MELODY
—No tardamos en llegar.
—La señorita Clifford estará contenta con nuestro desempeño.
—Pero eso no le quita el hecho de que sea cruel con la pobre mujer.
—Ese no es asunto de nosotros, recuerda que no mezclamos los sentimientos con lo que nos piden.
—Tienes razón, faltan cinco minutos.
Las imágenes son borrosas, entreabro los ojos y me doy cuenta de que estoy dentro de lo que me parece un helicóptero, las náuseas me inundan. Me remuevo inquieta, me duele demasiado el abdomen.
—Objetivo despejado.
Escucho que alguien dice. No me puedo mover, cada que lo intento, es como sentir una enorme roca encima de mí, tengo miedo. Emilia se ha llevado a mi hijo, esa sensación de sentirme perdida en medio de la anda, me sienta como un golpe en el estómago, la traición de ellos dos me duele como punzada en el pecho.
La boca la siento seca, el aire me falta, los huesos me duelen y me atacan los mareos, se debe a la pérdida de sangre.
—Bajando —dice uno de los hombres que manejan el helicóptero.
«Ayuda, por favor, no quiero morir» No sabiendo qué será de mi hijo, de mi bebé, mi todo, mi mundo, el que Roman no me haya contestado las llamadas, y que me haya hecho a un lado sin más, hace que las lágrimas inunden mis ojos.
Siento movimiento del helicóptero, el aire gélido golpea mi rostro, la brisa marina es tan fría, que se siente como ser abrazada por la muerte. Este es el fin, en cuanto ellos me dejen en tierra firme, estoy segura de que todo acabará para mí.
Lo que más rabia me da, es que no me dieron la oportunidad de luchar, de hacer algo para recuperar a mi bebé, los dos, Roman y Emilia, solo me están haciendo a un lado como si no valiera nada, como si fuera peor que nada.
—Andando.
Abro los ojos, mi visión es borrosa, uno de ellos me carga en brazos y me sacan del avión, como puedo, me aferro a la chaqueta de uno de ellos.
—Por favor… no… —mis palabras son atropelladas.
No me hacen caso, trago grueso, me dejan a la orilla del mar, escucho las aspas del helicóptero a lo lejos, hasta que poco a poco el ruido se va alejando, pierdo el conocimiento a ratos, los mismos que me parecen eternos, un sabor ácido recorre mi boca.
Cuando logro recobrar más o menos el conocimiento, trato de respirar con fuerza, me duele el pecho y los pulmones, no sé cuánto tiempo he estado aquí, el sol es abrasador y aun así el agua que me rodea refresca. Levanto una mano y noto que el cuchillo sigue incrustado en mi estómago. Lloro con fuerza.
Estoy tan sola que no hay nadie a mi alrededor que me pueda ayudar, Emilia y Roman se encargaron de que esté en medio de la nada. Como puedo, saco las pocas fuerzas que tengo y con valor, apretando los dientes, me arranco el cuchillo.
—¡Ay! —grito a lo que me parece todo pulmón.
Siento como la sangre se derrama, el agua que me rodea se va tiñendo de rojo carmín.
"No te amo"
"La mujer que amo es Emilia"
"Hay hermanita, eres tan ingenua"
"Jamás te voy a amar"
Mientras me encuentro en la arena, todas las palabras crueles que me dijo Roman, mi hermanastra, me apuñalan de nuevo.
—No puedo… rendir… me
Como puedo, me incorporo, el dolor me avasalla enseguida y me amenaza con hundirme de nuevo en la miseria, quiero salir de esto, pero tal parece que esto me supera de sobremanera, las piernas me flaquean y estoy a nada de caer al suelo, cuando recuerdo que Emilia se llevó a mi hijo, estoy desvariando.
De pronto, mis rodillas golpean el suelo, el dolor vuelve a expandirse por cada parte de mi cuerpo y la sangre sigue derramando y manchando la arena, utilizo mis últimas fuerzas para dibujar sobre ella, muevo mi dedo índice como si fuera la brocha y la arena mi gran lienzo, no me detengo, me arrastro sobre esta hasta que termino dibujando una enorme señal de S.O.S.
