Ámbar.—Melly, ¿podría usar el baño?Cuando Ian me trajo a este lugar sin siquiera haberme encontrado con Elian, algo dentro de mí me gritaba que algo grande estaba por pasar.—Por favor, señorita Wallace, ¿cómo va a preguntar eso? ¡Por supuesto! Está en el fondo a la derecha.Jamás me hubiese imaginado lo que ocurriría, y lo mucho que me haría sentir volverlo a ver después de mostrarle mi anillo.En cuanto le echo una vista rápida a todos en la mesa al notar a Ian demasiado distraído con la misma Melly, y a Carly tratando de convencer a Sebastian para que coma algo, ya notoriamente pasada de copas, trago hondo armándome de valor para ir al baño de damas.En donde Elian hace unos minutos ha entrado, y está esperándome.Su cuerpo pega con el mío de forma íntima, nuestras miradas se encuentran y mi piel se eriza quedándome unos segundos inmóvil; siento cada parte de mi cuerpo temblar con solo su presencia, por la forma en la que me ha estado mirando toda la noche, con tantas ganas de ha
—¡…Feliz cumpleaños a ti!Soplo las 23 velas sin poder evitar sonreír y recibo abrazos de todos, incluso de Melly, aunque el hombre dueño del lugar que pronunció llamarse Levi solo me da la mano. Ah, y Sebastian, quien ni quiere comer pastel, me sonríe por primera vez en dos semanas que llevamos conociéndonos.—¿Son ideas mías o le gusto a esa chica?Cuando Melly se pierde en el pasillo hacia el baño de mujeres, yo solo puedo sonreírle a mi cuñado.—Ian, sino te das cuenta de ello eres un idiota, un idiota con dinero, pero con dinero al fiiiin…Vemos a Carly caer al suelo tras enredarse con sus pies cuando venía hablando hacia nosotros y de inmediato todos corremos hasta ella.—¡Carly! —Comienzo a darle pequeñas palmadas en los cachetes porque no reacciona.—La tengo, la tengo. —Sebastian la carga.—Me lleva… —Ian murmura—. Debí sugerir que se detuviera cuando era tiempo.Los minutos luego a eso Ian termina confesando que nos iba a llevar a un club privado, en donde hay una pista de h
Ámbar.—Elian, esto es una locura. —Me separo de él, con todas las fuerzas de mi consciencia—. Yo no puedo dejar a Darwin.—¿No puedes o no quieres? —¡No puedo! Yo… es un momento muy importante en su carrera; yo acabo de salir al mundo, de mostrar quien soy y…—¿Le tienes miedo? ¿O es porque de verdad lo amas? —Exhala, alejándose más. Me duele—. ¿No es suficiente esto que nos pasa?Entreabro los labios porque quiero darle una respuesta sincera, explicarle, pero sus ojitos decepcionados y sus hoyuelos se desaparecen por completo cuando no encuentro cómo empezar.—Entonces supongo que debo irme ya… —Me mira, baja la mirada a mis manos y me extiende algo que no me había dado cuenta que tenía consigo—. Feliz cumpleaños, pequeña.Deja un beso en mi frente.Mi piel se eriza, busco ayuda de lo que me ha entregado para distraer mis manos y no dejarme llevar, pero los latidos de mi corazón corren hasta su pecho.Ambos jadeamos cuando chocamos y apretamos nuestra piel en un abrazo.Mi mentón q
Ámbar.Aunque he dicho pocas palabras, el significado que tiene para mí me hace sentir un nudo que sube desde mi pecho hasta instalarse en mi garganta. Nudo que se va desapareciendo poco a poco a medida que los labios de Elian besan los míos, lentamente, con tanta delicadeza que me hace sentir frágil, pero querida.Las ráfagas de recuerdos de los momentos que realmente se hayan sentido íntimos con Darwin pasan rápido, casi ni puedo descifrarlos.No quiero que vaya a enterarse de esto porque me partiría el corazón, pero tampoco quiero parar. Porque lo que quiero vivir con Elian es mucho más fuerte que todos mis deberes.Lo beso en la comisura de sus labios, mientras nuestras narices se rozan, respirando profundo el ambiente que nos rodea; mi fragancia de frutos secos, canela y verano, como él lo ha dicho, y su esencia acompañada de magnetismo.—Ámbar… —Junta su frente con la mía, tomando mi cuello con sus manos.—Elian…Mi corazón late, ansiosa, querida, asustada.—Por favor no te vaya
