Capítulo 2

Dos días después al finalizar mis sesiones de entrenamiento papá me hizo una señal para que lo acompañara al claro en el corazón del bosque. La escasa luz del sol de la tarde alumbraba las copas de los árboles, mire a papá mientras caminaba a su lado, pero sus ojos no reflejaban la tranquilidad que siempre había en ellos, sino que esta vez había mucha seriedad en su expresión, una preocupación que solo veía cuando se trataba de la manada o de mí.

—¿Qué pasa, papá? —pregunté, siguiéndolo sin hacer ruido.

Él se detuvo frente a un antiguo roble, uno que había sido testigo de generaciones de alfas, de ceremonias de nombramiento y de juramentos de lealtad a la manada. El mismo árbol que había presenciado la primera vez que pude cambiar a mi forma lobuna y conocí finalmente a Alora, mi hermosa loba blanca de ojos color fuego iguales a los míos, pero aún más impactantes.

Me miró con una expresión que no pude entender de inmediato pesar de su apariencia severa, siempre había sido abierto conmigo y nunca me escondía nada, por eso se me hizo tan extraño no poder entender que ocurría con él.

—Hoy quiero hablarte de algo importante, Aysel. —Su voz era seria, pero a pesar de eso todavía tenia el cariño y la suavidad que siempre ha tenido conmigo.

Mi corazón dio un pequeño salto al imaginar cual era el motivo por el cual estamos aquí hoy ¿Era el momento de hablar del liderazgo? Siempre fui consciente de que algún día, debía tomar el lugar de mi padre, pero nunca me imaginé que fuera a ser tan pronto. Mi padre siempre había sido firme e inquebrantable y me había preparado para ese momento, pero nunca lo sentí tan real como hasta hoy.

—¿Qué sucede? —insistí, acercándome más tal vez estaba sacando conclusiones precipitadas y estaba equivocada.

Papá dio un paso atrás, cruzándose de brazos, un gesto tan característico de el que yo también tenía, su mirada se centró en algún punto lejano, como si buscara las palabras correctas para lo que iba a decir.

—La manada está en su mejor momento y te he preparado para esto durante años, te he visto crecer, aprender, y convertirte en la líder que la manada necesita. Este es tu momento de tomar el mando Aysel. —Su voz estaba llena de orgullo, pero había algo más, algo que no podía identificar—. Quiero que seas la nueva alfa.

Mis ojos se abrieron ligeramente y me detuve, procesando lo que acababa de decir ¿Estaba realmente diciéndome que ya había llegado mi momento? No podía ser tan fácil.

—¿Estás seguro? —pregunté, mi voz temblando un poco, no por miedo sino por la enormidad de la responsabilidad que eso implicaba.

Él asintió, sus ojos estaban fijos en mí mirándome con una mezcla de amor y seriedad.

—Lo he pensado mucho, he visto tu evolución, tu lealtad, tu fortaleza. La manada necesita a alguien como tú, alguien que no solo la guíe con fuerza, sino con corazón y te he entrenado para esto, hija mía, y ahora es tu turno de llevar el mando. — Las palabras de mi padre calaron hondo en mi pecho.

Sentí que literalmente el peso de la manada caía sobre mí, pero al mismo tiempo también tenía una sensación de honra y orgullo. Yo iba a ser la líder, mi padre, el alfa que había mantenido a la manada unida durante años, me había elegido a mí él en verdad me creía capaz de hacer esto; era el sueño que siempre había tenido.

—Papá… —dije, mi voz un poco más suave—. ¿Estás seguro de que es el momento? La manada… ¿está lista para este cambio? Nunca antes ha habido una mujer en el poder — mi voz sonó más insegura de lo que me permitía.

Papá me miró fijamente dándome esa mirada, tan llena de confianza que me hizo sentir que podía lograr cualquier cosa. Pero también había una tristeza en sus ojos, como si supiera que mis temores e inseguridades eran justificados y sin tener que decirlo sabíamos que este momento marcaría un antes y un después para ambos.