Una parte de mí piensa que estúpido el que piense que alguien va a venir a salvarme, estoy segura de que Emilia se ha encargado de que nadie lo haga, el solo es tan abrasador que esta vez no me molesto como otras veces cuando iba a la playa, en colocarme bloqueador de arena.
—Ya no puedo… —las lágrimas se derraman por mis mejillas.
Por lo menos me iré sabiendo que lo intenté, yo lo hice, sé que hasta el último aliento de mi vida intenté salvar mi vida para recuperar a mi hijo, la suerte no ha estado de mi lado últimamente.
Mientras respiro débilmente y los mareos por la pérdida de sangre me atacan de nuevo, no dejo de preguntarme si Roman pensará en mí en algún momento de su vida, cuando se entere de que estoy muerta, él nunca me amó, ahora que lo pienso, ahora que la venda se ha caído de mis ojos.
Roman jamás me vio como mujer, no importaba qué tanto me arreglara, qué ropa me ponía, si era sexy o recatada, nada, él solo no me veía y en el fondo me sentía como un mueble más que adornaba su enorme casa, esa es la realidad de las cosas, tampoco me decía cosas lindas, solo me ignoraba, y eso me dolía, pero lo recompensaba diciéndome a mí misma que era porque tenía demasiado trabajo.
Incluso un día, en una junta de trabajo, recuerdo que cambió la gerencia y tuve la oportunidad de participar como su esposa, solo porque estaban los socios mayoritarios de su empresa y tenía que dar la imagen de buen marido y buen hombre.
—Tienes una esposa maravillosa —le dijo uno de aquellos socios.
Roman solo sonrío.
—¿En serio? Jamás me he percatado de ella, es como si fuera un fantasma, siguiéndome a todos lados.
Todos se rieron porque lo tomaron a broma, pero no era así, me lanzó una mirada amenazante y tuve que tragarme el nudo que se formó en mi garganta aquella vez, y mientras yo vivía un infierno, él se revolcaba con mi hermanastra, es a ella a quien ama. Mi labio inferior tiembla y se necesita todo de mí para controlarme. Roman era esa razón por la que me levantaba todos los días, luchando contra la niebla que en estos momentos me arrastra con sus fríos hilos blancos.
La barbilla me tiembla, inhalo profundamente, Roman no me ama, no dejo de repetirme, este es el fin, siento cómo mi cuerpo se adormece, incluso puedo decir que no siento algunas de mis extremidades, la vida se me está yendo.
—Ayuda… —mi voz es pequeña y ahogada.
Nadie me escuchará.
“No te amo, nunca te amaré, eres una víbora venenosa”
Es horrible pensar que en mis últimos momentos de vida, son las palabras de Roman, lo que me dan el empuje, son como la última puñalada letal, su indiferencia, el que todo el tiempo fingiera que no existo, la niebla que veo, rodea mi cuello y se convierte en la cuerda que necesito, esta vez… todo ha terminado, me iré y él podrá ser feliz con la mujer que ama, solo ruego que no haga a un lado a nuestro hijo, después de todo, él no tiene la culpa de nada.
La sangre comienza a rezumar a un ritmo constante, rojo vibrante, intento en vano colocar mi mano sobre la herida, esta se tiñe de rojo de inmediato.
Sonrío, poco a poco el dolor que se filtra se mezcla con el alivio total, la idea de que estoy a solo un par de minutos de volver a ver a mis padres, no me parece tan mala en estos momentos, los mareos aumentan casi de inmediato, mi mirada se enfoca en el cielo azul, no hay nubes, y es una lástima porque cuando era niña, recuerdo que las veía, soñando con Roman.
