—¡Ah! —gritó Arabís moviéndose desesperada mientras los guardias tomaban posiciones de ataque para liberar a la chica —¿QUÉ ES ESTO? ¡Bájame!
—¡Arabís! —gritaron Grecia y Charlie al mismo tiempo.
—Parece que has servido de algo otra vez —le gritó Koner sonriendo satisfecho—Necesitábamos la ayuda de los guardianes mayores para cruzar el bosque, y no podíamos llamarlos. Pero creo que los atraes por alguna razón que desconozco. Aun así, es lo que quería.
—¿Qué está pasando? —se movía nerviosa Arabís —¡Diles que me bajen!
—Son los guardianes mayores… y no soy más que ellos para estarles dando órdenes —le respondió Koner divertido.
El Quetzalcóatl la alejó un poco del grupo y la dejó caer suavemente sobre la arena del lugar. La chica se puso de pie sacudiendo sus ropas. El gran guardián la rodeo como lo haría una serpiente con su presa, solo que sin apresarla ni aplastarla realmente. Charlie y un par de guardias corrieron hacia ella para liberarla, pero antes de que pudieran hacer algo fue Arabís quien habló.
—¡Alto! —dijo levantando su mano. Ellos pararon de inmediato, no por la orden dada, sino por la apariencia de la chica. Si bien Arabís era quien había dicho esas palabras no lo parecía. Sus ojos estaban completamente blancos, así como los de Grecia, y en su mirada no había ninguna expresión —No den un paso más —habló firmemente.
—¿Qué está ocurriendo? —preguntó Charlie viéndola con notorio recelo.
—Arabís. Cariño… ven aquí —le habló su tía mientras todos esperaban algo.
—Silencio humana —volvió a hablar Arabís sorprendiendo a los demás.
—¿Cómo?… increíble —interrumpió Meruem —El Quetzalcóatl está usando a Arabís para comunicarse.
—¿Pueden hacer eso? —pregunto incrédulo Koner.
—Lo había escuchado del viejo sabio, pero nunca lo creí realmente. Dijo que, para ello, los guardianes debían encontrar a alguien quien fuera capaz de soportar su espíritu.
—Y ese alguien es ¿Arabís?
—Tal parece.
—¡Príncipe de Noriam! —se dirigió Arabís o en este caso el Quetzalcóatl —Estas muy lejos de casa… y esperas ir más lejos aún. Este viaje al que le llamas cruzada hacia las Islas oscuras de Mortú, solo te traerán desgracias. ¡Regresa y espera el momento! ¡No te adelantes!
—No tiene nada que ver contigo —dijo Meruem —El príncipe tiene su propia forma de resolver las cosas.
—Así es —respondió serio Koner.
—Recuerda la profecía joven noble —le advirtió —En el cumpleaños de la Nueva Tierra se desatará un caos como ninguno y será el inicio para un nuevo Devastador. El tiempo va corriendo.
—¿El cumpleaños de la nueva tierra? ¿qué es eso? —dijo Lukia en voz baja.
—No importa lo que diga esa profecía —dijo Koner.
—Es verdad. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace —aclaró Meruem
—No tan rápido joven. La profecía se ha de cumplir. Y ya usted está iniciándola.
—No es verdad —negó Koner.
—Una de las siete razas querrá hacerse notar entre las demás y así imponer su poder sobre todas. Construirá una máquina, capaz de generar una plaga robótica, que se convertirá en una muerte andante. Comenzaran las guerras a raíz de la desconfianza absoluta y habrá muerte y desesperación en todo el mundo.
—Parece que Grecia tenía razón después de todo —le dijo Balzu a Kenet.
—Pero, un príncipe se opondrá a tal calamidad partiendo de su Tierra y tratará de cambiar lo que ya está escrito. Unirá fuerzas con un poderoso guerrero y juntos buscaran la biblioteca prohibida, perdida en algún lugar de las Islas Mortu. En su travesía, solo la luz que gobierna a la oscuridad será la que los guie en los sombríos terrenos del mundo, y solo aferrándose a ella se abrirán paso en las penumbras.
—Esa parte no la había escuchado —dijo Koner.
—Yo tampoco —respondió Meruem
—Pero es aquí donde realmente no se sabe que va a pasar. Hay dos predicciones desde este punto.
—Así es —habló de nuevo Arabís caminando por el lugar con la gran criatura sobre sus hombros—Pueden pasar dos cosas: primero, puede que encuentren la biblioteca y hallen la forma de acabar con la destrucción a cambio de una sola vida. La segunda y posiblemente la más acertada, es en donde el príncipe y el guerrero luchan contra un traidor que estaba esperando el momento para acabar con cualquier opción que salve a los demás.
