El día después de la batalla final, Emma y Nathan se encontraban en el centro del campamento, rodeados de los demás cazadores. La luz del sol comenzaba a filtrarse a través de las ramas de los árboles, iluminando el rostro de los cazadores cansados y heridos. En el aire flotaba un silencio solemne, que solo se rompía por el sonido de los sollozos de los cazadores, que lloraban a sus caídos.Emma se acercó a Nathan, y él abrazó a Emma con fuerza, reconfortándola y ofreciéndole su apoyo en ese momento difícil. Los dos permanecieron abrazados durante un largo rato, compartiendo su dolor y consolándose mutuamente.De repente, se escuchó el sonido de helicópteros acercándose. Emma y Nathan se pusieron en alerta, y los demás cazadores también se pusieron en posición defensiva. Pero para su sorpresa, los helicópteros aterrizaron pacíficamente en medio del campamento.Un grupo de militares salió de los helicópteros, y se acercó a Emma y los demás cazadores con una actitud de respeto y grati
Un año después, Emma y Nathan se habían mudado a una cabaña cercana a la base del Crew, en un lugar más aislado y seguro para criar a su hijo. Su bebé, un niño pelirrojo de ojos grandes y brillantes, se llamaba James. Emma y Nathan estaban enamorados de su hijo y se sentían agradecidos por la oportunidad de ser padres.La cabaña era pequeña y acogedora, pero tenía todo lo que necesitaban. Había una chimenea en el centro de la sala de estar, donde se sentaban en las noches frías, acurrucados juntos en un sofá mientras James dormía pacíficamente en su cuna. La cabaña también tenía un pequeño jardín donde Emma cultivaba vegetales frescos para preparar comidas saludables para su familia.La vida en la cabaña era sencilla pero satisfactoria. Nathan y Emma habían aprendido a trabajar juntos para criar a su hijo mientras continuaban su trabajo como cazadores. Nathan había establecido una estrecha relación con los demás cazadores y los militares, y Emma había comenzado a enseñar a James algun
Emma se quedó dormida en los brazos de Nathan, sintiéndose segura y protegida en su abrazo. Mientras dormía, comenzó a tener un sueño vívido y emocional. En su sueño, se encontraba en la cabaña dónde vivió en un pasado y sus padres estaban allí, esperándola con los brazos abiertos. Emma corrió hacia ellos y se abrazó fuertemente a su madre y a su padre, sintiendo las lágrimas brotar de sus ojos. — Mamá, papá — Dijo Emma, con la voz llena de emoción — Los extraño tanto. Sus padres la abrazaron con fuerza, y Emma sintió una sensación de amor y seguridad. Esa sensación que solo puedes sentir en los brazos de tu madre, y tu padre — Te extrañamos también, mi amor — dijo su madre, con la voz llena de ternura. Emma les contó todo sobre su vida en la cabaña, sobre Nathan y sobre su hijo James. Les habló de la batalla contra los seres sobrenaturales y de cómo habían ganado la guerra. Les habló de la paz y la felicidad que habían encontrado en la cabaña, y de cómo se sentía agradecida por la
Todo ardía, había fuego por todas partes y Emma apenas podía respirar, el humo era muy denso, ella trató de acercarse a la habitación de sus padres, mientras escombros caían del techo. Vió a sus padres inmóviles en su cama, incapaces de despertarse, estaban completamente calcinados y su hermano no aparecía por ninguna parte. Intentó pedir ayuda pero no pudo, temblaba de miedo, y su corazón sólo sentía desesperación. Creía que era su fin, que moriría quemada, sentía que ya no podía respirar, no había ningún lugar por el que pudiera escapar. Hasta que oyó el aullido de un lobo y antes de perder el conocimiento, vió cómo un lobo grande y blanco como la nieve se abalanzaba sobre ella y se ponía como un dios en medio del fuego. Emma se desmayó y el lobo blanco tomó la forma de un joven de impresionante belleza que cogió a la chica en brazos y la sacó del bosque.