Darwin.—Nadie me verá la cara de estúpido —casi escupo.—En cuanto deje de portarse de esta manera hablamos ¿sí? —Fletcher deja de verme.—¡Fletcher!Él rueda los ojos.—¿Qué, señor?—Está despedida y es lo último que te diré.Si hay algo que me hace hasta botar humo por los poros es una persona que no sabe cómo solucionar mis problemas, y que, además, intenta jugar conmigo para no decirme lo que realmente ocurre. Y Sarah Law, mi abogada, no ha sabido evitar esas dos cosas. Además, desde hace un tiempo me ha estado dando opiniones que nunca le pido y esa es otra cosa que no tolero del todo.—No es justo.—No me retes, Fletcher.—No lo reto, soy su luz en medio de la oscuridad, y créame cuando le digo que tiene solución y que está cometiendo un error en sacarla del equipo.Tras ni quiera pensar lo que ocurrió pero sí pensando que por enésima vez debo seguir los consejos de este tipo que de verdad cada día me resulta menos soportable, asiento.—Mylo, déjame aquí, ve a llevar a Fletche
Melly.—Pues tu nombre completo es bien feo, la verdad.—Pero, Charles ¿te imaginas cómo sería? —Me llevo las manos al pecho, emocionada—. En resumen sería: Mellyanna Hugh de Baker.Charles me tira una mirada de asco antes de tomar el pedido que debí darle hace cinco minutos pero que se extendió porque he tenido que contarle a alguien lo que me ha estado sucediendo. Algo que no sabía que era real hasta que Ian Baker me pidió sentarme en aquella mesa, junto a la asesora de su cuñada, y su cuñada misma.Por supuesto que no puedo dejar de comportarme como una… ni siquiera encuentro el significado, pero está en el punto medio de loca, tímida e idiota, cuando lo tengo al frente.Si bien a Ian Baker yo le llevo dos años, eso no significa que me rehúse a fantasear con que pueda fijarse en mí como algo más; pero no como la chica que se sonroja y se queda sin habla cada que lo ve.Aunque solo nos hemos visto dos veces, estoy segura de que si me lo propongo puedo mantener mi cordura. Y sé que e
Ámbar.—Ámbar …—Carly me llamó, estará aquí en cinco minutos.—Ámbar…—No tengo tiempo, Darwin.Siento cómo el pecho se me oprime por las palabras que soy capaz de decir, y al mismo tiempo en cuanto analizo la situación, mi espina dorsal tiembla.—¿Qué dijiste? Cierro los ojos, y una lágrima se escapa por mis ojos irritados de tanto llorar desde que me di cuenta de la gravedad de mi infidelidad. Vi en sus ojos que sería capaz de hacerme cualquier cosa si se enterase de que esta madrugada alguien realmente me ha hecho el amor, como siempre he querido que él me lo haga. —Yo… Darwin. No… Mis lágrimas aumentan porque tengo miedo en cuanto me toma de la cintura apretando la herida que tengo y hace que mis nalgas choquen con su entrepierna.Es la primera vez que le he dicho que no por esto. No lo reconozco, y tengo miedo.—Sabía que esto pasaría… —Su aliento choca caliente en el lóbulo de mi oreja, y soy incapaz de abrir los ojos cuando baja mi vaqueros recién puestos y masajea mis nalg
Narra Elian.La última vez que había corrido hacia algo con todas las fuerzas de mi corazón, resultó en vano. Esa vez la tragedia aunque yo estuviese arrepentido y devastado, llegó para hacerme saber que lo único que merecía era dolor.—¡Estás muerto para nosotros! El llanto de mis padres aún se escucha con la misma intensidad cuando al bajar de la motocicleta toco el timbre.Sé que lo que haré es una locura.—Disculpe, ¿a quién busca?Una voz a mis espaldas me hace sentir un poco de miedo, pero lo desaparezco cuando noto que es familiar; un tipo alto, moreno, contextura gruesa de traje negro muy impecable.—¿Eres el guardaespaldas de Ámbar Wallace?—¿La busca a ella o al señor Baker? Porque ninguno se encuentra en este momento.—¿Están juntos?Veo al hombre negar y luego parece regañarse a sí mismo por darme esa información, por lo que le doy una sonrisa y asiento entendiendo.—¿Desea dejarles un mensaje?—No, gracias.El hombre parece no convencido siquiera de mi presencia, así que