Al día siguiente Diana, contrató a Mateo, para ser analista en el departamento de sistemas de su empresa.
Ella y su esposo casi no se vieron en todo el día por sus múltiples ocupaciones, entonces decidió salir temprano para revisar las tareas de Isabella, y hacer que se durmiera temprano, porque estaba decidida a demostrarle a su esposo que lo amaba.
Rodrigo, llegó a casa un poco tarde porque una reunión con unos empresarios se había alargado y el tráfico de la gran ciudad no le permitió llegar a tiempo, se le hizo extraño no encontrar a Diana, esperándolo para cenar.
Buscó a Diana en su habitación no la encontró. Frunció el ceño pensativo, luego salió y bajó hasta la cocina. Preguntó a las empleadas ellas indicaron que no la habían visto salir de la casa.
Le marcó al celular sonaba apagado, se lle
Kate no pudo evitar recordar cuando su famosa aplicación del celular falló y terminó embarazada de Ángela.—Yo tampoco sospeché que estaba embarazada de Ángela, tenía una aplicación en mi celular que nunca me fallaba —sonrió, llevándose las manos al rostro, muy divertida—, pero el día que tenía que llegar mi período no me vino, mi hermana tenía una enfermedad a la sangre yo quise ser donante, no me dejaron y no me dijeron la causa, me enviaron donde una doctora. Yo estaba muerta de miedo, pensando que tenía alguna enfermedad grave —volvió a reír, recordando todo eso como algo lejano—. Después una amiga me convenció de ir a ver a la doctora y me enteré de que estaba embarazada —comentó Kate—Imagino que pasó cuando Fernando creyó que lo engañaste —indic&oacu
Al día siguiente temprano salieron de paseo con la pequeña Isabella pasaron todo el día, fuera de casa. Rodrigo, no le comentó nada a Diana, acerca de la exposición, quería que fuera una sorpresa, así que tan solo le pidió que lo acompañara a un evento al cual estaban invitados. Diana se miró al espejo del baño, se colocó los pendientes de perlas negras, entonces salió hasta la alcoba. Ella cada vez sorprendía a Rodrigo, con su belleza, él la miró de pies a cabeza, respirando con dificultad, al ver su cuerpo envuelto en aquel hermoso vestido de seda negra, que se ajustaba a su perfecta figura, el escote en forma de V le permitía usar el fino collar de perlas que combinaban con sus aretes, el corte recto de la falda le llegaba por encima de sus rodillas dejando al descubierto sus largas piernas. Sus pies calzaban unos stilletos dorados que hacían juego con su cartera de sobre. —¡Estás hermosa! —exclamó Rodrigo. Diana sonrió, caminó con elegancia
New- York- Usa (Presente)Un silencio sepulcral prosiguió el trayecto hasta la casa de la familia Vidal, una vez que llegaron Rodrigo, bajó de su auto para ayudar a su esposa, extendió su mano hacía ella.La fría mano de Diana, tomó la de Rodrigo, la mirada serena de él, se perdió en los angustiosos ojos verdes de ella.—Todo va a estar bien —afirmó él, acariciando el rostro de su esposa. Diana inclinó su cabeza. Negó.—Tienes que dejarme hablar, es necesario —suplicó ella, levantando sus ojos llorosos hacía él.Rodrigo, se quedó pensativo por varios segundos.—Está bien, hablaremos, pero hoy no —pronunció firme—. Todo esto me tomó por sorpresa y no tengo las ideas claras, no quiero cometer una equivocación.Diana pasó la s
Varios días pasaron después de ese infortunado encuentro con Luciano, de nuevo Diana, insistía en hablar con Rodrigo, pero él la evadía, sin darle oportunidad a ella de poder aclarar las cosas.Tampoco podía decirle que ya sabía que habían sido víctimas de una patraña de Alessandro, y Nadia, para separarlos porque él la interrogaría, y entonces tendría que confesar que se encontró con Luciano, a escondidas de él.La mirada de Diana, permanecía fija en la taza de porcelana, esperando que las empleadas de servicio sirvieran el desayuno.Cuando las muchachas pasaron la bandeja de tostadas y huevos revueltos, el estómago de ella, empezó a revolotear en su interior, salió corriendo al baño, últimamente el olor a comida le provocaba náuseas.Rodrigo, fue tras de ella preocupado, pues desde hace días ell
