Suspiraron con frustración, se sentían atrapadas. Tuvieron que admitir que quizás fue exactamente así como se sintió su hermana menor cuando tuvo que casarse con Dominik Blake y vivir en un matrimonio sin amor y con un trato despreciable.Pero ese era un castigo demasiado extremo. Ellas dos conocían la reputación de ambos muchachos, tuvieron un "acercamiento" con las drogas y se decía que habían quedado un poco... raros. Actuaban extraño, incoherentes.¿Cómo podrían las divas de Norvill casarse con hombres así, cuando los mejores prospectos darían lo que fuera por tomar su mano?Entonces una de ellas recordó que lo que hicieron durante veintiséis años no era fácil de perdonar, así que tuvo que armarse de valor para decir:—De acuerdo, padre. Tomaré la parte de mi castigo que me corresponde. ¿Cuándo comenzaré a trabajar? —preguntó Vicky con los hombros caídos, sabiendo que ella era la más culpable de las dos y quien debía aceptar el castigo primero.Técnicamente, fue quien ideo todos l
Los nervios recorrieron su espina dorsal, la pareja miraba a Regyna con expectación mientas ella seguía evaluando a los bebés con expresión neutra, tratando de no revelar nada hasta asegurarse.Casi sin poder evitarlo, Beth grazno con preocupación:—¿Que son doctora, niño o niña? ¿Están bien?Después de unos minutos, ella ajustó sus gafas y asintió, como si hubiera llegado a un conclusión. Les señaló a uno de los bebés.—Este es varón. —Ambos sonrieron con una dicha inmensa llenándolos, casi celebraban ahí mismo. Pero la expresión de la doctora les hizo deterse en el acto.—Díganos su preocupación, por favor. No nos lo deje a nuestra imaginación o comenzaremos a pensar lo peor —dijo, con el cuerpo tenso.—Es que no sé de qué forma puedo contarles esto. Miren, un bebé es más grande que el otro. ¿De acuerdo? El varón de arriba tiene un desarrollo acorde a sus dieciocho semanas —explicó con lentitud, como queriendo que comprendieran esa primera parte.Ambos se miraron a los ojos sin sabe
Dicen que el paso del tiempo es algo que puede sanar heridas, abrir corazones y traer mejores oportunidades. Para Annabeth, esa frase se convirtió en algo verdadero.Dentro de ella todo de transformó. El odio dió paso al amor, y la sed de venganza se volvió hambre de paz y tranquilidad. Solo deseaba vivir una vida plena, sin conflictos de por medio.Si alguien le hubiera dicho hace cinco meses que se convertiría en la esposa de su cuñado Sammael Blake, no le habría creído. Pero ahora estaba mirándose al espejo de cuerpo completo, a minutos antes de su boda.Sonrió a su reflejo con la ansiedad escrita en sus facciones maquilladas delicadamente con tonos cálidos, un ligero rubor cubría sus mejillas. El vestido le quedaba como un guante, acomodándose en sus curvas y ocultando su pancita de cinco meses con elegancia.—¿Estás listas, Annie? Todos te están esperando, es hora —la instó Minah, dándole un apretón reconfortante sobre su hombro.Volteó a mirarla, y se señaló así misma con emoció
Despertó después de escuchar un ruido en la habitación. Le costó muchísimo, porque estaba totalmente cansada luego de una noche de mucha diversión.Suspiró, abriendo los ojos con pereza. Ya era de día, se dió cuenta por la luz que iluminaba todo el lugar. Sammael estaba entrando con una bandeja de desayuno, no traía puesta su camisa y se veía exquisito.El tatuaje que tenía en las costillas le resultó totalmente apetitoso, ni hablar de esos abdominales de infarto que le mandaban una invitación para tocarlos.—Debo admitir que la vida de casada comienza a gustarme —dijo con deleite. Aunque evito mencionar que eso era porque en su primer matrimonio jamás experimentó una mañana así de maravillosa.Le dio gracia el pensamiento, como si fuera una mujer de cuarenta que ya había pasado por dos matrimonios, tres hijos y un nieto. A veces olvidaba que solo tenía veintiséis años, y próximamente sería su cumpleaños.Haciendo a un lado las sábanas, se levantó para rodear el cuello de su esposo co
Conforme pasaron los meses, las cosas se fueron poniendo en su lugar, así que llevaban una vida más estable con todo lo que un matrimonio implicaba.No podían tomar decisiones a la ligera sin antes consultar al otro, y más cuando finalmente compraron una casa para ellos y sus futuros hijos.Su unión no podía ser más que perfecta, ambos estaban en sintonía. Si había un problema lo resolvían juntos, y aunque era difícil sobrellevar un negocio estando embarazada de mellizos, hizo su mejor esfuerzo.En su octavo mes de embarazo, logró su cometido: ser una de las mujeres más exitosas del mundo. Se expandió internacionalmente, creó fundaciones para abarcar grupos olvidados por la sociedad como son los bebés abandonados, madres con adicciones, ancianos sin hijos ni nadie que cuiden de ellos, personajes víctimas de violencia y hasta una fundación para animales de la calle.Trató de darle la mano a todo aquél que lo necesitase, ofreciendo cursos, talleres y becas completas para las personas má
Salieron del consultorio, y se dirigieron al almuerzo que se llevaría a cabo para las dos familias. Era uno de esos momentos en que habían logrado hacer que se reúnan todos en un mismo día, ya que incluso Selena pudo llegar con su esposo Nair.—¡Betty! —saludaron sus hermanas que llegaron para abrazarla con mucho cuidado.Su relación había mejorado. La abuela solía usar un dicho que les quedaba a la perfección, ellas dos se dieron "un baño de pueblo" y parecían valorar el hecho de tener una vida privilegiada. Ambas habían trabajado muchísimo y le consta, porque siempre las veía fregando los suelos, limpiando los grandes ventales, cada oficina y las amplias escaleras de una empresa que tenía veinte pisos, las ascendió la semana pasada a recepcionistas, poco a poco se irían ganando un lugar por sus propios esfuerzos.Incluso su suegra sonrió al verla y acarició su estómago con adoración.—Mis pequeños milagros, ¿cómo se han portado hoy?Beth frunció los labios.—¿Ahora? Bien, suuuper t
La expresión en el rostro de Dominik le caló hondo en el corazón. Se le llenó de luz y esperanza, aunque sus palabras fueron otras.—Eso es... imposible. No tienes que ser así de cruel conmigo, Annabeth. ¿Cómo...? —preguntó, pareciendo sumirse en sus pensamientos.—Pues es muy posible y mi doctora me lo dejo en claro.Él seguía luciendo incrédulo, poco a poco su ceño comenzó a fruncirsr en confusión.—De acuerdo, pero biológicamente hablando... Yo tenía una vasectomía y según mi propio urólogo era imposible que tuviese un hijo con Isabella, no hablemos de ti —rezongó, rascándose la cabeza con incomodidad.Por primera vez se dió cuenta que ya no le dolía ni molestaba la mención de esa mujer. Y ahí se dió cuenta que Dominik había salido definitivamente de su corazón. Fue una revelación que la dejó unos segundos perpleja.Ni un rastro de los sentimientos pasados.—Pues se equivocó. Porque hay muy buenas razones para creer que eres el papá de al menos uno de los bebés...Ella suspiro, ale
Como si se hubiera preparado para ese momento toda su vida, Annabeth trajo al mundo a sus hijos rodeada del amor de su vida y del que única vez creyó que lo era.Jamás creyó experimentar tal dolor ni tanta emoción. Era dulce y agridulce en partes iguales. Pensó que no era capaz de hacerlo, que su cuerpo no lo podría lograr... Pero se equivocó: era mucho más fuerte de lo que hubiera imaginado.Dos horas después de los dolores, la doctora Regyna la felicitó diciéndole que fue el parto más rápido que había tenido en ese año, y que tanto ella como los bebés gozaban de una excelente salud.Rememoró con un escalofrío la experiencia. Ni siquiera se había recompuesto de la expulsión del primer bebé cuando el segundo bebé venía al mundo, fue tan mágico como abrumador al mismo tiempo. Pero lo volvería a hacer con tal de tenerlos entre sus brazos y susurrarles entre lágrimas:"Bienvenidos al mundo, mis tesoros".El dolor pasó a segundo plano cuando vió el rostro de sus pequeños milagros que llega