EMMAHay una cosa que odio más en el mundo, y son los chantajes, uno como el que me está proponiendo en estos precisos momentos, María, quien no deja de sonreír mientras sostiene de manera burlona, las pruebas, sé que la gente de la cafetería no va a hablar, ese terreno ya está cubierto por Duncan, pero el que el ministro se entere, al parecer me toca a mí. ANTES—¿Entonces? —insista.—Eres una arpía. Su sonrisa se ensancha más y las dudas me surgen. —No soy tonta, los he estado investigando desde la noche en tu cumpleaños, sé que era el prometido de tu hermana mayor, Nayel York, pero por razones que no sé, ni quiero saber, ellos solo terminaron —da un paso adelante con todo el altanerismo que una persona podría tener—. Y también estoy enterada de que estás follando con él. Tenso el cuerpo. —Eso no es verdad. —Basta, Emma, debes ser muy idiota como para no darte cuenta de las miradas que te avienta, soy muy observadora —sisea y comienzo a perder la cabeza. Me quedo callada, ana
EMMASe ha vuelto loco, eso es en lo primero que pienso en cuanto las palabras de Duncan resultan ser un golpe para mí, una sonrisa de triunfo para María, y el que el ministro haya palidecido solo por unos segundos, espero cualquier reacción de todos, pero me es imposible, ya que de algún modo, enseguida el ministro suelta una risotada que nos descoloca a todos. —Dios, coronel Duncan, jamás imaginé que esto se tratara de una broma de mal gusto —ríe el pobre hombre entre dientes. La sonrisa se le borra del rostro a María, yo dejo de respirar, los únicos que parecen tranquilos, son el ministro y Duncan, las cosas son tan obvias, tan claras, él y yo acabamos de tener sexo, pero al parecer eso no le importa al ministro. —Por supuesto —sisea Duncan y noto que tensa la mandíbula con tanta fuerza, que la acción me duele hasta los huesos. —Señor… —María se acerca con el móvil en la mano. Pienso que con eso se acabó todo, porque le mostrará el video en donde Duncan y Eros estaban peleando
EMMAMe cuesta respirar, me cuesta trabajo creer que esto de nuevo está pasando, solo que esta vez no está Duncan viendo, solo estamos los dos solos en medio de la anda y de la oscuridad, la cual se ve menos tenebrosa con la luz de la luna. Estoy a nada de decirle que se aparte, pero la mirada llena de acusación de Duncan, hace que la cabeza me duela y que nazca en mí, un deseo de venganza que jamás había experimentado. —Emma —dice Eros en un tono sugerente. Pero no me muevo, no quiero que piense que tiene todo el derecho de tratarme como una opción de regreso, así que si vamos a hacer esto, va a ser a mi ritmo, no al de él. Así de fácil. —Fóllame —sugiero con poca amabilidad. Eros gruñe mordiendo mis labios y siento cómo sus manos van descendiendo poco a poco hasta llegar a mis caderas. —No tienes idea de cuánto te deseo, Emma —besa mi cuello. Duncan prefirió creerle a María, prefirió pensar que esto estaba sucediendo entre Eros y yo, ahora se lo haré realidad, siento como su b
EMMACuando despierto, por un segundo creo que me he muerto, era lo normal y lo más obvio, luego de recibir el disparo que tiñó de rojo mi ropa, pero no, poco a poco estudié mi entorno y me di cuenta de que se trataba de la habitación de un hospital, lo que me dejó más tranquila. —Por fin despiertas. Esa voz… Miro hacia mi derecha y me encuentro con los ojos de Duncan, unos que se ven que no han dormido, intento incorporarme para preguntarle qué ha pasado, pero él me lo impide y el dolor que siento en mi vientre. —Tuvieron que operarte de emergencia, pero tranquila, siento mucho no haberme dado cuenta del peligro al que nos exponemos de esa manera. Niego con la cabeza. —Estás con vida, al parecer los que nos atacaron era solo un grupo pequeño de mercenarios que iba por la zona, al parecer nuestro contacto en Turquía, nos dio mal las coordenadas de nuestro enemigo, así que fuimos a dar directo a una trampa mortal. Me lamo los labios. —¿Qué ha pasado conmigo? Entonces su mirada
