Un lujoso automóvil de color oscuro se estacionó frente a la propiedad, el representante del banco, muy seguro de que podría tratarse de un cliente potencial, con dinero más que de sobra, se acomodó la corbata para recibir al recién llegado.Un hombre joven, alto, elegante, atractivo, vestido con un traje de diseñador, se bajó de auto y mostrando una expresión llena de preocupación caminó apresurado hacia el sujeto del banco.—Buen día, disculpe… Busco a Isabella Sinclair. — Anunció extendiendo la mano.El sujeto del banco, estiró su mano para darle un apretón al extraño, mostrando una expresión llena de confusión.«¿Quién será este hombre? ¿No y que la muchacha estaba sola? Pues hasta donde yo sé, solo eran la madre y la hija… Y luego de la muerte de la madre, la muchacha no tenía a nadie más a quien recurrir» sopesaba el hombre del banco.«¿Podría ser…? ¿Será posible que la familia Sinclair de verdad estuviera involucrada con esta gentuza y ahora vendrían a extenderle una ayud
Máximo estaba furioso, no solo por las órdenes inconcebibles que le había dado su padre, sino que, además, lo había enviado a un absurdo viaje junto a una familia que toda la vida había sido su mayor competencia, los Sinclair.Pero las cosas no se quedarían así, si el grandioso Maximiliano Collins, su padre, pensaba que podía amenazarlo como si fuera un crío, estaba muy equivocado, pues pronto, Máximo se libraría de su autoridad.¿Qué lo dejaría sin herencia? ¿Qué lo desterraría de la familia? Eso ya no le importaría a Máximo, pues él tenía un plan, ya tenía hecha sus propias inversiones en el extranjero, nadie lo sabía, pero el muchacho ya estaba haciendo su pequeña fortuna particular.Dentro de poco tiempo, unos cinco años, quizás, cuando sus inversiones dieran frutos reales, que lo haría, Máximo se levantaría en contra de su padre y le diría sus cuatro verdades, sin embargo, mientras tanto, no le tocaba otro remedio que seguir con las órdenes de la mayor autoridad de la familia
Isabella se quedó pasmada, al tiempo que Máximo estiraba el manojo de dinero hacia ella.—Toma… — Resopló él.—¿Qué? — Isabella lo miró confundida.—Toma, algo de dinero. — Repitió muy serio, elevando una ceja.—No lo quiero. — Refutó ella de inmediato, retrocediendo.Aunque Isabella sí estaba necesitada de ese dinero, después de escuchar las palabras tan despectivas de Emily, el orgullo no le permitió recibirlo, le pareció humillante.—Señorita, recíbalo, es una compensación por el mal rato, estoy seguro de que le ayudará mucho. — Intervino el chófer con mucha modestia, inclinándose ligeramente frente a ella. — Mi jefe no la dejará irse, hasta que reciba algo por el contratiempo.Isabella miró avergonzada a Máximo, quien seguía con la considerable paca de billetes estirada hacia ella. ¿Qué ese hombre no la dejaría irse? Pues, parecía un hombre bastante severo y autoritario. —Bien… — Isabella tomó los billetes, bajando la mirada.Máximo se quedó un instante paralizad
El barco era imponente, jamás en su vida Isabella había visto algo así, con la boca abierta y algo temerosa, avanzó por la rampa hacia la entrada.Ella vislumbró un poco de todo el lujo del que estaría rodeada los próximos días, era impresionante, salones gigantes, decoración ostentosa, todo brillaba y había empleados por doquier.Al llegar al camarote, Isabella se quedó sin aliento, la habitación era igualmente impactante, casi del tamaño de su antigua casa.Isabella caminó detallando la salita que tenía en la entrada, un closet del tamaño de una habitación modesta, una cama enorme con una TV al frente que casi ocupaba toda una pared, un baño moderno y gigantesco.Era demasiado, todo eso era excesivo, Isabella se sintió llena de impotencia, si todo ese lujo era solo para un viaje familiar, ella no se quería ni imaginar, como eran las casas en las que vivían.¿Esa era la vida de su familia?, esa familia que vivía a manos llenas, al mismo tiempo que ella luchaba por sobrevivir.E