New York (Presente)Aquella tarde Rodrigo, sentía que su vida se estaba derrumbando ante él, no podía creer que el contenido de esas fotografías fuese real.Golpeaba con fuerza la el saco de boxeo que tenía en el gimnasio de su casa. Así trataba de descargar toda la maraña de sentimientos que golpeaban con fuerza su corazón, para que las dudas no acribillaran su cerebro.Conocía demasiado bien a Diana, y aún creía en su inocencia, pero esas imágenes no se las podía sacar de su mente.Ahora comprendía perfectamente el dolor y el resentimiento de su esposa cuando ella vio con sus propios ojos aquella escena tan detestable con Nadia, no era fácil ver o imaginar a la persona amada en brazos de otra persona.Rodrigo, sacudió su cabeza, necesitaba desechar esas imagines, por eso luego de terminar su entrenamiento, fue
Rodrigo, se puso de pie de golpe, tan solo de escuchar el nombre de ese ser que le hizo tanto daño a Diana, provocó que sus músculos se tensaran.—Ese infeliz es el padre de Luciano Zanetti, y es el ser que más daño le ha hecho a mi esposa —contestó Rodrigo, apoyando sus puños sobre el escritorio, respirando exaltado.—El señor Zanetti, no solamente pagó a Nadia, para drogarte, sino también movió sus influencias para que le negaran la beca en la universidad a Diana —declaró Fernando.Rodrigo, sintió un escalofrío recorrer su piel, sintió como cada poro de su cuerpo se erizaba, temía por Diana, con todas las cosas que Luciano, estaba haciendo comprobaba que era igual de siniestro que su padre.—Temo por Diana; Luciano, nos ha estado molestado —confesó Rodrigo, mostrando en su rostro ansiedad.<
Rodrigo, recibió la llamada del agente, al igual que Fernando, quien fue notificado por su radio, ambos salieron de inmediato a Central Park, llegaron lo más rápido que pudieron. Diana ya había reaccionado, pero estaba pálida. Su esposo corrió de inmediato a su lado.—Diana mi amor ¿Qué tienes? —le preguntó tomando el rostro de ella en sus manos, mirándola asustado, al verla que casi no podía pronunciar palabra, entonces Rodrigo, dirigió su mirada al escolta. —¿Qué pasó?—Un señor se sentó al lado de la señora, al principio no noté nada raro, pero después actuó algo extraño y me acerqué. La señora indicó que conocía a aquel hombre y pidió que me alejará, me quedé a una distancia prudente. No sé qué le dijo ese señor, se march
Diana abrió sus ojos con lentitud, tan solo una lámpara con la luz tenue alumbraba la alcoba, entonces fijó su mirada en su esposo quién leía un libro sentado en la mecedora. —Rodrigo ¿Qué haces aquí? No era necesario que te quedaras a mi lado —recriminó, llevándose ambas manos a su rostro llorando. Rodrigo, se acercó a ella, la estrechó en sus brazos. —No llores Diana —acarició su cabello, luego se retiró unos centímetros para poder mirarla—. Ahora que estamos solos dime la verdad ¿Te hizo daño ese tipo? ¿Estás bien? Por favor no me ocultes nada —suplicó. —No me hizo daño, pero me tenía amenazada con esa navaja. Diana, le mostró a su esposo el hematoma que tenía a un costado de su cuerpo. Rodrigo, apretó los dientes, respiró con dificultad, sin embargo, se recompuso para no preocupar a su esposa. —Ya no llores, ya estás aquí conmigo, yo te voy a cuidar, nadie va a volver a hacerte daño —expresó, con sinceridad. —¡Perdó