~Matías~
Llegamos a la primera clase justo a tiempo. Look empezó a sentirse ansioso y la vi con otras tres chicas que entraban en el aula, abrazadas a sus libros y conversando animadamente. Pensando en sentarme al lado de Connor, me di cuenta de que los chicos ya se habían ubicado cada uno en un lugar, y no había espacio para mí. –Adelante, alfa. Da el siguiente paso –dijo Connor por link. De alguna manera tenía que ser, ¿no? Me puse de pie a su derecha y, cuando me decidí a hablarle por primera vez, comencé a tartamudear nervioso. Iba a volver a hablar, esta vez con más claridad, cuando justamente entró el profesor al aula, con Ethan detrás de él. Al cruzar nuestras miradas de soslayo, Ethan se dio cuenta de que ella estaba sentada a mi izquierda. Una sonrisa malévola iluminó su semblante, reconociendo lo que sería, de ahora en adelante, mi debilidad. Tras una larga bocanada de aire para calmar mi nerviosismo, me giré de nuevo hacia ella y le pregunté: –Hola, ¿puedo sentarme aquí?– Ella no pareció escucharme, absorta en sus cosas. Repetí la pregunta: –¿Puedo sentarme?– Esta vez, levantó la vista algo desorientada y respondió: –¿Perdona, necesitas algo? –Lamento molestar. Me temo que es el único sitio libre que queda en clase –. Ella escaneó el aula con la mirada antes de responder: –Por supuesto, por favor toma asiento. –Gracias –dije con una sonrisa–. Perdona mi atrevimiento, pero... ¿eres nueva? No te había visto antes por este instituto. –Sí, lo soy –respondió, revolviéndose en su silla–. Mamá y yo nos mudamos hace pocas semanas. ¿Y tú, te encuentras bien? –preguntó, tomándome de la mano. Mi pulso se aceleró al sentir su tacto por primera vez, pero al mismo tiempo, me aportaba una tranquilidad que no sentía desde hace mucho. –Sí, lo siento únicamente me distraje pensando. Que descortesía por mi parte, estamos hablando más no he preguntado tu nombre. –Cierto –respondió con un ligero rubor en sus mejillas, y entonces dijo–: Mi nombre es Alessandra, tengo 17 años y soy de Italia. ¿Y tú, cómo te llamas? –Me llamo Matías Weston Ivanov. Dentro de un mes tendré 18 y nací en Rusia, pero llevamos unos años viviendo en Camden –respondí–. ¿Qué te trae tan lejos? –Mi padre es alguien temperamental que se enoja con facilidad. Le fue infiel a mamá, nos abandonó por otra mujer con la que creó otra familia. Hace poco se quedó solo porque su esposa lo dejó. Este regresó buscando a mi madre. Ella se negó, y después de eso la golpeó hasta dejarla inconsciente saliendo de su trabajo una noche, por abandonarlo, decía. –Lamento lo que le hizo a tu madre. Él es un imbécil porque cometió un error garrafal y perdió a dos grandes mujeres –Alessandra sonrió y volvió a prestar atención a las explicaciones de nuestro profesor, e hice lo mismo. Las cuatro primeras clases habían terminado, y ahora teníamos una hora libre para desayunar. No habíamos vuelto a coincidir desde esta mañana. Junto a los demás, íbamos a por nuestra comida cuando me topé con Alessandra, que guardaba sus libros en la taquilla. Iba a acercarme, pero me detuve en seco a observar desde lejos. –Grrr –gruñí al ver que Ethan se había apoyado en los casilleros junto al de ella. Sonreía con inocencia, como si jamás hubiese roto un plato, pero nadie se lo creería. Tuvo un intento fallido de coquetear con ella, y sonreí de lado con malicia al ver que Alessandra no le prestaba atención. Por una milésima de segundo, la mirada de Ethan y la mía se cruzaron. Me giré y le dije a Kenai y al resto: –Vayan a comer, estaré con ustedes en un momento. –¿Qué vas a hacer? –preguntó Kenai. –Nada, ahora regreso –respondí. Me aproximé a Ethan y Alessandra; sabía las intenciones de él y no podía permitir que la metiese en medio de los enfrentamientos entre manadas. –Alessandra, ¿cómo