—Voto por la segunda —dijo Kenet —Grecia habló sobre un traidor en su visión.
—¡Ja! Ahora cualquiera puede ver el futuro —se burló Meruem
—Hay algo que quiero saber —dijo Koner —¿De qué luz hablas?
—Habéis tratado de cruzar el bosque y no lo habéis logrado. Se han encontrado con la bestia y, además, las almas siniestras. ¿Por qué crees que ocurrió?
—Ah… ya entendí —dijo Meruem
—¿Qué fue lo que entendiste? —dijo Koner.
—¿Por qué se supone que volvimos?
—¿Para salvarnos?
—Exacto… necesitamos a “la luz que gobierne a la oscuridad”, y se supone que usaríamos a Arabís para atraer a los guardianes del bosque y así evitar que ninguna criatura maligna nos atacara. ¿Aún no lo comprendes?
—Entonces estás diciendo que Arabís es “la luz” —uso sus dedos como comillas —“que gobierna a la oscuridad”.
—Yo preferiría llamarla repelente. Pero si es así.
—Significa que debemos llevarla con nosotros.
—¡Bingo!
—¡Un momento! —dijo Grecia —No pienso permitir que se lleven a Arabís a ningún lado.
—No está en nuestras manos anciana —se burló Meruem —así lo dice la profecía. Y tengo entendido de que ustedes son muy apegados a las profecías.
—Lo siento, pero no.
—Honestamente no tienen el derecho de negarse. Después de todo, una vez que se reporte la existencia de una colonia humana en la zona sur-este de las tierras de Zairit, pasaran a la historia como uno de los últimos poblados de humanos que quedaban —dijo Koner.
—Arabís no les ofrecerá su ayuda ni hará nada que no quiera, a menos que le den algo a cambio —habló Kenet por primera vez —Tal vez podríamos llegar a un acuerdo.
—Propongo un intercambio —dijo Koner —La chica por nuestro silencio.
—¡Por supuesto que no! —gritaron Grecia y Charlie al mismo tiempo.
—Silencio —dijo Lukia —Tal vez estemos hablando tranquilamente, pero recuerden que la vida de la colonia peligra.
—Pero no podemos hacerlo —se negó esta vez Balzu —Arabís será quien herede el puesto de Grecia en el futuro. Además, pienso que sería un acto deshonroso vender a uno de los nuestros en especial a una dama de esa manera. ¿Cómo nos aseguramos de que cumplirán?
—Pero por lo menos así tendríamos alguna posibilidad. Estaríamos entre cincuenta y cincuenta por ciento. Es mejor que se lleven a Arabís y tener la posibilidad de que cumplan con el trato o que no se la lleven y estar seguros de que moriremos —explicó Shaly.
—Que quede claro… estamos tratando de hacerlo por las buenas —intervino Meruem —De cualquier manera, nos la llevaremos. Si se niegan, podríamos volver a casa, traer un pequeño ejército, acabarlos a todos y obligarla a cumplir.
—Y dicen ser seres mejores que nosotros —dijo Grecia —Someternos es exactamente lo que hicieron nuestros antepasados con los animales hace cuatrocientos años. Terminaran igual. La Tierra no perdona.
—En realidad fue hace trecientos noventa y nueve años. Y si, es verdad, la Tierra no perdona, es por eso que nos creó a nosotros para recordárselos constantemente —terminó de decir con una sonrisa mientras Grecia pensaba en como retorcerle el pescuezo de la forma más fácil.
—No te llevarás Arabís.
—Lo siento… solo hablo con el encargado —dijo para después ignorarla para fijar su atención en Kenet —Espero que haya tomado la decisión de hacerlo por las buenas.
Kenet lo miraba fijamente. Quería demostrarle que no lo intimidaba. El problema es que no había tomado una decisión y todo lo que los demás habían dicho era cierto. No podían intercambiar a Arabís como si fuera un objeto, pero si no lo hacían la colonia estaría en riesgo. Miraba de un lado a otro enfocando su vista en los demás miembros de la orden, como si tratara de comunicarse telepáticamente con ellos en busca de una solución que no fuera la que, al parecer, era la única. Luego de meditarlo detenidamente tomó una decisión. Abrió la boca para dejar salir sus palabras, pero fue interrumpido por Arabís.
