Aunque Esmeralda quería seguir dándole vueltas al asunto mentalmente, no pudo seguir esa línea de pensamiento, llegaron a la pequeña casita pintoresca, en medio de otras casas igual de normales. Aquello la extraño, estaba ya acostumbrada a ver tantos lugares extravagantes y lujosos que sintió como un soplo de aire fresco volver a ver algo que casi le recordaba a su hogar; nada tecnológico, nada con materiales de punta o de última generación... Era humilde y lindísima. El chófer estacionó a un lado, se bajaron y Alistaír tocó el timbre. Poco después se sorprendió de ver a una mujer rolliza, pelirroja, menuda y de sonrisa afable. Era muy hermosa.Inmediatamente recibió al griego con los brazos abiertos, se llenó el rostro de besitos y le tomo la cara entre las manos.—Mi hijo, estás aquí —dijo en griego, Esmeralda no le entendió ni mú. Al verla a ella, soltó al hombre y se acercó—. ¿Hablas griego?La chica le dió una sonrisa incómoda.—No, madre. Es mexicana. Habla inglés y español, pu
Alistaír y Esmeralda esperaron unos segundos antes de volver a la sala de reuniones, ella con el rostro contraído por el coraje que le dieron las palabras de Sasha, como si hubiera tenido algo que ver en el pasado con ella. «¿Habrían sido amantes en el pasado?», cuestionó ella en su mente. Era rarísimo que la odiase tanto pero haber sido amantes. ¿Qué habría pasado? Ciertamente Esme no lo sabía, habían ya muchísimas cosas que no sabía, que sentía muy en el fondo, él le estaba ocultando. Si era bueno o malo, no estaba segura, pero ya no quería que omitiera nada, estaba cansada.Al entrar de vuelta, todo estaba tranquilo. La abuela Eunice miraba a todos con unos ojos chispeantes, retándoles a decir algo. Se dió cuenta que era cierto eso del profundo respeto que tienen los griegos a sus mayores y a sus padres, era deshonroso desobedecer o tener comportamientos inadecuados. Se preguntó si era por eso que Alistaír se sentía atado de manos sobre el matrimonio forzado al que querían sumergi
Esme sabía que aquél hombre era lo suficientemente listo para soportarlo sin que nada les pasara. Desabrochó su pantalón, sacó su miembro pantalón, y comenzó acariciarlo lentamente. «Si las miradas matasen... Estaría cincuenta metros bajo tierra», pensó, complacida.Entonces se agachó, y lo tomo en su boca. Escuchó que gemía. Comenzó a succionar de arriba hacia abajo mientras su mano lo estimulaba, no supo cuánto tiempo duró aquello, pero la respiración de su amante griego se volvía cada vez más pesada y ruidosa. Sintió una mano en él en su cabeza, y que el coche dejaba de estar en movimiento, le dió un más rápido y frenético, incluso las caderas de él empujaban al interior de su boca. Hasta que sintió los chorros calientes de su orgasmo, el cuerpo de Alistaír tembló y ella bebió su escencia con rápidamente.Cuando hubo acabado, volvió a colocar todo en orden antes de recostarse en su asiento. Con sorpresa, se dió cuenta que de hecho ya estaban en una especie de estacionamiento proteg
DÍA VEINTEM Y K O N O S...Para cuando Alistaír le terminó de enseñar casi el resto del mundo, ya habían pasado exactamente veinte días desde que llegó a Grecia. ¿Esmeralda? Enamoradísima, total e irremediablemente. Los viajes nada más le habían servido para estar segura de eso, y aunque no le había dicho nada a él, no podía asegurar que no lo supiera ya.Disfrutaron de la reconocida Italia por su arte, su cultura y sus numerosísimos monumentos, entre ellos la torre de Pisa y el Coliseo romano; también por su gastronomía, platos italianos famosos como la pizza, la pasta, el risotto y el gelato.Gozaron de España, conocida por su historia, arte, corridas de toros, flamenco y playas. Aunque no era su hogar, al menos podía hablar español con otras personas, lo que sentó de maravilla a su alma.Se deleitaron con el diverso, exótico, vasto y extravagante país de Rusia, que de hecho es el más grande del mundo. Visitaron la Plaza Roja y otros íconos de Moscú, exploraron San Petersburgo y e
