—¡Isaac! ¡Isaac! — Gritó Máximo lleno de frustración, pero el chofer ya había colgado.Máximo intentó llamar nuevamente, sin embargo, no fue posible, pues el tono indicaba que el aparato había sido apagado.—¡M@ldicion! — Gruñó Máximo golpeando el volante. — Esos desgraciados Sinclair, me la van a pagar.Murmuró Máximo pensando en lo que había escuchado y visto por la videollamada, con esa grabación sería más que suficiente para hundir a Héctor Sinclair por la muerte del padre de Isabella.En cuanto a Ricardo Sinclair, Máximo no lo vio aparecer en la escena, pero para Máximo, era seguro que también ese hombre estaría implicado.De inmediato, Máximo marcó el número de emergencias, recordando que Isaac dijo que había un olor a madera quemándose. Él todavía no sabía exactamente lo que estaba pasando, pero lo mejor era prevenir y llamar al ejército si era necesario.Por lo menos, él ya estaba muy cerca y en pocos minutos podría enfrentar a esos hombres, pero mientras tanto, rogaba
Todos se quedaron sorprendidos, Ricardo prácticamente se congeló por un momento.—Te lo advertí, desgraciado, infeliz… Te lo advertí y no me hiciste caso… — Gruñó Máximo empuñando el arma hacia Ricardo.—Yo… Señor… Eh… Collins… — Balbuceó Ricardo levantando las manos lentamente, tan sorprendido como asustado.—Heriste a mi esposa, me desobedeciste y vas a pagarlo muy caro… — Voceo Máximo sin dejar de mirarlo ceñudo.—Señor Collins… — Gimió Ricardo, tragando grueso, tembloroso, cerrando los ojos al notar la determinación de Máximo.—Max… — Musitó Isabella, acercándose a su esposo, al tiempo que le hablaba con un tono lleno de dulzura.—Ellos intentaron lastimarte… — Gruñó Máximo a Isabella, sin voltear a verla, pues él sabía que cedería apenas se encontrara con sus ojos.—Pero no lo hicieron, mírame, cielo… — Insistió Isabella, Máximo apretó los labios en una línea. — Esto es solo algo de sucio, Max… Estoy bien, estoy a salvo… Sana y salva. — Isabella ya estaba a su lado.
—¿Max?, ¿para qué nos llamaste? — Preguntó Emily luego de saludar a su hermano, acomodándose frente al escritorio, junto a Aiden.—Primero, gracias por venir… — Máximo apretó la mandíbula, una clara señal de lo tenso que estaba.—Collins, me estás poniendo nervioso… No me digas que sucedió algo más, porque… — Soltó Aiden, inclinándose en su asiento con algo de ansiedad.—No, no he sucedido nada malo… Es solo que… — Máximo exhaló pesadamente, no estaba acostumbrado en hacer esto. — Los llamé para pedirles un favor…—¿Un favor? — Emily elevó una ceja, con evidente incredulidad.—Sí, un favor muy grande…—Habla ya hombre… ¿Tanto prorrogo para pedir un favor? — Preguntó Aiden algo divertido.—Bien… Como saben, Isabella dará a luz en los próximos días, de hecho, solo estamos esperando que llegue el momento y bueno, pensé que luego de unos meses, en los que pase el proceso de recuperación y nos adaptemos, yo… Me gustaría… Llevarla de vuelta al extranjero…—¡¿Qué?! — Aiden y
—¿Qué tal todo, Collins?, ¿y mi prima?, ¿Isabella está ahí? — Preguntó Aiden desde el otro lado de la línea.—No está, salió con la abuela para el salón de belleza, están arreglándose para la ceremonia… — Respondió Máximo al teléfono.—Que lastima, quería felicitarla, es una pena que no podamos estar en la graduación de Isabella, de verdad queríamos asistir, pero con tanto trabajo, se nos ha hecho imposible…—Está bien, ella entiende… — Murmuró Máximo.—Aun así, debo decir que… Te admiro, hermano, no sé cómo te encargabas de todo esto, tú solo… — Afirmó Aiden. Máximo sonrió para sí mismo. — Oye, dile que la llamé y que le mandamos felicitaciones y saludos desde acá…—Sí, está bien… — Asentía Máximo, cuando los gritos de un pequeño hicieron un estruendo en la habitación.—¿Ese es Albert? No me digas, te dejaron de niñero de nuevo… — Soltó Aiden en un tono burlón.—No soy el niñero, soy el papá… Y hago lo que vine a hacer, cuidar de mi hijo y apoyar a mi esposa… — Gruñó M