estás? ¿Cómo te ha ido en el resto de las clases? –pregunté. –Hola, Matías. Genial, ¿y las tuyas? –respondió –Aburridas sin ti –su rubor cubrió sus mejillas inmediatamente–. ¿Ya desayunaste? –No, de hecho, iba a ir ahora mismo –mientras hablábamos brevemente, Ethan no se había movido; me escrutaba con una mirada desafiante. Me prometí no caer en su juego hasta que lo oí decir: –Ale, ¿por qué no desayunamos juntos y así me dejas esos apuntes de física? –dijo Ethan con amabilidad fingida. –Grrr –gruñí al verlos alejarse, este iiota sabía cómo provocarme. Pensé que estaba solo, pero la mano de Anakin en mi brazo desvió mi atención. –Matías, ven con nosotros –dijo Anakin, sujetándome. –Sí, vamos. No entres en su juego –dijo Connor. –Ella no sabe nada de esto, y la... –me interrumpió Áurea. –Alfa, ven con nosotros. Ella va a estar bien; prometemos protegerla –dijo, tomando mi mano. Nos sentamos en una de las mesas, pero ya había perdido el apetito; los observaba en el otro extremo de la cafetería, sintiendo una mezcla de celos, preocupación y una descomunal ira. Connor se sentó junto a mí, mirando lo mismo que yo, y me preguntó: –¿Estás bien? ¿Quieres que salgamos de aquí? –Estoy bien, no tienes de qué preocuparte –respondí. –Solo quedan tres clases para terminar hoy; si quieres, puedes irte. Te pasaré mis apuntes en casa –dijo. –No es necesario, me quedaré. Es lo correcto –respondí. Las siguientes materias se me hicieron eternas, especialmente las dos últimas; Alessandra estaba en el aula, y tuve que tirar de todo mi autocontrol cuando vi que se había sentado con Ethan. Al terminar el día, tomé mis cosas y me marché a casa con los chicos. Al entrar en la aldea, mi padre se acercó y preguntó: –¿Cómo ha ido hoy? –He tenido una mala mañana –respondí, triste. –Ven, vayamos a dar un paseo en el bosque –caminamos en silencio hasta llegar al claro próximo. Nos sentamos en el césped, observando la nada, cuando él dijo: –¿Qué ha hecho que tu día haya sido malo? –¿No se te ocurre nada? –pregunté. –¿Ethan? –respondió tras soltar un bufido. –Me acerqué a ella, papá, y eso la puso en el punto de mira de ese embustero. ¿Y si ser mi pareja la pone en peligro? –¿Cómo se llama? –Alessandra –respondí. –Es un nombre muy bonito, pero algo me dice que no es del pueblo. –No, ella y su madre llegaron hace pocas semanas desde Italia. –Algo lejos, ¿no? –Sí, es una larga historia, por lo que sé. Parece que huyen de su padre. –¿Les hizo daño? –preguntó. –Golpeó con dureza a su madre, después de haberlas abandonado. –Grrr, no las merece –gruñó papá. –Le dije lo mismo. –¿Qué hizo Ethan para cabrearte? –Me retaba, desvergonzadamente le coqueteaba. –¿Te das cuenta de que quiere provocarte, cierto? –preguntó. –Sí, lo sé, pero sigo manteniendo mi palabra; no le daré la satisfacción de caer en su trampa. –Muy bien dicho, pero tampoco has de dejar que corteje a tu luna. –Grrr, por supuesto que no –respondí. –Aunque... ¿sabes qué creo? –No. –Ella acabará eligiéndote a ti. –¿Cómo puedes estar tan seguro? –pregunté ladeando la cabeza. –Retrocede dos pasos y analiza todo a tu alrededor; eres filántropo, afable, encantador, magnánimo. Mientras que a Ethan se le puede leer a la distancia: es un embustero con aires de grandeza. Eso, te aseguro, no suele ser del agrado de todos –pensándolo de esa manera, tenía razón–. Hagamos algo, ¿qué te parece si vamos a correr juntos? Te ayudará a despejarte y a ver las cosas de otra manera. Después de unas horas, me sentía mejor, así que al caer la noche regresamos a casa. Fuimos a ver a Eloy, y pudimos conversar con más privacidad sobre los Johnson. –¿Ha pasado algo mientras no estuve? –pregunté. –En absoluto, todo se ha mantenido en calma. –¿Te reuniste con Hank? –He enviado a cuatro de los