— ¡Espere Sr. Edwards! ¿De verdad va a ser tan grosero conmigo? Si acaso sería robarle 5 minutos de su tiempo.Flavia por dentro estaba que echaba chispas.Muy bien parecido y todo, pero ¿qué tanto se creía este riquillo para tratarla siempre tan mal?A ella, que tenía a tantos hombres millonarios detrás de sus nalgas.Solo que no era lo mismo este filete joven, que los viejos verdes mohosos que la perseguían.— Usted estaba contratando a una organizadora femenina para el evento de caridad de su familia y yo puedo serlo, ni siquiera tendría que pagarme, lo haría por la noble causa, por…— ¡No es necesario! – de repente se escuchó una voz enérgica y el taconeo uniforme de unos zapatos femeninos altos acercándose.— La familia Edwards ya tiene a una esposa y por supuesto, seré yo quien se encargue de los asuntos de la beneficencia, ¿usted es?…Eva entró por la puerta del despacho de su marido con paso firme, ataviada con un vestido lavanda de falda ceñida a sus curvas hasta las rodillas
3 AÑOS DESPUÉS…— ¡Petra, tráeme los informes que te pedí! – el grito de la Sra. Romina se escuchó desde su despacho, sin embargo, pasaron los minutos y nadie le respondió — ¡Petra!, ¿qué estás haciendo ahora inútil?Romina gritó con molestia, pero luego se concentró nuevamente en los papeles que estaba firmando, viendo como seguía pidiendo caridad para los pobres huerfanitos mientras ella se embolsillaba el 90 % de las donaciones.La puerta se abrió con un chirrido y luego se cerró.— Parece que te estoy pagando demasiado para lo poco que haces. Tanto tiempo buscando unos informes, eres una inu… — pero las palabras de la cuidadora del orfanato se quedaron a medias, cuando vio a la elegante mujer que había entrado en su despacho y la miraba con odio infinito en sus ojos avellanas.— Ee… va, ¿cómo? – Romina estaba asombrada y temerosa como pocas veces en su vida— Cuanto tiempo, “Sra.” Romina o ¿debería decirte mamá? – Eva le habló con sarcasmo y avanzó con su hermoso y sofisticado po
— La verdad es que deseo varias cosas, pero la primera y más importante, firma este papel de traspaso – Le puso una hoja delante.— ¡Estás loca! ¡Por supuesto que no te cederé mi parte del orfanato y menos sin que me des un céntimo! — ¿Acaso te crees que soy imbécil? – Romina, en un ataque de rabia, tomó la hoja y la hizo añicos en sus manos, dejando solo fragmentos del contrato.— ¡Además, este orfanato es propiedad de una persona importante, mucho más que tú, muerta de hambre! ¡Jamás lograrás tener su firma y él me va a respaldar, él…!— Te refieres al Sr. Belmonte – Eva la interrumpió cansada de tantos gritos y disfrutó de cómo Romina abrió los ojos asombrada.— ¿De verdad pensaste que él se ensuciaría las manos por salvarte? En serio creí que eras más inteligente. — Ese hombre ya me vendió su parte, casi me la regaló al enseñarle todo lo que tenía de este sitio y el escándalo que armaría con su nombre involucrado.— No, no, no me mientes maldit4 coja, ¡tú me estás mintiendo!, el
Romina tenía una mordaza en la boca y sujeta las manos, los gritos eran amortiguados por la tela, pero los ladridos de los perros aumentaban, con saliva espumosa saliendo de sus bocas y afilados colmillos que se asomaban a través de los huecos de las rejas que los separaban de la mujer.— ¿Sabes para qué es ese compartimento pequeño donde la metiste, entre las dos rejas Leroy? – Eva miraba y recordaba los horrores del pasado.Leroy se lo imaginó, pero negó con la cabeza.— Ahí nos metían a los niños malos. Los pobres perros se pasaban días sin comer porque su malnacido hijo no los alimentaba y al ser encerrados, éramos como carne fresca bien cerca de sus bocas. Eva le contaba mirando a la mujer que ya no sabía si moverse a la derecha o a la izquierda.Pensaba que, en cualquier momento, uno de esos animales atravesaría la fina separación y acabaría con su vida.— Si así se ve un adulto, te podrás imaginar la desesperación de un niño, ¿no? – Eva sonrió con sarcasmo y con tristeza en el