“Cuida de nuestro hijo”
Digo pensando en el padre de mi bebé, siento que mi cabeza se hunde más y más entre la arena, morir en medio del mar no parece la cosa más épica del mundo, sin embargo, lo es para mí, me dejo adormecer con el sonido de las olas, que poco a poco van siendo lejanas, es el fin.
—¡Mierda!
Escucho de lejos una voz ronca y varonil.
—¡Trae el equipo!
—Por favor, resiste, no te vayas.
¿Quién me habla con tanta urgencia? Siento que alguien me mueve, me elevan, todo es tan confuso, quiero abrir los ojos, pero los párpados se sienten demasiado pesados, logro entreabrirlos un poco, mi visión es demasiado borrosa, ojalá Roman pueda por lo menos ser feliz, ya no tengo fuerzas, los latidos de mi corazón son cada vez más lentos, los puedo escuchar, una lágrima se desliza por mi mejilla mientras cierro los ojos y me rindo ante la oscuridad.
[...]
Mientras abro los ojos lentamente, me siento entumecida, mi cuerpo se ha convertido en una enorme y sólida roca, ese es el primer pensamiento que me avasalla, el dolor que siento en el pecho es más físico, porque no hay nada ahí, mi corazón se rompió en mil pedazos, y ahora solo ha quedado el hueco sin él, no siento ya nada, ni emociones, solo dolor físico. Soy como un lienzo en blanco.
Despacio mi entorno se registra, no es el cielo, no es el limbo y como una humana novata respiro con profundidad, como recordatorio de que sigo viva, las paredes son de un blanco demasiado chillón, esto parece más un hospital, pero a juzgar por los muebles, no es uno nuevo o de lujo.
La realidad me golpea cuando abro los ojos por completo y trato de incorporarme, pero una punzada de dolor me invade el abdomen, todos los recuerdos de lo sucedido vienen a mí como maremoto en plena calma, hago un recuento de los daños colaterales que me han dado. Mi lista es básica y la encabeza una sola.
Emilia me quitó a mi hijo, Román, ama a Emilia, ambos me traicionaron, pero la más importante… no estoy muerta.
Una lágrima se desliza por mi mejilla mientras me sumerjo en la realidad, el sol sigue en pie y no comprendo qué ha pasado, tengo la cabeza llena de tantas dudas, estoy conectada a las máquinas que revisan mis signos vitales.
—Por fin despiertas —me dice el hombre que trae puesto un uniforme de médico militar.
—¿En dónde estoy? —mi voz es apenas un débil susurro.
—En la clínica Josk. Tienes mucha suerte…
—Melody —mi voz es un poco ronca—. Mi nombre es Melody.
—Es bueno que sepas cómo te llamas, temíamos que desarrollaras amnesia, perdiste mucha sangre, pero te vas a recuperar, el bisturí no dañó órganos —sigue hablando.
El recuerdo de Emilia y Roman, el imaginarlos juntos, me deja un sabor amargo en la boca, cierro los puños llena de rabia, lo único que me dejaron ellos, lo único que me está manteniendo de pie ahora mismo y que no me deja perder la cabeza, me aferro a esa rabia, a ese coraje, para seguir respirando y pensar con la mente, corazón y alma fría, los siguientes pasos que voy a dar, porque de algo si estoy segura, puede que esté viva, que haya sobrevivido a su ataque, pero lo cierto es que la Melody de antes ya murió, ellos me mataron.
—Tienes suerte de que el jefe te haya salvado.
—¿Jefe? —pregunto con extrañez.
—Él quiere verte.
Tragué en seco, no podía decirle al otro hombre que soy el superviviente de un casi-asesinato.
