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La Dama De Rojo
La Dama De Rojo
Por: Melani Seijas
MI BODA POR CONTRATO

Serena Black

El auto avanza por las calles con normalidad y yo siento ganas de abrir la puerta y lanzarme, tengo mucho miedo, pero no puedo dar ni un paso atrás, mi corazón esta acelerado y siento un nudo en mi garganta, sobre todo al ver la impresionante fachada de la catedral donde voy a casarme con una completo desconocido.

Un hombre elegante con una sonrisa me abre la puerta del auto y además me ofrece su brazo, camino lentamente  esta es una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida, pero todo sea por la vida de Alonso el depende de mí.

Comienza la marcha nupcial, creí que el lugar estaría repleto de desconocidos, pero no es así, solo el primer puesto está ocupado por un anciano  y  la mujer que me hizo firmar ese maldito contrato, ella sonríe como si se hubiese ganado la lotería, aun no comprendo que saca ella de todo esto, trato de respirar profundamente,  de espaldas esta mi novio, con las manos en la espalda, ni siquiera tiene la decencia de voltear a verme.

Me encantaría que todo lo que dure este matrimonio fuese así con mi marido ignorandome, pienso mientras mis manos sudan, siento que mis piernas  no pueden sostenerme y estoy a punto de sufrir un infarto.

La ceremonia comienza, normal solo que en ninguna ocasión giro mi vista para ver a mi futuro esposo, ni siquiera me importa su aspecto, solo sé que él es la llave que solucionara mis problemas

El sacerdote pronuncia mi nombre con otro apellido, —Señorita Serena Smith ¿Acepta usted por esposo al señor  Will James?— Lo único que escucho es que hay un error en mi apellido, no digo nada, y el hombre a mi lado carraspea de forma molesta.

Estoy aun en shock me cuesta responder, las manos me sudan y mi yo interior me dice –Aun tienes tiempo de echarte para atrás, y salir corriendo. —Pero no puedo hacerlo, de eso depende la vida de Alonso.

Me hacen la pregunta por segunda vez, y boqueo antes de dar mi respuesta, lo bueno es que nadie puede ver mi cara debajo del enorme velo que me colocaron, es que aun no puedo creer que me este casando

El hombre carraspea  nuevamente a mi lado, para que responda, ni siquiera he tenido el valor para voltear a verlo, sin embargo respondo firmando de esa forma una sentencia—Acepto. — pronuncio con la voz quebrada.

—Puede besar a la novia. — Le dice el sacerdote  y mi “esposo” levanta el velo que me cubre el rostro,  su mirada es de absoluta sorpresa y por supuesto que también estoy sorprendida con su aspecto, es un hombre extremadamente atractivo ¿Por qué necesitaría un matrimonio por contrato?

Puedo ver en sus ojos algo mas, mientras no dejo de parpadear atacada por los nervios, desprecio algo que no puede disimular ni con esa sonrisa hipócrita que tiene, creo que lo nuestro es odio a primera vista, apenas roza mis labios y sé que todo lo que dure este matrimonio será una tortura para mí…

Cuando termina la ceremonia, el señor que me llevo del brazo luce consternado, no soy la persona  que él esperaba, estoy tan seria como el hombre a mi lado, en lugar de estar en una boda parecemos los asistentes a un funeral.

Nos toman unas fotos,  la señora, Danielle  me ve de forma  amenazante, tengo miedo de lo que pueda hacerme, es una mujer peligrosa, por lo que finjo una sonrisa como si estuviese conforme con lo que está pasando, sin embargo el hombre a mi lado, no finge, no sonríe en ningún momento.

El señor en silla de ruedas se acerca a nosotros y sonríe ofreciéndome la mano—Bienvenida a la familia James. —

—Gracias. — Es lo único que puedo responder y en un susurro.

—Hija tu ropa esta en tu nueva casa, espero seas muy feliz con tu esposo, tu padre y yo te vamos a extrañar muchísimo. — No puedo evitar mirarla con incredulidad, estoy consternada, esa señora y yo no somos nada, hasta ayer ni siquiera sabía de su existencia y me llama hija, no puedo creer lo descarada que es.

—Madre, necesito hablar contigo. — Le digo entre dientes, si ella no me hace caso les diré a todos la verdad, ella me manipulo para que me casara con ese hombre que parece detestarme, eso me alegra porque lo más seguro es que no quiera nada conmigo, lo sé por la forma en que me mira como si yo fuese un bicho raro, como si le diera asco.

—Siento no hacerte la fiesta que te mereces, la boda de tus sueños pero ya ves, tú nuevo abuelo no está en condiciones, para una celebración de esa magnitud, ojala Dios le repare larga vida y más adelante este en condiciones para una ocasión tan especial como esa — Expresa con voz cantarina, mientras yo empuño mis manos molesta, quisiera salir corriendo he aquí, todo es una gran mentira, y se que en algun momento saldre perjudicada por todo esto.

—Madre la fiesta es lo de menos, sabes muy bien que no me importan esas cosas. — Le respondo en voz alta, para que me preste atención, si no soy capaz de soltar la lengua aquí misma y acabar con toda esta farsa.

—Me dijeron otra cosa de ti. — Expresa con voz profunda mi esposo, viéndome con dureza, como acusándome de algo, que ni yo misma se, parece que la única que no sabe nada de nadie soy yo, estoy en medio de extraños.

—Pues le mal informaron. — Le respondo, aparentando frialdad evitando el contacto de sus ojos, sus penetrantes ojos grises, no puedo creer que este casada con semejante hombre,  su cara fuese perfecta si no tuviese el ceño fruncido de forma perenne a él  le desagrada tanto este matrimonio como a mí, estoy segura, pero no entiendo ¿Por qué accedió a esta locura? Yo no tuve opción ¿Pero él?

—Ya veremos. — Responde él, me responde nada convencido, sacándome de mis cavilaciones, mi cabeza es un caos de teorías en este momento, no sé cuales son los motivos de esa señora para traerme acá.

—Vámonos a casa, estoy algo agotado, discúlpame por no recibirte como te mereces. —Se disculpa  el anciano de la silla de ruedas, esta increíblemente pálido, parece que le faltase el aire

—No tiene de que preocuparse, por eso, tal vez mas adelante hagamos algo intimo. — Le respondo siguiendo la corriente, eso fue lo que me ordeno que hiciera la mujer esa, que sonríe complacida por mi respuesta.

—No olvides llamarme por teléfono, te extrañaremos mucho en casa. — Me dice mi supuesta madre con una sonrisa ¡Ni siquiera tengo idea en donde vive esa descarada!, mucho menos tengo el número de teléfono de esa señora  creo que está loca, el hombre a su lado nos mira con dureza, parece que esta tan sorprendido como yo por todo lo que está pasando, ese que debe ser para todos “mi padre”

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