Alistaír bebió un trago de whisky, y se apretó las sienes. Estaba cansado de que su familia se sintiera con el derecho de dictaminar qué es lo que él debería de hacer; sus amistades, su modo de vida, sus relaciones sentimentales… Había soportado veintinueve años por aprecio a ellos, pero se estaba empezando a dar cuenta de lo estúpido que era aquello, que era su vida la que estaba en juego y que no por todo lo que habían hecho por él debía permitir que dictaran su vida. ¡La mujer con la que se casaría! ¡Por theos! ¿Qué locura era esa?Amaba a su familia. Pero sacrificar su propia felicidad lo ponía en desacuerdo. Incluso quizás no sería tan difícil si la persona no fuera Sasha, la mujer más repugnante que había conocido, después de Millie Dabis., otra mujer repugnante que había tenido el infortunio de conocer y de relacionarse con él, aunque todavía no estaba seguro cuál de las dos era la más jodida.No quería casarse con Sasha. No quería vivir una vida al lado de esa maldita mujer,
Catrina le pidió algo al bartender y miró sus uñas, haciéndose la interesante y despreocupada.—Oh, nada de que preocuparse. Solamente supe que estabas saliendo con una nueva chica y vine a saludar —murmuró como si no significase nada. Pero él ya sabía que venía a comprobar quién era y de dónde provenía. Últimamente todos estaban a la espera de ver lo que haría a continuación, si se casaría con Sasha o no. Estaba al límite. No quería a nadie más metiéndose en su vida.—Sí. ¿Algo más?Catrina rebotó sus uñas con impaciencia en la barra y le dirigió una mirada furiosa.—Sabes perfectamente a lo que vengo, con quien salgas es de dominio público y eso retrata a la compañía. Solo reviso que no sea otra Millie versión dos, es todo —respondió en un murmullo bajo para que nadie escuchar aquella conversación—. Así que dime, ¿A qué familia pertenece?Alistaír vio como servían nuevas bebidas y con rapidez se bebió el otro vaso de whisky. Azotó el contenedor en la barra con una fuerza innecesaria
Esmeralda recorrió la enorme habitación del barco sin saber exactamente qué podría hacer. Su plan era marcarle a Narin, y que la tenía agendada y averigüar algunas cosas si era posible.Estaba confundida, asustada y frustrada. Le molestaba haber estado bien un segundo con Alistaír y al siguiente ya estaba yéndose de su lado. Se paró de golpe, dejando se dar vueltas sin sentido y se decidió a llamar a Narin.Buscó su número en el celular, mordió sus labios indecisa… y antes de poder arrepentirse presionó para llamar. Escucho el sonido del timbre un rato hasta que contestó:—¿Hola? —preguntaron al otro lado de la línea en griego.Esmeralda sabía muy poco de griego pero ya reconocía la palabra a la perfección.—Soy yo, Esmeralda —murmuró por el auricular en inglés. Ya agradecía haberlo aprendido, de otra forma nunca podría comunicarse con las personas de la isla, cosa que si la ponía nerviosa cada vez que conocía a alguien nuevo.—¿La del taller? ¡Hola! —respondió alegremente—. No has ven
Era de noche cuando Esmeralda comenzó a arreglarse para la fiesta de esa noche. Debía admitir que todas sus terminaciones nerviosas temblaban con anticipación. Se volvía cada vez más difícil resistirse a los encantos de aquel sexi griego. Aunque no lo quisiera su corazón le latía rápido, no solamente por la tensión sexual. Sabía ser atento con ella y la fiesta de esa misma noche era la prueba. Se tomó las molestias de hacer una temática muy relevante: la noche en que se besaron por primera vez, con antifaces cubriendo sus identidades.Incluso le consiguió un vestido que le recordaba al que uso esa noche, pero más sofisticado y decente. Platicar con él no le costaba trabajo, y hacer el amor no ayudaba precisamente a endurecer sus sentimientos. Sabía cómo dejarla sin oposición, como excitarla, hacerle perder la razón. No importaba lo mucho que se dijera que no se enamoraría o caería en sus redes, ya estaba presa sin poder evitarlo, tampoco sabía si eso estaba bien o no. Después de todo