nuestros a dejarle dicho mensaje. –¿Crees que aceptará? –Sí, Hank es más inteligente que su hijo; como siempre, será solucionado con diplomacia. Estoy seguro de que no querrá una guerra en la que perecerán muchos inocentes. –¿Cómo no declarársela? ¿Te das cuenta de que el herido es Eloy? –pregunté furioso, perdiendo el control y confrontándolo. Inmediatamente me di cuenta de mi error. Él también estaba mal; ¿cómo se me ocurre hacer esto frente a todos? Sabía que tenía que disculparme, y lo hice. Papá reaccionó como era de esperar; no podía permitir estas faltas de respeto, menos de su propio hijo públicamente. Se puso en pie, sus ojos se tornaron rojos indicando su gran enojo. –Grrr, ¡basta! –gruñó. Agaché la cabeza como un cachorro con orejas caídas, mostrando obediencia y respeto hacia nuestro alfa. –No se volverá a repetir, alfa –dije. Papá volvió a tomar asiento junto a Eloy y no habló más. Observé a mi hermano con atención. Se encontraba con el torso desnudo y unos shorts; sus heridas cocidas estaban cubiertas por un ungüento medicinal que Nana le cambiaba cada ciertas horas. Ahora todo dependía del proceso de curación de Eloy. Me sentía culpable, porque si hubiese vigilado que realmente entrara en clase, no estaría ahora pasando por esto. Salí del hospital bajo la atenta mirada de todos y, de manera imprudente, cambié con Look en medio de toda la aldea, sin revisar si podía haber herido accidentalmente a otro. Avancé corriendo despavorido hacia el parque estatal de Camden Hill, donde me gusta conversar con mamá en soledad cuando tengo miedo. Retorné a casa de madrugada; no tenía hambre, así que me fui directamente a mi habitación. Caí rendido en mi cama, terminando este día de perros. [Al día siguiente.] La alarma sonó a las siete de la mañana. Quería pasar un rato a solas con mi hermanito antes de irme al instituto; necesitaba conversar con él y decirle que lo sentía mucho. En cuanto llegué a su habitación, Nana había pasado la noche cuidándole. La miré y dije: –Nana, ¿podrías dejarnos a solas? –asintió y respondió: –Claro, joven Matías; iré a desayunar al comedor común –una vez solos, me arrodillé junto a él y dije entre lágrimas–: Debí haberte mantenido a salvo. Es mi deber como hermano mayor protegerte, y se lo había prometido a mamá; sin embargo, te fallé y aquí estás por mí. Demonios, ¿por qué lo hiciste? Yo podría haberlo soportado; lo que no me siento capaz de aguantar es si hubieses muerto. ¿Sabes? Si hubiese pasado algo peor, papá se hubiera hundido; tal vez no lo veas, pero sigue llorando las noches del aniversario de la muerte de mamá. Por favor, ahora debo irme, pero recupérate pronto; te necesitamos –le di un beso en la frente y me reuní con Anakin y los demás en la entrada de la aldea. Antes de irnos al instituto, vi a Nana regresar al hospital. Durante la mañana, tenía la mente en otro lado. Podía notar la preocupación de mis amigos aunque no mencionasen nada. Pasó la hora de literatura y, al entrar en el aula de biología, vi que ella estaba colocando sus cosas en la mesa. Me di cuenta de que a su lado había una de sus amigas, así que me senté junto a Kenai. Décimas de segundos después, ella se acercó y le dijo a Kenai. –Hola, ¿te importa si intercambiamos de lugar? –Kenai sonrió, tomó sus cosas y se sentó en la otra mesa. –Hola, no te ves bien. ¿Ocurre algo? –me preguntó preocupada. –Es mi hermano pequeño, ha caído gravemente enfermo; aún tardará en recuperarse –no dijo nada, abrió sus brazos y me estrechó en un reconfortante y cálido abrazo–. Gracias, lo necesitaba. –Eso pensé –respondió con sus mejillas coloradas. El profesor llegó y comenzó la clase, pero me volví a girar hacia ella y le pregunté: –Había pensado en caminar por el pueblo al atardecer, ¿te apetece