MELODYEstoy viviendo una pesadilla, me niego a aceptar esta nueva realidad que me golpea y que me arrasa como un maremoto en plena calma, irrumpiendo todo a su paso, el tiempo se detiene mientras intento procesar lo que me acaba de decir Roman, mi marido. —¿Estás escuchando? —sus ojos son fríos y su actitud distante, como en los últimos ocho meses. Las palabras no brotan de mi garganta, me congelo, el cuerpo se me adormece y siento que el aire comprime mis pulmones. «Esto debe ser un sueño, no es real» trato de convencerme, sin embargo, la mirada de Roman me da el golpe final. Es un hombre apuesto, es uno de los mejores arquitectos del país, tiene su propia empresa mobiliaria y ha logrado mucho en tan poco tiempo. Alto, delgado, pero fornido, su porte elegante y letal le da una pizca de poderío que termina intimidando a los demás. Su cabello oscuro y sus ojos azul eléctrico, todo en el perfecto para mis ojos, es una lástima que yo no sea suficiente para él.—Malody —vuelve a llama
MELODYLas contracciones que estoy teniendo son demasiado fuertes, me dobla el dolor y trato de mantener la calma mientras dos chicas del servicio me dicen que debo respirar con tranquilidad y no alterarme, siendo que es lo que he estado haciendo todo este tiempo, no es algo tan fácil de hacer. —Por favor, señora —me suplica una de ellas. El problema es que en estos momentos no tengo mente para hacer caso a sus súplicas, mucho menos cuando tengo el corazón roto, mi marido, el hombre más importante de mi vida me acaba de pedir el divorcio, no solo eso, sino, que me acabo de enterar de que lleva saliendo en secreto con Emilia, mi hermanastra. —¡Ay! —suelto cuando me viene una nueva contracción—. ¿Ya lo han podido localizar? Le pregunto a una de las chicas, pedí que uno de sus hombres lo siguiera, no debería estar tan lejos si se acababa de ir, ambas chicas se miraron entre sí, con complicidad. —¿Qué… sucede? —jadeo del dolor. —Me temo que los hombres llegaron hace un par de horas,
MELODYMe sorprendo al ver a mi hermanastra, una mujer castaña de ojos avellana, pero eso no es lo que llama mi atención, sino, el hecho de que mi mirada descienda hasta el vientre abultado que tiene debajo de su blusa holgada. —¿No te alegras de verme, querida hermana? Emilia es adoptada, como mis padres no pudieron tener más hijos después de mí, ellos optaron por buscar nuevas alternativas, y eso dio con la adopción, cuando la empujaron delante de mí, la quise como si fuera mi propia sangre, es tan solo un año menor que yo, y ahora, con todas las confesiones de Roman, mi visión de ella ha cambiado. —Sí que te ves mal, Melody —se cruza de brazos. Volteo a ver a mi hijo en brazos de uno de los hombres e intento levantarme, pero enseguida uno de ellos me apunta con una pistola directo a la cabeza, mientras que el otro que sostiene a mi bebé, le apunta con otra arma. —Si te mueves, uno de los dos muere, te aconsejo que tomes su lugar —arguye ella con un brillo de malicia en los ojo
MELODY —No tardamos en llegar. —La señorita Clifford estará contenta con nuestro desempeño. —Pero eso no le quita el hecho de que sea cruel con la pobre mujer. —Ese no es asunto de nosotros, recuerda que no mezclamos los sentimientos con lo que nos piden. —Tienes razón, faltan cinco minutos. Las imágenes son borrosas, entreabro los ojos y me doy cuenta de que estoy dentro de lo que me parece un helicóptero, las náuseas me inundan. Me remuevo inquieta, me duele demasiado el abdomen. —Objetivo despejado. Escucho que alguien dice. No me puedo mover, cada que lo intento, es como sentir una enorme roca encima de mí, tengo miedo. Emilia se ha llevado a mi hijo, esa sensación de sentirme perdida en medio de la anda, me sienta como un golpe en el estómago, la traición de ellos dos me duele como punzada en el pecho. La boca la siento seca, el aire me falta, los huesos me duelen y me atacan los mareos, se debe a la pérdida de sangre. —Bajando —dice uno de los hombres que manej