Isabella llegó a la mansión y tal como le había dicho su abuela en un principio, parecía que no había nadie, cosa que le extrañó.En el enrejado estaba un solo hombre, uno que no parecía muy familiar, cuando siempre había entre dos o tres vigilantes, pero el sujeto pareció reconocerla, porque de inmediato abrió al auto y saludó con simpatía.Una vez llegaron a la enorme entrada principal de la mansión, Isabella notó que no salió nadie para recibirla, siempre salía algún empleado para abrir la puerta, pero esta vez no sucedía.La joven bajó del auto, como siempre el chófer movió el carro hacia unos puestos de estacionamientos que había en un costado, donde siempre la esperaba.Isabella se acercó a la puerta principal, notando que estaba entreabierta, ¿le habría sucedido algo a su abuela?, ella entró rápidamente.Curiosamente, Isabella sintió miedo, ella estaba dentro de esa enorme casa en la que había estado muchas veces, pero ahora se sentía tan fría, tan tenebrosa, ¿quizás porqu
Máximo corrió hacia la salida de la oficina, Margaret lo siguió todavía confundida.Al tiempo que él caminaba, sacó su teléfono celular del bolsillo de la chaqueta para llamar a su esposa, sin embargo, el tono sonaba ocupado.Él tenía un mal presentimiento, Margaret aseguraba que ella no había enviado ese mensaje y eso solo significaba una cosa, era una trampa, pero ¿de quién?¿Maximiliano? Eso no podría ser posible, Máximo se había asegurado de que se quedara aislado en prisión, sin comunicación con nadie. ¿Valeria? Era una posibilidad, pero hasta donde él sabía, esa chica fue enviada a otro país.¿Diego?, él siempre estuvo enamorado de Isabella, ¿no?, quizás quiso secuestrarla, ¿sería capaz de hacer algo así? Máximo no estaba seguro.También estaban Ricardo y Héctor Sinclair, aunque hasta ahora se habían mantenido a la distancia luego de las amenazas de Máximo, ellos también podrían estar buscando algún tipo de venganza.—Señor Collins… — Margaret intentaba seguirle el paso,
—¡Isaac! ¡Isaac! — Gritó Máximo lleno de frustración, pero el chofer ya había colgado.Máximo intentó llamar nuevamente, sin embargo, no fue posible, pues el tono indicaba que el aparato había sido apagado.—¡M@ldicion! — Gruñó Máximo golpeando el volante. — Esos desgraciados Sinclair, me la van a pagar.Murmuró Máximo pensando en lo que había escuchado y visto por la videollamada, con esa grabación sería más que suficiente para hundir a Héctor Sinclair por la muerte del padre de Isabella.En cuanto a Ricardo Sinclair, Máximo no lo vio aparecer en la escena, pero para Máximo, era seguro que también ese hombre estaría implicado.De inmediato, Máximo marcó el número de emergencias, recordando que Isaac dijo que había un olor a madera quemándose. Él todavía no sabía exactamente lo que estaba pasando, pero lo mejor era prevenir y llamar al ejército si era necesario.Por lo menos, él ya estaba muy cerca y en pocos minutos podría enfrentar a esos hombres, pero mientras tanto, rogaba
Todos se quedaron sorprendidos, Ricardo prácticamente se congeló por un momento.—Te lo advertí, desgraciado, infeliz… Te lo advertí y no me hiciste caso… — Gruñó Máximo empuñando el arma hacia Ricardo.—Yo… Señor… Eh… Collins… — Balbuceó Ricardo levantando las manos lentamente, tan sorprendido como asustado.—Heriste a mi esposa, me desobedeciste y vas a pagarlo muy caro… — Voceo Máximo sin dejar de mirarlo ceñudo.—Señor Collins… — Gimió Ricardo, tragando grueso, tembloroso, cerrando los ojos al notar la determinación de Máximo.—Max… — Musitó Isabella, acercándose a su esposo, al tiempo que le hablaba con un tono lleno de dulzura.—Ellos intentaron lastimarte… — Gruñó Máximo a Isabella, sin voltear a verla, pues él sabía que cedería apenas se encontrara con sus ojos.—Pero no lo hicieron, mírame, cielo… — Insistió Isabella, Máximo apretó los labios en una línea. — Esto es solo algo de sucio, Max… Estoy bien, estoy a salvo… Sana y salva. — Isabella ya estaba a su lado.
