Esmeralda recorrió la enorme habitación del barco sin saber exactamente qué podría hacer. Su plan era marcarle a Narin, y que la tenía agendada y averigüar algunas cosas si era posible.Estaba confundida, asustada y frustrada. Le molestaba haber estado bien un segundo con Alistaír y al siguiente ya estaba yéndose de su lado. Se paró de golpe, dejando se dar vueltas sin sentido y se decidió a llamar a Narin.Buscó su número en el celular, mordió sus labios indecisa… y antes de poder arrepentirse presionó para llamar. Escucho el sonido del timbre un rato hasta que contestó:—¿Hola? —preguntaron al otro lado de la línea en griego.Esmeralda sabía muy poco de griego pero ya reconocía la palabra a la perfección.—Soy yo, Esmeralda —murmuró por el auricular en inglés. Ya agradecía haberlo aprendido, de otra forma nunca podría comunicarse con las personas de la isla, cosa que si la ponía nerviosa cada vez que conocía a alguien nuevo.—¿La del taller? ¡Hola! —respondió alegremente—. No has ven
Era de noche cuando Esmeralda comenzó a arreglarse para la fiesta de esa noche. Debía admitir que todas sus terminaciones nerviosas temblaban con anticipación. Se volvía cada vez más difícil resistirse a los encantos de aquel sexi griego. Aunque no lo quisiera su corazón le latía rápido, no solamente por la tensión sexual. Sabía ser atento con ella y la fiesta de esa misma noche era la prueba. Se tomó las molestias de hacer una temática muy relevante: la noche en que se besaron por primera vez, con antifaces cubriendo sus identidades.Incluso le consiguió un vestido que le recordaba al que uso esa noche, pero más sofisticado y decente. Platicar con él no le costaba trabajo, y hacer el amor no ayudaba precisamente a endurecer sus sentimientos. Sabía cómo dejarla sin oposición, como excitarla, hacerle perder la razón. No importaba lo mucho que se dijera que no se enamoraría o caería en sus redes, ya estaba presa sin poder evitarlo, tampoco sabía si eso estaba bien o no. Después de todo
Nota: la canción es River de Bishop Briggs por si quieren escucharla mientras leen. Comiencen en la nota musical.❀~✿ ❀~✿Decidió que quería retratar ese momento, su belleza que nunca había explotado del todo, lo diferente que se miraba. Pero siempre había estado ahí el potencial: debajo de las ropas holgadas y los peinados de moño, sólo que nunca se había sentido lo suficientemente valiente para salir de su zona segura, no quería decepcionarse. Pero Alistaír le estaba provocando hacer cosas nuevas, por muy superficial que sonase aquello de admirarse así misma, no podía evitar querer demostrar que cuando se lo proponía su belleza salía a flote. Así que tomo su celular y se paró frente al espejo.No supo bien cómo posar, pero tomo fotos seria, otras sonriendo, otras haciendo el signo de paz, y otras poses como las que había visto hacer a las modelos de las revistas. Un poco dudosa, decidió subir una en la que estaba de lado, mirando por encima del hombro, con su manos sobre el estómag
Esmeralda estaba segura de algo: ya era muy tarde en la mañana cuando despertó. Se estiró un poco antes de abrir los ojos, dándose cuenta de que estaba desnuda y sola en la cama. Vió la hora en su teléfono, eran ya las once. Le dió curiosidad encontrar el lado de su cama vacío, cuando solo hacia unas pocas horas habían yacido juntos, saciando la necesidad de su deseo.«¿A dónde habrá ido?», se preguntó un tanto adormecida. Se acomodó en la cama y recordó la noche anterior. Casi podría decir que la noche anterior fue mágica, bailaron durante un buen rato y luego no pudieron evitar ansiar hacer el amor, por lo que regresaron a la habitación y se convirtieron en uno hasta en la madrugada. Alistaír era un hombre que no se saciaba con suma rapidez, luego de alcanzar el clímax al instante quería volver a tomarla, y ella, tan halagada como excitada, lo dejaba hacerlo. No tenía caso a esas alturas negarse, por lo que se abandonada al placer que encontraba al lado de Alistaír.También recordó