Ella recordó lo que Alistaír le dijo al conocerse, que nadie tendría otra vez un hijo suyo sin él saberlo o consentirlo, y lo que le pasaría a la que siquiera pensara en intentarlo.Esmeralda talló su cara, sin saber qué hacer. Primero tenía que asegurarse de estar o no embarazada antes de hacer cualquier estupidez, o de seguir sufriendo mentalmente por cosas de las que aún no estaba segura. De modo que con la cabeza gacha y arrastrando los pies, regreso a la cama con él, que inmediatamente la acunó entre sus manos.Con todas las dudas llenando su mente, el cansancio de tanto pensar la ayudó a dormir entre los brazos de su amante, con la idea de al día siguiente averiguar si esperaba o no un hijo suyo.Esa noche volvió a ella la pesadilla en la que un bebé le era arrebatado de los brazos sin que ella pudiera hacerse absolutamente nada...━─━────༺༻────━─━—Estás muy callada.Alzó la vista de su plato de comida con la mirada sorprendida, entonces mordió sus labios con inseguridad. Ese d
- 5 DE AGOSTO -G R E C I A...La vida para Alistaír se volvió monótona sin la compañía de aquella mujer que ocupaba su mente a cada maldito instante. Los recuerdos le venían por momentos, la imagen de su rostro, de sus gestos y su cuerpo desnudo volvían cuando menos lo esperaba. No se le había ocurrido jamás que sería tan difícil de enterrar las semanas que pasaron juntos.Cerró los ojos, frustrado consigo mismo por semejante debilidad. Incluso ya no podía dormir tranquilo, su instinto le hacía palpar el otro lado de la cama, en busca de aquel cálido cuerpo que ya no dormía su lado.«¿Qué me hiciste, Esmeralda?», se quejaba en su mente.Alistaír la extrañaba tanto, se arrepentía de haberla dejado ir. Ya nada le parecía igual, necesitaba a esa dulce e inocente mexicanita a su alrededor. A pesar de que en su corazón estaba blindado, si se sentía bien a su lado, incluso mejor de lo que alguna vez se sintió con la Skyla de Millie. Tal vez no la amaba como ella quería que lo hiciera, per
El pecho se le hincho de amor. Sadie siempre se preocupaba de verla más delgada, de si estaba enferma. Le dió una sonrisa tranquilizadora.—Estoy bien, abuela. Solamente es una infección estomacal. Hoy iré al médico, no tienes porque preocuparte —explicó. Luego tomo las bolsas de sus manos, y las llevo a la cocina—. Gracias por la comida, tenía muchísima hambre.Comieron mientras charlaban de temas vagos, como de su trabajo, de sus amigas Lisa y Melina, quiénes la visitaban seguido ahora que ya estaba de vuelta. Melina dejó de tener citas a ciegas para concentrarse en su negocio de regalos y decoraciones. Lisa seguía leyendo como siempre, le sugerían empezar a escribir el suyo propio, pero su puesto como secretaria del editor en jefe de la editorial le estaba absorbiendo prácticamente todo. Todas estaban un poco... arruinadas. Más de veinte, cerca cada vez más de los treinta, solteras, mucho trabajo, nula vida social.Incluso el tema de Alistaír durante muchos días fue de lo que más h
4 DE OCTUBREG R E C I A...Esmeralda respiró profundamente, la emoción la recorría. No se había dado cuenta, pero extrañaba con locura Mykonos. Todavía no entendía porqué, pero el regresar le sentó como volver a casa, una idea tonta si le preguntan. ¿Por qué lo consideraría su hogar, el lugar en el cual le habían roto el alma en millones de fragmentos? El amor es así de loco, como podrán ver.Bajo del taxi, temblando. Ya estaba ahí, en el lugar donde se llevaría acabo la boda civil. Toda la información que logró obtener fue por Narin, que escuchaba en silencio todo lo que se decía en la casa de Alistaír. Lo único que no logró averiguar la chica (y todavía no estaba segura de si quería saberlo) era si esa boda sería "por amor". No podía hacer nada en contra de sus emociones: la ira, el sentimiento de traición, la tristeza, dolor por no haber sido suficiente, por no haber sido la mujer que él escogió para estar juntos por siempre.«Al final terminó siendo que Cenicienta era una donce