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Capítulo 4: Primera reunión

–Ocho, nueve y díez. ¡Allá voy! –Andrew estaba terminando de contar. 

Mientras su hermana se escondía. Era algo que siempre hacían luego de almorzar. 

Ellos vivían cerca del bosque, pero sus padres les tenían prohibido escabullirse en el bosque, fuera de los límites que conocían.

Su hermana corrió entre los árboles del bosque, no se percató de que había traspasado el límite que estaba permitido, y sin darse cuenta se perdió, todos los lugares a dónde miraba se veían exactamente igual. 

Estaba nevando, pero ella confiaba en que su hermano la encontraría. Así que se agachó detrás de un árbol. 

Escuchó como algo se aproximaba a su dirección, asustada levantó el rostro y vió cómo un lobo gigante de pelaje negro y ojos rojizos, corría hacía dónde ella estaba. 

No lo pensó dos veces y ella también empezó a correr. 

La bestia la estaba persiguiendo y Emma empezó a gritar.

–¡Andrew! ¡Ayúdame! ¡Hermano! ¡Auxilio! –tropezó con una rama y cayó.

Andrew después de contar fue en busca de su hermana, y no la encontró. 

La llamó y no respondió. Entró en pánico al pensar que había traspasado los límites del bosque. 

Su hermanita estaba posiblemente perdida, en peligro, esperando que él la encontrará. 

Pensó en decirle a sus padres, pero no quería preocuparlos.

Ahí estaba en el piso, aterrorizada, trató de levantarse, el lobo estaba delante de ella, estaba gruñendo, la pequeña pelirroja temblaba de miedo. 

El lobo estaba listo para atacar. 

De repente un chico apareció, y empezó a someter al lobo, tenía mucha fuerza. 

Era un jóven precioso, Ella se enamoró a primera vista de aquél chico. 

Era demasiado hermoso, tenía una piel como blanca lana, y un cabello oscuro cómo las alas de un cuervo. 

El lobo arrojó al chico al piso, y le mordió la pierna. El chico le dió una patada, y la bestia aulló de dolor y huyó.

–¿Estás bien? Pequeña –Miró a la chiquilla que corrió hacía él y le dió un abrazo.

–¡Sí! ¡Muchas gracias por salvarme! Eres mi héroe. Tenía mucho miedo. 

–Puedes tranquilizarte. Todo está bien ahora, ¿Por qué estás sola a mitad del bosque? Está nevando, hace mucho frío –Se quitó su abrigo y se lo puso a la niña.

–No estoy sola, estaba jugando a las escondidas con mi hermano mayor, pero, me perdí al tratar de buscar un buen lugar para esconderme. Y luego apareció ese lobo.

–¿Cómo te llamas pequeña? 

–Emma, mucho gusto –Sus ojos brillaban y mostró una amplia sonrisa

–Mi nombre es Nathan. El gusto es mío, te regresaré a casa –Nathan tomó la mano de la pequeña, pudo seguir el rastro del olor de Emma.

Finalmente la llevó fuera del bosque, su pierna sangraba. 

En ese momento Andrew acudió a su encuentro, no tenía idea de quién era ese chico que sostenía la mano de su dulce hermana, pero vió que su pierna estaba sangrando.

–¿Quién eres tú? –Le echó una mirada rápida a Emma–. ¿Estás bien? Ven acá.

–Mi nombre es Nathan, me perdí en el bosque y encontré a tu hermana. Estaba muy asustada. Pero, ya está bien. Pude protegerla. 

–¿Protegerla de qué exactamente? –Andrew no pudo evitar observar la sangre que caía en el piso. 

No lo invitaba a su casa porque temía que fuera un hombre lobo. Su familia era una familia de cazadores de hombres lobos. 

No podía confiarse de un completo extraño, podría ser una trampa, puso su mano en la bolsa que traía en su bolsillo, contenía ceniza de serbal, servía para ahuyentar a los hombres lobos. 

–Hermanito, está malherido, peleó con un lobo que quería hacerme daño y me salvó. Deberíamos llevarlo a casa. 

Andrew rechazó la idea, Nathan tenía olor a hombre lobo. 

Podría ser porque posiblemente se enfrentó a uno, pero, no estaba convencido aún. Estaba preparado para pelear en cualquier momento. 

Había estado entrenando duro. Es un cazador después de todo. 

–Hermanito, ¿Acaso no lo ves? ¡Está sangrando! Vamos a casa, nuestros padres pueden curarlo, por favor, ¿sí?

Andrew en ese momento se relajó, al ver que su hermanita sí confiaba bastante en aquel tipo, ya no importaba quién o qué era. 

Había salvado a su hermana, Emma pudo tener un final trágico, siendo tragada por una bestia. Pero ese chico la salvó.

