—Y-yo, sí... ¿Dijiste sexo?Justamente la música en ese momento bajo un poco más y la persona a su lado rió por lo bajo. Estaba de espaldas y se sorprendió mirándolo. Regreso la mirada a Cleo rápidamente, avergonzada porque la hayan escuchado.—Oh, sí, mucho sexo. Es un bar para concertar ese tipo de citas. ¿Cómo fue que terminaste acá? —ella se puso a atender a otro recién llegado.Mientras tanto, Esme comenzó a hiperventilar. ¡ERA UN BAR PARA CONSEGUIR SEXO! ¿Qué carajos?—Bueno... Es que parece algo absurdo. Yo ví el bar en una guía que hablaba sobre la vida nocturna y jamás mencionaron la verdadera razón de esta fiesta —respondió finalmente, asustada—. De hecho creo que voy a dejarles una mala reseña, esto es inaudito. Una cosa es bailar y tal pero lo otro...Cleo negó con la cabeza.—Ellos realmente no investigan, solamente anotan lo superficial y ya está. Pero no te preocupes, todo aquí es respetuoso y nadie se atreverá a ponerte un dedo encima —le aseguró con una sonrisa—. Anda
Esmeralda corrió buscando el baño, pasando entre los cuerpos que estaban bailando. Se sentía mareada de algo que nunca había experimentado. Cuando logro entrar, se metió en un cubículo y se recargo contra la puerta. ¿Qué le sucedía?Poco a poco, fue recuperando el control. Entonces, se dio cuenta de que, durante unos instantes, había sentido que no controlaba absolutamente nada y eso había sido cuando Alistaír la había tenido entre brazos y la había besado.¡Qué tonta se sentía ahora por haberle devuelto el beso! Claro que un beso tampoco era para tanto, no significaba nada. Se habían dejado llevar por la intensidad del momento, nada más.Tenía muy claro que no era el tipo de mujer que le gustaba a los hombres como Alistaír, un hombre tan elegante. No era rubia ni delgada ni guapa, ni siquiera era de buena cuna. Esmeralda se miró cómo iba vestida, con un vestido alucinante como si ese fuera su mundo, y se rió.Evidentemente, aquel beso no había significado nada.Sin embargo, no pudo e
Esa mañana Esmeralda se despertó algo tarde, no muy animada de ese día. Aún así, se vistió y fue nuevamente al taller de cocina. Ahí al menos se relajó un poco, la pareja de ancianos eran personas muy agradables y de cierta manera le gustaba lo que estaba aprendiendo.Ese día las señoras estaban especialmente interesadas en platicar con Esme, si estaba casada, si tenía hijos, cuánto tiempo estaría, haciendo de casamenteras con sus hijos... Intento responder lo más amigable y tranquila posible, hacía tiempo que había aprendido que eso era un tema bastante frecuente en conversaciones de mujeres.Esa vez aprendieron a hacer una deliciosa salsa Tzatziki y un rico pastel Mousaká. Le encantó lo fácil que eran las recetas, además era comida tradicional, quizás cuando llegara a casa podría hacerle a la abuela Sadie comida como esa, probar algo nuevo. El resto del día charlaron, cocinaron y comieron. Cuando acabo, Esmeralda estaba manchada en varias partes de comida, pero sonrió feliz, definit
Ahora sí que la había liado. Precisamente se quedaba sin respiración al estar cerca de él, a quien crítico durante un buen rato con Narin sin haberle visto nunca. ¿Qué clase de hipócrita era? Su abuela, quién le había enseñado modales y valores, estaría seriamente decepcionada de ella que estaba cuchicheando y mal hablando de alguien a quien no conocía de nada.La suave brisa del mar, repentinamente le hizo estremecer y rodearse con los brazos para conseguir algo de calidez.—Parece que estás un poco sorprendida, Esmeralda —apuntó Alistaír, con una mirada intensa, fija en sus ojos—. Y estás temblando de frío. ¿Por qué no vas de vuelta conmigo al hotel? Podrías enfermarte, además está oscuro aquí fuera y no me gustaría que algo malo te sucediera.Al oír su nombre en los labios de Alistaír, sintió un ligero temblor en el cuerpo diferente al que acababa de tener por el frío. La verdad era que no podía hacer nada contra eso, él le gustaba mucho.Conseguía reacciones en su cuerpo que nunca
