Ámbar.El aire del Jet de mi esposo comienza a darle una temperatura fría y tensa a mi cuerpo, mientras pienso en que quisiera regresar el tiempo y no haber hecho lo que hoy me hace sentir presa.Esta mañana Darwin le ha pedido a Mylo que me lleve al centro comunitario para encontrarme con los integrantes de la organización, ya que como he visto: sí es cierta su palabra, ha despedido a Sebastian. Y al menos eso me hace sentir menos observada, y menos cohibida.La presión que se mantiene en mi pecho realmente he tratado de controlarla, viendo algunos videos sobre la organización, conociendo a sus integrantes por redes sociales, quitando una y otra vez la mirada desesperada y llena de ilusión de Elian cuando se apareció en mi habitación, dispuesto a todo. Hasta arriesgar su vida, por mí.Nada vale la pena.Todo se remueve dentro de mí en cuanto dejo de ver mi teléfono y echo un vistazo dentro del jet.La herida en mi cintura me provoca una mueca por el ardor que tengo en ella; tengo sus
—Darius Down —pronuncio con una media sonrisa, encontrándome con los ojos verdes del moreno que ve a todos lados detrás de mí antes de abrir sus brazos.Me dejo envolver por ese abrazo y me siento intranquila aunque sé que nadie me está viendo, además de Carly. Y es que aunque la persona con la que tengo algo qué ocultar no está aquí, saber que Sebastian o Mylo pueden estar cerca para informarle todo a mi esposo, me aterra.—Niña, disculpa que haga esta pregunta, pero has estado llorando mucho ¿verdad?Me siento demasiado expuesta cuando Darius me examina. Y en cuanto no consigue respuesta, me abraza por lo hombros y caminamos juntos siendo saludados por los presentes de forma amable hasta llegar a lo que al parecer es una especie de camerino detrás de la sala de conferencia.Carly llega segundos después que nosotros y ve el interior sorprendida; esto luce extremadamente pequeño y tiene demasiadas cosas, y entre ellas, una silla en la que Darius me hace una seña para que me siente; to
Ronetta.Una acostumbrada sensación me recorre las puntas de mis dedos de la mano en cuanto enciendo el televisor para presenciar el discurso que Darwin tiene por dar.Aún no sé qué es lo que dirá, pero mi presentimiento me dice que esto no acabará bien, lo veo en la mirada de esa chica, Ámbar, en su asesora y hasta en el mismo Darwin.Si él supiera que sé mucho más de él de lo que piensa y si tan solo me hiciera un poco de caso, o me prestara la atención que quiero, esto no estaría ocurriendo.Darwin es la persona que es gracias a mi esposo, gracias a la persona de la cual me enamoré hace tantos años, Sasha Baker. Y eso de verdad me duele. Lo que antes era un adinerado, sensual, corpulento e inteligente político, ahora solo es amargura, enfermedades y obstinación.No lo culpo, los últimos años tras la guerra han sido difíciles para él, sobretodo cuando hizo lo posible por sacar a Fuerza Mayor de esta tierra y aunque lo logró junto a Darwin ello siguió trayendo muertes y un peso en su
Elian.—¿Escuchaste lo que dicen, Elian?—¿Qué cosa?—Que Niall Owen le lleva la delantera a todos los candidatos. —Exhala—. Está rudo esto eh, la verdad no sé a quién creerle, esta sobreinformación de los medios se ha vuelto tan molesta.Asiento con la cabeza hacia Iker, el bodeguero esposo de Francis, aunque no tengo idea de nada, especialmente porque no quiero estar al tanto de cierto candidato.Le quito la cadena a mi bici en cuanto tengo el mercado ya guindado de los agarraderos y suspiro cansado, no porque le debo a Iker porque esto sí se lo he comprado y gracias al cielo no tengo deudas, sino porque se regresa hasta mi antes de que me vaya y tiene esa cara de “seguir hablando” que quiero evitar.—La verdad no me gusta la política, ni saber de políticos —le digo. Aunque sí me guste la esposa de uno de ellos—. Es mas, creo que ni voy a votar.—Debes hacerlo, hijo. Es el futuro de nuestra nación, y si no la protegemos nosotros ¿quién lo hará? —Me palmea la espalda—. Ah, si no sabe
