–¡Mamá! ¡Papá! Hay fuego por todas partes. ¡Despierten! ¡Andrew! ¿Dónde estás? Siento que no puedo respirar, todo está envuelto en llamas, tengo mucho miedo… ¡Me quema!
Emma despertó gritando de terror, el corazón latiendo tan rápido y fuerte que le dolía cada latido.
Había tenido una pesadilla de aquel accidente trágico, en su sueño su cuerpo estaba ardiendo en llamas, sólo podía sentir desesperación.
Tenía esperanzas que al abrir sus ojos, podría ver, pero sólo se encontró con una densa oscuridad.
Estaba sudada. Sintió su mano cálida, sus latidos empezaron a calmarse, al recordar que el hombre que ella amaba, estaba a su lado, sosteniendo su mano.
Emma siempre tenía pesadillas. Han pasado tres meses desde que ocurrió ese accidente, si no estuviera Nathan su hermano adoptivo, ella se sentiría completamente sola.
–Descansa, pequeña niña, todo está bien, yo estoy aquí, te protegeré, aunque todo arda, yo seré tu escudo, cuándo sientas que ya no hay esperanza, yo te daré mi mano, y te mostraré lo hermoso que es el mundo –Nathan recitaba esta canción siempre que Emma despertaba de una pesadilla.
Emma lograba tranquilizarse, al saber que su guardián estaba ahí para ella.
–Muchas gracias –Emma apretaba fuerte la mano de Nathan–. Siempre tengo una leve esperanza, que al despertar, podré ver la luz del sol a través de mi ventana, pero, antes de siquiera darme cuenta, nuevamente me encuentro rodeada de esta nefasta oscuridad. Ahora somos hermanos, pero aún así, extraño mucho a mi familia… Siempre que me quedo dormida, vuelvo a la misma pesadilla. Cuándo despierto, lo único que logra calmarme, es sentir tu mano junto a la mía.
–Emma, todo estará bien, te prometo que algún día recuperarás tu vista, yo me encargaré de eso. Actualmente no conozco a ningún médico capaz de hacer tal cosa, así que, por los momentos podemos esperar. Es normal que extrañes a tu familia, así que, llora sí tienes que llorar, no tengas miedo de preocuparme, ahora yo soy tu familia, y yo te protegeré –Nathan, le daba palmadas suaves en su espalda.
–Nathan, yo… creo que te amo –Nathan dejó de darle palmadas en ese momento, su confesión lo tomó desprevenido, era sólo una niña. Sin embargo, sintió mucha calidez tras esa confesión–. Yo también te amo Emma, eres mi hermana menor después de todo, y debo cuidarte.
Nathan se encargó de que Emma no dependiera sólo de su vista, hizo que lograra depender también del tacto y sus oídos.
Entrenó su sentido de percepción, y se sorprendía de lo rápido que fue para ella adaptarse a su condición.
–En estos momentos debo irme –Nathan acarició el cabello de Emma, fue inevitable para él pensar en lo hermoso que era su cabello pelirrojo–. Por favor no olvides desayunar, sal de esta habitación a respirar aire fresco. En los jardines puedes sentir la calidez del sol, el canto de las aves, y puedes sentir la grama con tus pies descalzos. Le diré a los criados que te lleven el desayuno –le besó la frente y se marchó.
Emma al escuchar que Nathan se marchaba, se levantó cautelosamente de la cama y se dirigió a la puerta.
Escuchó la voz de su madrastra.
–Ella no es bienvenida en este lugar. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Échale de aquí, tienes que obedecerme. Ella sólo es un estorbo, es una aguafiestas. No entiendo por qué la proteges tanto –Emma al escuchar esto, sintió una profunda tristeza.
Sintió un nudo en su garganta, y fue casi imposible que no empezara a sollozar. No podía evitar llorar.
Ella sentía que le ocasionaba muchos problemas a Nathan.
Emma escuchó unos pasos, era el criado que venía a traerle el desayuno. Emma dejó de llorar, secó sus lágrimas, y abrió la puerta.
–Hola, buen día –su voz estaba algo temblorosa–. El día de ayer no pude tomar agua y mentiría sí dijera que no tengo mucha sed, sé que no soy bienvenida en este lugar, pero, por mi condición, no puedo ir sola a buscar agua, y en serio le agradecería mucho sí pudiera darme solo un poco.
–¿Usted quién se cree que es? Cree que porque el jóven Nathan la rescató, es importante, pero no lo es. Tienes toda la razón, no eres bienvenida en este lugar. Sólo estorbas, y aunque yo soy solo un criado, yo sirvo a la familia FitzGerald, usted no es nadie para darme órdenes. Sí quiere agua, vaya a buscarla usted misma –El criado gruñó, y se fue, llevándose consigo el desayuno de Emma.
Fue a dónde estaba la madrastra y le mintió diciendo que a Emma no le había gustado la comida, y había exigido un mejor platillo.