Capítulo 5 MELODY—Tu jefe quiere verme?— pregunto, haciéndome la tonta y fingiendo que mi ánimo aún no se había recuperado.El medico no me responde, asiente, sonríe y sale.[...]Estar a solas hace que las lágrimas se vuelvan a derramar por mis ojos, no quiero llorar, pero siento la pérdida de mi bebé, es lo que me mata ahora, ni siquiera el enterarme de que el hombre que aún amo, me detesta, que le doy asco y que él ama a Emilia, la misma mujer que me quiso matar.Observo la aguja clavada en el torso de mi mano, sollozo en silencio, la traición es una perra conmigo, siento como si todo este tiempo hubiera estado viviendo un sueño y de la nada, me han despertado, no tenía idea de que Emilia estuviera enamorada de Roman, es decir, ella es mi hermana, si me hubiera dicho las cosas antes, tal vez… —Los odio —susurro entre mis sollozos. Estuve sola en todo mi embarazo, lidié cosas que yo sola pasaba, porque Roman jamás estuvo presente en mi embarazo, solo preguntaba cómo estaba el
El silencio que nos sigue es verdaderamente ensordecedor. El aire colapsa a mi alrededor y la cabeza comienza a dolerme en serio, él parece darse cuenta de ello, porque enseguida se acerca a mí. —Debe ser por la pérdida de sangre —arguye revisando la máquina de mis signos vitales. Me quedo observando cada cosa que hace, la tensión va desapareciendo poco a poco, a medida que reconozco que sigue siendo el mismo chico que se preocupaba por llevarnos sanas y salvas en el pasado, cuando por fin termina, suelta un gruñido que me indica que no ha quitado el dedo del renglón, una cosa es segura y es que él quiere saber qué ha pasado. —¿Y bien? —inquiere con los brazos cruzados. Su postura de militar enfadado, hace que baje la mirada. —Ya te lo dije, no sé qué ha pasado… —Si no me dices qué te ha pasado, lo voy a tener que averiguar por mi cuenta, y eso no será bonito, prefiero enterarme por ti —señala—. Antes que por terceras personas. Me muerdo el labio inferior, el dolor en mi pecho
ROMANNo he parado de trabajar, la cabeza me duele y creo que estoy a nada de perder los estribos con mis empleados, es un día de m****a y la junta de esta noche con los socios mayoritarios de mi inmobiliaria, está dando inicio, observo cómo cada uno de ellos llega con el ego hasta las nubes, hacemos las derivadas presentaciones hasta que comienzo con la proyección de las diapositivas del nuevo proyecto que tengo en mente.El diseño es de los más sofisticados, como director general de la empresa y promotor inmobiliario, tengo el deber de ver hasta que el mínimo detalle esté bien y en completo orden, como me gusta, estoy dando los últimos detalles, cuando mi móvil comienza a vibrar. Al principio lo ignoro, hasta que la insistencia hace que pida una disculpa para atender, dejando claro que delante de ellos están las carpetas con imágenes personalizadas de cada una de las proyecciones, me alejo un par de metros hasta que atiendo de mala gana. Reconozco el número, es de uno de mis hombre
NARRADOR OMNISCIENTERoman no dejaba de admirar a su hijo, hace poco más de dos horas que habían llegado a la casa que había adquirido hace un par de meses para que Emilia y si hijo pudieran vivir en paz, aunque aquí mismo fue donde él pensaba que Melody la había aventado por las escaleras para que perdiera al bebé, tenía muchas dudas que no iban a poder ser resultas al momento. Emilia estaba demasiado agotada en su recámara, y él cuidaba, admiraba y no dejaba de observar a su pequeño hijo, decidiendo en castigo porque Melody se llevó a su otro hijo, que le pondría el nombre que a ella tanto le gustaba, el mismo que no paraba de repetir una y otra vez. —¿Cómo se llamará? —dijo de repente Emilia—. Mirando el esmalte rojo de sus uñas. Lo cierto es que aquella situación le estaba costando mucho, ya que para ella no era fácil tener que actuar en todo momento que estaba adolorida por un parto que ella se había inventado. —Brandon —respondió Roman con seguridad y admiración—. Se llamará
