:
La ira
de los
dioses.
Las nubes sobre el enfurecido océano se vislumbraban. El cielo anunciaba tormenta, pues los truenos y rayos se tornaban hacia el enorme navío que surcaba sus aguas.
La diosa salió a la superficie, con aquel estúpido disfraz que solía usar cada vez que estaba en presencia de aquellos monstruos.
Alargó su membranosa mano, y señaló al cielo, admirando entonces como este acataba su orden y lanzaba la tormenta contra el navío, haciendo que los marineros, corriesen de un lugar a otros, preocupados por sus vidas, intentando sacar aquel barco de allí a como diese lugar.
El enorme calamar, enfurecido por haber molestado su sueño, salía a la superficie, por llamado de su ama, arremetiendo contra la nave, haciendo que algunos hombres cayesen al agua, distraídos, temiendo ser devorados por aquella temible bestia.
Todo es un caos allí arriba, al igual que bajo la superficie, donde dos sirenas curiosas nadaban lo más rápido que les permitían sus pequeñas aletas, hacia la superficie, intentando adivinar qué era lo que traía tanto alboroto a su hogar.
La diosa había logrado su cometido, acababa de ver como el capitán del navío caía al agua. Nadó hacia él, con la intención de acabar con su miserable existencia arrastrándole al abismo, al mismo tiempo que escuchó y sintió como dos de sus hijas la miraban sorprendidas, de ver a la diosa tomarse la molestia de subir a hacer ella el trabajo sucio. Ella no solía tomarse aquellas confianzas con nadie, no era normal en ella, que quisiese asegurarse de la muerte de un simple marinero.
Aquel ser se sumergió de nuevo, y nadó hacia su hogar, pues se sentía realmente cohibida, al haber sido descubierta por sus hijas. Movió sus aletas, lo más rápido que le permitía aquel disfraz, mientras pensaba en la dura reprimenda que les daría a aquellas dos osadas.
Las sirenas se miraron, la una a la otra, sin comprender la situación, mientras admiraban como un rayo partía el mástil en dos, y este caía sobre uno de los marineros, que se encontraba en el agua, intentando ser salvado por su tripulación, en una pequeña barquita.
Una de aquellas bellas muchachas, nadó hacia él, preocupada por lo que podría pasarle a aquel humano, al mismo tiempo que su compañera gritaba hacia ella...
La joven agarró a aquel humano inconsciente, mientras un recuerdo que creía olvidado volvía a su mente, como si alguien lo hubiese sacado de ella con anterioridad:
“Era joven e inexperta en aquello de salir a la superficie, y aunque siempre le había llamado la atención el mundo de allá arriba, las leyes del mar siempre le habían prohibido subir a la superficie.
Miró hacia arriba, sintiendo como la brisa nocturna acariciaba su bello rostro, era una hermosa joven de piel blanca, cabellos dorados, labios rojos, y ojos azules cual zafiro. Mientras, sentía como una red caía sobre ella, peleó duramente, cansando sus músculos, intentando liberarse de aquella jaula, pero era en vano.
Pensó en todo lo que aquellos monstruos le harían, quizás se la comerían, como solían hacer con el pescado, o la exhibirían como a un pez en una pecera, …
Un sonido sordo se escuchó al otro lado, haciendo que todos los marineros, incluso aquella bella joven, mirasen hacia el enorme camarote, arriba del todo, el camarote del capitán.
Era un hombre alto y robusto, con barba y pelo oscuro y enmarañado, tenía algunas cicatrices sobre el rostro.
Miró hacia la sirena despacio, admirando como la joven gimoteaba, intentando soltar sus ataduras para escapar. Pues la red aún colgaba del barco, sobre el agua, y si lograba soltarse, podría escapar.
El hombre se arrimó hacia la red, haciendo que la muchacha se echase hacia un lado, asustada, al mismo tiempo que el hombre la miraba, sin perder ni un ápice de interés en aquella hermosa joven.
Sacó un cuchillo de su pantalón y lo levantó en alto, mientras el resto de la tripulación lo animaba para que acabase con la vida de la joven, mientras otros le imploraban a su capitán que le dejase a la sirena a ellos.
Rasgó las cuerdas de la red, haciendo que la muchacha abriese los ojos, y mirase hacia aquel pirata, que acababa de salvar su vida, justo antes, de escapar”
Se aferró a él con fuerza, mientras le sacaba a la superficie, pensando en la posibilidad de saldar su deuda con aquel humano.
