8. Quiero ser su amante

Con eso en mente, se dió un baño rápido, nada más para quitarse la sensación de estar pegajosa por el mar y la arena. Al salir se seco y nada más uso un top lila con una falda negra que llegaba arriba de las rodillas. Se puso unos zapatos cerrados negros y cepillo su cabello, no quiso maquillarse.

Al mirar su reflejo en el espejo, le gustó lo que vió. Tenía unos ojos azules como su abuela Sadie, pero la cabellera castaña y piel apiñonada como su madre. Los buenos genes de su familia siempre fueron de niña motivo de pláticas tipo “ella está destinada a grandes cosas”, “romperá muchos corazones”, “tendrá tantos pretendientes que habrá una fila”. Hasta ahora el único corazón roto era el suyo, vaya ironía.

Trato de no seguir pensando en el pasado y se concentro en el presente, estaba a punto de salir en una cita con un hombre guapísimo que le aceleraba el pulso y era conocido por ser frío, arrogante y un canalla.

Pues bien, ella también era llamada de mucha maneras en su círculo del traba
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