Con eso en mente, se dió un baño rápido, nada más para quitarse la sensación de estar pegajosa por el mar y la arena. Al salir se seco y nada más uso un top lila con una falda negra que llegaba arriba de las rodillas. Se puso unos zapatos cerrados negros y cepillo su cabello, no quiso maquillarse.Al mirar su reflejo en el espejo, le gustó lo que vió. Tenía unos ojos azules como su abuela Sadie, pero la cabellera castaña y piel apiñonada como su madre. Los buenos genes de su familia siempre fueron de niña motivo de pláticas tipo “ella está destinada a grandes cosas”, “romperá muchos corazones”, “tendrá tantos pretendientes que habrá una fila”. Hasta ahora el único corazón roto era el suyo, vaya ironía.Trato de no seguir pensando en el pasado y se concentro en el presente, estaba a punto de salir en una cita con un hombre guapísimo que le aceleraba el pulso y era conocido por ser frío, arrogante y un canalla.Pues bien, ella también era llamada de mucha maneras en su círculo del traba
Llegaron a un restaurante que por la fachada no se esperaba para nada, no era inmenso ni tan elegante, sino pequeño y ciertamente con un estilo casero que le gusto al instante. Alistaír estacionó en el pequeño estacionamiento que había en el lugar, se bajó y abrió la puerta de Esmeralda. Le ofreció el brazo, que ella acepto encantada, así fue como caminaron al lugar. Entrando lo primero que se sintió fue el aroma de comida recién hecha, sonaba una canción que no conocía pero que era relajante y tranquila, como música de jazz.Todo el mundo los miró al pasar y Esmeralda fue consciente del interés que estaban despertando. Aquél era un punto más en la lista de las cualidades del hombre que la acompañaba: era imposible no mirar una primera o segunda vez. Un hombre alto, con barba y moreno fue directamente a recibirlos con una amplia sonrisa, se veía complacido de su llegada.—¡Alistaír, mi gran amigo! —se dieron uno de esos abrazos masculinos con palmadas en las espaldas. Esmeralda se so
Le estaba dejando claras sus intenciones, y dejo la decisión sobre la mesa.Él no planeaba casarse con una chica como ella y mucho menos iniciar una relación. No quería nada duradero, parecía saber lo que quería y a qué tipo de mujer, ella no entraba en esos estándares.—¿Entonces solamente tienes citas? —se armó de valor para preguntar por fin.Él asintió. La miró a los ojos fijamente.—Exactamente.—Me parece... interesante —respondió sin revelar sus verdaderos pensamientos.El resto de la noche charlaron sobre ellos, y ella estuvo encantada de aprender más sobre él. De hecho Cecile y Nikolo fueron un rato con ellos a charlar en lo que no habían tantos clientes y rieron bastante sobre sus anécdotas. Encontró agradable la velada a pesar de lo agridulce de las respuesta de Alistaír. Después se dieron cuenta de que era muy tarde, se despidieron y fueron al automóvil para regresar al hotel.Cuando llegaron al frente del hotel, Esmeralda se giró. Era ridículo, pero se sentía asustada, má
Alistaír observaba la vista de la isla desde su edificio, el corporativo Stavrakis. Se imagino lo que su padre sintió en días pasados, cuando sucedía al abuelo Tassos, quién creo la empresa en una época tan lejana, en el año setenta, sin la misma tecnología que había en el presente. Se preguntó si su abuelo estaría feliz de lo que había logrado, ahora era un anciano bastante tranquilo, vivía en Londres con la abuela Eunice, que era mitad griega y mitad británica. Se habían ido luego de treinta años de trabajo duro, de lograr lo impensable, lo que muchos se burlaron diciendo que jamás lo lograría. Y ahí estaba él, en la cima de lo imposible. Entonces su padre fue quien llevo las riendas unos catorce años más.Se había unido a la empresa luego de que su padre cayera enfermo, tenía problemas del corazón producto de tanto estrés y de tanto trabajo. Él tomó su lugar, y seis años después estaba completamente agusto con lo que consiguió. Tenía estabilidad, algo de fama, compañía femenina, un