Ekatherine:No me había detenido a pensar en nada, en como me sentía o lo que pasaría, me había concentrado en hacer los preparativos de la boda, sería en una semana y se llevaría a cabo en Caltes, vendrían muchas personas a petición de mi suegra, la hermana de la Archiduquesa no podría tener menos que eso.Todos iban de un lado para otro limpiando y arreglando el enorme salón, por mi parte la ayudaba con el vestido de novia, la modista estaba haciendo un maravilloso trabajo en tiempo récord, aunque tenía mucha ventaja ya que mi hermana quería usar el vestido de nuestra madre, con algunos arreglos, así que no tardaría mucho.- ¿Estás segura? –la miro con atención, hablábamos sobre que quería hacer ese día, entrar en una silla de ruedas o esperar al novio sentada frente al altar.- Es la única vez que me casaré, no quiero que todos me recuerden así, ese día caminaré del brazo de papá –me sonríe apretando suave mi mano.- Esta bien, se hará como quieras, pero no te esfuerces demasiado,
Ekatherine: Todo había marchado bien, mi hermana había estado muy feliz y eso había sido todo lo que necesitaba para no sentirme como me sentía, porque a pesar de que amaba a Ambrose, quería a Edrick, había sido mi primer amor, mi compañero de aventuras y mi mejor amigo, habíamos planeado tantas cosas y al final, ambos terminamos unidos a otras personas. - Su alteza, le llegó correspondencia –susurra Emma nada más sentarme en la salita de la Duquesa, había salido a dar un pequeño paseo. Dejo mi sombrero y guantes a un lado antes de tomar las cartas, comienzo a revisarlas y la mayoría eran invitaciones a comer, merendar e incluso uno que otro baile, estaba decidida a botar todas para pedirle a las chicas que lo revisaran después, cuando un sobre llamó mi atención, reconocí el nombre, era el doctor que había atendido a Jelena hacia unos meses, le había vuelto a escribir esperando se pudiera hacer algo como la vez anterior, sin embargo, lo que contenía la carta, no lo esperaba. Estimad
Ekatherine:Sentía que todo me daba vueltas, todo era demasiado confuso, no sabía que sentimiento reinaba sobre mí, donde iniciaba el dolor y donde acababa la ira.Las voces las escuchaba lejanas, me dolía demasiado el corazón.- ¿Su Alteza?, ¿qué le pasa? –escucho gritar a Emma tras doblarme del dolor, sujeto mi vientre.- Llama al doctor, vamos –le ordena Edrick mientras me alza, siento que me lleva hasta una habitación, luego siento algo suave. Me encojo sintiendo mucho dolor, lloraba pensando en que quizás fue demasiado estrés para mi pobre bebé, rogaba al cielo que nada malo le sucediera.- Aquí esta –escucho la voz de Emma tras no sé cuantos minutos.- Salga señor Pemberton –escucho que le ordena el doctor, se acerca y comienza a revisarme, de manera vaga escucho que le da indicaciones a Emma, siento un pinchazo y después calma total.Ambrose:Había llegado del norte de Caltes tras revisar unos reportes de robo, el Marqués Faith había informado al Marqués Carl poco después de la
Ekatherine:Había despertado desorientada y asustada, por suerte Ambrose estaba a mi lado.- ¿Qué pasó? –lo miro angustiada, él acaricia suave mi cabello.- Tuviste una amenaza de aborto, de ahora en adelante, debes estar tranquila –comienzo a llorar bajito, sabía que lo había causado, sin duda había sido demasiado para mí.- Lo lamento –él me abraza y frota mi brazo negando.- No es tu culpa, Edrick ya me contó todo, no te preocupes por nada, deja esto en mis manos querida mía –asiento, en realidad no podía hacer más, quería estar bien para que mi bebé estuviera bien, perderlo me aterraba, lo amaba.Ambrose no me dijo que haría, durante una semana me quede en la casa de campo, no era buena idea irme a Caltes.Lo único que Emma había podido contarme es que mi madre y Jelena se habían ido al igual que Edrick, este había solicitado el divorcio y mi marido había hablado con mi padre para ponerlo al tanto, estaba por demás decir lo enojado que se sentía, había accedido a venderle todo a A