Tiempo después de desayunar y que el barco se encontraba navegando muchísimo antes de que ella despertara, llegaron a la pequeña isla Citnos, a unas cuantas millas náuticas de Mykonos. Cuando bajaron, caminaron mucho rato entre las calles. Incluso comieron de pequeños puestos ambulantes, algunas cosas típicas de allí. Probó unas galletas dulces y saladas que le dieron ganas de llevarse la bolsa entera, pero se contuvoTambién se sentaron en una terraza de un local para probar el famoso queso griego, puesto que en Citnos se decía que se hacían los mejores de entre todas las islas del mar Egeo. Lo probaron con pan untado en mantequilla, en ensalada y en sándwiches. Inmediatamente se metieron de lleno en un debate sobre cuál era el mejor, sin poder dar con un ganador definitivo, porque ambos quesos (el de Mykonos y Citnos) eran exquisitos.Luego la llevo de la mano por las calles, y le compró en una joyería muy elegante una preciosa pulsera que tenía incrustados pequeñas Esmeraldas en lo
Durante el viaje tuvo la oportunidad de comer y beber, platicar y reír con Alistaír. Había aire acondicionado, por lo que la verdad es que no sufrió nada las cuatro horas que se hicieron de camino, encima la compañía de tan atractivo griego evitaba que si quiera le dieran ganas de dormir, así que permaneció despierta, charlando y mirando por la ventana.Si era sincera, estaba feliz. Pero también le daba mareo ver las cosas desde tan alto, sentía pánico. En el viaje hacia Atenas paso la mayor parte dormida y no le dió mucha mente al asunto de estar literalmente en el cielo, pero ahora sí. No entendía sus contradictorios sentimientos, por una parte estaba muy feliz, emocionada y veía todo de color rosa. Pero también sentía miedo e inseguridad.«Qué nefasta sensación», pensó amargamente. Trato de dirigir sus pensamientos hacia cuestiones menos escalofríantes, como el hecho de estar en un jet privado al lado de Alistaír, su exquisito amante.Un punto a favor de ser asquerosamente rico, er
Entonces notó que ahora sí perdían altura por completo, y llegaban a una especie de helipuerto en una villa enorme, se veían árboles, fuentes, piscinas y grandes verjas en el lugar. Literalmente no le habían codeado en los lujos, era un derroche impresionante. Incluso habían canchas para hacer deporte,y las demás villas a los lados no se le comparaban en lo más mínimo en la cual ellos estaban aterrizando. Con emoción empezó a morderse sus labios.—Deja de hacer eso, por favor, cariño. Vas a hacerte daño —le pidió Alistaír, poniéndole un dedo en los labios para evitar que siguiera mordiéndose.—Perdón —sonrió contra sus dedos—. Es tu culpa por todas éstas sorpresas que me estás dando, es mucho para una chica humilde como yo. ¿Es tuya?Él asintió, desabrochando su cinturón.—Tengo una en casi todos los países, es cosa de practicidad. Puedo llegar e irme cuando quiera en mi jet, sin filas, sin esperas, sin papeleos. Solamente quitan tiempo. Además odio que algo no sea mío, la sensación d
Luego de por fin terminar de arreglarse, únicamente con un sencillo vestido negro con mangas y un cinturón a la cintura, bajó del dormitorio principal a la sala de estar. Ahí Alistaír ya la estaba esperando, con una mirada un tanto fría. Se veía molesto, que era totalmente válido, puesto que le había hecho algo horrible, se daba cuenta.Ella tragó saliva.—¿Vamos? —preguntó, con los nervios corriendo por todo su cuerpo.Él nada más asintió, se dió la vuelta y comenzó a caminar fuera de la casa, sin siquiera decirle algo o esperar a ver si lo seguía. No tuvo otra opción, lo siguió. En el camino de la entrada, unos metros delante de una fuente, los esperaba un chófer al lado de un automóvil, no conocía mucho de carros, pero en los lados le vió el nombre "Lincoln". Era largo, parecido a una limusina. «¿O es una limusina?», se preguntó Esmeralda, quien no veía seguido limusinas, si es que alguna vez recordaba haber visto una.Les abrieron la puerta, y al entrar, la respuesta a su pregunt