Nota: la canción es River de Bishop Briggs por si quieren escucharla mientras leen. Comiencen en la nota musical.❀~✿ ❀~✿Decidió que quería retratar ese momento, su belleza que nunca había explotado del todo, lo diferente que se miraba. Pero siempre había estado ahí el potencial: debajo de las ropas holgadas y los peinados de moño, sólo que nunca se había sentido lo suficientemente valiente para salir de su zona segura, no quería decepcionarse. Pero Alistaír le estaba provocando hacer cosas nuevas, por muy superficial que sonase aquello de admirarse así misma, no podía evitar querer demostrar que cuando se lo proponía su belleza salía a flote. Así que tomo su celular y se paró frente al espejo.No supo bien cómo posar, pero tomo fotos seria, otras sonriendo, otras haciendo el signo de paz, y otras poses como las que había visto hacer a las modelos de las revistas. Un poco dudosa, decidió subir una en la que estaba de lado, mirando por encima del hombro, con su manos sobre el estómag
Esmeralda estaba segura de algo: ya era muy tarde en la mañana cuando despertó. Se estiró un poco antes de abrir los ojos, dándose cuenta de que estaba desnuda y sola en la cama. Vió la hora en su teléfono, eran ya las once. Le dió curiosidad encontrar el lado de su cama vacío, cuando solo hacia unas pocas horas habían yacido juntos, saciando la necesidad de su deseo.«¿A dónde habrá ido?», se preguntó un tanto adormecida. Se acomodó en la cama y recordó la noche anterior. Casi podría decir que la noche anterior fue mágica, bailaron durante un buen rato y luego no pudieron evitar ansiar hacer el amor, por lo que regresaron a la habitación y se convirtieron en uno hasta en la madrugada. Alistaír era un hombre que no se saciaba con suma rapidez, luego de alcanzar el clímax al instante quería volver a tomarla, y ella, tan halagada como excitada, lo dejaba hacerlo. No tenía caso a esas alturas negarse, por lo que se abandonada al placer que encontraba al lado de Alistaír.También recordó
Tiempo después de desayunar y que el barco se encontraba navegando muchísimo antes de que ella despertara, llegaron a la pequeña isla Citnos, a unas cuantas millas náuticas de Mykonos. Cuando bajaron, caminaron mucho rato entre las calles. Incluso comieron de pequeños puestos ambulantes, algunas cosas típicas de allí. Probó unas galletas dulces y saladas que le dieron ganas de llevarse la bolsa entera, pero se contuvoTambién se sentaron en una terraza de un local para probar el famoso queso griego, puesto que en Citnos se decía que se hacían los mejores de entre todas las islas del mar Egeo. Lo probaron con pan untado en mantequilla, en ensalada y en sándwiches. Inmediatamente se metieron de lleno en un debate sobre cuál era el mejor, sin poder dar con un ganador definitivo, porque ambos quesos (el de Mykonos y Citnos) eran exquisitos.Luego la llevo de la mano por las calles, y le compró en una joyería muy elegante una preciosa pulsera que tenía incrustados pequeñas Esmeraldas en lo
Durante el viaje tuvo la oportunidad de comer y beber, platicar y reír con Alistaír. Había aire acondicionado, por lo que la verdad es que no sufrió nada las cuatro horas que se hicieron de camino, encima la compañía de tan atractivo griego evitaba que si quiera le dieran ganas de dormir, así que permaneció despierta, charlando y mirando por la ventana.Si era sincera, estaba feliz. Pero también le daba mareo ver las cosas desde tan alto, sentía pánico. En el viaje hacia Atenas paso la mayor parte dormida y no le dió mucha mente al asunto de estar literalmente en el cielo, pero ahora sí. No entendía sus contradictorios sentimientos, por una parte estaba muy feliz, emocionada y veía todo de color rosa. Pero también sentía miedo e inseguridad.«Qué nefasta sensación», pensó amargamente. Trato de dirigir sus pensamientos hacia cuestiones menos escalofríantes, como el hecho de estar en un jet privado al lado de Alistaír, su exquisito amante.Un punto a favor de ser asquerosamente rico, er