Elian: Soy Elian, voy a llamar, por favor responde.El tono del otro lado de la línea no repica mucho antes de que mi corazón se detenga.—¿Hola? —me dice, con un tono entre sorprendida y llena de miedo.Suspiro, apretando con fuerza el teléfono en mis manos.—Pequeña… —murmuro, y el nudo se instala en mi pecho cuando la escucho llorar—. Todo va a estar bien, Ámbar… quisiera poder darte un abrazo ¿sabes? Mi hermana decía que tenían una especie de poder curativo. Te daría muchos, te haría sentir segura.Le hablo con paciencia, ternura, casi con lentitud, y solo hace que aumente su llanto. Lo siento, siento su dolor, y también me siento molesto por no haber estado esa noche y evitar que ello ocurriera.—Yo no quería que todos lo supieran —dice con impotencia—. ¡Detesto no poder decir nada, Elian!… me… m-me quie-bra. —Hay más llanto cuando termina de hablar y mi pecho se remueve repetidamente, queriendo bajar del lugar en donde estoy, correr y abrazarla—. Me hace sentir rota…—Tal vez se
Ámbar.—No lo puedo creer. —Ian se lleva las manos a la nuca, luciendo bastante alterado—. Esto no está bien, Ámbar, por todos los cielos.No soy capaz de verlo porque su histeria, es la misma que tuvo Darwin cuando con lágrimas le conté lo que había pasado aquella noche y al final… al final no le importó hacerme pasar por ese dolor otra vez.En tres meses no se supera nada de lo que me pasó; quizás aún estoy en estado de shock, o quizás la única manera de sacarlo es ser completamente sumisa, manipulable, o llorar por todo. Pero lo único que sé es que en mi antigua vida, ni con el estómago vacío, ni con los desprecios de la gente había llorado tanto como lo he hecho últimamente. Y eso solo me hace sentir que de verdad apesta, toda mi vida ahora apesta, aunque haya alguien capaz de quererme con todo esto, sigue apestando.Aunque por un momento de verdad crea que puedo salir de mi pesadilla y ser feliz.—Mi cielo, ¿estás cansada? —me preguntaba Darwin aquella noche.Llevaba poco de hab
Dos meses, casi tres, eso me había costado para volver a desear a Darwin. Eso me había tardado en buscarlo, porque al menos cuando nunca tuvo palabras para decirme en dónde estaba esa noche cuando minutos antes yo lo había dejado allí, no quiso tocarme, verme o hablarme demasiado durante el tiempo en que siquiera me paraba de la cama para ir al baño o comer.Ronetta me había cuidado una semana entera, la primera semana de todo de hecho. Siempre estaré agradecida por no haber cuestionado nada, pues ella, en ese tiempo, fue una especie de madre taciturna con mucho amor y atención que dar a una hija. Por otra parte, Ian siempre me mandaba tarjetas citándome frases al azar, así como pasteles de diferentes sabores. Ronett comenzó a vivir en casa por mí realmente, porque era evidente que Darwin no confiaba en nadie más, y le pidió a ella, a pesar de sus problemas, que fuese mi compañía aunque en la distancia dentro de la misma casa cuando él no estaba.Por supuesto no podía quedarme en la
Darwin.Solo tres días. Tres días después de la conferencia de prensa y todo va de mal en peor.—¿Se encuentra bien, señor? Asiento con la cabeza hacia Mylo recuperando la postura, aunque sigo escuchando cómo personas corriendo detrás del auto siguen diciendo cosas y tal vez lanzando otras.No sé cómo fue que pasó. Solo sé que dos días después de mi discurso comenzaron a correrse videos de mí con una mujer atada y desnuda, con la cara tapada. Era Emily, a la cual para su suerte no la identificaron.En el video se ve claramente cómo juego con ella, como suelo hacerlo con mis amantes, como suelo hacerlo con mi esposa, y ella grita “no”, pero yo no me detengo. Aunque solo haya sido un juego de roles, ese video de seguridad grabado en la primera semana que ocurrió lo del atentado de Ámbar, da a entender muchas cosas que no son ciertas.Lo que ocurrió a mí también me afectó.Luego de esos dos días Gaspar ha sido el periodista número 1 en primicias. Ese periódico que descansa aún en mis m