30: Huir contigo.

Ámbar.

Aunque he dicho pocas palabras, el significado que tiene para mí me hace sentir un nudo que sube desde mi pecho hasta instalarse en mi garganta. Nudo que se va desapareciendo poco a poco a medida que los labios de Elian besan los míos, lentamente, con tanta delicadeza que me hace sentir frágil, pero querida.

Las ráfagas de recuerdos de los momentos que realmente se hayan sentido íntimos con Darwin pasan rápido, casi ni puedo descifrarlos.

No quiero que vaya a enterarse de esto porque me partiría el corazón, pero tampoco quiero parar. Porque lo que quiero vivir con Elian es mucho más fuerte que todos mis deberes.

Lo beso en la comisura de sus labios, mientras nuestras narices se rozan, respirando profundo el ambiente que nos rodea; mi fragancia de frutos secos, canela y verano, como él lo ha dicho, y su esencia acompañada de magnetismo.

—Ámbar… —Junta su frente con la mía, tomando mi cuello con sus manos.

—Elian…

Mi corazón late, ansiosa, querida, asustada.

—Por favor no te vaya
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