–¡Mamá! ¡Papá! Hay fuego por todas partes. ¡Despierten! ¡Andrew! ¿Dónde estás? Siento que no puedo respirar, todo está envuelto en llamas, tengo mucho miedo… ¡Me quema! Emma despertó gritando de terror, el corazón latiendo tan rápido y fuerte que le dolía cada latido. Había tenido una pesadilla de aquel accidente trágico, en su sueño su cuerpo estaba ardiendo en llamas, sólo podía sentir desesperación. Tenía esperanzas que al abrir sus ojos, podría ver, pero sólo se encontró con una densa oscuridad. Estaba sudada. Sintió su mano cálida, sus latidos empezaron a calmarse, al recordar que el hombre que ella amaba, estaba a su lado, sosteniendo su mano. Emma siempre tenía pesadillas. Han pasado tres meses desde que ocurrió ese accidente, si no estuviera Nathan su hermano adoptivo, ella se sentiría completamente sola. –Descansa, pequeña niña, todo está bien, yo estoy aquí, te protegeré, aunque todo arda, yo seré tu escudo, cuándo sientas que ya no hay esperanza, yo te daré mi mano
Nathan al ver cómo su madrastra tenía a Emma agarrada del cuello, enfureció, él siempre quería cuidar de Emma. Cuándo la vió en peligro, enloqueció por completo. Se abalanzó sobre la mujer de su padre, y la empujó, lanzándola con fuerza al suelo. –¡No tienes ningún derecho en ponerle una mano encima! Y no me importa lo que tenga que hacer para que lo entiendas. ¡Es sólo una niña! ¿Por qué le haces esto? –No entiendo por qué te importa tanto esa niña, ni siquiera es miembro de esta familia, ni siquiera es de nuestra raza. ¿No lo entiendes? –la madrastra de Nathan estaba furiosa, quería matar a Emma, sin importar qué podría suceder sí lo hacía. –Yo decidí adoptarla, cuidarla, yo soy el futuro Alfa de esta manada, y tú debes respetarme. Ella es mi responsabilidad. No vas a pasar por sobre mí –Se acercó amenazante a su madrastra, quería agarrarla por el cuello y hacerle lo mismo que ella le había hecho a su pequeña niña. No podía perdonarla. El ambiente estaba tenso, Emma no podí
–Nathan… por favor, despierta, ¿Qué te pasó? ¿Me escuchas? No puedo verte. Dime algo por favor –Su guardián tenía la cabeza recostada en su regazo. Ella se estaba desesperando, sí perdía a Nathan, su mundo se iba a desbordar aún más, ya que ella lo amaba con todo su corazón, desde que era una niña. Sus lágrimas empezaron a empapar su rostro. –Todos tenían razón, sólo soy una ciega inútil, una niña pobre, sin familia, no soy nada, no pude ser capaz de salvar a mi familia. Ni siquiera puedo salvar al hombre que amo. Nathan FitzGerald, no puedo perderte, eres todo para mí. Por favor, te lo suplico, despierta.Emma frotó sus ojos que estaban cubiertos de lágrimas, y en ese momento, una imagen muy borrosa apareció, no tenía forma, pero se fue haciendo más clara. Pensó que quizás era alguna imagen de su imaginación. Luego pudo enfocar, y ahí estaba, un hombre de increíble belleza, con rasgos afilados, piel blanca cómo leche, cabello largo y oscuro como la noche. Estaba viendo el rostro
–Ocho, nueve y díez. ¡Allá voy! –Andrew estaba terminando de contar. Mientras su hermana se escondía. Era algo que siempre hacían luego de almorzar. Ellos vivían cerca del bosque, pero sus padres les tenían prohibido escabullirse en el bosque, fuera de los límites que conocían.Su hermana corrió entre los árboles del bosque, no se percató de que había traspasado el límite que estaba permitido, y sin darse cuenta se perdió, todos los lugares a dónde miraba se veían exactamente igual. Estaba nevando, pero ella confiaba en que su hermano la encontraría. Así que se agachó detrás de un árbol. Escuchó como algo se aproximaba a su dirección, asustada levantó el rostro y vió cómo un lobo gigante de pelaje negro y ojos rojizos, corría hacía dónde ella estaba. No lo pensó dos veces y ella también empezó a correr. La bestia la estaba persiguiendo y Emma empezó a gritar.–¡Andrew! ¡Ayúdame! ¡Hermano! ¡Auxilio! –tropezó con una rama y cayó.Andrew después de contar fue en busca de su hermana