MadisonHan pasado varios días desde que vino esa insufrible reportera a mi casa. Para mi desgracia, le había dicho a otras personas, porque al día siguiente, se llenó la granja de reporteros. Mi padre tuvo que sacarlos a escopetazos al cielo para que nos dejasen en paz.Después de eso las cosas se volvieron un poco más tranquilas, sin embargo, no había podido salir, porque cuando me veían en la calle, enseguida me caían encima con fotografías y micrófonos buscando que diera alguna declaración.Afortunadamente no conocían a Liam, así que él se ha encargado desde entonces de salir a conseguir lo necesario. Le han dado un trabajo en la capital de medio tiempo como técnico en una tienda de electrodomésticos, ya que tiene conocimientos sobre ello.Mi padre se ha encargado de llevar a Caleb al colegio, y en cuanto a mí, pues yo me siento como una prisionera. Quizá este es mi castigo por todas las cosas que hice.Esta tarde mi padre llega con Caleb de la mano, le ofrezco el almuerzo pero él
AlecCaleb tiene mucho que contar. Después de mandar a la cocinera a hacer algunas galletas para él, se sienta a la mesa en el jardín. Yo me quedo frente a él, mientras se llena la boca con la golosina. Se ve particularmente adorable, su inocencia me hace creer que todavía queda algo de bondad en este mundo podrido.—Entonces, ¿por qué crees que tu madre me extraña?—Ella no se ha dado cuenta, pero en las noches, se sale a la sala y se queda en el sillón hasta que se queda dormida. En sueños dice su nombre.—¿Mi nombre?—Ajam —afirma con la cabeza, al tiempo que menea los pies de un lado a otro.—Pero eso no significa que ella me quiera. Quizá son pesadillas.—No, yo la conozco. Ella cree que no me doy cuenta de las cosas, pero sí lo noto.Abro los ojos con sorpresa, la verdad es que no me esperé que un niño de siete años tuviera tal capacidad de percibir las emociones de su madre; aunque, pensándolo bien, tiene bastante lógica.—Si sabes todo esto, ¿por qué no hablaste con ella en lu
MadisonVolver a ver a Alec solo hizo que todo lo que he intentado sepultar en mi interior resurja con más fuerza que antes.Todavía no puedo creer que Caleb haya ido a buscarlo pensando que era lo mejor para mí. Parece que mis sospechas sobre que se había dado cuenta de mis trasnochos pensando en Alec, eran acertadas. Tengo suerte de tener un hijo tan lindo y considerado, y de que haya sido lo suficientemente prudente como para decirle a Liam que se había escapado para pedirle a “el señor Farfarchil” que le devolviera el trabajo a su mamá.A pesar de esa mentirilla, a Liam no le hace nada de gracia saber todas las cosas que Alec había hecho por él. Al final he tenido que contárselo todo, y por supuesto, eso le incomoda sobremanera. En especial ahora que le acabo de decir que él había ido al día de “lleva a tu papá al colegio”.—No entiendo por qué tuvo que buscarlo —dice haciendo un puchero cual niño chiquito.—Entiende, en su pequeña cabecita eso era lo más adecuado. Él se negó rotu
Alec Me ha sido imposible sacar a Madison de mi cabeza, no importa lo que haga. No puedo dejar de pensar en ella y el encuentro con su prometido. No paso por alto que noté ese gran anillo en su dedo. Al parecer, la pedida de mano va muy en serio. Tenía la esperanza de que la visita de su hijo la hiciera reflexionar, quizá pensar qué es lo que en verdad quiere, sin embargo, ya han pasado un par de días desde ese encuentro y no ha sucedido nada. Creo que es mejor que abandone mis esperanzas y me concentre en resolver mi futuro. —¡Alec! —llama mi abuelo, que está sentado a mi lado mientras hablamos con el abogado. —¿Ah? —Te preguntó si piensas hacer algo al respecto con los directivos de la empresa. Cuando la recuperemos, podríamos cambiar a todos los que nos traicionaron, empezando por Leone. —Ah, sí, por supuesto. —En cuanto a las exigencias que ella mandó con sus abogados, ¿qué respondo? —pregunta Viktor. —Nada todavía, hazle largas, no sé, retrásalos todo lo posible —dice mi a