acompañarme? –Me encantaría, anótame tu número –respondió, ofreciéndome su móvil. Así lo hice; al devolvérselo, me llegó a W******p un emoji sonrojado con una tímida sonrisa. Parecía que todo iba encauzándose, ¿papá tenía razón? Sentía que estábamos siendo observados desde los asientos de atrás, pero sabiendo que era él, le iba a dar la importancia que se merece: ninguna. Deseaba que esta hora se hiciese eterna, pero la clase terminó y, aunque por separado, teníamos que ir a la siguiente. –¿Qué tal ha ido? –preguntó Áurea sujetándome con el brazo en jarra. –Parece que fue mejor de lo que se esperaba –dijo Connor. Sonreí como un niño, me giré hacia Kenai y dije: –Muchas gracias. –No estabas siendo tú mismo, necesitabas algo así. Se me presentó la oportunidad y la aproveché; ella te hace bien –respondió Kenai. –Fue mejor de lo que pensaba, hemos quedado para la tarde –les conté, y todos se mostraron muy felices por nosotros–. Solo espero que acepte a Look tanto como a mí. Si nos rechaza porque nos teme, estamos absolutamente perdidos. –Date tiempo, seguro que cuando lo conozca también le caerá genial –respondió Anakin. –Gracias, chicos –respondí. Con calma, nos marchamos a casa al terminar la jornada de clases. La vi subirse a un coche con su amiga y otra mujer. Tomé mi móvil y le envié un mensaje: –Mándame más tarde tu ubicación, pasaré a recogerte a la hora que me digas. –Primero hablaré con mi madre; ella debe saber que saldremos hoy. Luego te daré una hora en la que puedas pasar por mí –respondió. –Eso es un hecho, estaré esperándote 😉 –respondí, guardé mi móvil y continué mi camino. Antes de entrar en casa para almorzar, vi que papá salía del centro de reuniones junto a Christian, el padre de Connor. Me acerqué a preguntarles: –¿Hablaron con Hank? –Vamos ahora a verle, aunque al dejar el recado, se mostró incrédulo de que su hijo haya hecho algo como atacar a tu hermano. Pero ha aceptado verme; después de todo, él estuvo de acuerdo con el tratado de paz –respondió papá. –Perfecto, ¿podrías mantenerme informado? –inquirí. –Por supuesto –respondió, uniéndose al grupo de hombres que lo acompañarían. Como cada día, el entrenamiento rutinario llegó a su fin en las horas vespertinas. Sentí la vibración de mi teléfono; era un mensaje de Alessandra: –Hola, mi madre trabaja esta noche, pero me ha pedido que no regrese muy entrada la noche. ¿Puedes estar aquí a las 7:00 p.m.? –preguntó, enviándome su dirección a continuación. –Perfecto, te veo en un rato –respondí. Me terminé de vestir, colocando una camisa negra de botones, unos jeans vaqueros y las deportivas. Atravesé el bosque para no hacerla esperar; en el transcurso de una hora, ya estaba frente a su casa. Ella me esperaba en los escalones del porche, y al verme, se acercó a darme un abrazo. –Hola, llegaste pronto. ¿Vives cerca? –preguntó, ladeando la cabeza. –Sí, parece que estamos más cerca de lo que creíamos –respondí. –¿Dónde iremos primero? –Había pensado en mostrarte un lugar secreto con hermosas vistas. Estoy seguro de que te encantará –respondí. –Suena prometedor –respondió alegremente–. ¿Está muy lejos? –No demasiado, pero si gustas, puedo enseñarte lo mejor del pueblo por el camino –respondí. –Guíame, comencemos nuestro viaje –contestó, sujetándome del brazo. Caminamos juntos, disfrutando de la maravillosa noche.~Matías~ Esa noche, Alessandra me contó más sobre ella y su niñez. Ahora sé que su madre es enfermera y que contrajo matrimonio muy joven con su padre, Henry. Cuando Alessandra tenía seis años, él comenzó a ausentarse, llegando a casa borracho a altas horas de la madrugada. Un día, simplemente no regresó más, hasta once años después, que fue el motivo por el que salieron huyendo. Cuando su mamá, Anna, se negó a que él se metiera en sus vidas, Henry intentó convencerla de que había cambiado. Se atrevió a ir a ver a Alessandra a su anterior instituto, pero los profesores, a petición de Anna, no lo dejaron llevarse a su hija, obligándolos a llamar incluso a la policía. Eso fue la gota que colmó el vaso para Henry. Días más tarde, Anna no regresó a casa al salir del trabajo; fue encontrada inconsciente por uno de los guardias de vigilancia del hospital donde trabajaba. Tras ese escándalo público y el acoso de Henry, pasando noches en la puerta de la casa, las chicas se mudaron desde R