—La manada está lista, Aysel y yo confío en ti más que en nadie. Pero hay algo más que debes saber, algo que va más allá de tu nuevo liderazgo— Mi estómago se revolvió al escuchar esas palabras.

 Había algo en su tono que no me gustaba, lo conocía demasiado bien y sabía que había algo más que no me estaba diciendo.

—¿De qué estás hablando? —pregunté con un escalofrío recorriéndome.

Él respiró hondo como si estuviera tomando fuerza de algún lugar dentro de él y luego, con una mirada reconfortante continuó:

—No será fácil, sabes bien que las cosas están cambiando y hay fuerzas dentro y fuera de la manada que no quieren que esto suceda; hay personas que dudan de ti, que dudan de tus habilidades, de tu derecho y capacidad para liderar y debes estar preparada para lo que viene. —El aire se volvió denso, como si el propio bosque estuviera conteniendo la respiración.

¿Acaso él predecía algo que yo no podía ver? ¿Había alguien dispuesto a desafiar mi liderazgo antes de que comenzara siquiera? Conozco tan bien a mi papá que se que no me diría estas cosas por una simple corazonada, él sabia mas de lo que me estaba diciendo.

—¿Quiénes? —pregunté manteniendo la calma, aunque la preocupación se arremolinaba dentro de mí.

Él no respondió de inmediato, su mirada se perdió en las sombras del bosque, como si estuviera buscando algo o a alguien que no podía ver. Finalmente, sus ojos regresaron a los míos, pero ya no había la misma calidez que antes.

—Tu madre… —susurró, y su sola mención hizo que mi corazón diera un vuelco. Mi madre había muerto dando a luz a mi hermanito cuando yo era apenas una niña, ella y mi hermano a pesar de haber muerto aquel día eran figuras que siempre habían estado presentes en nuestras vidas, aunque papá casi no hablaba de ella—. Ella temía que llegara este día, sabía que la manada no siempre sería un lugar seguro, que tu puesto como alfa nunca sería tan fácil como lo fue para mí solo por el hecho de ser mujer. Y ahora hay quienes cuestionan si tú eres lo suficientemente fuerte para liderar tal y como lo hicieron con ella.

Mi madre fue la primera mujer alfa nacida en esta manada, pero antes de tomar el mando conoció a papá un alfa de otra manada y mi abuelo pensó que era mejor nombrarlo alfa a él y así unir las dos manadas y aunque no se equivocó se que mi mamá hubiera sido una excelente líder.

—No soy ella —dije con firmeza, tomando sus manos en las mías—No soy mi madre, soy yo y haré todo lo necesario para proteger a nuestra manada.

Él me miró con sus ojos brillando de orgullo y tristeza a la vez, sabía que, aunque no lo dijera temía por mí y a mí me mataba el corazón que sufriera por mi causa.

—Lo sé, hija y créeme que te admiro por ello, pero debes estar preparada para todo lo que venga. Este es solo el primer paso, pero el camino hacia la verdadera aceptación será largo.

El aire parecía haberse vuelto más denso, y por primera vez, sentí el peso de lo que estaba a punto de suceder, este no solo era un privilegio con el que llevaba años soñando; en realidad era una carga, una responsabilidad que traía consigo sacrificios que aún no podía comprender por completo.

—Lo haré, papá. Haré lo que sea necesario para mantener nuestra manada unida, por ti, por ella, por todos. —Mi padre sonrió, pero no era una sonrisa de alivio, sino una de aceptación.

La realidad de lo que estaba por suceder comenzaba a tomar forma ante mis ojos.

—Confío en ti, Aysel. Pero no quiero que olvides que incluso los alfas necesitan protegerse y esta batalla apenas comienza. — fue lo último que dijo antes de finalizar la conversación.

Nos quedamos allí, en el claro, sin decir más. Yo pensando en todo lo que quizás se avecinaba y él, quizás pensando en los sacrificios que ya se habían hecho, y los que aún nos esperaban.

La manada, mi puesto, mi futuro, todo dependía de lo que viniera ahora.

 Y no sabía si estaba realmente lista para enfrentar lo que el destino me tenía reservado

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP