Eva no se resistió más y se dejó llevar por la locura de Henry que la besaba y lamía por todos lados.Sonidos eróticos, húmedos, gemidos, palabras sensuales y sucias se escuchaban en la habitación.Eva no pudo aguantar por mucho tiempo el roce constante contra el grueso y duro eje caliente de Henry.Lo que la hizo explotar de placer, fue cuando la punta de hongo resbalosa, terminó por colarse en su vagin4.— ¡Eva, maldici0n! – Henry maldijo por la sensación de su pene siendo chupado de repente en esa caliente y convulsionante funda, aunque fuera solo el glande.Si hubiese podido moverse, era seguro que empujaría con fuerza hacia adentro por instinto.— Mmmm…aahhh... Henry…Terminaron por correrse en un potente orgasmo que los dejó gimiendo alto y respirando irregular. Vibrando en todo su cuerpo.Henry miró la expresión de placer de Eva, con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, su espalda arqueada y sus labios rojos entreabiertos.Sentía cómo se vaciaba con más fuerza en su coñ0,
Después de que ambos resolvieron muchos de los fantasmas en sus corazones, Henry encontró la oportunidad de un nuevo tratamiento increíble para poder rehabilitar sus piernas en el menor tiempo posible.Era costoso y duro, pero él estaba dispuesto a someterse a eso, solo para acabar de levantarse de esa silla que le limitaba tanto la vida.El mayor problema, era que el doctor que creó ese método de rehabilitación radicaba en otro país y en su hospital privado, era donde tenía todos los equipos necesarios.Henry tuvo que tomar la difícil decisión de separarse unos meses de su esposa y Eva se quedó al frente de las cosas en la mansión.Toc, toc, tocUnos golpes en la puerta, sacaron a Eva de sus pensamientos de anhelo por ver a Henry, suponía que le quedaban al menos unos 15 días de espera, según le había dicho en su última carta.— Pase adelante – ordenó hacia la puerta y el ama de llaves entró en el cuarto.— Sra. Edwards, le ha llegado esta invitación – le pasó un sobre muy elegante y
— Hola, Señorita Alonso, me alegro de que haya regresado bien de su viaje.— Por supuesto, vine a buscar a mi esposa, la Sra. Edwards— y el apuesto hombre rubio, parado en sus 1.92 cm, con un impecable traje hecho a la medida azul marino, que resaltaba sus hermosos ojos grises, miraba fijo a una de las mujeres que se encontraban en la reunión.¿El señor Edwards no era un pobre minusválido gruñón en silla de ruedas, de dónde salió este Adonis baja bragas?— ¿Esposa? – Mildrey no podía procesar lo que escuchaba, debería estar en una pesadilla, pero muy pronto se convenció de que no era el caso.— ¡Henry! – Eva reaccionó finalmente levantándose y caminando apresuradamente hacia ese hombre que casi no reconocía.Henry se había hecho un corte de cabello masculino, con un peinado engominado hacia atrás, pero sensual y relajado, su barba había sido eliminada por completo, y solo sus facciones varoniles y frías, quedaban al descubierto.Abrió los brazos, sonriente al ver acercarse a Eva con c
— Ven, te haré una demostración, aprende bien para más tarde— haló por el brazo a una asombrada Eva, que ya tenía las mejillas en rojo, dándose cuenta a lo que se refería su esposo.— He… Henry estamos en público – Eva estaba a ahorcajadas sobre Henry en el asiento del conductor.— Por aquí no pasa nadie, esto es un camino abandonado. Dime Eva, ¿no extrañaste los besos y las caricias de tu esposo?— ¿Qué piensas de esta nueva versión de mí? No me has dicho nada y ya voy a empezar a creer que preferías al Henry desastroso.— No, no, cómo crees – Eva lo tomó por las mejillas con sus pequeñas manos y lo miró de frente, a ese rostro masculino que le encantaba.— Claro que me gustas, me encanta este Henry, mucho más, pero no solo porque vuelves a parecerte a tu imagen de caballero anterior, sino porque está sano.— Eso es lo más importante para mí – confesó y Henry miró fascinado a esos ojos puros avellanas que lo enloquecían.— ¿Qué voy a hacer contigo Eva Edwards?, ¿cómo es que caigo más
