La Elegida Caída
La Elegida Caída
Por: Lu Maleony
Preludio

El aire olía a tierra húmeda y ceniza; la luna llena fría e impasible proyectaba su luz sobre el claro, bañando con su resplandor el cuerpo inerte que yacía en el suelo. La sangre se filtraba entre las grietas de la tierra, oscura y espesa, formando un río silencioso que se mezclaba con las sombras de la noche.

Aysel no podía moverse, sus piernas temblaban, su respiración era errática, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho como si quisiera desgarrarle las costillas y sus ojos estaban fijos en la figura que nunca pensó ver así: su padre, el alfa, el hombre que la había criado con tanto amor y preparado para ser su sucesora, para ser fuerte, para proteger a la manada. Ahora, yacía sin vida frente a ella, con el pecho atravesado por un arma que jamás debió ser usada en su contra.

La reliquia.

Forjada para su linaje, un arma que solo la sangre del alfa podía empuñar.

La noche se rompió con un aullido de dolor. Uno que no provenía de ella.

—¿Qué has hecho?

La voz de su pareja destinada llegó a ella con un tono gélido, teñido de rabia y decepción. Aysel alzó la mirada, su visión borrosa por las lágrimas, y lo vio dar un paso hacia atrás, alejándose de ella como si fuera un monstruo.

—No… —Su voz salió apenas como un susurro.

Pero la acusación ya había sido lanzada.

Los murmullos comenzaron a extenderse como el fuego en un bosque seco y las miradas cargadas de ira la atravesaron como dagas, las voces de las personas que antes la alagaban ahora escupían desprecio. Alguien gruñó, otro escupió a sus pies, un rugido de furia se alzó entre la multitud, y antes de que pudiera reaccionar, unas manos brutales la sujetaron.

El primer golpe la dejó sin aliento.

El segundo la hizo doblarse de dolor.

El tercero la llevó al suelo.

—¡Asesina! —bramó alguien.

La palabra se extendió como un eco maldito, convirtiéndose en una sentencia; intentó hablar, intentó explicar, pero su voz fue ahogada por la furia de su manada. Fue arrastrada lejos del cuerpo de su padre, sus uñas arañando la tierra, su mente luchando por comprender.

¿Cómo había sucedido todo tan rápido?

¿Cómo podía su manada, su familia, traicionarla sin dudar?

Entonces, entre la multitud, vio sus rostros: su pareja, de pie junto a esa otra mujer, la miraba con algo más que ira, había satisfacción y burla oculta en su expresión y en los labios de su amante, una sonrisa cruel.

El peso de la verdad cayó sobre ella como una piedra.

Esto no había sido un error, había sido planeado.

El día en que debía ser nombrada alfa, se convirtió en una prisionera.

El día en que debía ser celebrada, fue condenada a muerte.

Y mientras la luna brillaba impasible sobre su desgracia, Aysel lo entendió: su historia no terminaba esa noche.

No.

Era solo el principio.

Hola, esta historia es para el concurso "La Venganza de la Luna" asi que deseenme suerte.

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