Puedo imaginarlo… todo se dibuja en mi mente a medida que escucho… siento el miedo… esa sensación de inquietud y pavor… esa atonía que acelera el flujo de sangre en nuestro cuerpo y nos hace sentir débil… y me doy cuenta de algo… el miedo… es lo único que realmente ha influido en el tiempo. Todos tenemos uno… miedo a morir, miedo a vivir, miedo a dejar de existir, a ser olvidado, miedo a perder, miedo al poder, incluso Dios debe tener uno y eso, llevó a los humanos al borde de la existencia.
Mi abuela me contaba historias, historias que le contaron sus abuelos a ella, historias de aquellos tiempos en donde la humanidad poseía infinitos miedos, y por eso, queríamos ser los dueños de todo… siempre queriendo poder controlar el mundo, el mar, los árboles y animales, controlar la vida. Solo así dejaríamos de temer a todo, o eso creíamos. Pero nunca fuimos capaz de nada, que irónico, decíamos ser dueños de la Tierra, y la verdad, es que la Tierra era dueña de nosotros.
Escucho y podría jurar que lo he vivido, pero no fue así. No lo vi con mis propios ojos, tampoco ella, aun así, me contaba el terror que se veían en el rostro de los abuelos al recordar lo qué veían en los ojos de los más ancianos de aquel entonces, al contar aquella historia de muerte la cual presenciaron…
Era una noche tranquila como ninguna otra, las estrellas se veían como un gran prado de cristal en el cielo y una leve brisa soplaba haciendo chocar las hojas de los arboles unas con otras. A la lejanía podía escucharse los ladridos de algún perro que bien podría ser callejero o de algún vecino, no había deslizadores a esa hora y las luces de las ciudades estaban más brillantes que nunca. Las calles se encontraban solas, ni un alma había decidido disfrutar del agradable clima nocturno.
La mayoría dormía y muchos aun despiertos veían televisión o hacían otra clase de cosas. Fue la primera de las noches en mucho tiempo donde todo estaba en calma, pero, de un segundo a otro, todas las luces se apagaron y el lugar quedó en la casi oscuridad, solo las estrellas evitaban la total penumbra. Entonces, se escuchó algo como un crujido, fuerte y grotesco que hizo temblar los cristales, sacudir los objetos y a las campanas de la iglesia sonar una última vez; los que dormían despertaron, y los que ya estaban despiertos alzaron su vista a cualquier punto sobre sus cabezas, agudizando su oído, tratando de saber que podría ser lo que se había escuchado.
Minutos después, no se volvió a escuchar. Nuevamente todo estaba en silencio, pero esta vez era una mudez extraña, inquietante y atemorizante. Muchos abrieron sus ventanas y asomaron la cabeza para mirar hacia afuera de sus casas, familias enteras, solteros, niños, ancianos y demás, se sentían curiosos pero atemorizados.
De improviso, una gran bandada de aves rompió el silencio, y mientras se alejaban y elevaban lo más que podían los insectos abandonaban sus refugios actuando de igual forma. Los animales y mascotas de todo tipo temblaban y soltaban lamentos haciendo más aterrador el momento.
Fue entonces cuando la tierra empezó a temblar, suave al principio y fuerte después. No parecía querer detenerse, no como las otras veces. Los objetos comenzaron a caerse y a desestabilizarse. Las personas no podían andar más de tres pasos sin caer, además la tierra inició a abrirse, se comenzaron a escuchar gritos y plegarías para que aquello parara. Pero el cielo parecía no escuchar y el suelo siguió sacudiéndose.
De los quiebres, posos de lava se desbordaban, y muy rápido hubo un “río” de la misma que atravesaban las ciudades. La humanidad nunca lo habría creído cierto, la tierra ya no era segura, pero los cielos de seguro sí. Alguna vez, hace mucho tiempo, tuvieron planes para cuando la tierra ya no los quisiera, el llamado “fin del mundo” o “apocalipsis” no sería un problema. Pero lo abandonaron después de que habían conseguido “dominar” a la naturaleza. Lo cierto es que nunca fue así.
