Capítulo 6

New York - Usa

Época Actual. 

Rodrigo, se quitó sus lentes del sol, bajó del vehículo, subió por el ascensor hasta el décimo piso en donde funcionaba su empresa, él no tenía idea del gran revuelo de gente que se hallaban en la gerencia, molestos por la cancelación de sus citas con Diana.

— ¿Rose qué sucede aquí? ¿Y toda esta gente? —indagó, observando a los clientes que se acercaban a hablar con él.

—Estas personas tenían citas con la señora Diana. Pero las canceló — pronunció la joven temerosa, no podía olvidar la recomendación de su jefa a modo de amenaza: «Ni una sola palabra a mi marido sobre el incidente de esta mañana, con el hombre que ingresó a mi oficina. Si Rodrigo se entera no dudaré en despedir al chismoso»

Rodrigo, sintió su piel erizarse, un mal presentimiento se apoderó de su corazón:

—¿Diana canceló todas sus citas? ¿Por qué? ¿En dónde está? —averiguó intentando encontrar una respuesta lógica. Era la primera vez que su esposa hacía algo así.

—No tengo idea —contestó la joven asistente balbuceando. 

—Ingeniero Vidal, buenas tardes —lo saludaban los clientes, él respondía contrariado tratando de comunicarse con su esposa por medio de su celular, pero era inútil, no tenía respuesta enviaba a buzón.

Digitó el número del jefe de seguridad que escoltaba a su esposa, preguntó en dónde estaba ella, el hombre le informó que no la habían visto salir.

—¿Cómo es posible que mi esposa salga en sus narices y ustedes no se den cuenta? —increpó, las venas de su cuello saltaron, y sus profundos ojos azules centellaban. — ¡Margaret! —gritó, llamando a su asistente. 

La muchacha entró corriendo a la oficina, con su libreta en mano.

—Dígame Ingeniero —pronunció la joven temblorosa.

—Margaret, busca a la mejor agencia de seguridad del país, me contactas lo más pronto posible —ordenó. 

—Sí señor, enseguida —contestó la joven.

Mientras Rodrigo, se preguntaba qué pasó con Diana, de nuevo un escalofrío le recorrió el cuerpo, como si alguna tragedia estuviera a punto de suceder. Sacudió su cabeza tratando de quitarse aquellos malos pensamientos, entonces viejos recuerdos le vinieron a la mente.

********

Cuenca- Ecuador – Pasado.

Rodrigo Vidal abrió las puertas de su empresa, su padre ingresó y él lo hizo detrás. 

—Hasta cuándo vas en poner en orden tu vida —reclamó Ricardo—, pasas de bar en bar, no entiendes que tu responsabilidad es este negocio —recriminó. 

El joven bufó y bebió un sorbo de agua de un botellín. 

—Nunca falto a mis funciones acá —refutó. 

—Las ventas han bajado, y los proveedores no nos están despachando equipos —informó mientras llegaban a la oficina de gerencia—, y mi hijo lo único que hace es malgastar el dinero en mujeres y licor. 

Rodrigo ladeó los labios, estaba cansado de los constantes reclamos de sus padres, es por eso que desde que se graduó de la universidad vivía solo. No tomaba la vida en serio, mujeres iban y venían, no estaba dispuesto a comprometerse, disfrutaba su soltería, sin embargo, aquel día le iba a cambiar la vida. 

Luego de discutir con su padre bajó al área de ventas. Grandes vitrinas exponiendo diferentes artículos tecnológicos estaban colocados en lugares estratégicos del almacén, detrás del gran mostrador Rodrigo, tenía su escritorio con su pc, y al fondo estaba el taller de servicio técnico. 

Inclinado encendiendo unas computadoras escuchó como los tacones de una mujer golpeaban con la baldosa del piso, levantó su rostro su mirada se clavó en el verde aceituna de los ojos de aquella joven.

Ella al verlo hizo una mueca, en otra circunstancia lo hubiera ignorado, pero ahora no podía ya estaba frente a él.

Rodrigo, la observó por segundos, su hermoso cabello oscuro lo llevaba suelto, su mirada fue a parar a los labios de ella recordando aquel beso en la playa. Diana sintió sus mejillas arder, no era difícil saber que él rememoraba ese instante.

—Buenos días —saludó tratando de fingir que él la perturbaba, esbozó una sonrisa.

Rodrigo por su parte, no podía dejar pasar la oportunidad de explicarle por qué no acudió a la cita con ella, era importante aclarar ese malentendido.

—Hola —pronunció Rodrigo, poniendo su sonrisa seductora como precedente, pero Diana, solo estaba preocupada en sacar la laptop de su bolso. Cuando al fin logró su objetivo, puso el artefacto encima del mostrador.

—Anoche estaba trabajando con ella y de pronto se me apagó. —Frunció los labios—, no se prende tengo información muy relevante que no puedo perder. ¿Crees que me puedas ayudarme? —Arqueó una de sus cejas, su mirada se cruzó con la de Rodrigo, ella necesitaba una respuesta positiva por parte de él.

Él se acercó al lado de Diana, ella sintió un ligero estremecimiento en toda su piel, sin embargo, supo disimular.

—Tengo que revisar para saber cuál es el daño y de acuerdo a eso, podremos conocer si hay como recuperar la información —contestó sin dejar de contemplar los hermosos ojos de ella.

—Por favor —suplicó con la mirada Diana—. Mi vida entera está en esa computadora —expresó suspirando.

—Voy a hacer todo lo posible —afirmó Rodrigo.

— ¿A qué hora tengo una respuesta? —averiguó Diana, girando su rostro a él, casi estaban a la misma altura porque Rodrigo, estaba inclinado tratando de diagnosticar el daño del computador, entonces el azul de su mirada se incrustó en los ojos de ella. 

Ambos recordaron el beso de hace más de un año atrás, él se fue acercando con lentitud, mientras ella permanecía como hipnotizada sin poder moverse. Sus rostros estaban a escasos centímetros uno del otro, cuando el móvil de Diana, vibró en su chaqueta, retrocedió de golpe, bastante confundida. Sus manos empezaron a temblar cuando observó el número de Luciano, respondió nerviosa, colgó la llamada para de nuevo dirigirse a Rodrigo.

—Debo irme, hay un problema en mi trabajo.

—Dame tu número telefónico para llamarte apenas tenga un diagnóstico.

Diana le dio sus datos, salió a toda prisa.

Él se puso de inmediato a revisar la laptop de la joven, por ella siempre sintió una atracción especial, desde que su primo Roberto, los presentó cuando era compañero de Diana, en el colegio.

Rodrigo, abrió sus ojos de golpe al mirar el mensaje que salió en la pantalla, se llevó las manos al cabello y esperó unos minutos para llamarla, luego de eso marcó el número del móvil de la chica.  

— Diana, soy Rodrigo, me comunico por lo de tu computador.

—¿Qué noticias tienes? —indagó nerviosa. 

—Ya está reparada y miré la información que dejaste. 

— ¿En serio? ¡Eres un genio! Muchísimas gracias, al medio día paso por tu local —expresó fingiendo, pues su laptop no tenía ningún daño.

Rodrigo, se quedó pensativo, no podía decirle a su padre que la mujer con la que salía era una informante de la competencia, pero lo que le llamó la atención y logró sucumbir su corazón fue que Diana Maldonado se hubiera arriesgado a tanto. 

«¿Seguirá siendo soltera? Es muy linda, de seguro tiene novio» suspiró con la imagen de ella en su mente.

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