Unos meses despuésPalermoAdlerUna de las etapas más hermosas del matrimonio es, sin duda, la luna de miel. Más allá de la intimidad, de los besos robados en cualquier rincón y las caricias que no necesitan excusa, la verdadera esencia está en saberse solo dos almas, sin más testigos que el cielo y el tiempo que comparten. Es en esos días donde la vida se vuelve un murmullo suave, donde cada risa, cada suspiro, construye un puente invisible entre dos mundos que han decidido fundirse en uno.Porque después vendrá la rutina, inevitable como la marea: los compromisos, las responsabilidades, las ocupaciones que empujan, reclaman, desgastan. Y más tarde, cuando lleguen los hijos, el amor aprenderá a estirarse, a multiplicarse, a encontrar nuevas formas de existir.Pero en la luna de miel —en ese paréntesis que parece flotar fuera del tiempo— sembramos las raíces de algo más grande que nosotros mismos. Consolidamos la complicidad, reforzamos la ternura, y aprendemos a mirarnos no solo con
Un tiempo despuésPalermoOrianaDicen que las nuevas vidas traen consigo tiempos de cambio, de bonanza, de felicidad... Y en parte es verdad. La llegada de un hijo no solo transforma una casa, transforma el alma. Lo remueve todo, desde las certezas hasta los miedos más escondidos. Pone el mundo patas arriba, sí… pero lo hace con dulzura, como una tormenta que, en lugar de destruir, construye nuevos paisajes.Porque no se trata solo de traer una vida al mundo, se trata de convertirse en alguien nuevo también. De aceptar que ya no se camina por uno mismo, que hay una pequeña existencia que dependerá de nosotros incluso antes de aprender a respirar con fuerza. Y en ese proceso, uno se reinventa. Aprendemos a amar con un instinto que no sabíamos que teníamos, a proteger con una fiereza que nace desde lo más hondo.No hay manuales. No hay fórmulas perfectas. Solo hay amor… y miedo… y la promesa silenciosa de hacer lo mejor posible, aun cuando no sepamos exactamente cómo. Ser madre no es u
PalermoAdlerDicen que el hombre tiene la capacidad de reinventarse, de levantarse de las cenizas y dejar atrás ese pasado doloroso. Que puede renacer, sí, pero no lo hace solo. Necesita una chispa. Una mano extendida. Una voz que no tema tocar sus heridas. Un abrazo que no exija explicaciones. Y esa persona, esa capaz de mirarte a los ojos y decir “estoy aquí” cuando todo se derrumba… esa no se encuentra todos los días.Y si la encuentras, si tienes la dicha de cruzarla en tu camino… entonces sujétala con fuerza, con gratitud. Porque no todos tienen la suerte —ni el valor— de apostar por una locura llamada amor. Yo sí la encontré.Hace años, en medio de mis ruinas internas, apareció ella: Oriana, mi compañera, mi tormenta y mi calma, mi sol en los días nublados y el faro en mis noches más oscuras. Y me sostuvo. No solo con sus palabras, sino con su manera de mirarme sin miedo, con sus silencios que sabían decir más que mil discursos, con su ternura feroz, con su amor que me reconstr
ActualidadSicilia, ItaliaOrianaAlguien dijo que no nacemos con el corazón de piedra, sino que se endurece con cada golpe, con cada traición que nos obliga a ver la realidad sin filtros. Yo diría que es un proceso, una lenta revelación o un despertar brutal, como si de pronto nos arrancaran la venda de los ojos y nos obligaran a mirar la maldad de frente. Esa maldad que no solo hiere, sino que despoja, que arrasa con lo que más amamos justo cuando creemos haber alcanzado la cima. Llega sin aviso, como una ola furiosa que lo destruye todo a su paso, sin dejar rastros de lo que fuimos antes de su embestida.Y el resultado es inevitable: nos volvemos pragmáticos, duros, impenetrables. Aprendemos que las emociones son un lujo peligroso, una debilidad que puede costarnos demasiado. Así que cerramos el paso a cualquier cosa que pueda desmoronarnos. No hay lugar para sentimentalismos ni para la fragilidad, porque ya sabemos lo que significa caer sin nadie que amortigüe la caída. Por eso no