Cuando la superficie dejó de sacudirse, llegó lo que todos creían la calma, comenzaron a escucharse sirenas por todas partes, los bomberos, la policía y civiles que no tenían heridas de gravedad, ayudaron a aquellos que no habían tenido mucha suerte; los altos mandos de los gobiernos estaban desconcertados y asustados; los religiosos pregonaban textos de libros sagrados y los científicos se hallaban confusos.
Poco después, el mar se hizo presente y azotó más que las costas, las inmensas olas arrastraron barcos, escombros, aviones, vehículos y cuerpos, para después llevarlos al fondo del mar y desaparecerlos. Kilómetros y kilómetros de tierra libre de rastro humano y todo lo que pudieron haber creado ahí.
Por la liberación de distintos gases letales de la corteza terrestre, las altas temperaturas emitidas por los ríos de lava aun activos y los choques de temperaturas en las corrientes marinas, el clima cambió rápidamente, y era difícil que el aire se limpiara para la producción de oxígeno, provocando la desestabilización del cuerpo humano, causando descompensación, fatiga, deshidratación y hasta la muerte ante tales circunstancias.
Frente a la crisis, los países del mundo tomaron una decisión, la creación de El Gobierno Mundial. Una asociación de los líderes de todas las naciones del mundo sin excepción, con el objetivo de tomar medidas pensando como uno y al mismo tiempo como todos, de esta forma, se llegó a un acuerdo, cesaron ataques, detuvieron proyectos de miles y millones e implementaron un sistema de apoyo. Cada nación debía concentrarse en el objetivo de la llamada (O.R.A.P.S.) Organización de Recuperación, Amparo y Protección social para salvar lo que quedaba de la humanidad.
Algunos años después se inquirió que murieron más de 4.500 millones de personas y desaparecieron 2.650 millones en el cataclismo al que denominaron el “Devastador de los tiempos”. Todas las grandes ciudades sufrieron pérdidas importantes, eran inhabitables no solo porque ya no hubiera edificaciones en pie, sino también por la cantidad de cadáveres en estado de putrefacción, era posible que se desatase una epidemia en cualquier momento, no había forma de trasladar el agua, era imposible regresar la energía eléctrica, había deficiencia de medicamentos y muy pronto, comenzó una crisis alimenticia.
A medida que pasaban los años que se convertían en décadas, movimientos de la corteza terrestre comenzaron a ser cada vez más frecuentes, de menos potencia que El Devastador, pero permanentes y aniquiladores, por territorios cambiaron, unos desaparecieron, otros emergieron del mar, cambiaron su geografía, su vegetación y su hidrografía. La comida era cada vez más escasa y no había forma de cubrir todos los problemas al mismo tiempo.
Las tierras del campo se volvieron áridas, el agua potable comenzó a contaminarse y el oxígeno apenas era suficiente; aquellos que no aguantaban el ritmo comenzaban a asfixiarse mientras otros trataban de adaptarse.
La vida humana se fue apagando lentamente, entre nuevas enfermedades, epidemias, deficiencia de antibióticos, infecciones, contaminación de alimentos, intoxicación y hambruna. Muy pronto quedó menos de un tercio de la especie y al final, el Gobierno Mundial no logró controlar en lo que los humanos se convertían por el miedo a la muerte. No había orden, todos los valores que alguna vez habían definido al ser humano desaparecieron. Ya no quedaban lideres dispuestos a ser el medio de unión de la humanidad, y la única regla que existía era la de la supervivencia del más fuerte, no había forma de detener lo que ocurría, era asombrosa la rapidez con la que todo cambiaba, todo desaparecía, era como si mil o dos mil años hubieran pasado en solo 50.
El paso de esos cortos años cayó con fuerza sobra la humanidad, y al final, dejamos de prestarle atención a lo que nos rodeaba, a los cambios que había y nos centramos en comer, dormir y sobrevivir.
Después, después todo cambió. Aparecieron criaturas extrañas, de diferentes clases cuya existencia la humanidad desconocía. Asombrosamente, eran muy parecidos a nosotros, solo que no eran como nosotros; sabían dónde encontrar agua pura y tratar la tierra sin ningún tipo de tecnología. No podíamos hacer mucho en la situación que estábamos, pero nos dimos cuenta de algo; eran muy inteligentes. Empezaron a sembrar, cosechar, construir, agrupándose en pequeños pueblos. Lejos de talar árboles, levantaban piedras y barro edificando pequeñas viviendas, ignorando nuestra casi inexistente presencia.