—¡Hecho! —dijo —Pero con la condición de que después de que hagas lo que tengas que hacer me dejes volver con mi familia, claro, eso además de su silencio.
—¿Desde cuándo estás consiente? —la miró Meruem preguntando también por los demás.
—Desde la parte: ¿Por qué crees que ocurrió? —explicó —Pero ya, hagamos esto, yo voy con ustedes hasta las islas esas, hacen lo que tienen que hacer. Y después finjamos que nunca nos vimos, que nunca viste a las personas de la colonia y que nunca, jamás vinieron al bosque negro de Zairit.
—Arabís —le advirtió Kenet.
—Waoooo —dijo incrédulo Meruem —Que altanera te has puesto en tan poco tiempo… ya te dije que hablo con los adultos… niña. No estás en posición para decidir.
—O cuanto lo siento —dijo Arabís con ironía—¿Creíste que estaba hablando contigo? Pues ¿qué crees? Estaba hablando con tu JEFE zopenco sirviente… el príncipe Koner —este la fulminó con la mirada.
—¿Enserio? Porque estaba seguro de que estabas hablando con Meruem —dijo Koner.
—Pues no. Entonces, ¿Qué dice?
—Pues….
—Arabís… no tienes que hacer esto. Encontraremos otra solución —le dijo Grecia.
—Tranquila tía —dijo mirándola con una sonrisa —Si se atreven a siquiera pensar en no cumplir el trato, los abandonare.
—¡Ja! Que miedo… mírame estoy temblando —bromeó Meruem
—Es bueno saberlo —lo miró —El Quetzalcóatl fue muy claro —eso cortó la risa de Meruem
—¿De qué hablas?
—Bueno… si no cumplían con lo dicho, se encargarían de hacerlos vagar en los bosques para siempre.
—Eso no es cierto. No pueden hacer eso —dijo Koner.
—Claro que pueden —Dijo muy segura —¿Por qué creen que no han podido salir del bosque negro?
—No llevamos mucho tiempo aquí—negó Meruem
—Me han dicho que llegaron al Puerto del oeste hace como tres meses. Que desde hay rodearon las Montañas Nevadas de Zetna, lograron cruzar el Bosque Profundo, pero que han estado dando vueltas en el Bosque Negro durante dos meses, cuando atravesarlo y llegar hasta Zolan solo tardaba un poco más de medio día.
—¿Quién te dijo esa mentira? —dijo Meruem y enseguida un pequeño ser del bosque parecido a un escarabajo le mordió la oreja —¡Ah! —gritó.
—Ellos me lo han dicho —sonrió —Y creo que no les gusta que los tomen por mentirosos.
—¿Quieres decir que los Quetzalcóatl nos han hecho dar vueltas todo este tiempo? —preguntó Koner.
—No. Solo digo que sin su ayuda no podrán salir y la única manera de que lo hagan es que yo, vaya con ustedes.
—Cuál es el punto de llevarte si son ellos los que nos van a ayudar. Tu solo serias peso muerto —se quejó Meruem
—De eso quería hablar —intervino Kenet —Las criaturas del bosque son las únicas que los ayudaran ¿Cierto? ¿Qué tiene que ver Arabís en todo esto? Simplemente que los guardianes vayan con ustedes y ya.
—La verdad es que podrían hacerlo. Pero según ellos tengo que ir para que así en cualquier momento puedan usarme para hablar con ellos. Seré algo así con su médium.
—¡Arabís es peligroso! — se negó su tía —Ya vistes que clase de monstruos hay afuera. Ellos no podrán protegerte.
—Qué quede claro —dijo Koner —Si solo hubiera aparecido la bestia habríamos ganado, todo se salió de nuestras manos cuando aparecieron las almas siniestras.
—Aun así, no pienso permitirlo.
—Tía Abuela—se acercó Arabís—Entiendo por qué haces todo esto, pero tengo que ir —sostuvo sus manos —Sé que, de seguro vivirás en una eterna angustia hasta que me veas entrar a la cueva. Pero si no lo hago, no solo nuestra colonia estará en peligro, lo estará todo el mundo. Te prometo algo ¿sí?... yo no pienso morir. Voy a cuidarme mucho, comeré bien, me abrigare, beberé la suficiente agua para no deshidratarme y haré que este par anden por el camino correcto por lo que evitaremos contratiempos —dijo mientras Grecia negaba y dejaba salir unas lágrimas —Ya veras, volveré y estaremos juntas de nuevo. Te lo prometo.