El mismo díaSicilia, PalermoOrianaCualquiera puede sentarse en un trono, pero no cualquiera puede sostener la corona sin que el peso le quiebre el cuello. Gobernar no es un título, es un arte de equilibrio donde un paso en falso puede convertirte en presa. Debes aprender a caminar sobre el filo de la navaja, demostrar que tienes la ferocidad para arrancar gargantas y la frialdad para enterrar a los tuyos si es necesario. Si dudas, si titubeas, aunque sea un segundo, la balanza se inclina y la sentencia es inmediata: una bala en la sien, un puñal entre las costillas, un vaso de whisky con el amargo beso del veneno. No hay segundas oportunidades.Existe una salida más cómoda, pero no menos letal: ser la marioneta, la sombra de un poder ajeno. Ser el títere que se mueve al compás de otros, el rey sin voz que luce la corona mientras manos invisibles mueven los hilos. Pero los títeres no envejecen en sus tronos. Cuando dejan de servir, los convierten en cenizas o los entierran en fosas
El mismo díaSicilia, PalermoOrianaMuchos viven con la adrenalina corriendo por sus venas debido a sus ocupaciones peligrosas, pero eso no significa que estén preparados para los imprevistos. La experiencia enseña a reaccionar rápido, a tomar decisiones bajo presión, pero nunca a eliminar por completo la incertidumbre. La realidad es que, por más preparados que creamos estar, siempre hay un margen de error, una grieta en la estrategia, un instante de descuido que lo cambia todo.Los imprevistos no llegan con advertencias. Se infiltran en lo cotidiano, en una llamada inesperada, en un cruce de miradas, en una conversación que parece inofensiva pero que oculta más de lo que muestra. Pueden venir en la forma de una curva traicionera en la carretera, de una bala perdida que nunca iba dirigida a ti, de un visitante que no debería estar aquí, pero está. Es en esos momentos cuando el instinto de supervivencia despierta, cuando el pulso se acelera y la mente trabaja con la precisión de una
El mismo díaSicilia, PalermoAdlerDicen que el pasado deja huellas imborrables, heridas que no cierran y errores que se adhieren a la piel como una segunda sombra. A veces, ni el tiempo es capaz de aliviarnos, solo nos vuelve expertos en fingir que seguimos adelante, cuando en realidad seguimos hundidos en lo que fue, repasando cada fallo, buscando la grieta exacta donde todo pudo cambiar.Tal vez sea una estupidez, una manera de aferrarnos a lo que ya no existe, o quizás el miedo a soltar nos consume, como si dejar ir fuera una traición al corazón. Pero, más allá de lo que sintamos, recoger los pedazos que quedaron de nosotros nunca es fácil. Algunos lo hacen con la frialdad de quien barre vidrios rotos sin mirar atrás, otros esconden su sufrimiento tras una mirada vacía y un rostro endurecido, y los últimos prefieren ahogarse en alcohol y polvo blanco, buscando en el exceso una salida que no existe.No puedo decir que hay una manera correcta de sobrellevar el pasado, ni que algún d
El mismo díaSicilia, Palermo OrianaLos desafíos son parte de la vida, pruebas invisibles que miden nuestras capacidades y habilidades. Pero también son un arma de doble filo: pueden elevarnos a la cima si los conquistamos o hacernos añicos cuando fallamos. Aunque, si lo pienso bien, son más que eso. Son una trampa bien disfrazada, un susurro del diablo incitándonos a dar el paso, un juego de seducción con el peligro donde, a veces, salimos ilesos y, en otras, terminamos en ruinas.Algunos prefieren ignorarlos, por cobardía o comodidad, aferrándose a la seguridad de lo que conocen, como quien elige quedarse en la orilla viendo las olas romper una y otra vez sin atreverse a sumergirse. Otros, adictos a la adrenalina, se lanzan sin mirar atrás, sin medir la profundidad ni el alcance del impacto. Son los que viven al filo del abismo, convencidos de que el vértigo es sinónimo de vida.Y luego está el último grupo, aquellos que diseccionan cada detalle con precisión