El tiempo restante del embarazo lo había pasado tranquila, su padre se había acercado a ella y de su madre y hermana, no había vuelto a saber mucho, salvo que su padre les daba una cantidad mensual a pesar de lo groseras que eran. Mi madre se había casado con aquel hombre, llevaban una vida austera, sólo sabía que Beatrice era feliz, Jelena era un caso aparte, no la aceptaban en ningún lado y terminó trabajando en una panadería. - ¿Te sientes bien querida? –la voz preocupada de Ambrose me saca de mis pensamientos. - Sí, no es nada –acaricio su mejilla, hoy era el bautizo de mi pequeña Rossline Marie Kareline Kerloff duquesa de Ainsworth, el nombre era en honor a la abuela de Ambrose y claro, a la mía. - Rose te llama, creo que se cansó de tanta atención –y por atención se refería a los mimos de sus abuelos, estaban encantados con ella, la adoraban, y no era para menos, había luchado por llegar a ese mundo. - Ya voy –termino de colocarme los aretes antes de salir del brazo de mi e
La joven Ekatherine Lizabetha Kerloff paseaba tranquila por los jardines de la mansión Kingston mientras leía la carta de su amado Edrick, soñaba con el día que el volvería de aquella guerra sin sentido y al fin, podría pedir su mano en matrimonio.- Milady ‒escucha decir a una de las sirvientas, dobla la carta y la devuelve al sobre, se gira a verla.- ¿Sí? ‒la joven parecía haber recorrido todo el lugar hasta encontrarla.- Su padre la llama ‒Ekatherine asiente, camina hacia la mansión, esperaba no le saliera de nuevo con el tema del matrimonio arreglado, porque ella no pensaba casarse igual que su madre, eso le había costado un distanciamiento con ella a nivel emocional, toda su vida, ella y su hermana habían sido criadas por institutrices, y ante la incapacidad de darle un hijo varón a su padre, su madre había optado por rendirse, y la entendía, no debía ser fácil después de tantos abortos, pero eso debió crear un lazo más fuerte con ambas, aunque agradecía que al menos a Jelena s
Ekatherine:Lo único que me mantenía de animo era la carta de mi querido Edrick, soñaba con el momento de su regreso, y aunque tenía un poco de miedo, estaba lista para ver las listas de las bajas que colocarían en la plaza, sabía que su nombre no estaría ahí, le había pedido a Dios que lo cuidase en todo momento, y él nunca me había quedado mal.Por la mañana me levanté más temprano que de costumbre, sabía bien que las listas no serían colocadas hasta después de las 10 de la mañana, pero eso no me había permitido dormir bien así que, por mi salud mental, iría de paseo a caballo.Cuando me doy cuenta la hora que es, comienzo el viaje hasta el pueblo, Gallego, mi caballo, mi fiel amigo; sortea cada obstáculo con maestría, nada más llegar bajo dando un salto, él era tan inteligente que camino hasta el abrevadero para tomar un poco de agua.Sin importarme las buenas costumbres, me abro paso entre la gente, escucho que me maldicen pero poco me importan, necesito cerciorarme que no está en
Ekatherine:Odiaba a tipos como él, podía ver sus intenciones a mil kilómetros, es por eso que aborrecía a los hombres de la alta sociedad, eran banales, poco inteligentes y se centraban en ellos mismos como si fuesen Dios o un ser perfecto al cual debían servirle, en todo caso, que buscasen una criada en lugar de una esposa. Me negaba de manera rotunda a esa vida, y sabía que con Edrick no la tendría, éramos iguales y era eso lo que me gustaba de él, yo era su igual.Tras dejar a Gallego con una buena paca, cepillado y listo para la siguiente aventura, vuelvo a la mansión y me dirijo al cuarto para bañarme, me cambio y bajo a desayunar, lo bueno de haber crecido con las criadas, es que había forjado un lazo con ellas, así que la cocinera me mimaba y sin importar la hora, me tenía listo el desayuno o cualquier comida que me hubiese saltado.- Mis favoritos ‒susurro al ver los panqueques con fresa y miel, me siento y comienzo a comer feliz, eso hasta que mi padre llega, dejo el tenedor