La ceremonia de graduación fue hermosa, cada estudiante pasó al llamado de su nombre para recibir su diploma y para cuando llegó el turno de Isabella, los aplausos de Máximo retumbaron en el salón, quien se levantó para ovacionar a su esposa, lleno de orgullo.Margaret no se quedó atrás y el pequeño Albert, aunque no sabía muy bien de que se trataba la fiesta en la que estaba, siguió la corriente de su padre y su abuela con alegría.Para cuándo la ceremonia terminó, Isabella se despidió con nostalgia de sus compañeros y algunos amigos que había hecho en la institución, mientras su familia la esperaba a una distancia prudente.Para ese momento, Máximo se mantuvo con semblante serio, notando como algunos compañeros abrazaban a su esposa para despedirse.Durante los cuatro años de estudio de Isabella, él tuvo que contenerse mucho de los celos con esos sujetos, así que ahora que los estudios de Isabella habían culminado, Máximo también sintió el alivio de finalmente poder alejar a su
Manteniéndose en silencio, Máximo vio a su esposa, soltarle la mano y dirigirse al closet de la habitación de sus padres.Él solo la vio alejarse sin saber qué decirle o como animarla, como quitarle ese dolor y hacerla sentir mejor, parecía que había sido una mala idea dejarla volver tan pronto a ese lugar tan lleno de recuerdos.La joven se acercó a un rincón, se agachó, esculco por un rato, con mucho cuidado entre algunas cajas llenas de polvo y de allí, sacó una pequeña cajita.—¿Qué es eso? — Preguntó Máximo viendo a Isabella regresar con la caja, ella no respondió, solo la dejó sobre una encimera, la abrió y de ella sacó algunas fotos.Máximo vio la antiguas y algo borrosas fotos que Isabella le mostró, recuerdos de su infancia, de una dulce y hermosa niña, feliz junto a sus amorosos padres.El llanto de Isabella arreció a medida que iba pasando las fotos, los gemidos se hicieron más fuertes, Máximo no lo soportó más, luego de sacar la última foto, él la jaló contra su pech
—¡Oye, muchacha! ¡¿Qué haces aquí?! —Se escuchan los gritos de un hombre a la distancia que venía acercándose. Isabella volteó sorprendida. — ¡¿Acaso no te dije que no volvieras más?! — Gritó el sujeto a tan solo unos pasos de ella.—Lo… Lo siento… Solo vine por el correo. — Balbuceo ella nerviosamente, algo asustada.—¡¿Por el correo?! — El hombre la miro de arriba para abajo y vio en las manos de la muchacha algunos sobres. — No sé para qué te molestas, seguro que esos son reclamos de pagos y más cuentas sin pagar. — Gruño el hombre. Isabella no respondió, solo apretó los papeles entre sus manos, con una expresión llena de tristeza. — ¡Bien! Ya tienes tu correo y ahora que el banco oficialmente es el dueño de esta casa, no volverá a llegar más, así que no te preocupes por volver… — El hombre miro alrededor, notando que algunas personas en la calle, se había detenido para mirarlos. — ¡Ahora vete! Que con ese aspecto de indigente me corres a los posibles clientes que quieran comp
Un lujoso automóvil de color oscuro se estacionó frente a la propiedad, el representante del banco, muy seguro de que podría tratarse de un cliente potencial, con dinero más que de sobra, se acomodó la corbata para recibir al recién llegado.Un hombre joven, alto, elegante, atractivo, vestido con un traje de diseñador, se bajó de auto y mostrando una expresión llena de preocupación caminó apresurado hacia el sujeto del banco.—Buen día, disculpe… Busco a Isabella Sinclair. — Anunció extendiendo la mano.El sujeto del banco, estiró su mano para darle un apretón al extraño, mostrando una expresión llena de confusión.«¿Quién será este hombre? ¿No y que la muchacha estaba sola? Pues hasta donde yo sé, solo eran la madre y la hija… Y luego de la muerte de la madre, la muchacha no tenía a nadie más a quien recurrir» sopesaba el hombre del banco.«¿Podría ser…? ¿Será posible que la familia Sinclair de verdad estuviera involucrada con esta gentuza y ahora vendrían a extenderle una ayud