El aire olía a tierra húmeda y ceniza; la luna llena fría e impasible proyectaba su luz sobre el claro, bañando con su resplandor el cuerpo inerte que yacía en el suelo. La sangre se filtraba entre las grietas de la tierra, oscura y espesa, formando un río silencioso que se mezclaba con las sombras de la noche.
Aysel no podía moverse, sus piernas temblaban, su respiración era errática, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho como si quisiera desgarrarle las costillas y sus ojos estaban fijos en la figura que nunca pensó ver así: su padre, el alfa, el hombre que la había criado con tanto amor y preparado para ser su sucesora, para ser fuerte, para proteger a la manada. Ahora, yacía sin vida frente a ella, con el pecho atravesado por un arma que jamás debió ser usada en su contra.
La reliquia.
Forjada para su linaje, un arma que solo la sangre del alfa podía empuñar.
La noche se rompió con un aullido de dolor. Uno que no provenía de ella.
—¿Qué has hecho?
La voz de su pareja destinada llegó a ella con un tono gélido, teñido de rabia y decepción. Aysel alzó la mirada, su visión borrosa por las lágrimas, y lo vio dar un paso hacia atrás, alejándose de ella como si fuera un monstruo.
—No… —Su voz salió apenas como un susurro.
Pero la acusación ya había sido lanzada.
Los murmullos comenzaron a extenderse como el fuego en un bosque seco y las miradas cargadas de ira la atravesaron como dagas, las voces de las personas que antes la alagaban ahora escupían desprecio. Alguien gruñó, otro escupió a sus pies, un rugido de furia se alzó entre la multitud, y antes de que pudiera reaccionar, unas manos brutales la sujetaron.
El primer golpe la dejó sin aliento.
El segundo la hizo doblarse de dolor.
El tercero la llevó al suelo.
—¡Asesina! —bramó alguien.
La palabra se extendió como un eco maldito, convirtiéndose en una sentencia; intentó hablar, intentó explicar, pero su voz fue ahogada por la furia de su manada. Fue arrastrada lejos del cuerpo de su padre, sus uñas arañando la tierra, su mente luchando por comprender.
¿Cómo había sucedido todo tan rápido?
¿Cómo podía su manada, su familia, traicionarla sin dudar?
Entonces, entre la multitud, vio sus rostros: su pareja, de pie junto a esa otra mujer, la miraba con algo más que ira, había satisfacción y burla oculta en su expresión y en los labios de su amante, una sonrisa cruel.
El peso de la verdad cayó sobre ella como una piedra.
Esto no había sido un error, había sido planeado.
El día en que debía ser nombrada alfa, se convirtió en una prisionera.
El día en que debía ser celebrada, fue condenada a muerte.
Y mientras la luna brillaba impasible sobre su desgracia, Aysel lo entendió: su historia no terminaba esa noche.
No.
Era solo el principio.
Hola, esta historia es para el concurso "La Venganza de la Luna" asi que deseenme suerte.
Aysel DravenCaminaba por el bosque admirando lo vivaz que se veía bajo la luz de la luna, las hojas crujían bajo mis pies descalzos, la brisa de la noche acariciaba mi piel y el sonido de los grillos se mezclaba con los aullidos lejanos de la manada. Este era mi hogar, el territorio donde había nacido, donde había corrido siendo solo una niña, donde algún día tomaría el lugar de mi padre como alfa.—Te encontré mi cachorrita.La voz profunda y cálida de mi padre me sacó de mis pensamientos; giré sobre mis talones y lo vi acercarse con una sonrisa en los labios, sus ojos oscuros reflejando la luz de la luna, sin duda alguna Raiden Draven era un hombre imponente, poderosa aura de alfa que intimidaría a cualquiera, pero para mí siempre sería mi refugio, mi guía, la única persona que jamás me fallaría.—No me estabas buscando —respondí con diversión.—Oh, claro que sí, tu ausencia en la casa era demasiado obvia no sentía el calor de mi pequeño rayo de sol —. Rodé los ojos al escuchar ese
Dos días después al finalizar mis sesiones de entrenamiento papá me hizo una señal para que lo acompañara al claro en el corazón del bosque. La escasa luz del sol de la tarde alumbraba las copas de los árboles, mire a papá mientras caminaba a su lado, pero sus ojos no reflejaban la tranquilidad que siempre había en ellos, sino que esta vez había mucha seriedad en su expresión, una preocupación que solo veía cuando se trataba de la manada o de mí.—¿Qué pasa, papá? —pregunté, siguiéndolo sin hacer ruido.Él se detuvo frente a un antiguo roble, uno que había sido testigo de generaciones de alfas, de ceremonias de nombramiento y de juramentos de lealtad a la manada. El mismo árbol que había presenciado la primera vez que pude cambiar a mi forma lobuna y conocí finalmente a Alora, mi hermosa loba blanca de ojos color fuego iguales a los míos, pero aún más impactantes.Me miró con una expresión que no pude entender de inmediato pesar de su apariencia severa, siempre había sido abierto conm
