Al día siguiente temprano salieron de paseo con la pequeña Isabella pasaron todo el día, fuera de casa. Rodrigo, no le comentó nada a Diana, acerca de la exposición, quería que fuera una sorpresa, así que tan solo le pidió que lo acompañara a un evento al cual estaban invitados.
Diana se miró al espejo del baño, se colocó los pendientes de perlas negras, entonces salió hasta la alcoba.
Ella cada vez sorprendía a Rodrigo, con su belleza, él la miró de pies a cabeza, respirando con dificultad, al ver su cuerpo envuelto en aquel hermoso vestido de seda negra, que se ajustaba a su perfecta figura, el escote en forma de V le permitía usar el fino collar de perlas que combinaban con sus aretes, el corte recto de la falda le llegaba por encima de sus rodillas dejando al descubierto sus largas piernas. Sus pies calzaban unos stilletos dorados que hacían juego con su cartera de sobre.
—¡Estás hermosa! —exclamó Rodrigo.
Diana sonrió, caminó con elegancia
¿Qué les parece lo que hizo Luciano? ¿Qué opinan? Vayan dejando sus reseñas.
New- York- Usa (Presente)Un silencio sepulcral prosiguió el trayecto hasta la casa de la familia Vidal, una vez que llegaron Rodrigo, bajó de su auto para ayudar a su esposa, extendió su mano hacía ella.La fría mano de Diana, tomó la de Rodrigo, la mirada serena de él, se perdió en los angustiosos ojos verdes de ella.—Todo va a estar bien —afirmó él, acariciando el rostro de su esposa. Diana inclinó su cabeza. Negó.—Tienes que dejarme hablar, es necesario —suplicó ella, levantando sus ojos llorosos hacía él.Rodrigo, se quedó pensativo por varios segundos.—Está bien, hablaremos, pero hoy no —pronunció firme—. Todo esto me tomó por sorpresa y no tengo las ideas claras, no quiero cometer una equivocación.Diana pasó la s
Varios días pasaron después de ese infortunado encuentro con Luciano, de nuevo Diana, insistía en hablar con Rodrigo, pero él la evadía, sin darle oportunidad a ella de poder aclarar las cosas.Tampoco podía decirle que ya sabía que habían sido víctimas de una patraña de Alessandro, y Nadia, para separarlos porque él la interrogaría, y entonces tendría que confesar que se encontró con Luciano, a escondidas de él.La mirada de Diana, permanecía fija en la taza de porcelana, esperando que las empleadas de servicio sirvieran el desayuno.Cuando las muchachas pasaron la bandeja de tostadas y huevos revueltos, el estómago de ella, empezó a revolotear en su interior, salió corriendo al baño, últimamente el olor a comida le provocaba náuseas.Rodrigo, fue tras de ella preocupado, pues desde hace días ell
New York (Presente)Aquella tarde Rodrigo, sentía que su vida se estaba derrumbando ante él, no podía creer que el contenido de esas fotografías fuese real.Golpeaba con fuerza la el saco de boxeo que tenía en el gimnasio de su casa. Así trataba de descargar toda la maraña de sentimientos que golpeaban con fuerza su corazón, para que las dudas no acribillaran su cerebro.Conocía demasiado bien a Diana, y aún creía en su inocencia, pero esas imágenes no se las podía sacar de su mente.Ahora comprendía perfectamente el dolor y el resentimiento de su esposa cuando ella vio con sus propios ojos aquella escena tan detestable con Nadia, no era fácil ver o imaginar a la persona amada en brazos de otra persona.Rodrigo, sacudió su cabeza, necesitaba desechar esas imagines, por eso luego de terminar su entrenamiento, fue
