CAPÍTULO 62 Podría Enzo tener razón, pero ante los ojos de Keila, Valentina era una víctima más, manipulada por un hombre que saber hacer justamente eso, manipular. Augusto sabía manejar las emociones de sus víctimas, conocía los movimientos que debía hacer, y las palabras que debía emplear para convencerte. Cuando eso deja de funcionar, comienza los juegos y finalmente las amenazas. Así lo hizo Keila, convirtiéndola en el juguete favorito de su vida, y no le gustaría, que alguien más viviera lo mismo. No es justo para una mujer, ser esclava de las maldades de un hombre inseguro. — Deja de pensar, Keila. Debes aceptar que tengo razón — Ella negó. — Puede que Valentina me odie, pero no me quedaré de brazos cruzados viendo como ese hombre, arruina la vida de otra mujer — manifestó —. Debemos advertirle una vez más. Keila guardaba la esperanza de que ella, finalmente la escuchara. Quería hacer al menos, un último intento, antes de que fuera tarde, porque conocía bastante bien ese fi
Es obvio que Enzo no iba a permitir que su ex esposa maltratara verbalmente a su mujer, menos, cuando ha sufrido demasiado por sus acciones. Aun le tiene cierto rencor, por haber sido cómplice de la muerte de su hijo. — Sigo pensando que no te conviene. Ella — señaló con el dedo —, no está a tu nivel. — ¿Y tú sí? — Claro. Soy mejor opción que esa — respondió altanera. — Yo no saldría con alguien que ayudó a un psicópata a matar a mi hijo — manifestó, haciendo que la mujer se tensara. Keila presionó la mano de su esposo, esperando calmarlo —. Lo sé todo, y es por mi esposa, que no te hundo. — Enzo, por favor — El hombre miró a Keila, y asintió. Tomó asiento, ignorando a su ex esposa, a quien no le quedó más remedio que marcharse a su mesa —. No seas duro con ella. — Eres tan noble, Keila, que eso te convierte en presa fácil de las personas malas — manifestó el hombre. — ¿Dices que debo cambiar? — No es culpa tuya que las personas tengan el corazón tan negro — respondió —. No deb
Para Lorena era algo, extremadamente emocionante, pues su amor era demasiado por Cristhian, que el hecho de que, aceptara los cambios, era un paso más al frente. Estaba emocionada, que había olvidado por completo la caja misteriosa bajo su cama. Al día siguiente, se presentó a una empresa, externa de la de su esposo, para una entrevista de trabajo. Ella se mostraba feliz porque sería el segundo trabajo al que se postularía, y deseaba hacerlo bien. Cristhian le dijo que no era necesario que trabajase, porque tenía la oportunidad de mantenerla, pero era obvio que ella no aceptaría. Esa noche, Cristhian le había hablado más de lo que es su trabajo real, su familia, y de que no es un hombre que se encuentra muy bien posicionado económicamente. Eso si la sorprendió, pero no hizo que cambiara sus sentimientos. Para ella, seguía siendo el hombre perfecto, pese a los errores constantes que cometía. Finalmente, esa noche, ella pretendía celebrar que fue aceptada a la empresa, y mientras volv
Un heredero le daría la oportunidad de volver a tener el poder, pero el no deseaba un hijo, porque solo él quería ser el dueño de todo. Sin embargo, eso no se lo diría a su progenitor, porque las cosas cambiarían drásticamente, y no deseaba perder lo que acababa de conseguir.— Un heredero…, suena interesante, padre — respondió, observándolo fijamente —. ¿Cómo supiste que Valentina esperaba un hijo mío?— Te he vigilado desde que saliste de mi protección. Lo que hiciste con Mondragón en la plaza, fue lo más estúpido, pero debo admitir que me has sorprendido — comentó —. Ahora debemos ver la forma de limpiar tu nombre.— Es lo que más me interesa, padre — responde, con su peculiar voz cantarina —. Muero por volver al trabajo.— Volverás, hijo. Lo harás una vez solucionemos tus problemas, pero conoces la condición. Solo debes cumplirla.Augusto asintió seguro, aunque ciertamente, no haría caso a eso. Su obsesión hacia Keila era demasiado fuerte y enferma, que no sería posible dejarlo de