~Matías~ Este es uno de mis peores días. Debería haber sido capaz de predecir que este acontecimiento se daría; si me hubiera adelantado al ver la confianza de Ethan en sus palabras, Eloy y Alessandra estarían aquí ahora mismo. Con cierta pesadumbre, me puse un outfit básico deportivo y agradecí no encontrar a nadie en mi dormitorio al despertar. Sin decir nada a nadie, Look y yo salimos hacia el bosque. Él tiene unas frenéticas ganas de correr, y yo que no estoy para echar cohetes ahora mismo; necesito respirar el aire fresco, porque siento que este dolor me está ahogando. ~Alessandra~ Al despertar, desorientada y con un dolor agudo de cabeza, examiné todo lo que me rodeaba; fue entonces cuando me di cuenta de que me habían encerrado en una fría y enmohecida habitación. No sé quiénes eran cuando entraron en mi casa como completos animales buscándome. Corrí al pasillo cuando escuché a mi madre gritar que huyera; pero ya era tarde, uno de ellos me había alcanzado y, con un fuerte g
~Matías~ Me han dejado solo en lo que parece ser un sombrío sótano, colgado de mis muñecas, sujeto a unas cadenas de plata. Creo que llevo días encerrado, no estoy seguro porque paso más tiempo inconsciente que despierto. Creo que Ethan está aprovechando su oportunidad para desahogarse. No me han dado de comer, me ha golpeado, apuñalado; pero, sobre todo, me mantienen drogado con algo que les ha dado esa bruja que tienen. Ethan se regodea en mi dolor y mi mal estado físico, pero resulta que la vida da muchas vueltas, así que tal vez mañana podríamos cambiar las tornas; él estar en mi lugar y yo en el suyo, y créanme cuando digo que lo disfrutaré. –¿Y te llaman alfa? Solo mírate –dijo Ethan, entrando en el sótano, cachondeándose. Aún me duelen las heridas que me causó con sus dagas hace un par de horas, pero respondí con una sonrisa ladeada. –Acércate y te mostraré qué tipo de alfa soy –respondí. No dijo nada, solo sonrió con malicia y tensó su quijada mientras en su mano derecha so
~Kendra~ Mi nombre es Kendra y sí, soy la loba de Alessandra. Como ya debéis saber, me temo que tomaron una decisión por nosotras no muy acertada. Tampoco me dieron la oportunidad de experimentar nuestra primera transformación y primera caza; nos arrebataron ese derecho. Tuvieran las intenciones que tuvieran sus padres, no debieron hacerlo. Hoy he despertado con el deseo incontenible de correr y sentirme libre, respirar el aire puro. A pesar de saber que otro lobo me sigue, me detuve a devorar un ciervo que pasaba cerca. Lo que él no sabe es que soy algo quisquillosa y no me gusta nada que se entrometan en lo que hago. Sé que ha intentado comunicarse con Alessandra; también he averiguado que se trata de su padre, el único culpable de mi encierro. Así que he querido hacerlo sufrir un poco: encerré a su hija en mi mente y tomé el control absoluto. He salido de Camden, continuando mi camino y disfrutando de la comida. En este momento, encontré una granja con gran variedad de animales,