Romina por un segundo miró a su alrededor, pensando en escapar, pero el enorme guardaespaldas no se movió de su lado.Cuando miró de soslayo hacia Eva, le vio la mirada burlona en los ojos que le decía: “Vamos, inténtalo, dame razones para ser más cruel todavía”Recordaba, como les echaron a los perros aquella noche y se imaginó siendo perseguida por esas bestias.Romina cerró los ojos en agonía. Nunca se imaginó terminar a manos de uno de esos pobres huérfanos. El karma, era una cosa seria. Puso su firma en el papel y claudicó, pero Eva, todavía no se sentía satisfecha, de hecho, nada serio le había hecho aún. — Muy bien, me alegro de que te quedase algo de sensatez – Eva tomó el documento y lo examinó.— Ya firmé, ahora déjanos en paz, me iré lejos y nunca regresaré, mi hijo y su familia también…— Jajajajajajaj – Eva de repente comenzó a reírse de manera espeluznante — ¿Irte lejos? ¿De verdad piensas que este fue todo el castigo a tus crueldades? ¿Qué te irás impune cuando es
— ¡¿En serio aceptaron venir a la fiesta?! ¡BAM! Albert Edwards se levantó de repente de la silla de su escritorio, haciendo que esta sonara estrepitosamente al arrastrarse. — ¡Sí, sí, sí, ten todos los contratos y propuestas listas! ¡Esta oportunidad no la podemos perder! – le gritaba emocionado a su secretario que le daba las buenas nuevas desde la compañía. En eso, Grace entraba por la puerta con el servicio del café de la tarde. Se asombró un poco al ver el rostro sonriente de su esposo, que últimamente solo regresaba feliz a la casa, después de un buen revolcón con su amante. Sí, su amante ya casi a la cara, Grace lo sabía, pero nada podía hacer y varias golpizas se había llevado al enfrentarlo. Aprendió, como siempre, a mirar a un lado. — Querido, ¿qué buena nueva sucedió? – colocó la bandeja sobre la mesita auxiliar y ya iba a servirle el café a Albert, cuando este la abrazó por detrás con efusividad, tomándola por sorpresa. — ¡¡Vienen a la fiesta del aniversario de la
Henry se deleitó con su hermosa pelicastaña, impetuosa, segura y sexy.Dicen que las joyas le dan una capa de armadura a las mujeres y si era por eso, Eva parecía ir a la guerra con la combinación de diamantes, perlas y zafiros con que completaba su conjunto.— Amor, ya todo está listo, ven, te ayudo con la corbata – Eva se detuvo delante de Henry y le anudó con esmero la corbata de seda Hermès, que hacía juego con el plateado de sus zapatos.Henry solo miraba embobado el delicado rostro maquillado, la esencia del perfume de Eva lo embriagaba e incitaba a meterse debajo de su falda y perderse en deseos apasionantes.— Henry, no, ya vamos tarde – Eva subió sus expresivos ojos avellanas y lo miró divertida, conocía de sobra todas las expresiones corporales de su esposo y más, la lujuriosa.— Bueno, no tengo la culpa de tener a una esposa tan atractiva que me encanta cada día más y la amo con locura – la tomó de la cintura para acercarla a su cuerpo y le dio un casto beso en la frente, c
Le besó con dulzura el dorso de la mano, mirándola intensamente con sus ojos azules y las mejillas de Helen se tiñeron en rosa, un poco avergonzada y más cuando sintió un carraspeo a su espalda proveniente de Henry.Sacó enseguida su mano de adentro de la mano de George, como si hubiese sido electrocutada, y se giró asustada, para ver la cara de su hermana.Tenía una ceja levantada como cuando era pequeña y la pillaba haciendo alguna travesura.Elsa comenzó a ponerse nerviosa, ¡y ya era una mujer hecha y derecha!“¡Hermana, no es lo que crees!” Parecía gritarle a Eva con la mirada, que solo la examinaba con sarcasmo.“Así que ya no te interesaba el mentecato de los Carter” Helen casi podía leer en la expresión de Eva.— Bien, ya que estamos todos, vayamos a la fiesta del aniversario de mi empresa, creo que como el dueño, es lógico que esté presente – Henry aligeró la atmósfera y bajó del brazo con Eva.Cuando la pelicastaña pasó por al lado de George se detuvo un segundo.— Vuelves a