Capítulo 1

Aysel Draven

Caminaba por el bosque admirando lo vivaz que se veía bajo la luz de la luna, las hojas crujían bajo mis pies descalzos, la brisa de la noche acariciaba mi piel y el sonido de los grillos se mezclaba con los aullidos lejanos de la manada. Este era mi hogar, el territorio donde había nacido, donde había corrido siendo solo una niña, donde algún día tomaría el lugar de mi padre como alfa.

—Te encontré mi cachorrita.

La voz profunda y cálida de mi padre me sacó de mis pensamientos; giré sobre mis talones y lo vi acercarse con una sonrisa en los labios, sus ojos oscuros reflejando la luz de la luna, sin duda alguna Raiden Draven era un hombre imponente, poderosa aura de alfa que intimidaría a cualquiera, pero para mí siempre sería mi refugio, mi guía, la única persona que jamás me fallaría.

—No me estabas buscando —respondí con diversión.

—Oh, claro que sí, tu ausencia en la casa era demasiado obvia no sentía el calor de mi pequeño rayo de sol —. Rodé los ojos al escuchar ese apodo, pero ambos sabíamos que me encantaba que me dijera así; solté un suspiro exagerado antes de responder.

—Papá, tengo veintiún años, no necesitas vigilarme como si aún tuviera diez. — Alegué cruzándome de brazos.

Él también cruzó los brazos fingiendo una expresión severa.

—Eres mi hija, lo más preciado que tengo en esta vida y también eres la futura alfa de esta manada, siempre voy a vigilarte— Su tono era firme, pero lleno de orgullo y cariño.

 Sabía lo que significaba para él que yo heredara su puesto, para mí era una responsabilidad que pesaba sobre mí desde que tenía memoria, pero con él a mi lado, siempre se había sentido como algo natural, como parte de lo que yo estaba destinada a ser.

Me acerqué y apoyé la cabeza en su hombro.

—Te amo mucho papi — me acurruque aún más contra él.

—Y yo a ti cachorra, eres mi mayor orgullo —Sus brazos me envolvieron en un abrazo fuerte y protector.

 En su presencia me sentía segura y muy amada. No importaba que estuviera pasando en mi vida o si el mundo se derrumbaba a nuestro alrededor, porque mientras él estuviera aquí, todo estaría bien, él era mi lugar seguro para siempre.

Aunque lastimosamente nada dura para siempre.

—Aysel— La voz de Kai me sacó abruptamente de aquel momento.

Me separé de mi padre y miré en dirección al sonido. Kai salió de entre los árboles con su andar confiado y su sonrisa encantadora. Con su cabello oscuro y sus ojos intensos, era el tipo de hombre que atraía miradas sin esfuerzo y yo había sido una de las que no se habían podido resistir a sus encantos.

Llevábamos un año juntos, un año desde aquel día en que Alora, mi loba lo había identificado como mi compañero destinado, la diosa luna nos había unido para siempre y me había entregado completamente a él. Kai era fuerte, inteligente y siempre sabía qué decir para hacerme sonreír, me había enamorado de él sin reservas, confiando plenamente en la decisión de la luna.

—No quería interrumpir su momento familiar —dijo con una sonrisa ladeada—, pero tenía que venir a buscarte ya es muy tarde y puede ser peligroso.

Mi padre soltó un suspiro irritado.

—No es necesario que lo hagas Kai. Aysel sabe regresar sola y bien sabes que la manada es totalmente segura a cualquier hora— contradijo mi padre.

Mi pareja se encogió de hombros con un aire despreocupado.

—Lo sé, alfa, pero no puedo evitar preocuparme por ella, no podría vivir si algo le pasa a mi pequeña compañera. —  respondió y no me perdí el pequeño toque de burla que uso.

Mi padre le dedicó una mirada larga, como si intentara leerlo a como siempre lo hace. No era un secreto que, aunque respetaba a Kai y a nuestra relación aun no terminaba de aceptarlo completamente. Para él, la lealtad era lo más importante, y aunque Kai siempre se mostraba como el compañero perfecto él no confiaba en las apariencias.

—Entonces ya que estás aquí se útil llévala de regreso —dijo finalmente.

Kai asintió y me extendió la mano.

—Vamos a casa amor— antes de tomar su mano me acerqué de nuevo a mi papá y le di un último abrazo.

—Hasta mañana papi, te amo— dije antes de separarme de él.

*Nosotros también te amamos rayito* su voz combinada con la de Koa su lobo sonó en mi cabeza haciendo que sonriera.

Sin más tomé la mano de Kai sin dudar y le sonreí una última vez a mi padre antes de marcharnos. No vi la mirada que nos siguió mientras nos alejábamos, ni el susurro del viento que pareció susurrar una advertencia.

Si lo hubiera hecho, tal vez habría entendido que aquella sería una de las últimas veces que vería a mi padre con vida.

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