~Matías~ Este día me hace sentir festivo porque al fin llegó. Hoy cumpliré 18 años y además seré nombrado como nuevo alfa. Aunque no todo es tan bueno: hace tres semanas, cuando Adriano se confesó con su hija, creí que tendría mi oportunidad de charlar con Alessandra a solas. No fue así, no me dirigió la palabra, a pesar de que vive a solo dos casas de distancia de la mía. Hablé con Adriano, y me dijo que le diera tiempo, que todavía le está costando asimilar su nueva realidad. Eso hice: mantenerme al margen y darle la oportunidad de dar el próximo paso. Mientras su padre la está ayudando con su autocontrol, he regresado con los chicos al instituto. Áurea le lleva sus deberes, ya que por el momento no se mezclará con humanos. Son las seis de la mañana. Con un poco de música para comenzar el día, he puesto en mi móvil una de mis favoritas: "Tú y yo" de Tony Vega y Amy Gutiérrez. Me metí en la ducha y, una vez terminé, cogí de mi armario unos vaqueros A Salvarini azul oscuro, una cam
~Alessandra~ No pude pegar ojo con los nervios a flor de piel, ya que Matías ha decidido pedirme una cita; bueno, a mí no directamente, se la ha pedido a mi padre y para ello se ha presentado en casa vestido de punta en blanco con un ramo de mis flores favoritas, las rosas rojas. Papá, por otro lado, abrió la puerta principal inexpresivo y cruzó los brazos; para que se hagan una idea, parecía un guardia de seguridad de esos que ves en las discotecas antes de entrar. Pensé que iba a ser peor, pero desde la distancia junto a mamá fue divertido verlos; ya que el punto de todo esto es que ellos se admiran, se respetan y se han hecho grandes amigos. Entiendo a mi padre, es duro ver la infancia de tu única hija pasar frente a tus ojos en la distancia y no poder compartirla con ella; pero tampoco es que me vaya a ir a la otra punta del país, estaré a dos viviendas de distancia; podemos pasar mucho tiempo juntos. Debe comprender que seguiré siempre siendo su pequeña, que sé protegerme sola y
~Adriano~ Intenté mantenerme despierto porque lo primordial era avisar a Matías de lo que Henry pretendía. Al verme, volvió a su forma humana y se dejó caer de rodillas junto a mí; intentó calmarme, pero tomé su mano y lo acerqué a mí. Solo entonces le susurré: –Protégela, la quiere a ella –Sus músculos se tensaron al oírlo. –Tranquilo, yo me encargaré. Descansa –le escuché decir antes de perder la conciencia. ~Matías~ –¡Escúchenme todos! Mantengan los ojos bien abiertos. Vinieron a por nuestra luna y su madre; debemos protegerlas. Pero ahora, levántenlo a la de tres, que tenemos que llevarlo rápidamente a la enfermería. ¿Listos? –pregunté. –Sí, alfa –respondieron. –Una, dos... ¡arriba! –Mis hombres lo levantaron a la altura de sus hombros. Papá y yo nos transformamos para asegurarnos de que llegaban ilesos al hospital. Durante el camino, había algo que me tenía inquieto: “Protégela, la quiere a ella”, dijo. Ahora, la próxima vez que aparezca, le daremos la bienvenida que merec
~Matías~ Quiero hacer algo diferente a lo que se acostumbra. Somos dos almas unidas por la diosa luna. Soy alguien tradicional, me declaro fan del amor a la antigua. Mi propósito para este comienzo es crear juntos momentos únicos que recordemos dentro de un decenio, con el mismo amor que empezamos esta historia. Es poco usual que alguien con nuestra naturaleza le pida la mano de su chica al padre de esta; reconozco que estaba de los nervios, pero se trata de Adriano, un gran hombre, padre y amigo a quien sin duda le confiaría hasta mi vida. Alessandra continúa algo tensa desde que se encontró cara a cara con Henry. Sé que eso le habrá traído recuerdos reprimidos e intenta ocultármelo, pero lo veo en sus ojos. Por ese motivo me tomé el atrevimiento de informar a sus padres que, por una noche, la sacaría de la manada. No muy lejos, acamparemos al aire libre en el bosque, a solas y desconectados del mundo. Quiero que se distraiga y vuelva a sonreír. En lo referente a Derrik, acordamos