CAPÍTULO 3

 – La cabaña del bosque

            Sobre un espeso valle, junto a los grandes acantilados del norte de Escocia, una pequeña cabaña de madera se encontraba, junto al bosque más espeluznante de todos, allí donde miles de criaturas mágicas vivían en paz, ajenos a cualquier contacto humano.

Sólo una joven muchacha de unos 16 años de edad caminaba por aquel sendero, parecía despreocupada, y los seres la miraban como su igual. Ella no era como aquellos humanos que invadían sus hogares y destruían todo a su paso, ella casi era como familia.

Andrea miró hacia el acantilado, se precipitó hacia el borde y cerró los ojos. Parecía cansada de seguir respirando, cansada de seguir viviendo su vida sin sus padres...

Después de haber sido abandonada por su padre, la diosa del mar había construido una casa, no lejos del mar, en su presente, para que pudiese disfrutar de su infancia como cualquier otra niña normal. Y había encargado a Tuka que la cuidase, esta vez con su forma humana. La joven extrañaba demasiado volar, pues la diosa le había prohibido que pudiese cambiar su aspecto y convertirse en hada.

  • Ve al bosque a buscar moras – le había sugerido su amiga, mientras la jovencita la miraba sin comprender – haremos un precioso pastel para tu cumpleaños – había asegurado, haciendo que la joven la mirase apenada, pues recordar que cumplía años tan sólo le recordaba que sus padres ya no estaban a su lado. - vamos, ve, y no te alejes demasiado del camino. La diosa se enfadará si se entera de que te he dejado ir sola al bosque.

Andrea se sentaba sobre la hierba, mientras dejaba la cesta vacía junto a ella. Sacó un pequeño cuaderno de su bolsa y continuó escribiendo aquella historia que tanto le traía paz. Pues en ella aparecían sus padres y sus intrépidas historias de amor.

Un chapoteo en un riachuelo cercano la hizo salir de sus pensamientos, mientras la joven dejaba el cuaderno sobre la hierba y se acercaba sigilosa hacia él.

Se trataba de un pequeño pez, que había quedado secuestrado en una red, y parecía que no podía liberarse de ella.

La joven se arremangó la falda para luego adentrarse en la charca, ignorando las bajas temperaturas del agua. Ni siquiera le importó que las afiladas rocas del fondo arañasen sus pies. Tan sólo podía pensar en la agonía y el temor de aquel pequeño pez al no poder volver al mar junto a su familia.

Caminó despacio, y con dificultad hacia él, para luego levantar la red y permitir que el pececillo pudiese marcharse. Mientras ella se sentaba en el borde de aquella charca y se miraba los pies entristecida, sin poder evitar comenzar a llorar desconsolada, al hallarse lejos de su padre y al no haber podido pasar más tiempo junto a su madre.

  • ¿Qué es lo que te ocurre, dulce niña? – Preguntaba una de las criaturas del bosque a las que estaba más que acostumbrada a ver en más de una ocasión.

  • No es nada, estoy bien – aseguró mientras se calzaba y se ponía en pie, descubriendo junto a ella a un guardián del bosque. - No tendrías que haber venido – le espetó – la diosa se enfadará si no haces tú tarea.

  • ¿estás triste por tu madre o por tu padre? – Preguntaba el pequeño Leprecaun, mientras ella recogía el cuaderno del suelo.

  • ¿qué diferencia ahí? Ambos están lejos de mí.

  • ¿quieres que te muestre que es lo que hacen ellos ahora?

  • Insensato – le espetaba el guardián del bosque – es magia antigua, los dioses se enfadarán.

  • Ella es una de nosotros, es familia. - le espetaba, mientras Andrea sonreía al escuchar aquello.

“El gran capitán William Drake, un fiero bandido que no tiene piedad ni remordimientos, tuvo una familia antaño. Una familia que parece haber olvidado, su hija Andrea que ha crecido bondadosa y amigable con todos los que se cruzan por su camino, amiga de todos los seres del bosque y del mar, y a su amada esposa la cual perdió hace tanto…

Nada de eso queda ya. Ataca barcos, secuestra damiselas, caza tesoros, mata a todo aquel que se le pone por delante. Se ha convertido en todo un cruel y despiadado pirata que no teme a la muerte.

Parece haber encontrado una aliada en la piratería, su nombre es Elena, una pirata temida por todos e igual de aterradora que él.

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Emily Forbes es una criatura del mar, una hermosa sirena que huye de los humanos siempre que tiene oportunidad, ya que su madre le ha advertido sobre lo peligrosos que son.

Pero ella es diferente al resto de sus hermanas, ella puede soñar, es la única en toda su especie que puede. Al igual que Siren pudo hacerlo en antaño, por esta razón ambas están conectadas.

Ha descubierto que hay algo oculto que nadie quiere contar sobre Siren, la sirena que traicionó a su pueblo por amor.

Será difícil para ella quedarse en el mar junto a sus hermanas y la diosa del mar cuando lo descubra, pero hasta entonces ella es feliz junto a su nueva familia.

Ella no puede recordar su vida anterior, no puede recordar a su esposo y a su hija. En el momento en que murió, su alma fue salvada por la diosa, y todos sus recuerdos humanos quedaron perdidos en su cuerpo humano.

Aunque… puede que no todo esté perdido, puede que haya una forma de que ella lo recuerde todo…

  • Ya basta – le interrumpía Tuka que había llegado hasta ellos – Se suponía que los humanos no podían percibir la magia ancestral

  • Ella es diferente, Tuka, ella es nuestra familia

  • Los dioses se enfadarán por haberle mostrado a una humana los secretos que guardaban.

  • ¿mi madre está viva? – preguntaba la pequeña sin poderse creer lo que había visto en el caldero de monedas de oro del leprecaun.

  • No puedes mencionarlo, la diosa me castigará si se entera de todo esto.

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