:Jugando Entrelas hadas Andrea corría por el bosque, mientras Anjana la seguía, al mismo tiempo que Brigitte la seguía de cerca. La luz de esta segunda era mucho más azul que la de su hermana.Con el corazón a mil por hora paró, mientras se escondía entre unos matorrales, no muy lejos de los lindes prohibidos, aquellos a los que Tuka le había prohibido ir.Se recostó sobre el suelo, mientras echaba algunas raíces y musco sobre ella, de tal manera que podría pasar desapercibida si las hadas la buscaban.Últimamente aquel solía ser su juego favorito, y ninguna de ellas podía encontrarla jam&aac
CAPÍTULO 6:La playa Siren agarró al pirata con fuerza, mientras tiraba de él hacia el fondo, parecía que su intención de salvarle la vida había cambiado, pero cualquiera que conozca realmente cómo funciona la magia de las sirenas, sabe que ella tan sólo quería saber si él aún la tenía en sus recuerdos.Acercó su rostro, sus labios a los suyos, dejando un poco de oxígeno recorrer su cuerpo, llenando de vida sus pulmones, haciendo que el hombre abriese los ojos, asustado, despertando al fin de su sueño, mirando hacia ella, sorprendido. Mientras, ella se observaba a sí misma en los recuerdos de aquel hombre.Se aferr&oacu
La mitad de un alma enamorada. Sentada sobre una roca miraba hacia la playa, donde las gaviotas jugueteaban junto a la orilla, parecían realmente felices de hacerlo, parecían realmente felices de poder caminar sobre sus patas.Pensé que las sirenas no podían salir a la superficie por el día – decía una voz junto a ella, en una roca cercana, haciéndola salir de sus pensamientos, provocando que la joven se asustase y mostrase sus dientes, en posición de ataque.¿cómo has llegado hasta aquí? – Preguntó, algo más calmada, mientras miraba hacia el hombre en el que pensaba casi a diario, el
:Al otro ladodel océano. El rey de las sombras surcaba los mares, a toda vela, mientras perseguía a su enemigo, al mismo tiempo que los marineros aclamaban con gritos de guerra para que su capitán diese las ordenes, de un lado a otro, tratándolos con poca amistad.Sucias ratas de cloaca, tirad más fuerte, o no lograremos alcanzarle – espetaba de aquí a allá, mientras sonreía con malicia hacia su segunda de abordo, Elena.La joven tenía el cabello rojo, nariz respingona, ojos azules, camisa blanca bien acicalada, y vestía como un pirata, parecía realmente ruda, pero los que la conocían íntimamente sabían que no era tal.
:Hurgando en sus recuerdos. Amethist arrastraba hacia el abismo a aquella hermosa niña de cabellos dorados como la miel, nadando lo más rápidos que le permitían sus aletas, pues no quería que la joven perdiese el conocimiento, no quería que aquella hermosa doncella muriese por haber confiado en una sirena.Agarró el rostro de la pequeña entre sus manos y acercó su rostro al de ella para mirarla más de cerca. Era demasiado hermosa para morir, aunque sabía que, si lo hacía a manos de una sirena, la diosa se apiadaría de su alma y la salvaría, como había hecho con muchas de sus hermanas antes que ella.&nbs
: Burla Andrea daba vueltas sobre sí misma, mientras miraba radiante hacia el cielo, se sentía realmente feliz de haber vuelto a ver a su madre. Ahora sabía que la tendría siempre cuidando de ella, aunque no podía quedarse junto a ella en la tierra de los humanos, venía a verla todas las semanas y se llevaba horas con ella hablando o nadando por los alrededores.Un sonido la hizo salir de sus pensamientos, de nuevo el impertinente de Ebrain volvía a encontrarla.Miró hacia él, dejando de dar vueltas, admirando como el muchacho la miraba con sumo interés.Parecía nervioso como si estuviese intentando elegir las palabras para hablar,
CAPÍTULO 13:La desaparicióndeSiren. Nadaba cerca del fondo, admirando como algunos pececitos se arremolinaban sobre algo brillante que venía de debajo de la tierra mojada.Se acercó a aquel punto con curiosidad, mientras hundía la mano en la tierra y sacaba una pequeña caracola atorada en un colgante.Era hermosa, realmente hermosa, así que la agarró y la anudó alrededor de su cuello, mientras sentía como algo vibraba en su interior.Cerró los ojos, admirando como un recuerdo que no era suyo aparecía en su mente…Una bella sirena de cabellos dorados salía a la superficie, mientras agarraba en una mano un se
CAPÍTULO 15:La caracola. La diosa está enfadada con una de sus hijas, todas las criaturas del mar pueden sentirlo, todas, excepto ella, pues algo ha cambiado, ella ya no es una de sus hijas, su alma está siendo dividida a causa de uno de esos infieles a los que llaman humanos.Siren nada con fuerza, intentando dejar atrás la tormenta que la diosa ha lanzado sobre ella, pero es en vano, el mar está demasiado revuelto, así que siente como este lo arrastra de un lado a otro, sin poder hacer nada para defenderse.Podía sentirlo, apenas podía respirar, y pronto moriría, ya no había nada que pudiese salvarla.***Caminaba sobre la arena, en la playa, disgust