Cap:02

ALFA LUCIAN:

Despido a mi luna con un beso en la mejilla y ella se marcha junto a algunos de los guerreros… Aunque creo que no es necesario, hemos vivido en paz con los humanos durante años y décadas. 

—Presiento que va a pasar algo Lucían. 

Dice mi lobo Eros algo inquieto. 

—Tranquilízate Eros, todo estará bien. 

Hablo dirigiéndome a mi oficina para terminar algunos pendientes. 

Al entrar está mi beta Gerson, mi leal y mejor amigo. 

¿—Ya se marchó Romina? 

Me pregunta y asiento. 

—Mi lobo está inquieto, teme que algo pase. 

—Así está el mío… Hay que estar alerta. 

Dice algo preocupado. 

—Avisa a los guerreros qué estén alerta de cualquier cosa… Es mejor prevenir. 

Digo y Gerson se marcha para hacer lo que le ordené. 

¿—Estás ocupado?

Entra mi hermana Mariana abriendo la puerta sin tocar. 

¿—Algún día aprenderás a tocar? 

Le pregunto gruñendo y ella se encoge de hombros. 

—Escuché que la princesa de los humanos está de cumpleaños ¿Le enviaste un presente? 

Dice tomando asiento en uno de los muebles mientras sube sus piernas en mi escritorio.

Suspiro pidiendo paciencia y asiento. 

—Le envié un presente, ¿Eso querías saber? Ahora largo. 

Hablo intentando concentrarme en la montaña de papeles. 

—Hay que amargado, pero bueno solo otra amargada como tú puede soportarte. 

—No hables mal de tu luna, Mariana. 

Le gruño y ella solo rueda los ojos marchándose. 

Suspiro sintiendo lo inquieto qué está mi lobo y me siento algo desesperado. 

Al pasar las horas mi lobo está más inquieto y siento un mal presentimiento. 

—Creo que algo no está bien con nuestra luna Lucían. 

Dice mi lobo casi aullando. 

Con el ceño fruncido salgo de la oficina y me dirijo afuera, pero antes de llegar para abrir la gran puerta del castillo caigo aullando de dolor y siento como mi corazón se destroza en mil pedazos. 

—Lucían, Lucían ¿Qué pasa? Lucían. 

Me habla mi beta, pero apenas puedo contestarle. 

—Ro… Romina… Es… Romina… 

Digo mientras siento cómo mi cuello arde, justo donde se encuentra mi marca. 

Un fuerte dolor en el pecho me deja algo aturdido y escucho mi lobo aullar dentro de mí. 

—Se ha ido Lucían, se ha ido. 

—Prepara los guerreros Gerson. 

Digo y este asiente marchándose sin decir nada. 

Mi hermana muy preocupada me ayuda a levantarme y me sienta sobre una banqueta. 

—Hermano… Tu marca ha desaparecido… Eso significa… 

—Aún no se ha confirmado. 

Digo tratando de pensar que ella aún está viva. 

—Los guerreros están listos para partir Lucían. 

Dice mi beta mirándome con preocupación. 

—Bien, no perdamos el tiempo y vamos. 

Hablo levantándome para partir de inmediato. 

La nieve tapaba las huellas de algunas horas, pero gracias a nuestro buen desarrollo del olfato nos guiamos a la perfección. 

El olor a sangre inunda nuestras fosas nasales y nos detenemos, mientras algunos de los guerreros se dirigen a verificar. 

—Encontramos rastros de humanos señor, es débil, pero aún se puede percibir. 

Dice uno de mis mejores hombres rastreando. 

—El olor a sangre… ¿Es de humano? 

Pregunto mientras algo muy dentro de mi sabe perfectamente que no es así. 

—No señor… Es de nuestros guerreros… Y nuestra luna… 

Dice ocultando la cabeza en forma de sumisión. 

No digo nada y me dirijo al lugar que parece un carnicero… 

Las trampas muy elaboradas por esos malditos humanos, destrozaron a toda nuestra gente como animales. Y lo que me enfurece más, es ver las extremidades de mis guerreros de un lado a otro como si no fueran nada, al igual que mi luna, que se encuentra degollada. 

El dolor y la furia me invaden por completo y sólo tengo un objetivo en mente… Acabar con la miserable vida de todos los humanos de ese pueblo. 

—Ustedes dos, recojan los restos y llevarlo a la manada… El resto viene conmigo. 

Digo con voz de alfa y todos bajan la cabeza diciendo. 

¡—Sí señor! 

Me transformo en lobo y nos dirigimos al reino a toda velocidad. 

Los guardias de la entrada nos recibe con una sonrisa, pero los atacamos haciendo qué sus cabezas vuelen por los aires. 

Arrasamos con la gran mayoría de los humanos en cuestión de minutos y en estos momentos nos encontramos en la plaza del reino con el rey y la reina de rodillas pidiendo perdón. 

—Majestad… Hemos estado en paz durante años… Por favor… Perdóneme nuestras vidas…  y la de  nuestra gente. 

Habla el rey arrodillado ante mi, muy asustado… Puedo oler su miedo y confusión, pero eso es algo que en estos momentos no me importa. 

¿—Perdonar? No me hagas reír, miserable humano, todos ustedes pagarán con sus vidas. 

Hablo con la voz gruesa y mis ojos completamente rojos. 

—Rey alfa… No hemos hecho nada… Por… Por favor, perdona nuestras vidas. 

Habla la reina y sólo río. 

—JAJAJA, no perdonaron la vida de mi luna… ¿Por qué tendría que perdonar la de ustedes? 

Hablo alzando las cejas. 

Los reyes me miran con confusión, pero dejo de mirarlos cuándo el olor de mi luna llega a mi fosas nasales. 

Levanto la mirada y una delicada rubia nos mira aterrada. 

Frunzo el ceño llevando la vista a su cuello, dónde reposa un collar con la piel de mi luna… 

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