—No Arabís… tengo un mal presentimiento sobre esto. Además, hay…
—Abuela…
—Dejala ir Grecia —dijo Kenet —Esa chiquilla tiene tu sangre… y tus dotes. Además, no estará sola.
—Pienso lo mismo —dijo Lukia. Los demás asintieron.
—No puedo —sollozó la anciana. Lukia se acercó y la abrazo —Ella no debe ir.
—¡Está bien! —dijo Meruem desesperado —Cuanto drama hacen ustedes. Ya vámonos… Quiero llegar a Zolan antes de que anochezca —dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida.
—Eres un tonto. No puedo irme así. No tenemos comida y necesito mis cosas.
—¡Aquí están! —dijo Shaly llegando a la entrada de la cueva con dos bolsas: una con comida y la otra con ropa y las cosas de Arabís.
—¿Cómo lo hiciste tan rápido? —dijo Balzu sorprendido viendo como Shaly le daba una bolsa a Meruem y otra a Arabís.
—Desde que comenzaron a discutir sobre el trato, yo fui a preparar todo —Todos la miraron sin entender —Aceptémoslo, todos sabíamos que lo único que podíamos hacer era acceder y ya —todos comprendieron y volvieron a dirigir la vista a la anciana.
—Debes comprender Grecia —le habló Lukia a la anciana con voz dulce; levanto la vista y le hizo un gesto a Arabís para que se marchara. Ella miró a Kenet quien también hizo lo mismo; se acercó aún más a su abuela beso su mejilla, retrocedió y se alejó.
—Volveré tía. Lo prometo —se acercó a Kenet y lo abrazó como si de un padre se tratara, este permaneció inmóvil, no dijo nada, y ella solamente se alejó cuando lo liberó de su abrazó. Fue con Charlie e hizo el mismo gesto, solo que este si le correspondió —Cuida de mi tía, Charlie —susurró.
—Lo hare pequeña. Pero prométeme que estarás bien. Honestamente no me agrada esto.
—Claro —se separó de él y le sonrió. Los guardias abrieron lentamente las compuertas, asegurándose primero de que no estuviera el horrible monstruo afuera. La chica dio una mirada al resto de los presentes y les dedicó una triste sonrisa. Koner y Meruem emprendieron la marcha.
—Adiós a todos… volveré —les dijo la chica antes de voltearse y seguir a sus nuevos compañeros de viaje.
Día 1… El recorrido por el bosque fue placentero solo en ciertos puntos. No como una divertida excursión que de seguro practicaban los humanos mucho antes del Devastador, más bien como si fueses un loco aventurero que no le importa arriesgarse a nada. La verdad, lo único divertido de esto es la cantidad de criaturas amigables que se reúnen a mi alrededor cada cierto tiempo, sumado al indescriptible sentimiento de incertidumbre por lo desconocido. Por otro lado, mis compañeros de viaje son un poco distantes, apenas me miran, y solo lo hacen cuando no me escuchan o creen que les he perdido el rastro. Ciertamente se les ve algo nerviosos e impacientes, por supuesto es mi opinión personal, si les preguntara qué les sucede me ignorarían por completo y seguirían adelante; supongo que es normal, después de todo, están en un oscuro bosque lleno de secretos y bestias extrañas. C
Una sombra se deslizaba por los más oscuros callejones de la gran ciudad de Zolan. Cada cierto tiempo miraba a sus espaldas para evitar que alguien conocido lo viera o en caso de le estuvieran siguiendo. Llevaba una máscara negra que ocultaba su rostro por completo y una capa que lo encubría y protegía del frío. Los primeros copos de nieve de esa noche apenas comenzaban a caer, hacía más de dos horas que el sol se había ocultado y ya las calles comenzaban a estar desiertas.Anduvo por más de veinte minutos entre la oscuridad para después doblar a la izquierda una última vez, hasta encontrarse con otro sujeto de similar apariencia.—¿Qué tal te ha ido? —le preguntó en cuanto se detuvo frente de él.—Apenas he podido conseguir algo de información nueva, nada que no sepamos —respondió.—¿Sigue teniendo la
Koner volvió casi al amanecer, por fin podía darse un respiro. Últimamente estaba algo estresado, con todo eso de la misión y que ahora también, tenían que aguantar a Arabís, había estado contra la espada y la pared. Lo mejor sería resolver todo este asunto lo más rápido posible, en pocas horas partirían desde el puerto del Este de Caltum, tomarían un barco y partirían hacia Elune. Al menos ya estarían más cerca de las Islas de Mortu. Entró en su habitación y lo primero que notó fue que la carta que le había dejado a Meruem ya no estaba, lo que significaba que había ido a buscarlo y que posiblemente hubiera salido. Sospechando de que tal vez haya hecho alguna locura, se dirigió a su cuarto. Al entrar, comprobó que, efectivamente
