Dos días después al finalizar mis sesiones de entrenamiento papá me hizo una señal para que lo acompañara al claro en el corazón del bosque. La escasa luz del sol de la tarde alumbraba las copas de los árboles, mire a papá mientras caminaba a su lado, pero sus ojos no reflejaban la tranquilidad que siempre había en ellos, sino que esta vez había mucha seriedad en su expresión, una preocupación que solo veía cuando se trataba de la manada o de mí.
—¿Qué pasa, papá? —pregunté, siguiéndolo sin hacer ruido.
Él se detuvo frente a un antiguo roble, uno que había sido testigo de generaciones de alfas, de ceremonias de nombramiento y de juramentos de lealtad a la manada. El mismo árbol que había presenciado la primera vez que pude cambiar a mi forma lobuna y conocí finalmente a Alora, mi hermosa loba blanca de ojos color fuego iguales a los míos, pero aún más impactantes.
Me miró con una expresión que no pude entender de inmediato pesar de su apariencia severa, siempre había sido abierto conmigo y nunca me escondía nada, por eso se me hizo tan extraño no poder entender que ocurría con él.
—Hoy quiero hablarte de algo importante, Aysel. —Su voz era seria, pero a pesar de eso todavía tenia el cariño y la suavidad que siempre ha tenido conmigo.
Mi corazón dio un pequeño salto al imaginar cual era el motivo por el cual estamos aquí hoy ¿Era el momento de hablar del liderazgo? Siempre fui consciente de que algún día, debía tomar el lugar de mi padre, pero nunca me imaginé que fuera a ser tan pronto. Mi padre siempre había sido firme e inquebrantable y me había preparado para ese momento, pero nunca lo sentí tan real como hasta hoy.
—¿Qué sucede? —insistí, acercándome más tal vez estaba sacando conclusiones precipitadas y estaba equivocada.
Papá dio un paso atrás, cruzándose de brazos, un gesto tan característico de el que yo también tenía, su mirada se centró en algún punto lejano, como si buscara las palabras correctas para lo que iba a decir.
—La manada está en su mejor momento y te he preparado para esto durante años, te he visto crecer, aprender, y convertirte en la líder que la manada necesita. Este es tu momento de tomar el mando Aysel. —Su voz estaba llena de orgullo, pero había algo más, algo que no podía identificar—. Quiero que seas la nueva alfa.
Mis ojos se abrieron ligeramente y me detuve, procesando lo que acababa de decir ¿Estaba realmente diciéndome que ya había llegado mi momento? No podía ser tan fácil.
—¿Estás seguro? —pregunté, mi voz temblando un poco, no por miedo sino por la enormidad de la responsabilidad que eso implicaba.
Él asintió, sus ojos estaban fijos en mí mirándome con una mezcla de amor y seriedad.
—Lo he pensado mucho, he visto tu evolución, tu lealtad, tu fortaleza. La manada necesita a alguien como tú, alguien que no solo la guíe con fuerza, sino con corazón y te he entrenado para esto, hija mía, y ahora es tu turno de llevar el mando. — Las palabras de mi padre calaron hondo en mi pecho.
Sentí que literalmente el peso de la manada caía sobre mí, pero al mismo tiempo también tenía una sensación de honra y orgullo. Yo iba a ser la líder, mi padre, el alfa que había mantenido a la manada unida durante años, me había elegido a mí él en verdad me creía capaz de hacer esto; era el sueño que siempre había tenido.
—Papá… —dije, mi voz un poco más suave—. ¿Estás seguro de que es el momento? La manada… ¿está lista para este cambio? Nunca antes ha habido una mujer en el poder — mi voz sonó más insegura de lo que me permitía.
Papá me miró fijamente dándome esa mirada, tan llena de confianza que me hizo sentir que podía lograr cualquier cosa. Pero también había una tristeza en sus ojos, como si supiera que mis temores e inseguridades eran justificados y sin tener que decirlo sabíamos que este momento marcaría un antes y un después para ambos.
—La manada está lista, Aysel y yo confío en ti más que en nadie. Pero hay algo más que debes saber, algo que va más allá de tu nuevo liderazgo— Mi estómago se revolvió al escuchar esas palabras.
Había algo en su tono que no me gustaba, lo conocía demasiado bien y sabía que había algo más que no me estaba diciendo.
—¿De qué estás hablando? —pregunté con un escalofrío recorriéndome.
Él respiró hondo como si estuviera tomando fuerza de algún lugar dentro de él y luego, con una mirada reconfortante continuó:
—No será fácil, sabes bien que las cosas están cambiando y hay fuerzas dentro y fuera de la manada que no quieren que esto suceda; hay personas que dudan de ti, que dudan de tus habilidades, de tu derecho y capacidad para liderar y debes estar preparada para lo que viene. —El aire se volvió denso, como si el propio bosque estuviera conteniendo la respiración.