Rodrigo, se puso de pie de golpe, tan solo de escuchar el nombre de ese ser que le hizo tanto daño a Diana, provocó que sus músculos se tensaran.—Ese infeliz es el padre de Luciano Zanetti, y es el ser que más daño le ha hecho a mi esposa —contestó Rodrigo, apoyando sus puños sobre el escritorio, respirando exaltado.—El señor Zanetti, no solamente pagó a Nadia, para drogarte, sino también movió sus influencias para que le negaran la beca en la universidad a Diana —declaró Fernando.Rodrigo, sintió un escalofrío recorrer su piel, sintió como cada poro de su cuerpo se erizaba, temía por Diana, con todas las cosas que Luciano, estaba haciendo comprobaba que era igual de siniestro que su padre.—Temo por Diana; Luciano, nos ha estado molestado —confesó Rodrigo, mostrando en su rostro ansiedad.<
Rodrigo, recibió la llamada del agente, al igual que Fernando, quien fue notificado por su radio, ambos salieron de inmediato a Central Park, llegaron lo más rápido que pudieron. Diana ya había reaccionado, pero estaba pálida. Su esposo corrió de inmediato a su lado.—Diana mi amor ¿Qué tienes? —le preguntó tomando el rostro de ella en sus manos, mirándola asustado, al verla que casi no podía pronunciar palabra, entonces Rodrigo, dirigió su mirada al escolta. —¿Qué pasó?—Un señor se sentó al lado de la señora, al principio no noté nada raro, pero después actuó algo extraño y me acerqué. La señora indicó que conocía a aquel hombre y pidió que me alejará, me quedé a una distancia prudente. No sé qué le dijo ese señor, se march
Diana abrió sus ojos con lentitud, tan solo una lámpara con la luz tenue alumbraba la alcoba, entonces fijó su mirada en su esposo quién leía un libro sentado en la mecedora. —Rodrigo ¿Qué haces aquí? No era necesario que te quedaras a mi lado —recriminó, llevándose ambas manos a su rostro llorando. Rodrigo, se acercó a ella, la estrechó en sus brazos. —No llores Diana —acarició su cabello, luego se retiró unos centímetros para poder mirarla—. Ahora que estamos solos dime la verdad ¿Te hizo daño ese tipo? ¿Estás bien? Por favor no me ocultes nada —suplicó. —No me hizo daño, pero me tenía amenazada con esa navaja. Diana, le mostró a su esposo el hematoma que tenía a un costado de su cuerpo. Rodrigo, apretó los dientes, respiró con dificultad, sin embargo, se recompuso para no preocupar a su esposa. —Ya no llores, ya estás aquí conmigo, yo te voy a cuidar, nadie va a volver a hacerte daño —expresó, con sinceridad. —¡Perdó
New York (Presente)Al día siguiente mientras Rodrigo, regresaba de la escuela, dejando a Isabella, Diana decidió que era el momento de conocer al Padre Fausto.Cuando se levantó para ducharse las náuseas de nuevo la aquejaron. Corrió al baño, en ese preciso momento llegó su esposo, la escuchó vomitando y no era la primera vez.Rodrigo ingresó al tocador, su mujer estaba arrodillada frente al retrete devolviendo el estómago. Él sostuvo su cabello, ella tenía los ojos llorosos, las piernas le temblaban, le dolía el vientre del esfuerzo, enseguida él la ayudó a ponerse de pie, Diana cepilló sus dientes, se lavó el rostro, mientras él la observaba pensativo.—Debemos ir al médico, esto no es normal, llevas días así —pronunció ar
La mujer, después de recibir la bendición del religioso, y de haber liberado su alma con él, se sintió más tranquila y segura de poder hablar con Rodrigo. Antes de salir del despacho parroquial giró de nuevo para dirigirse al sacerdote. —Padre Fausto. —Él la miró a los ojos—. Fernando me habló de un centro comunitario, me gustaría ayudar... si es posible. —Por supuesto, toda colaboración es bienvenida. —Sonrió el sacerdote, entonces procedió a explicarle a Diana, las actividades que se desarrollaban en el centro. —Padre, mi empresa cada mes le hará una donación, sin embargo, me ha llamado la atención algo importante. El sacerdote volvió a rascar el puente de su nariz. —¿Qué cosa hija? —Usted acaba de comentar acerca de los talleres de costura, pastelería, cocina. Yo puedo darles charlas de emprendimiento a esas mujeres, puedo enseñarles a formar una pequeña empr