Koner y compañía se acercaban alertas a la extraña vivienda, precavidos, miraban en totas las direcciones esperando cualquier cosa. Cuando estaban a unos cuantos metros de llegar, Koner escuchó un sonido débil pero muy parecido a un grito.—Silencio —susurró y se detuvo en el camino para tratar de oírlo otra vez.—¡Ayudaaaaa! —escuchó muy bajo —¡Auxiliooooo! ¡Alguien!—¡Es Arabís! —se dijo más para sí que para los otros. Corrió hasta la parte trasera de la cabaña de donde se oían los gritos, encontrándose con una extraña pared de metal —¡Arabís! ¡Arabís!Arabís escuchó los gritos de Koner fuera de aquella calurosa habitación, miró a Meruem y este le sonrió alegre —¡Koner! ¡Aquí! ¡Kone
Arabís corría entre los arboles con mucha rapidez y agilidad. Al salir de aquel lugar, se había encontrado con la sorpresa de que afuera estaban cuatro guardias peleando contra un Wendigo. No se detuvo a ayudar, pero en cuanto regresara lo haría. Había pensado en seguir el plan de Meruem pero se negó a hacerlo en cuanto notó que sería imposible no ser vista por la bruja. Así que trataría de buscar ayuda en el bosque, estaba segura de los pequeños guardianes del bosque y los Quetzalcóatl vendrían en su ayuda.—¡Hola! ¡Guardianes! ¿Dónde están? ¡necesitamos su ayuda!... Vamos —dijo a la nada —¡No pueden dejarnos así! Esa mujer jugó sucio… envenenó a Meruem Nada apareció, y nadie parecía querer a ayudarla. Recordó que Grecia una vez le dijo, que los seres que
Meruem se dejó caer completamente en el suelo de manera relajada después de ver como aquella mujer se desintegraba, en un gesto de agradecimiento alzó con mucho esfuerzo sus manos al cielo con sus pulgares en alto —¡Eso es!—¡Si! —dijo Arabís con una extraña emoción en el pecho —¡Meruem ya está!—Si… ya me di de cuenta… haz servido para algo.—Alguien volvió a ser el mismo —se cruzó Arabís de brazos —Deberías alegrarte.—No sé si se te ha olvidado… pero estoy muy ¡mal!Arabís recordó que el chico había sido envenenado así que le hizo un gesto a Aduck para que le ayudara a levantar a Meruem, este se negó a prestar su apoyo ya que prefería ayudar a un Koner que se encontraba entre la conciencia e inconciencia.—Koner
Habían pasado los dos días a la espera del próximo barco que saliera hacia Entur. Koner y Meruem estaban completamente recuperados y Arabís había aprendido de Talía sobre algunas cosas, como lo eran los venenos y primeros auxilios. Ya para partir, habían empacado provisiones para el viaje, también vendas y varios frascos de antídotos, solo por si acaso.Meruem esta vez se había asegurado de comprarle a la chica, ropa más abrigadora y una capa para ella sola, además de un par de pequeñas dagas para que por lo menos tuviera con que defenderse, por supuesto, ya en el barco tendría tiempo de enseñarle cómo usarlas.—Muchas gracias Talía... Por todo —dijo una Arabís vestida con sus nuevas prendas —Te agradezco que me hayas enseñado todo a pesar de que fuese una humana.—Necesitaras saber cómo defenderte an
Koner se encontraba recorriendo con frenesí los desastrosos pasillos del navío, desde que comenzó el ataque había ido en búsqueda de Meruem a el camarote, pero se había encontrado con que este estaba todo destrozado y sin la presencia del soldado y Arabís; maldijo sin evitarlo y dio la vuelta para tratar de encontrarlos. Rogaba que las criaturas marinas no se hubieran devorado a sus compañeros mientras se desplazaba por ese laberinto con gritos, sonidos metálicos y uno que otro ataque sorpresivo de una sirena. Llegó hasta el comedor y se sorprendió ver a tantas criaturas juntas buscando refugio con tres sujetos resguardando la puerta. Uno de ellos tenía una extraña marca blanca en la cara y el otro era un poco más bajo y delgado que este.—¡No ataquen! No es una sirena —habló el de la mancha —¿Cómo está la situación afuer