La madrastra al escuchar que Emma se puso exigente, fue rápidamente a la habitación de Emma.
Estaba furiosa, "¿Quién se cree que es?" Era lo que pensaba mientras caminaba con un aire dominante hacía dónde estaba Emma.
No tocó la puerta, la abrió de una patada, y Emma pegó un salto del susto. Se había quedado esperando su desayuno, pero el criado no volvió.
–¿Quién crees que eres? Yo te diré quién eres –la madrastra se acercó a Emma y la agarró del cuello, y la alzó del piso–. Eres solo un maldito estorbo. Una ciega inútil, una chica pobre que no tiene nada. No tienes familia, ni hogar. Eres sólo una intrusa. ¿Sabes qué eres? Eres una perra. Los perros aprovechan hasta las migajas que caen al piso. Y tú te atreves a rechazar la comida que te damos –Emma sentía que se estaba quedando sin aire.
–¿Qué estás haciendo? –gritó Nathan, mientras su madrastra dejaba caer a Emma al piso.
Nathan ardía de furia.
Emma estaba tosiendo, tratando de recuperar el aire.
Nathan al ver cómo su madrastra tenía a Emma agarrada del cuello, enfureció, él siempre quería cuidar de Emma. Cuándo la vió en peligro, enloqueció por completo. Se abalanzó sobre la mujer de su padre, y la empujó, lanzándola con fuerza al suelo. –¡No tienes ningún derecho en ponerle una mano encima! Y no me importa lo que tenga que hacer para que lo entiendas. ¡Es sólo una niña! ¿Por qué le haces esto? –No entiendo por qué te importa tanto esa niña, ni siquiera es miembro de esta familia, ni siquiera es de nuestra raza. ¿No lo entiendes? –la madrastra de Nathan estaba furiosa, quería matar a Emma, sin importar qué podría suceder sí lo hacía. –Yo decidí adoptarla, cuidarla, yo soy el futuro Alfa de esta manada, y tú debes respetarme. Ella es mi responsabilidad. No vas a pasar por sobre mí –Se acercó amenazante a su madrastra, quería agarrarla por el cuello y hacerle lo mismo que ella le había hecho a su pequeña niña. No podía perdonarla. El ambiente estaba tenso, Emma no podí
–Nathan… por favor, despierta, ¿Qué te pasó? ¿Me escuchas? No puedo verte. Dime algo por favor –Su guardián tenía la cabeza recostada en su regazo. Ella se estaba desesperando, sí perdía a Nathan, su mundo se iba a desbordar aún más, ya que ella lo amaba con todo su corazón, desde que era una niña. Sus lágrimas empezaron a empapar su rostro. –Todos tenían razón, sólo soy una ciega inútil, una niña pobre, sin familia, no soy nada, no pude ser capaz de salvar a mi familia. Ni siquiera puedo salvar al hombre que amo. Nathan FitzGerald, no puedo perderte, eres todo para mí. Por favor, te lo suplico, despierta.Emma frotó sus ojos que estaban cubiertos de lágrimas, y en ese momento, una imagen muy borrosa apareció, no tenía forma, pero se fue haciendo más clara. Pensó que quizás era alguna imagen de su imaginación. Luego pudo enfocar, y ahí estaba, un hombre de increíble belleza, con rasgos afilados, piel blanca cómo leche, cabello largo y oscuro como la noche. Estaba viendo el rostro
–Ocho, nueve y díez. ¡Allá voy! –Andrew estaba terminando de contar. Mientras su hermana se escondía. Era algo que siempre hacían luego de almorzar. Ellos vivían cerca del bosque, pero sus padres les tenían prohibido escabullirse en el bosque, fuera de los límites que conocían.Su hermana corrió entre los árboles del bosque, no se percató de que había traspasado el límite que estaba permitido, y sin darse cuenta se perdió, todos los lugares a dónde miraba se veían exactamente igual. Estaba nevando, pero ella confiaba en que su hermano la encontraría. Así que se agachó detrás de un árbol. Escuchó como algo se aproximaba a su dirección, asustada levantó el rostro y vió cómo un lobo gigante de pelaje negro y ojos rojizos, corría hacía dónde ella estaba. No lo pensó dos veces y ella también empezó a correr. La bestia la estaba persiguiendo y Emma empezó a gritar.–¡Andrew! ¡Ayúdame! ¡Hermano! ¡Auxilio! –tropezó con una rama y cayó.Andrew después de contar fue en busca de su hermana
– ¡Bienvenida a nuestro nuevo hogar! – Nathan tomó la mano de Emma y entró con ella. La niña quedó fascinada, todo era muy precioso, todo estaba decorado sutilmente. No tan sobrecargado cómo la mansión. No era un lugar tan grande, pero era cálido. Tenía varias habitaciones. Una cocina muy elegante, y una sala bastante moderna. Nathan le mostró cuál sería su nueva habitación. Parecía ser una habitación hecha para una niña, quizás Nathan tenía planeado tener una hija a futuro. Era un cuarto rosado, repleto de peluches. La chica pelirroja se sintió un poco incómoda. Al final pareciera que el hombre que ella amaba, nunca la iba a amar cómo ella quisiera.– Iré a ducharme. Iremos a la ciudad. También puedes echarte un baño si quieres. Emma se sentó en su cama, mientras Nathan salía de la habitación. Viviría sola con el hombre de sus sueños. Estaba algo temblorosa, porque tenía muchos deseos de Nathan. Ella quería que él ya no la viera como a una niña. La chica pelirroja se paró y entr