–Te lo agradezco. Muchas gracias por salvar a mi hermana pequeña. Fue culpa de mi imprudencia que terminara en esa situación. Por favor, ven a casa, atenderemos tus heridas –Andrew le tendió la mano, que fue bien recibida por Nathan.

Apenas entraron a casa, sus padres estaban apuntando a Nathan con una escopeta, llena de balas de plata. 

La habilidad de este grupo de cazadores, es que tienen buen olfato. Saben reconocer los olores de los hombres lobos. 

Nathan estaba asustado, había entrado a la casa del último clan de cazadores de hombres lobos de la zona. 

Sabía que iba a terminar muy mal, y aunque se transformara, no iba a salir ileso de ese lugar, probablemente lo perseguirán, pero él no quería lastimar a la familia de la niña a la que salvó. Así que se quedó paralizado.

–Mamá, papá, por favor bajen las armas. Este chico salvó a Emma de un lobo gigante. Nosotros traspasamos los límites del bosque. Emma se perdió y fue perseguida por un lobo. Yo no llegué a tiempo, pero él sí, y ahora está herido. Lo hemos traído aquí, para sanar sus heridas y pueda marcharse.

Los padres bajaron las armas. Pero, aún así estaban alerta a cualquier movimiento que hiciera el chico. 

Sí tenía algún comportamiento sospechoso, no dudarán en matarlo. Su olor a lobo les incomodaba, pero quizás olía a lobo por haberse enfrentado a uno, de todas maneras había salvado a su hija. 

Estaban en deuda con aquel chico de ojos azules oceánicos. 

–Nosotros somos la familia Fieldhouse, somos descendientes de un clan de cazadores ingleses. Estamos en deuda contigo por haber salvado a nuestra pequeña. Mi esposa va a traer leche de amapola, es ideal para que no sientas dolor, cuándo limpiemos tus heridas. Hoy está nevando más de lo normal. Andrew nos contó que te perdiste en el bosque, es impresionante que pudieras enfrentarte a un lobo salvaje –El padre de Emma lo fulminaba con la mirada.

–Aquí está la leche de Amapola. –La madre de Emma le dió al chico una taza llena de un líquido blanco y caliente–. ¿Nathan? Ya es algo tarde para que regreses a casa. Fuera de los límites del bosque, hay muchas criaturas peligrosas. Por favor, quédate hasta mañana. 

Nathan, ya no estaba asustado, sus sentidos le decían que no estaba en peligro y que podía confiar en esas personas. 

Así que pasó la noche con la familia Fieldhouse. Se hizo buen amigo de Andrew, y sintió una extraña conexión con la niña que había salvado. 

Así fue cómo se conocieron Emma, y Nathan… Ella era una niña de 8 años, y Nathan era un adolescente de 16. 

El destino se encargó de cruzarlos en el mismo camino de manera misteriosa. 

El rostro de Andrew apareció de repente ante los ojos de Emma. 

Ella se sintió desconcertada, era imposible que su hermano estuviera vivo. 

Su corazón le empezó a doler, se le hizo un nudo en la garganta y las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas rosadas. 

Iba a decir algo pero, al parpadear su hermano desapareció delante de sus ojos. Sólo había sido una ilusión.

–¿Por qué lloras? –Nathan se sentó a su lado, y secó sus lágrimas con sus dedos y la abrazó. 

Emma quedó con su rostro entre el cuello de Nathan. 

Ella se sintió alegre, la fiebre de Nathan había bajado por fin.

– No te abandonaré nunca. Te protegeré cómo sí de ello dependiera mi vida, llora y suéltalo todo. Has sido bastante fuerte – El hombre de increíble belleza, acariciaba el cabello pelirrojo de su dulce niña – Tenemos que irnos hoy mismo. Papá quedó malherido, no podrá impedir que salga de la mansión. Mi madrastra quiere que nos larguemos, ella no va a intervenir.

– ¿A dónde iremos? – Emma aún estaba entre su cuello, no podía dejar de pensar en lo mucho que le encantaba el olor de Nathan.

– Hace algunos años, compré una propiedad, planeaba irme a aquel lugar una vez me casara, y quisiera tener una familia. Iremos a ese lugar. No es seguro que estemos aquí. No tenemos que llevarnos nada. Podemos comprar lo que necesitemos en la ciudad. Es ahora, o nunca.

Emma estaba reprimiendo las ganas de besar a Nathan. Sentía un fuerte deseo por el hombre que amaba. Ella ya no lucía cómo una niña, ella tenía la apariencia de una mujer. Su belleza era innegable. Su rostro se seguía viendo algo infantil, pero su cuerpo ya estaba completamente desarrollado. 

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