De allí, volvió a la empresa, encontrándose con un esposo eufórico, quien la recibió con un abrazo, para después alejarse, y fruncir el ceño. — ¿Te has vuelto loca? — gritó de repente, pero Keila no se inmutó. Estaba cansada de vivir asustada, y sabía, que Enzo hacía eso, solo por los nervios que le había generado su ausencia, acompañado del miedo a que le sucediera algo. — Fui a beber café en una cafetería, como lo hace una persona normal — respondió, adentrándose a su cubículo. — Hay un hombre obsesionado contigo, allí afuera. — Lo sé — respondió, volviendo a encender el computador en pausa. — ¿Lo sabes? Entonces, ¿por qué sales sin avisar? — Ya te lo dije, cariño — dijo, dejando de hacer su trabajo, y mirándolo a él —. Ser libre. — No es la forma — manifestó el hombre —. Estaba preocupado, asustado, desesperado. Si ese hombre aparecía. — Lo hizo — confesó. Enzo no podía creer la forma tan tranquila que él lo decía, es como si, ya no le importara lo que pudiera hacerle. La
— Lorena, estás llevando a un extremo bastante difícil de salir, toda esta situación. Será mejor que te calmes, y luego hablaremos — aconsejó Cristhian, dejándola indignada.Ella la miró con incredulidad.» ¿Calmarme? «» ¿Tan ciega fui? «» Definitivamente, me merezco esto, por intentar ser condescendiente con imbécil como él. «La verdad, se estaba conteniendo bastante, porque no se dejaría mostrar triste antes un idiota como él.— Te puedo asegurar, que estoy bastante calmada, Cristhian. Pero, ¿cómo mierda te atreves a pedirme aquello, cuando te revuelcas con otra mujer, estando enamorado de mi mejor amiga? — manifestó con rabia, y riéndose del coraje —. Y yo soy la esposa. Mira en la situación que me has puesto.Ella se encerró en su habitación, luego en el baño, y sin pensarlo, se puso a llorar. Lloró como una niña, como nunca antes lo había hecho. El corazón le dolía, sintiéndose como una niña indefensa, humillada por alguien con poder.Su celular volvió a sonar, descubriendo qu
De igual forma, a Keila le importaba poco lo que pensaba su esposa. Ella igual iría a visitar a su amiga, porque ella era más importante que cualquier otra cosa.Finalmente, cuando estaban aterrizando, se dispusieron a ir hasta la casa donde estaban viviendo. No importaba la hora, ella igual iría, pese a que Enzo, insistía que debían esperar a que amanezca.Keila, desesperada, toco el timbre, y golpeo la puerta, hasta que se abrió. Cristhian era la persona quien los recibía, pues Lorena no ha salido de su habitación desde la discusión, y ya comenzaba a preocuparse por la misma; sin embargo, Keila, con la rabia palpitando en sangre, lo fulminó con la mirada.— ¡Qué bueno que vienen! — exclamó, pero no tuvo tiempo de terminar de hablar, porque la joven asistente, le propinó un golpe a puño cerrado en la cara.Keila gimió de dolor, para después observarlo.— Por cobarde — gritó, adentrándose a la casa y buscando a su amiga —. ¡Lorena! ¿Dónde estás?— Habitación principal, a la derecha —
Keila había sido testigo de aquello, por lo que sonrió esperando alguna respuesta de parte de su amiga; además, esperaba que pudiera divorciarse y seguir con su vida, con alguien que realmente, le brindara la seguridad que se merecía. Cuando llegó a la casa, Enzo ya la estaba esperando en la entrada, junto con Cristhian. Ella no le brindó ni una sola mirada, y esperó paciente a que su esposo se adentrara en el interior del vehículo. — ¿No le hablarás? — Negó —. Sabes que hay problemas más serios que ellos dos. Indignada, pidió al chofer que se detenga. — Bájate — pidió Enzo la miró incrédulo —. Bájate o me bajo yo. — Pero, ¿por qué? — Nada es más importante que mi amiga, excepto tú. — Aquella respuesta, dio un toque de felicidad a Enzo. De hecho, ya era un hombre feliz a lado de ella, pero oír de la boca de ella, era algo inexplicable de explicar. Un sentimiento reconfortante y puro. Keila era de esas mujeres puras, sencillas e inocentes, incapaces de mentir, solo porque debía h