Emma estaba desnuda, al lado de su amado. Ya no era una niña, era una mujer. Ella miraba el cuerpo desnudo de Nathan, y solo podía maravillarse en cada detalle de él. No podía creer lo que había sucedido hace unas horas atrás. Ella quisiera quedarse más tiempo observandolo, pero ya casi amanece. Emma se fue a duchar y se vistió, quería que Nathan empezara el día con un buen desayuno. Nathan al despertar, no recordaba nada de lo que había sucedido en la noche con Emma. Estaba confundido, no entendía por qué estaba desnudo. Su cama olía a Emma. – Es extraño, pero, no puedo recordar nada de lo que sucedió, luego de hablarle sobre el compromiso a Emma… Lo último que recuerdo, es una imágen vaga, de su cuerpo desnudo. Sin embargo, no estoy muy seguro de sí eso en realidad ocurrió – era lo que pensaba Nathan dentro de sí, mientras el olor a comida entraba en la habitación. Luego de vestirse, Emma entró a la habitación de Nathan, venía con unas tostadas, huevos y jugo de naranja.
– Por favor vete. Quiero estar sola.– Tengo órdenes del señor FitzGerald, de cuidarla hasta que él esté de regreso, señorita.– Austin… Yo no necesito un guardaespaldas. Yo soy dueña de mi propia vida. Así cómo él es dueño de la suya. No soy una prisionera. ¿Acaso no ves cómo estoy y cómo me duele esta situación? – Es mi trabajo. No puedo irme. Lo siento. Aún así, me da curiosidad. ¿Por qué le afecta tanto que su hermano se vaya a casar? – Nathan no es mi hermano. Lo conozco desde que era una niña. Fue amor a primera vista. Lástima que él nunca me vió con los mismos ojos. Sólo me ve cómo su hermana menor.– Pero, aún así ¿No crees que es común el rechazo? Digo, la diferencia de edad es algo notoria.– No lo entenderías. No se trata de la edad. Siempre he tenido la sensación de que… Estamos hechos para estar juntos. Es una mala jugada del destino nuestra diferencia de edad, pero, es un obstáculo que no es imposible atravesar. – Sé que esto no es de mi incumbencia pero, quizás deber
Emma fue incapaz de dormir. Estuvo pensando hasta que amaneció. En la nota que le dieron, pusieron la dirección del Instituto médico de Husffen. Era una universidad bastante prestigiosa, y a Emma le dieron una beca. Ella no entendía nada. Pero, iría a encontrar respuestas. – Señorita Emma, soy yo, Austin, todo está listo – El guardaespaldas al no obtener respuestas volvió a tocar la puerta. Emma abrió la puerta, y le entregó su maleta al guardaespaldas, que la recibió con una tierna sonrisa. – ¿Estás segura de esta decisión? Se te ve un poco triste e insegura. – Debo irme, es lo mejor para todos. – Sé que amas al señor FitzGerald, y también estoy seguro de que él te ama. Tanto cómo para dejarte ir tan lejos. – Sólo serán algunos años en los que esté fuera. Para cuándo regrese seguramente se habrá olvidado de mí. Esté casado y… tenga hasta hijos.– Quizás te estás adelantando a los hechos. Aún no has abordado el avión. Debes saber algo, este compromiso tiene intereses de por med
Había turbulencia. Emma estaba muy asustada.– Pasajeros, guarden la calma, sentirán un poco de turbulencia, pero no hay nada de qué preocuparse – La voz de una mujer resonaba en el avión, por un altavoz. El avión aterrizó, empezó a llover a cántaros. Emma sabía que alguien la estaría esperando en el aeropuerto. Habían muchas personas, no sabía exactamente a dónde mirar o a dónde ir, hasta que vió a un hombre bastante robusto, pelirrojo y con barba. Tenía en sus manos un cártel que decía "Bienvenida, Emma Fieldhouse" Al principio Emma estuvo un poco asustada, por el aspecto de aquel hombre. Pero luego notó que era una persona muy amable. La llevó en auto hasta el instituto Husffen. – Si necesita algo, no dude en llamarme – Le entregó una tarjeta, decía "Bryan Radcluffe" y un número de teléfono. – Muchísimas gracias, señor Radcluffe, ha sido muy amable conmigo – Fueron las palabras de Emma al bajar del auto.El lugar era un edificio grande, tenía unos muros bastante altos rodeando