—¡¿Qué?!Se escuchó el resonante grito en todo el salón y todos vieron como Ricardo, el padre de Aiden se había levantado de su asiento.La expresión del hombre era una mezcla contradictoria entre sorpresa, furia e indignación.—¡¿Cómo qué le heredarás a uno de tus nietos?! ¡Madre, tu sucesor debería ser uno de tus hijos, Héctor o yo! — Siguió hablando Ricardo.—Mi sucesor será quien yo diga… Yo soy la cabeza de la familia y la decisión es solo mía. — Replicó Margaret con una voz llena de autoridad. — ¿Piensan contradecir la decisión de su madre?Ricardo apretó los labios en una línea y miró alrededor, todas las miradas estaban sobre él, con una mueca de disgusto volvió a su asiento, al tiempo que Héctor, su hermano, quien no había replicado nada, mostraba una expresión llena de incomodidad.—Bien… La decisión ya está tomada y todo está arreglado… Uno de mis nietos será quien herede la cabeza de la familia Sinclair y no solo eso… El elegido o elegida, tendrá que contraer mat
—No entiendo… ¿Cuál es el problema? ¿Por qué se armó tanto escándalo? — Indagó un poco Isabella, que iba tomada del brazo de Aiden, mientras caminaban lentamente hacia el camarote.—¿Qué?—Supongo que el hecho de que escojan a un heredero, no significa que los demás se vayan a quedar sin dinero ¿No? — Explicó Isabella.—No, por su puesto que no, pero hay mucho más en juego, prima…—¿Qué quieres decir?—Tú misma escuchaste lo que la abuela dijo “los escogidos, se convertirán en la cabeza más alta de la alta sociedad, prácticamente inalcanzables”, me imagino que tú no sabes mucho al respecto porque no has estado cerca de la familia, pero no se trata solo del dinero o de ser los más ricos. — Destaco Aiden.—¿Qué?—Nuestras familias, los Sinclair, así como los Collins y unas pocas familias más en el país, son dinastías, nuestros apellidos y fortunas se han mantenido a través del tiempo desde la época de la monarquía… — Isabella abrió los ojos con sorpresa. — Así es, prima,
Margaret estaba en su oficina, un espacio que había mandado a preparar dentro de su camarote. Ella revisaba, una vez más, cada uno de los expedientes que los investigadores le habían entregado con los detalles de la vida de sus nietos, cuando la puerta sonó.Ella guardó ordenadamente las carpetas de regreso a una gaveta con cerradura y se levantó para abrir. Eran sus hijos, Ricardo y Héctor.De inmediato, Margaret supuso que esta visita, a primera hora del día, no debía ser para saludarla y recuperar el tiempo perdido con su madre, pues las caras largas que traían sus hijos, lo decían todo.—Buen día, madre… — Ricardo se inclinó levemente.—Ya sé que no vienen para saludarme, Ricardo… — Margaret se dio la media vuelta, dejando la puerta de su habitación abierta para que sus hijos entren. — Así que lo mejor es que vayan al grano…—Es cierto, madre… — Héctor entro tras ella, seguido de Ricardo. — Nosotros, estamos aquí para hacerte entrar en razón…—¿En razón? — Margaret se gi
Aiden desplegaba una enorme sonrisa, al tiempo que Isabella abrió la boca con sorpresa.—¿Qué? ¡No! — Ella prácticamente lanzó la cartera de vuelta a las manos de Aiden y se dio la media vuelta, casi corriendo hacia el interior de su habitación. — No, no, no, ¡estás loco, definitivamente! Yo no pienso salir de aquí. — Isabella se cruzó de brazos, decidida.—¿Es en serio? ¿Te piensas quedar aquí encerrada durante todo el crucero? — Aiden caminó hacia ella, incrédulo.—Sí, aquí soy feliz, tengo todo lo que necesito y créeme, si pudiera, me quedaría aquí encerrada por el resto de mi vida. — Afirmó Isabella, con mucha seriedad.Aiden la miró por un segundo con una mezcla de sorpresa y tristeza, ¿qué le pudo haber pasado a esa chica como para que prefiriera encerrarse sola entre cuatro paredes, antes de salir a disfrutar por quince días de diversión ilimitada y gratuita?—No, ¿sabes qué? No estoy de acuerdo… — Él se acercó ceñudo.—¿Qué? — Isabella notó que Aiden le hablaba con