35. Embarazada del enemigo

La mañana siguiente otra vez desperté sola pero él hombre romántico de la noche anterior parecía estar en la ducha porque a lo lejos escuché el caer del agua. Mis ganas de levantarme son muchas pero estoy tan floja que me removí en la cama, dando unas cuantas vueltas antes de ver entre mis pestañas a ese hombre que lentamente se iba acercando a mí, al menos yo veía que se acercaba lentamente porque no podía ver bien. Froté mis ojos, quitándome el sueño, sonriendo cuando se acercó para dejarme un beso en mi frente y otro en mis labios. Tan lindo.

Y ahí van de nuevo las náuseas que parecía ser mi fiel compañera a partir de ahora, eran incómodas y molestas. Yo amaba comer.

Quitandose la toalla se metió conmigo en la cama, abrazándome con fuerzas, como si no quisiera que me mueva, que me marche y a mí que me dio tanta ternura que quise respondí a esos besos que me iba dando, me abracé a él, hundiendo mi rostro en el espacio de su cuello, subiendo encima suyo para quedarme ahí.

Él es tan
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