Los humanos poco a poco dejamos de comportarnos como bestias, creímos que este sería un nuevo comienzo, que estas criaturas solo habían aparecido para devolvernos al camino que habíamos perdido. Pero no fue así.
Cuando tratamos de convivir con aquellos, nos llevamos la sorpresa de que nos odiaban, intentar simpatizar con ellos había sido una mala idea, no querían ayudarnos, querían demostrarnos que eran mejores que nosotros, que no eran bestias, que podían salir adelante pese a las circunstancias.
Así que tratamos de formar nuestros propios pueblos y reunirnos para empezar de nuevo. Años fueron necesarios para que los miles de humanos que quedaban fueran capaces de dejar a un lado el miedo y la desesperación.
Todo se mantuvo en calma ese tiempo, hasta que las criaturas comenzaron con lo que llamaron “casería de bestias”, donde la presa éramos nosotros. Nuevamente la humanidad se encontró bajo amenaza, muchos murieron a manos de aquellos y tuvimos la obligación de escondernos y evitar ser vistos a toda costa, eso si queríamos sobrevivir. Ocultándonos en las profundas cuevas, y saliendo solamente por comida y agua cuando no hubiera ninguno de ellos a la vista.
Ahora teníamos un miedo aun mayor que el de morir, parecer que nos habíamos extinguido era borrar nuestra existencia. Si nos descubrían, si sabían que estábamos aquí, moriríamos, ya no había otra forma de salvarse que esta. Teníamos miedo a vivir.
Luz… es lo primero que descubres, o al menos así fue para todos durante mucho tiempo. Lo primero que vez cuando naces o cuando despiertas, o en la mayoría de los casos es la luz. Luego sigue lo otro, como los colores, las formas, los objetos y todo lo que te rodea. A lo que quiero llegar es que todo comienza con la luz (incluso el día).El mundo funciona con ella, las plantas crecen y nosotros somos capaces de hacer infinidad de cosas gracias a que existe. Dependemos de la luz en casi todos los sentidos y tal vez nunca lo hemos notado ¿o sí?Esa simple palabra dice mucho… por ejemplo cuando decimos o en nuestro caso, se decía “siempre hay una luz en la oscuridad” … no es otra cosa que decir que hay esperanza y que hay una solución; o cuando decimos que “l
Pasados los minutos, el joven herido gritaba de dolor mientras el otro no hallaba que hacer. En un intento de calmarlo, arrastró el cuerpo del otro hasta una pequeña fuente y comenzó a lavar la herida. Eso no haría otra cosa que acelerar el proceso de infección, y, además, contaminaría el agua que servía de sustento para la colonia.¿Pero que podía hacer ella? Si se le ocurría salir y decirle que dejaran de infectar el agua, estaría dando a conocer la existencia de humanos en la zona y aparte, de seguro la matarían.Pero si no hacía algo, el agua ya no sería potable y su gente tendría que alejarse más en su búsqueda. Se le ocurrió avisar en la colonia… tal vez Kenet tendría una idea de que hacer, pero nuevamente era una idea estúpida viendo la distancia que tendría que recorrer, para cuando llegaran ya el
Ya había pasado el mediodía y no había rastro de Arabís en la colonia. Grecia no hacía más que sentir que no había podido proteger a su única familia en el mundo, teniendo una idea que pudo quedarse afuera. Sentía miedo. Las criaturas que habitaban el exterior eran temibles y crueles. Todas aborrecían a los seres humanos, y muchas habían surgido de nosotros mismos. Solo los jóvenes a los que se les daba un entrenamiento eran capaces de defenderse y permanecer a salvo. Pero su querida Arabís no conocía nada.—Lo siento mucho Grecia… tal vez… esté a salvo, es una chica lista cuando quiere —le dijo Kenet sentándose a su lado —Muy inmadura, pero, sabe defenderse.—Ahora no quisiera pensar en nada —dijo dejando salir un suspiro y luego de un largo silencio prosiguió —Siempre le he contado historias de los se