MadisonCasi sin darme cuenta, ya solo quedan dos semanas y media para mi boda. El mes ha pasado tan rápido que ni siquiera lo he notado. Solo cuando mi padre me recuerda que no he ido a ver lo de mi vestido de novia, caigo en cuenta de que el tiempo se me agota a cada segundo que pasa.Liam y yo habíamos escogido casarnos el veintinueve de diciembre.Es una fecha extraña, no muchos se casan faltando dos días para que acabe el año. Sin embargo, no me desagrada la idea de que sea ese día.Hace tanto que no sé nada de Alec. Hay días en los que la curiosidad me impulsa a querer hablarle, escribirle un mensaje si quiera; o al menos, preguntarle a Patrick sobre su estado, pero al final me contengo de hacerlo porque sé que no es lo correcto.Los comentarios sobre mí y la supuesta infidelidad no han parado. Eso me ha impedido encontrar trabajo, nadie quiere contratar a la enfermera de poca ética que se mete con sus pacientes en relaciones más allá de lo profesional.Al final, estoy empezando
AlecEn mi vida antes del accidente había visitado muchos lugares, pero ninguno tan bello como Suiza. Estar aquí es como haberse transportado a un lugar de fantasía.Patrick se baja del avión a mi lado y queda igual de maravillado que yo observando semejante paisaje.Un viento helado provoca que ambos nos estremezcamos de frío.—¡Este lugar es increíble! —exclama.—Lo es —reconozco.Estoy a miles de kilómetros de distancia de mi hogar, de Texas. Todo es tan diferente que no me lo puedo creer, sin embargo, a pesar de encontrarme en un lugar en sueño y estar tan lejos, mis pensamientos y mi corazón siguen allá. Con Madison.No dejo de preguntarme qué será de ella, qué estará haciendo en este preciso momento.En el aeropuerto, nos recibe un hombre que dice ser el ayudante del doctor Grégoire Bloch. Tomamos un taxi ahí mismo que nos lleva hasta el hospital.El lugar es inmenso y bastante moderno. Había escuchado antes de lo muy avanzados en tecnología que se encuentran en el país, pero es
MadisonEl edificio de la firma de abogados es imponente. Todas las personas aquí llevan trajes caros y van vestidos de etiqueta. Una vez más, me recuerda a cuando me sentí fuera de lugar en la fiesta de beneficencia de aquella noche.Llego hasta el piso que me indicó el abuelo de Alec y toco la puerta con el nombre de “Abg. V. Turner”.Trago en seco y espero pacientemente a que me reciban. Quien abre la puerta es el señor Thomas. Detrás del escritorio se encuentra el hombre que imagino, es el dueño de ese nombre que se encuentra en la puerta.Un señor de mediana edad, quizá tendrá algunos cuarenta años. Muy bien vestido y con una mirada imponente, de esas que siempre tienen los abogados. Lleva unos lentes delgados sobre el puente de su nariz.Se queda mirándome fijo y luego me sonríe.—Gracias por venir tan pronto, Madison. Espero no haberte sacado de nada importante —saluda el abuelo.—No, descuide, no hay problema.—Él es el abogado de Alec, Viktor Turner.—Un gusto —le digo estrec
Alec Hace dos días que me hicieron la cirugía para volver a caminar, y todavía no me puedo creer lo rápido que va en tratamiento. Cuando la doctora Jocelyn dijo que vería resultados en poco tiempo, no pensé que se refiriese a horas después. Gracias al dispositivo que me implantaron en la columna, he podido volver a mover mis piernas, mis pies, básicamente, todo. La felicidad que embarga mi pecho es tan grande que siento que voy a llorar a cada segundo que intento moverme. Estos dos días Patrick ha estado levantándose a mi lado todas las mañanas para ayudarme con la rehabilitación, mientras sigo bajo la estricta vigilancia médica de la doctora. No quiere que mi cuerpo vaya a rechazar el dispositivo, además, debe cerciorarse de que todo vaya bien. Al abrir los ojos con los rayos del sol entrando por la ventana, temo que todo sea solo un sueño, uno del que deberé despertar pronto. Miro hacia afuera y comprendo que no es así, ahí está el hermoso paisaje de Suiza dándome la sensación d