—¿Max?, ¿para qué nos llamaste? — Preguntó Emily luego de saludar a su hermano, acomodándose frente al escritorio, junto a Aiden.—Primero, gracias por venir… — Máximo apretó la mandíbula, una clara señal de lo tenso que estaba.—Collins, me estás poniendo nervioso… No me digas que sucedió algo más, porque… — Soltó Aiden, inclinándose en su asiento con algo de ansiedad.—No, no he sucedido nada malo… Es solo que… — Máximo exhaló pesadamente, no estaba acostumbrado en hacer esto. — Los llamé para pedirles un favor…—¿Un favor? — Emily elevó una ceja, con evidente incredulidad.—Sí, un favor muy grande…—Habla ya hombre… ¿Tanto prorrogo para pedir un favor? — Preguntó Aiden algo divertido.—Bien… Como saben, Isabella dará a luz en los próximos días, de hecho, solo estamos esperando que llegue el momento y bueno, pensé que luego de unos meses, en los que pase el proceso de recuperación y nos adaptemos, yo… Me gustaría… Llevarla de vuelta al extranjero…—¡¿Qué?! — Aiden y
—¿Qué tal todo, Collins?, ¿y mi prima?, ¿Isabella está ahí? — Preguntó Aiden desde el otro lado de la línea.—No está, salió con la abuela para el salón de belleza, están arreglándose para la ceremonia… — Respondió Máximo al teléfono.—Que lastima, quería felicitarla, es una pena que no podamos estar en la graduación de Isabella, de verdad queríamos asistir, pero con tanto trabajo, se nos ha hecho imposible…—Está bien, ella entiende… — Murmuró Máximo.—Aun así, debo decir que… Te admiro, hermano, no sé cómo te encargabas de todo esto, tú solo… — Afirmó Aiden. Máximo sonrió para sí mismo. — Oye, dile que la llamé y que le mandamos felicitaciones y saludos desde acá…—Sí, está bien… — Asentía Máximo, cuando los gritos de un pequeño hicieron un estruendo en la habitación.—¿Ese es Albert? No me digas, te dejaron de niñero de nuevo… — Soltó Aiden en un tono burlón.—No soy el niñero, soy el papá… Y hago lo que vine a hacer, cuidar de mi hijo y apoyar a mi esposa… — Gruñó M
La ceremonia de graduación fue hermosa, cada estudiante pasó al llamado de su nombre para recibir su diploma y para cuando llegó el turno de Isabella, los aplausos de Máximo retumbaron en el salón, quien se levantó para ovacionar a su esposa, lleno de orgullo.Margaret no se quedó atrás y el pequeño Albert, aunque no sabía muy bien de que se trataba la fiesta en la que estaba, siguió la corriente de su padre y su abuela con alegría.Para cuándo la ceremonia terminó, Isabella se despidió con nostalgia de sus compañeros y algunos amigos que había hecho en la institución, mientras su familia la esperaba a una distancia prudente.Para ese momento, Máximo se mantuvo con semblante serio, notando como algunos compañeros abrazaban a su esposa para despedirse.Durante los cuatro años de estudio de Isabella, él tuvo que contenerse mucho de los celos con esos sujetos, así que ahora que los estudios de Isabella habían culminado, Máximo también sintió el alivio de finalmente poder alejar a su
Manteniéndose en silencio, Máximo vio a su esposa, soltarle la mano y dirigirse al closet de la habitación de sus padres.Él solo la vio alejarse sin saber qué decirle o como animarla, como quitarle ese dolor y hacerla sentir mejor, parecía que había sido una mala idea dejarla volver tan pronto a ese lugar tan lleno de recuerdos.La joven se acercó a un rincón, se agachó, esculco por un rato, con mucho cuidado entre algunas cajas llenas de polvo y de allí, sacó una pequeña cajita.—¿Qué es eso? — Preguntó Máximo viendo a Isabella regresar con la caja, ella no respondió, solo la dejó sobre una encimera, la abrió y de ella sacó algunas fotos.Máximo vio la antiguas y algo borrosas fotos que Isabella le mostró, recuerdos de su infancia, de una dulce y hermosa niña, feliz junto a sus amorosos padres.El llanto de Isabella arreció a medida que iba pasando las fotos, los gemidos se hicieron más fuertes, Máximo no lo soportó más, luego de sacar la última foto, él la jaló contra su pech