MELODYCuatro años después… —Te ves cansada —me dice Bailey. Levanto la mirada, ella tiene razón, lo cierto es que no he dormido nada. —Tonterías, me encuentro bien —trato de fingir, pero ella solo frunce el ceño y niega con a cabeza, me conoce demasiado bien. —Estos cuatro años has estado trabajando como loca, creo que ya debes ir pensando en darte un respiro —musita tomando asiento delante de mí. Quiero decirle que tiene razón y que incluso estoy pensando en un par de vacaciones, pero estaría mintiendo de nuevo, lo cierto es que no quiero vacaciones, no quiero descansar, tengo un objetivo claro y ese es encontrar a mi hijo, hace cuatro años que vivo en Londres, que no sé nada de mi bebé, he seguido de cerca la carrera de Roman e incluso sé que cumplió su deseo al casarse con Emilia, pero nunca han salido con mi hijo en fotos o en eventos, siempre se les ve solos. En todos estos años que me parecieron más que eternos, me he preparado, terminé de estudiar mi carrera de arquitect
ROMANMe siento inquieto, no puedo dormir, las sábanas parecen hechas de metal, siento algo en el pecho, un mal presentimiento, me incorporo observando la hora en el reloj, son las tres de la mañana, hoy es la cena que tanto he esperado, esta noche me reuniré con los mejores empresarios, arquitectos, será una nueva oportunidad para expandir mis horizontes y mi empresa. Volteo a mi alrededor y me encuentro con el cuerpo de Emilia, quien está dormida placidamente, echa un ovillo, alejada de mi cuerpo, de mi calor, me pongo de pie y bajo por un vaso de agua, la casa se siente fría y, sin embargo, siento que no he pasado mucho tiempo aquí, todo el tiempo estoy trabajando, la mayoría del tiempo viajando. Antes de bajar a la cocina, decido pasar a la habitación de Brandon, mi hijo, él duerme placidamente, ha crecido tanto, cuatro años, en los que ha sido un buen niño, obediente, y no entiendo por qué, tal vez sea mi castigo o mis demonios, pero su mirada gris metal, me recuerda tanto a Me
MELODYPor fin llegó el día más esperado, por fin me encuentro en un evento en el que se me está tomando en serio, mientras Duncan decide ir por una bebida para nosotros, termino de hablar con un par de socios que quedan fascinados con mi desempeño en la inmobiliaria de Londres. Cuando siento una mirada pesada, el ambiente de pronto se torna hostil y siento un nudo en la garganta cuando volteo y a lo lejos los veo, a los dos, como un matrimonio feliz, Emilia me lanza dagas de fuego por los ojos, y mis piernas tiemblan. Hace cuatro años que no los veo y pareciera que fue ayer cuando ella me clavó un bisturí y Roman me fue infiel con ella. Por un segundo, me meto en el papel de mujer fuerte, pero cuanto más hago por serlo por fuera, más me consumo por dentro. Necesito aire, necesito espacio, solo un momento…—Si me disculpan, caballeros —hablo de manera amable, manteniendo la calma y tratando de sonreír con naturalidad. —Adelante, señorita D´Angelis —dice uno de los socios. Al ver
MELODY—Me voy a casar con Duncan King.Se siente demasiado extraño tomar la mano de Duncan de una manera tan posesiva, siempre lo he considerado un amigo, además del hermano mayor de mi mejor amiga, así que es como estar tocando a alguien que me resulta demasiado familiar. En cuanto hago este movimiento, Duncan me mira con el ceño fruncido y Roman tensa el cuerpo, sus ojos denotan confusión y Emilia se queda en silencio. Observando y estudiando cada rasgo, acción y palabra, sé que estoy jugando con fuego y que puede ser en exceso complicado, pero es la mejor idea que se me ha ocurrido hasta ahora. —¿Qué? —inquiere Roman con cierto tono de incredulidad. —Señor, Leblanc, lo que acaba de escuchar, estoy comprometida con Duncan King —repito, y esta vez me aseguro de sonar lo suficiente convincente. Roman no me cree, lo puedo leer en su mirada y mi corazón no deja de latir rápido, me es complicado eliminar mis nervios. —Mientes —es Emilia quien rompe el silencio—. Tú, no podrías