61: ¿Hay alguien más?

Ámbar.

En cuanto llegamos a casa me dirijo a la cocina. Me habían ofrecido comida en el centro pero de repente Darwin llamó a Carly, y aquí estoy. De nuevo encerrada en la casa que algún día pensé me daría las mejores alegrías, y en donde también aprendí que no era bueno desobedecerlo.

Cuando Darwin y yo llegamos de nuestra luna de miel pensé que nuestra morada sería un apartamento porque él había comentado que era más cómodo tener uno; estábamos de acuerdo. Yo pensaba que era mejor porque de tener una casa, al ser nosotros dos, iba a ser demasiado.

¿Hijos? Jamás lo hablamos, nunca.

—Sorpresa... —susurró en mi oído, quitándome la venda de los ojos dejándome ver la casa de dos plantas, casi una mansión, solo de nosotros dos.

—¡Ahhh! —grité de la emoción brincando encima de su cuerpo, y me llevó así, cargada.

Abrió las puertas de nuestra casa mientras yo lo besaba sintiéndome tan...

Feliz y agradecida.

—Ven, vamos a verla —me dijo bajándome de su pecho.

Yo corrí como una niña pequeña p
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