33: La herida.

Ámbar.

—Ámbar …

—Carly me llamó, estará aquí en cinco minutos.

—Ámbar…

—No tengo tiempo, Darwin.

Siento cómo el pecho se me oprime por las palabras que soy capaz de decir, y al mismo tiempo en cuanto analizo la situación, mi espina dorsal tiembla.

—¿Qué dijiste?

Cierro los ojos, y una lágrima se escapa por mis ojos irritados de tanto llorar desde que me di cuenta de la gravedad de mi infidelidad. Vi en sus ojos que sería capaz de hacerme cualquier cosa si se enterase de que esta madrugada alguien realmente me ha hecho el amor, como siempre he querido que él me lo haga.

—Yo… Darwin. No…

Mis lágrimas aumentan porque tengo miedo en cuanto me toma de la cintura apretando la herida que tengo y hace que mis nalgas choquen con su entrepierna.

Es la primera vez que le he dicho que no por esto. No lo reconozco, y tengo miedo.

—Sabía que esto pasaría… —Su aliento choca caliente en el lóbulo de mi oreja, y soy incapaz de abrir los ojos cuando baja mi vaqueros recién puestos y masajea mis nalg
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