, sé que le afecta que haya tomado mi decisión tan rápido.Además, ahora que lo pienso, él tiene razón, no he vuelto a tener una razón para tomar, y no me hace falta.—Aún no me iré, Levi.—Lo sé, lo sé.Ya que tuve que vestirme aquí para ir a la organización gracias a la Vunchi y la ropa, dejé mi uniforme, o mejor dicho, mi Jean junto a mí camisa de manga corta negra aquí, así que me visto lo más rápido que puedo para comenzar mi jornada laboral.—¡Elian! —Minutos después la voz de Mi
Ámbar.Es común que, proviniendo de una familia pobre, alguien siempre tenga ganas de “más”. No limitarme en el sentido económico era lo que había deseado desde que fui consciente de que las familias de bajos recursos no solo tenían que vivir de lo poco, sino que recibir poco de todos.Poca ayuda, poco entendimiento, pocas oportunidades.Falsas miradas de pena y empatía.Sonrisas y promesas deshonestas.Ahora imaginen sumar todo lo que sería terrible para una adolescente con ganas de experimentar, vivir, soñar y triunfar, en un mundo con tan “poco”, el hecho de que, en alguna parte del camino se dio cuenta de hiciera lo que hiciera, el dinero jamás alcanzaría.Poca esperanza, pocas oportunidades, poca empatía, promesas que jamás fueron cumplidas y sonrisas fingidas, pero no de alguien hacia a mí, sino de mí misma contra el mundo.Poco era lo que más había en mi mundo, en mi cabeza, en mis bolsillos, en mis expectativas, en mis sueños, en mis ganas de respirar. Sin embargo, todo cambió
Ámbar “Por favor”Esas dos simples palabras pueden herir los sentimientos de alguien incluso más que una acción, dependiendo del contexto.—De acuerdo… —dije.Hace un par de horas respiré profundo cuando mi esposo, ese que de novios me prometió que mientras estuviese a mi lado nunca jamás me volvería a sentir sola, me dejó a un lado, justo cuando estaba a punto de correrme gracias a sus manos.No se molestó en terminar lo que empezó, tuve que hacerlo yo, con los ojos picándome de la rabia, las lágrimas atoradas en la garganta y el corazón gritándome: ¿segura que puedes resistirlo?No me ha maltratado de ninguna forma, no me ha sido infiel, no me ha hecho sentir mal directamente pero…—Voy a estar muy ocupado, cariño… no creo que podamos tener… —suspiró—. Tú sabes… la vida sexual que hemos estado llevando últimamente.Eso me lo había dicho después de darme la noticia de su postulación. Y yo había asentido estando de acuerdo porque estaba completamente enamorada y no me importaba que,
Elian.—No hay nadie además de usted que pueda ayud… —intento decir.—Nos debes tanto dinero que ni vendiendo tu carne en el matadero cubriría la cuarta parte.La idea de mí siendo comido por algunas personas me causa escalofríos.—Eso no es cierto.—Vete de aquí Elian, vete si no quieres amanecer en una caja mañana hecho picadillo ¡Tienes que pagar tus deudas!—¡Bien! —¡Y no vengas hasta que tengas el dinero! —grita cuando me alejo.Le hago caso a Francis, la esposa del bodeguero Iker porque aunque me dé vergüenza y terror admitirlo: su esposo es capaz de cumplir con todos sus deseos.Siento que a la mitad de la noche si no como algo decente podré desmayarme y entiendo que Francis esté cansada de atenderme cada que ello pasa así que chasqueo la lengua cuando de reojo puedo ver en su mirada lo mucho que quiere ayudarme pero no puede.Yo tampoco lo haría.Me tambaleo hasta subir a mi bicicleta, me pongo el casco. Y no llevándome algunas personas por delante logro actuar como que estoy
Ámbar.—Quisiera encontrar la manera o el momento perfecto para decirte esto pero… —Ronett colocó su mano en mi antebrazo antes de verme a los ojos—. Mi hermano… mi hermano te está siendo infiel.Mi garganta se secó. Pude sentir los latidos de mi corazón golpearme con fuerza, hasta que sintiera lo mucho que me dolía el pecho.Y solté una carcajada.—Esto tiene que ser una broma —dije más para mí misma que para ella.Mientras su hermana me miraba con lastima, allí en uno de los salones del Coffee Barker Cardiff, sentados una al lado de la otra, ella tomando té viendo cada cierto tiempo a sus costados y yo viendo fijamente la tostada con ensalada que apenas había comenzado a degustar, comencé a analizar las situaciones y… nada.En mi mente no había ningún recuerdo de ninguna pista que me hiciese creer fielmente que lo que ella me había dicho después de ir a comprar algunos zapatos para ella, era cierto. La tensión del momento ella la dejó pasar mientras yo solo miraba la tostada y pen
Elian.—¡No! ¡No! ¡No!Seguido de aquellas exclamaciones mi pecho no puede evitar comenzar a convulsionar por la risa que me causa la anécdota que ha contado esta mujer encantadora.—¡No miento! —Se lleva las manos a la frente dejando que su cabello rubio con hondas se estiren hacia arriba y su cara de frustración me hace reír más—. ¡Te juro que deseé como nunca antes estar bajo la tierra! ¡Fue la cosa más asquerosa que tuve la desgracia de saborear!—No sigas, por favor, no… —Me agarro el estómago cansado de tanto reír.—No te recomiendo el estiércol de caballo, está en el último top de las cosas peores por consumir, Elian, de verdad.Desde que se dio cuenta que se me hace fácil reír de cualquier cosa graciosa pequeña o grande que salga de su boca, no ha parado de hablar.Junto a su hermano cayó en un sitio en donde solo había condones usados.Pasó todo un día caminando buscando una dirección que resultó estar a pocos metros de su punto de partida, encontrándose con indigentes un poc