Ámbar.Salí a paso de perdedora de la cama en cuanto el timbre sonó. Segundos después abrí la puerta y fui recibida por una sonrisa que en esos momentos no podía describir si era sincera o no.Estaba tan cansada, tan... triste. Que no tenía ánimo alguno para recibir visitas; pero aún así, le di paso a la hermanastra de Darwin.Hasta el día anterior las personas habían estado aglomeradas con cámaras y diciéndole cosas a Darwin que quisiera no especificar. Por suerte la policía pudo intervenir, así que para esa mañana en la que llegó Ronett no había rastros de nadie.—No pudimos hablar ese día —me dijo, acompañándome a la cocina y sentándose en un taburete.El taburete en donde hacía unas semanas me había sentado mientras veía cómo su hermanastro intentaba preparar un pastel.Esperaba cualquier cosa de él, después de que me hiriese de la forma en que lo hizo, después de que me diera cuenta que me había casado con alguien que podría perder los estribos, y de un arrebato, hacer mucho daño
Ámbar.Intentaba rememorar cada recuerdo vivido con Elian para no perderme de nada y desviar mis otros pensamientos; pues no sabía qué creer de nadie en ese momento, en el que me encontraba aún asimilando lo que había ocurrido con Emily Young. Pero entonces Carly llegó.—Lo siento tanto. —Se abalanzó contra mí, preocupada, y me dejé dar ese abrazo que noches atrás también me había dado Ronetta—. Es un desastre, lo sé, lo entiendo, tienes que salir de aquí.—No puedo.Antes de que pudiese negarme más Carly me encaminaba hacia las escaleras, hacia mi habitación, abría el clóset, comenzaba a escoger diferentes tipos de vestuarios, y los echaba en la cama.—¿Has hablado con él? —cuestionó, y sacudí la cabeza mientras abrazaba mis rodillas—. ¿No le has partido un puto sartén en la cabeza al maldito? —Volví a negar—. Joder, Ámbar, provoca partírtelo a ti.—Lo siento...Carly se sentó a mi lado y me abrazó por los hombros. Duró bastantes segundos allí, con su cabeza recostada casi en mi homb
Elian.Desperté en un lugar que olía a estiércol, a ganado, pero especialmente, a cochino. No podía ver nada, pero el olor intenso me tenía mareado, al igual que el dolor en la parte izquierda en mi cabeza.Por un momento agradecí darme cuenta que más allá de esos dos contratiempos no había ninguna otra herida en mi cuerpo.Si me pensaban torturar, mi cuerpo estaba entrenado para soportarlo.Entré a las Fuerzas Armadas, fui uno de los soldados más destacados, y las marcas cicatrizadas de supervivencia en todo mi cuerpo eran la prueba de ello.Sabía por qué me tenían allí atado.Grité, pero no me escuché. Así que para cuando paré de forcejear para intentar desatarme, quitaron la mordaza de mi boca, al igual que la venda en mis ojos.Acostumbrándome a la luz del sol demasiado fuerte pensé en que no podía ser posible que hubiese dormido por tanto tiempo.—Al fin despierto, princesito. —Sebastian, el guardaespaldas de Ámbar, me sonrió.Me di cuenta que estábamos en medio de un granero, a
Elian.—Pequeña... —murmuro, sintiendo mi pecho salirse de control—. Lo siento.—Pensé que te había pasado algo, que te habían robado, encontrado aquella noche y quizás mata... —Lo último lo dice en un hilo de voz que me hace detestar la idea de que llora por mí—. Gracias al cielo estás bien.—Lo siento… —Respiro profundo porque no quiero sonar vulnerable ahora—. Quise esperar unos días hasta que fuese seguro… —le digo, y la escucho suspirar—. ¿Tú cómo estás?—Es un infierno estar aquí, pero es mucho peor porque te extraño.Boom, boom, boom.Las palabras se incrustan en mi pecho, llenándome de ilusión, de amor, de nostalgia, tantas emociones bonitas y amargas que me imposibilitan no soltar un par de lágrimas.—Cariño... —digo con dificultad—. Siento mucho no poder hacer nada ahora, Ámbar. Siento mucho no poder rescatarte, pero estoy planeando algo, algo grande y prometo que vamos a vernos pronto.—Elian...—Dime, Ámbar.De nuevo suspira.—¿Te arrepientes de haberte quedado esa noche c