¿Acaso él predecía algo que yo no podía ver? ¿Había alguien dispuesto a desafiar mi liderazgo antes de que comenzara siquiera? Conozco tan bien a mi papá que se que no me diría estas cosas por una simple corazonada, él sabia mas de lo que me estaba diciendo.
—¿Quiénes? —pregunté manteniendo la calma, aunque la preocupación se arremolinaba dentro de mí.
Él no respondió de inmediato, su mirada se perdió en las sombras del bosque, como si estuviera buscando algo o a alguien que no podía ver. Finalmente, sus ojos regresaron a los míos, pero ya no había la misma calidez que antes.
—Tu madre… —susurró, y su sola mención hizo que mi corazón diera un vuelco. Mi madre había muerto dando a luz a mi hermanito cuando yo era apenas una niña, ella y mi hermano a pesar de haber muerto aquel día eran figuras que siempre habían estado presentes en nuestras vidas, aunque papá casi no hablaba de ella—. Ella temía que llegara este día, sabía que la manada no siempre sería un lugar seguro, que tu puesto como alfa nunca sería tan fácil como lo fue para mí solo por el hecho de ser mujer. Y ahora hay quienes cuestionan si tú eres lo suficientemente fuerte para liderar tal y como lo hicieron con ella.
Mi madre fue la primera mujer alfa nacida en esta manada, pero antes de tomar el mando conoció a papá un alfa de otra manada y mi abuelo pensó que era mejor nombrarlo alfa a él y así unir las dos manadas y aunque no se equivocó se que mi mamá hubiera sido una excelente líder.
—No soy ella —dije con firmeza, tomando sus manos en las mías—No soy mi madre, soy yo y haré todo lo necesario para proteger a nuestra manada.
Él me miró con sus ojos brillando de orgullo y tristeza a la vez, sabía que, aunque no lo dijera temía por mí y a mí me mataba el corazón que sufriera por mi causa.
—Lo sé, hija y créeme que te admiro por ello, pero debes estar preparada para todo lo que venga. Este es solo el primer paso, pero el camino hacia la verdadera aceptación será largo.
El aire parecía haberse vuelto más denso, y por primera vez, sentí el peso de lo que estaba a punto de suceder, este no solo era un privilegio con el que llevaba años soñando; en realidad era una carga, una responsabilidad que traía consigo sacrificios que aún no podía comprender por completo.
—Lo haré, papá. Haré lo que sea necesario para mantener nuestra manada unida, por ti, por ella, por todos. —Mi padre sonrió, pero no era una sonrisa de alivio, sino una de aceptación.
La realidad de lo que estaba por suceder comenzaba a tomar forma ante mis ojos.
—Confío en ti, Aysel. Pero no quiero que olvides que incluso los alfas necesitan protegerse y esta batalla apenas comienza. — fue lo último que dijo antes de finalizar la conversación.
Nos quedamos allí, en el claro, sin decir más. Yo pensando en todo lo que quizás se avecinaba y él, quizás pensando en los sacrificios que ya se habían hecho, y los que aún nos esperaban.
La manada, mi puesto, mi futuro, todo dependía de lo que viniera ahora.
Y no sabía si estaba realmente lista para enfrentar lo que el destino me tenía reservado
La conversación con mi padre había terminado, pero las palabras que me había dicho seguían resonando en mi mente, no era la primera vez que me decía algo así para que yo lo dedujera, pero esta vez por más que le daba vueltas no entendía lo que me quiso decir, a menos que fuera que si las cosas se ponían feas huyera, pero papá no crio a una cobarde así que no creo que haya sido eso.Igual aun no podía creer que me había dado su bendición, que me había elegido, me había confiado la manada, y ahora tenía que ser lo que él pensaba que podía ser: la líder que ellos necesitaban.Disfrute del viento acariciándome el rostro mientras caminaba hacia la casa donde Kai estaba esperando, su figura alta y fuerte me capturó completamente.Aun no podía creer que fuera de las pocas afortunadas que encontraban a su pareja poco después de haberse transformado, conocía a Kai desde que éramos niños pues su padre al ser el guerrero principal de la manada estaba mucho tiempo en nuestra casa y siempre lo lle
El viento soplaba con más fuerza esa tarde mientras arreglábamos los últimos detalles para dar la noticia a la manada mañana por la mañana. Habíamos convocado a la manada a la plaza principal para anunciar oficialmente mi nombramiento como alfa y el día en que se llevaría a cabo la ceremonia, nadie fuera del círculo íntimo de mi padre sabía de la decisión tomada aún. La manada todavía era ajena a todo, esperaban que la tradición se siguiera, que el liderazgo fuera entregado de acuerdo a lo que siempre había sido.Mi padre había querido que fuera un evento privado, una transición suave, para evitar las dudas y la controversia que siempre surgían cuando el liderazgo cambiaba. Para los ojos de la manada, debía ser un día como cualquier otro, pero para mí ese día representaba una nueva vida, una nueva responsabilidad que me emocionaba y a la vez me asustaba aceptar.Mientras estamos en la última reunión, mi mente volvía una y otra vez a la conversación con Kai, a la forma en que me había