Su hermana había escapado hace casi una semana y en realidad, se estaba arrepintiendo un poco de no haberse ido con ella.Las cosas en la casa de los Edwards estaban color de hormiga brava con la desaparición de Henry y Eva, a pesar de que su querida familia intentaba disimularlo, como si todo estuviese igual que siempre.Bueno, todos menos su suegra que hace días no salía de su habitación las veces que Helen fue a visitarla, para enterarse de los chismes.Esos cínicos comenzaron a decir que habían mandado a Henry al extranjero para recuperarse en un tratamiento novedoso.Helen se preguntaba qué hicieron con el c4dáver del hombre que se hizo pasar por Henry.Seguro lo enterraron a escondidas en la noche y pensar en eso era lo que más le aterraba.¿Qué no serían capaces de hacer unas personas que por dinero no le importaba ni siquiera drogar, manipular, golpear e incluso, quién sabe si hasta asesinar?— ¿Matarte a golpes? Oh, no querida, yo no me ensucio las manos con una cualquiera co
— Las cosas no serán tan simple padre. Creo que ambos sabemos, que si estas fotos salen a la luz, estarás más que acabado, quizás incluso te tenga que internar en uno de esos hospitales de “rehabilitación y rectificación” – George caminó rodeando el escritorio del despacho.— ¡¿No te atreverías?! ¡Eso también hundiría a la familia Carter! ¡¿Acaso piensas hacerle eso a tu padre por una mujerzuela?!— ¡Límpiate tu asquerosa boca cuando hables de la mujer que amo! ¡Creo que no acabas de entender aquí la gravedad de este asunto Michael Carter!— ¡Quiero el control de la familia Carter, justo ahora! – George se sentó detrás del escritorio del patriarca, demostrando así su posición.Michael lo miraba con incredulidad y rechinando los dientes con ira y odio extremo.— Lo entregas por las buenas o me dices si quieres ser quitado a la fuerza por desviado y enfermo mental, creo que lo mínimo que te harán tus queridos amigos y socios de alta sociedad, será escupirte a la cara – George no le tuvo
A penas y Henry logró darse un baño, quitarse la resaca del viaje para cenar, llegaron invitados no planificados.— Señor Edwards, los Señores Alonso están en la sala – el mayordomo les avisó a Eva y Henry que estaban hablando en la biblioteca.— ¿Aquí?— Sí Señor— Bien, que pasen y sirva un refrigerio para ellosHenry no entendía que tipo de visita era esa a estas horas y sin previo aviso.Casi les dice que no podía recibirlos, pero eran nuevos en estas tierras y no era malo para él, hacerse de las conexiones de los Alonso para que su reciente negocio portuario avanzara más rápido.— Sra. Edwards, por favor, acompáñeme a ayudarle con el cambio de vestuario – cuando iban saliendo de la biblioteca, la tutora interceptó a Eva.— Pero, este vestido está bien, yo creo.— No, Sra. no para recibir a invitados distinguidos, insisto.Eva miró a Henry que solo tenía sonrisas en sus ojos grises y le dio un beso en la mejilla diciéndole que la esperaba en la sala.— Señora, estas ropas fueron e
— ¿Por qué no puede aceptarlo? Es un obsequio de Henry, él salvó a mi abuelo y es en agradecimiento, ¿no le parece un poco grosero devolver la gratitud de los demás?Mildrey no pudo evitar mirar a Eva con enojo y desdén.¿Cómo se atreve a devolverle el regalo que se pasó por horas buscando para traerle a su amor?¿Quién era ella para hablar por Henry?— Lo que me parece grosero es que una señorita soltera como usted, le regale a un hombre casado un objeto tan íntimo y privado como unos gemelos – Eva también la miró desafiante y se hizo un silencio total en la sala.— Pero mi abuelo…— Usted dijo claramente, que los eligió y compró usted misma. ¿Su abuelo no sabe lo que significa que una mujer le regale algo así a un hombre?— Porque todos los gemelos de Henry se los compro yo, que para eso soy su mujer.Eva mintió descaradamente y ya se estaba molestando un poco por la altanería de la chica y la manera en que miraba a Henry justo en su cara.— ¡Oh, mi Dios, creo que ha habido una gran