40. Boda fallida

Fue moviéndose en silencio hacia la derecha, a un árbol que la ocultaba de los ojos ajenos, solo quería que él lograse verla, darle una buena vista. Nadie se dió de ella, la atención puesta a la atracción principal. Había ruido y eso le jugaba en contra, ¿Cómo llamaría su atención? ¿Saltando?

Segundos después una idea ridícula, descabellada y poco práctica se le ocurrió. Le escribió un texto en su celular, muy sencillo pero claro. Lo vió sacar el móvil justo cuando el juez hacia la pregunta del millón.

—¿Acepta usted por esposa a Sasha Michelakis...?

Alistaír leyó el mensaje: «A tu derecha, agápi mu».

—¡Cállese! —exclamó Alistaír, mirando exactamente a donde estaba Esmeralda. Ella le dirigió una sonrisa sarcástica, y se abrió el abrigo. Cuánto disfrutó Esme ver los ojos de él salirse de sus órbitas y mirarle el hinchado vientre, que se notaba más con aquél pegadisímo vestido.

Entonces ella gritó:

—¡ALISTAÍR STAVRAKIS NO SE VA A CASAR CON ESA ZORRA!

Escucho el sonido de cámaras en su d
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