La noche llegó con una calma inquietante después de salir de la casa de mi padre, como si el mundo supiera que algo iba a suceder y decidiera quedarse en silencio. Todo estaba listo para el anuncio de mañana.La emoción que sentía por asumir mi lugar en la manada se veía empañada por una sensación de fatalidad, como si algo estuviera a punto de pasar, algo que no podía identificar pero que me inquietaba cada vez más.Caminé por la manada tratando de despejar mi mente tenía envuelta en las palabras de mi padre, mi corazón lleno de la presión de lo que estaba por venir, sabía que tenía que tomar una decisión con respecto a Kai y aunque lo amaba mucho sabia que debía amarme mas a mi misma, por eso cuando iba llegando a los límites del bosque decidí volver y hablar con mi padre para aclara algunas dudas que me habían surgido.Cuando llegué de nuevo a la casa fui directo a buscarlo a su habitación, pero no estaba ahí así que fui a su despacho, cuando llegué tampoco estaba ahí, pero la luz
La oscuridad se cernía sobre mí como algo sofocante, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que me arrastraron a las mazmorras, todo mi cuerpo dolía, cada músculo, cada hueso, cada rincón de mi cuerpo estaba maltratado por la brutalidad de los golpes que recibí. Sentía la sangre seca y el rostro completamente hinchado, el sabor metálico de la sangre estaba impregnando mi boca provocándome nauseas. El suelo de piedra bajo mi cuerpo estaba frío pero el ardor en mis heridas lo superaba, no sabía cuánto tiempo estaría aquí encerrada pero la desesperación crecía con cada segundo que transcurría.Los recuerdos de la noche anterior volvían una y otra vez a mi mente atormentándome e incrementando cada vez más el dolor en mi pecho; en la oscuridad no podía evitar traer nuevamente la imagen del cuerpo de mi padre inerte en el suelo con la daga clavada en su pecho, a la multitud enfurecida, los golpes y la traición de Kai, cada imagen era un puñal nuevo que se hundía en mi alm
Perdí completamente la noción del tiempo, no sabía si habían pasado horas, días o semanas, solo sabía que el sufrimiento no cesaba.Cada día traía nuevas torturas, a veces eran golpes otras eran cortes precisos que se aseguraban de que el dolor persistiera sin matarme y muchas otras era la privación de comida y agua, dejando mi cuerpo al borde del colapso.Pero lo peor era la humillación eran las que me daban Kai y Lowri, ellos se aseguraban de destruirme de todas las formas posibles; se reían, me hablaban como si fuera un animal, me recordaban una y otra vez lo sola que estaba y lo mucho que me odiaban.La oscuridad de la celda era completamente absoluta, y ni mi vista me podía ayudar a ver en medio de ella porque no se que le habían hecho a Alora, pero no había podido sentirla ni comunicarme con ella, por eso mismo mi cuerpo estaba totalmente cub
El aire olía a tierra húmeda y ceniza; la luna llena fría e impasible proyectaba su luz sobre el claro, bañando con su resplandor el cuerpo inerte que yacía en el suelo. La sangre se filtraba entre las grietas de la tierra, oscura y espesa, formando un río silencioso que se mezclaba con las sombras de la noche.Aysel no podía moverse, sus piernas temblaban, su respiración era errática, su corazón golpeaba con fuerza en su pecho como si quisiera desgarrarle las costillas y sus ojos estaban fijos en la figura que nunca pensó ver así: su padre, el alfa, el hombre que la había criado con tanto amor y preparado para ser su sucesora, para ser fuerte, para proteger a la manada. Ahora, yacía sin vida frente a ella, con el pecho atravesado por un arma que jamás debió ser usada en su contra.La reliquia.Forjada para su linaje, un arma que solo la sangre del alfa podía empuñar.La noche se rompió con un aullido de dolor. Uno que no provenía de ella.—¿Qué has hecho?La voz de su pareja destinad
Aysel DravenCaminaba por el bosque admirando lo vivaz que se veía bajo la luz de la luna, las hojas crujían bajo mis pies descalzos, la brisa de la noche acariciaba mi piel y el sonido de los grillos se mezclaba con los aullidos lejanos de la manada. Este era mi hogar, el territorio donde había nacido, donde había corrido siendo solo una niña, donde algún día tomaría el lugar de mi padre como alfa.—Te encontré mi cachorrita.La voz profunda y cálida de mi padre me sacó de mis pensamientos; giré sobre mis talones y lo vi acercarse con una sonrisa en los labios, sus ojos oscuros reflejando la luz de la luna, sin duda alguna Raiden Draven era un hombre imponente, poderosa aura de alfa que intimidaría a cualquiera, pero para mí siempre sería mi refugio, mi guía, la única persona que jamás me fallaría.—No me estabas buscando —respondí con diversión.—Oh, claro que sí, tu ausencia en la casa era demasiado obvia no sentía el calor de mi pequeño rayo de sol —. Rodé los ojos al escuchar ese