3. Bienvenida a la tentación

Lo primero que sintió al despertarse fueron los rayos del sol. Esmeralda se estiró en la cama y gimió con gusto. En su casa hubiera despertado enojada por aquello, pero luego de un baño relajante y con el estómago lleno, sin preocuparse de tener un traje limpio para el trabajo... Era extraordinario.

Su cuerpo se sentía como si estuviera en una nube de algodón, y después de una noche en la que dejó volar su imaginación sobre un hombre al que solo había visto una vez, quizás era lo normal.

Se sentó en la cama con los ojos cerrados y disfrutó del sol matutino. Raramente disfruta de placeres como esos, donde no se preocupaba por sus obligaciones y sólo pensaba en qué hacer para divertirse.

Pensó en si estaría bien asearse o desayunar primero. Considero que todavía estaba fresca del baño de anoche, además tenía muchísima hambre. Por lo que optó vestirse y salir a caminar un poco, conocer Mykonos de día sería fantástico.

Se vistió con un simple vestido holgado tipo playero y unas sandalias
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