La conversación con mi padre había terminado, pero las palabras que me había dicho seguían resonando en mi mente, no era la primera vez que me decía algo así para que yo lo dedujera, pero esta vez por más que le daba vueltas no entendía lo que me quiso decir, a menos que fuera que si las cosas se ponían feas huyera, pero papá no crio a una cobarde así que no creo que haya sido eso.Igual aun no podía creer que me había dado su bendición, que me había elegido, me había confiado la manada, y ahora tenía que ser lo que él pensaba que podía ser: la líder que ellos necesitaban.Disfrute del viento acariciándome el rostro mientras caminaba hacia la casa donde Kai estaba esperando, su figura alta y fuerte me capturó completamente.Aun no podía creer que fuera de las pocas afortunadas que encontraban a su pareja poco después de haberse transformado, conocía a Kai desde que éramos niños pues su padre al ser el guerrero principal de la manada estaba mucho tiempo en nuestra casa y siempre lo lle
El viento soplaba con más fuerza esa tarde mientras arreglábamos los últimos detalles para dar la noticia a la manada mañana por la mañana. Habíamos convocado a la manada a la plaza principal para anunciar oficialmente mi nombramiento como alfa y el día en que se llevaría a cabo la ceremonia, nadie fuera del círculo íntimo de mi padre sabía de la decisión tomada aún. La manada todavía era ajena a todo, esperaban que la tradición se siguiera, que el liderazgo fuera entregado de acuerdo a lo que siempre había sido.Mi padre había querido que fuera un evento privado, una transición suave, para evitar las dudas y la controversia que siempre surgían cuando el liderazgo cambiaba. Para los ojos de la manada, debía ser un día como cualquier otro, pero para mí ese día representaba una nueva vida, una nueva responsabilidad que me emocionaba y a la vez me asustaba aceptar.Mientras estamos en la última reunión, mi mente volvía una y otra vez a la conversación con Kai, a la forma en que me había
La noche llegó con una calma inquietante después de salir de la casa de mi padre, como si el mundo supiera que algo iba a suceder y decidiera quedarse en silencio. Todo estaba listo para el anuncio de mañana.La emoción que sentía por asumir mi lugar en la manada se veía empañada por una sensación de fatalidad, como si algo estuviera a punto de pasar, algo que no podía identificar pero que me inquietaba cada vez más.Caminé por la manada tratando de despejar mi mente tenía envuelta en las palabras de mi padre, mi corazón lleno de la presión de lo que estaba por venir, sabía que tenía que tomar una decisión con respecto a Kai y aunque lo amaba mucho sabia que debía amarme mas a mi misma, por eso cuando iba llegando a los límites del bosque decidí volver y hablar con mi padre para aclara algunas dudas que me habían surgido.Cuando llegué de nuevo a la casa fui directo a buscarlo a su habitación, pero no estaba ahí así que fui a su despacho, cuando llegué tampoco estaba ahí, pero la luz
La oscuridad se cernía sobre mí como algo sofocante, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que me arrastraron a las mazmorras, todo mi cuerpo dolía, cada músculo, cada hueso, cada rincón de mi cuerpo estaba maltratado por la brutalidad de los golpes que recibí. Sentía la sangre seca y el rostro completamente hinchado, el sabor metálico de la sangre estaba impregnando mi boca provocándome nauseas. El suelo de piedra bajo mi cuerpo estaba frío pero el ardor en mis heridas lo superaba, no sabía cuánto tiempo estaría aquí encerrada pero la desesperación crecía con cada segundo que transcurría.Los recuerdos de la noche anterior volvían una y otra vez a mi mente atormentándome e incrementando cada vez más el dolor en mi pecho; en la oscuridad no podía evitar traer nuevamente la imagen del cuerpo de mi padre inerte en el suelo con la daga clavada en su pecho, a la multitud enfurecida, los golpes y la traición de Kai, cada imagen era un puñal nuevo que se hundía en mi alm
Perdí completamente la noción del tiempo, no sabía si habían pasado horas, días o semanas, solo sabía que el sufrimiento no cesaba.Cada día traía nuevas torturas, a veces eran golpes otras eran cortes precisos que se aseguraban de que el dolor persistiera sin matarme y muchas otras era la privación de comida y agua, dejando mi cuerpo al borde del colapso.Pero lo peor era la humillación eran las que me daban Kai y Lowri, ellos se aseguraban de destruirme de todas las formas posibles; se reían, me hablaban como si fuera un animal, me recordaban una y otra vez lo sola que estaba y lo mucho que me odiaban.La oscuridad de la celda era completamente absoluta, y ni mi vista me podía ayudar a ver en medio de ella porque no se que le habían hecho a Alora, pero no había podido sentirla ni comunicarme con ella, por eso mismo mi cuerpo estaba totalmente cub