Koner esquivó con gran agilidad los intentos de la bestia para herirlo con sus garras mientras Meruem trataba de perforar su espalda con su espada. La horrenda criatura era agresiva y sin control. En su mente solo existía la necesidad de destrozar la carne de sus oponentes.El animal era de gran tamaño, como un par de metros de altura. Su rostro era similar al de un murciélago, con grandes colmillos como los de los dientes de sable, orejas puntiagudas hacia atrás. Inmensas garras en sus manos y pies. Ojos amarillos con pupilas rojas como la sangre. Y el cuerpo similar al de un hombre lobo… todo en el inspiraba terror.Meruem estaba seguro de que esas criaturas solo habitaban los espesos bosques de las altas montañas nevadas de Zetna, la provincia central de Caltun; en Noriwn y Narfan, provincias al norte de Norian; en Selany provincia sur de Sulen; en Estely la provincia sur de Entur y en las Islas heladas de Lartw, prov
—¡Ah! —gritó Arabís moviéndose desesperada mientras los guardias tomaban posiciones de ataque para liberar a la chica —¿QUÉ ES ESTO? ¡Bájame!—¡Arabís! —gritaron Grecia y Charlie al mismo tiempo.—Parece que has servido de algo otra vez —le gritó Koner sonriendo satisfecho—Necesitábamos la ayuda de los guardianes mayores para cruzar el bosque, y no podíamos llamarlos. Pero creo que los atraes por alguna razón que desconozco. Aun así, es lo que quería.—¿Qué está pasando? —se movía nerviosa Arabís —¡Diles que me bajen!—Son los guardianes mayores… y no soy más que ellos para estarles dando órdenes —le respondió Koner divertido.El Quetzalcóatl la alejó un poco del grupo y la dej&oacut
Día 1… El recorrido por el bosque fue placentero solo en ciertos puntos. No como una divertida excursión que de seguro practicaban los humanos mucho antes del Devastador, más bien como si fueses un loco aventurero que no le importa arriesgarse a nada. La verdad, lo único divertido de esto es la cantidad de criaturas amigables que se reúnen a mi alrededor cada cierto tiempo, sumado al indescriptible sentimiento de incertidumbre por lo desconocido. Por otro lado, mis compañeros de viaje son un poco distantes, apenas me miran, y solo lo hacen cuando no me escuchan o creen que les he perdido el rastro. Ciertamente se les ve algo nerviosos e impacientes, por supuesto es mi opinión personal, si les preguntara qué les sucede me ignorarían por completo y seguirían adelante; supongo que es normal, después de todo, están en un oscuro bosque lleno de secretos y bestias extrañas. C
Una sombra se deslizaba por los más oscuros callejones de la gran ciudad de Zolan. Cada cierto tiempo miraba a sus espaldas para evitar que alguien conocido lo viera o en caso de le estuvieran siguiendo. Llevaba una máscara negra que ocultaba su rostro por completo y una capa que lo encubría y protegía del frío. Los primeros copos de nieve de esa noche apenas comenzaban a caer, hacía más de dos horas que el sol se había ocultado y ya las calles comenzaban a estar desiertas.Anduvo por más de veinte minutos entre la oscuridad para después doblar a la izquierda una última vez, hasta encontrarse con otro sujeto de similar apariencia.—¿Qué tal te ha ido? —le preguntó en cuanto se detuvo frente de él.—Apenas he podido conseguir algo de información nueva, nada que no sepamos —respondió.—¿Sigue teniendo la
Koner volvió casi al amanecer, por fin podía darse un respiro. Últimamente estaba algo estresado, con todo eso de la misión y que ahora también, tenían que aguantar a Arabís, había estado contra la espada y la pared. Lo mejor sería resolver todo este asunto lo más rápido posible, en pocas horas partirían desde el puerto del Este de Caltum, tomarían un barco y partirían hacia Elune. Al menos ya estarían más cerca de las Islas de Mortu. Entró en su habitación y lo primero que notó fue que la carta que le había dejado a Meruem ya no estaba, lo que significaba que había ido a buscarlo y que posiblemente hubiera salido. Sospechando de que tal vez haya hecho alguna locura, se dirigió a su cuarto. Al entrar, comprobó que, efectivamente