Ámbar.—Este, vendría siendo una especie de salón espiritual… —Melissa, una de los miembros de la organización, me dice con una sonrisa señalándome un amplio espacio que huele a inciensos, en donde hay algunas personas practicando yoga junto a su instructor.Algunos me miran, y hay algo diferentes en sus miradas muy contradictorio a la lastima; eso me hace darles una sonrisa de vuelta.Las personas están decepcionadas de Darwin, no de ti, me repito.Aunque haya una minoría ignorante preocupándose por otras cosas que no son de completa importancia.A veces las personas se concentran tanto en señalar, que pierden de vista tantas cosas importantes.Algunos ni siquiera piensan cómo puedo yo estarme sintiendo por todo lo que he tenido que ver y pasar.Suspiro. Salón espiritual, arte, música, deporte, gimnasia, juegos. Ya los he conocido todos junto a Carly, y no me cabe duda que han hecho un excelente trabajo durante estos quince años que comenzaron simplemente siendo una especie de casa h
—¡Bienvenida seas! —Gabriel me dice, acercándose y tomándome por los hombros para dirigirme al lugar correspondiente.Veo a Carly de reojo arrastrando a Melissa fuera de la habitación después de que ambas me dan una mirada asegurándose que estoy bien y les sonrío en respuesta aunque mis músculos se tensan al ver la hora frente a mí.Desde hace un rato son las cinco.Elian no tarda en llegar.Controlo mis respiraciones cada que la manecilla avanza. Me preocupa que haya sido visto como un intruso espía y lo hayan sacado. Estoy tranquila porque sé que Sebastian no está cerca, y al menos eso es ventaja.Las puertas se abren de nuevo, y aunque siento los nervios de punta a punta, solo me concentro en picar algunos aliños mientras la imagen de la sonrisa de Elian acompaña mis pensamientos; pero todos guardan un repentino silencio.—Él es...—¿Elian? —Gabriel habla detrás de mí.Suelto el cuchillo que tengo en las manos por escuchar su nombre, y la mirada de nosotros se cruza, dejándome a mí
Melly. Una de las razones por la cual había estado rechazando varias ofertas muy prometedoras para salir con chicos en tono serio, era por la misma razón que en esta mañana me acongojaba. Tengo una rara sensación de no querer comprometerme cuando siento que realmente estoy sintiendo algo fuerte. Es como si, cuando mi alarma se activa, tengo que salir corriendo, huir de la bomba que aunque no detonará enseguida, algún día lo hará. No creo que nadie tenga la culpa de ello más que yo. Crecí junto a mis padres llena de mucho amor, pero jamás lo quise, jamás los busqué porque aunque vi que era real, sabía que dolía, y sé que cambia. El amor es capaz de cambiar todo lo que tengo planeado en mi vida, para mi futuro, y esa es la razón por la cual rompí el corazón de Charles hace un año. Y aunque quedamos como buenos amigos, aún me mira con ese rostro de: "lo que te perdiste" que me hace reír pero me llena de nostalgia. Mis planes se han pospuesto por temas monetarios, siempre que l
Melly.—Ian... —pronuncio con una sonrisa sonrojada seguramente por el evidente piropo—. Tú no deberías estar allí de pie frente a tu lujoso auto deportivo con esa ropa tan ajustada y esos ojos azules perfectamente... Muerdo mi lengua cuando me doy cuenta que he caminado hasta él como si su imán me atrajera, y me detengo. Suspiro. Control, Mellyanna, control. —Ay vamos, cochina, desvísteme adentro del auto, no afuera. Admito que río, pero de los nervios. Porque aunque sé que lo dice jugando, hay cierto toque pícaro en sus palabras y en la forma en la que me mira. —No quiero romperte el corazón, Baker. Mis palabras se escuchan cuando ya estamos dentro de su auto, y él aunque me ve mientras se pone el cinturón y me analiza, no dice nada. Hasta con el rostro pensativo me dan unas ganas de tirármele encima. Dios, no puede ser. Es que esto no se trata solo de lo guapo que es y las ganas que tengo de pasar la raya, sino de la forma en la que late mi corazón mientras lo veo conducir