14. Virginidad perdida

Cuando Alistaír fue a besarla ella sintió lo salado de su orgasmo, el sabor le gustó en sus labios. Alistaír le apretó las nalgas y la atrajo hacia él, ella pudo sentir la dureza de su miembro que se notaba que estaba muy excitado Y eso la hizo sentir empoderada, ser capaz de volverlo loco. Entonces supo lo que se avecinaba, sabía que ya el momento de convertirse en uno había llegado. Esmeralda no pudo con la emoción que sintió en el pecho, la emoción de saber que iba a entregarse a él y que iba a darle su primera vez.

–No me dejes embarazada, que no estoy tomando nada—advirtió ella con nerviosismo.

–No te preocupes, jamás me arriesgaría a una cosa así —le aseguró él—. Te deseo tanto, que me duele.

– ¿Y a mí también me va a doler? —le preguntó Esmeralda.

Alistaír la miró divertido.

–¿Por qué te iba doler?

–Porque… es la primera vez…

–¿Voy a ser el primero? —se extrañó Alistaír. Esmeralda se sonrojó y asintió

–No te preocupes. Tendré cuidado —le prometió él mirándola con una ternura ge
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