Las cosas estaban saliéndose una vez más de control. Keila, no podía tener siquiera una vida tranquila, un solo segundo de su vida. Siempre ocurría algo, que afligía su mente, y ahora, solo se trataba de su pasado, hostigándola, sino de los sentimientos de su mejor amiga. De la única persona que estuvo sosteniéndola durante su recaída.Ella sentía, que no podía resistirlo más. En cualquier momento podría caer y no volverse a levantar, pese a que, en ocasiones, se llenaba de valentía.Es que a veces, es fácil creer que uno podría salir de su dolor, pero es más difícil de lo que parece. Keila no solo debía trabajar con sus traumas, sino también, en su amor propio, en la confianza. Muchos aspectos de su vida estaban deteriorados, y conllevaba una larga lucha, revocar las grietas.Para su buena suerte, Enzo la estaba sosteniendo, y también su amiga; una amiga, a quien temía perder.— Deja de pensar en eso, Keila. Ellos sabrán resolver sus problemas — aconsejó Enzo, envolviendo sus brazos,
Cristhian estaba bastante asustado, y una vez más, actuaría por impulso, pensando que es lo mejor.Tomó su chaqueta y salió de su oficina, para bajar al piso, donde se encontraba su prometida. Y cuando la vio, simplemente le hizo una señal, y salieron de allí.— ¿A dónde vamos? — preguntó Lorena, consternada.— A casarnos — respondió él, con una seguridad inigualable.Lorena estaba completamente sorprendida, que no podía creer lo que estaba a punto de suceder. Creía que estaba soñando.— ¿Estás hablando en serio? — insistió.— No dejaré que mi hijo crezca en una familia separada; además, ya te lo propuse — respondió, forzando una sonrisa.La verdad, no estaba seguro y creía que esa era la solución aun sabiendo, que Keila ya sabía la verdad. No iba a dejar a Lorena desamparada con un bebé.Él no era, un hombre de esos.Lorena se mostraba emocionada, porque al final de cuentas, la propuesta ya estaba hecha. Sin embargo, tenía cierta incertidumbre, clavándose en su pecho. Temía que algo
Keila sentía que no tenía motivos para pelear, y quizás, nunca tuvo motivos reales para sentirse amenazada. Con Camila no era algo tan verdadero, pues se dio cuenta, que solo la mujer era una persona generando disputas en su relación. La suerte es que no logró su objetivo, y, ciertamente, Enzo y ella están bien.— ¿Qué tal está tu amiga? — preguntó Enzo, cuando se encontraron en el ascensor —. Parecía estar muy seria.— Ella está muy enamorada — respondió —. Sus ojos se iluminan cuando habla de ese tonto.— Es bueno enamorarse, lo malo es no ser correspondido — manifestó Enzo.— Cristhian lo único que hace, es fingir amarla. No me cae bien — respondió.— No voy a permitir, que sigan hablando de mí — dijo, ingresando al pasillo. Ya habían salido del ascensor, cuando conversaron al respecto —. Voy a renunciar, y trabajaré en mi propio bufete— Cristhian… —susurró Keila.— No digas nada, tienes razón, pero Lorena ahora es mi esposa, e intentaré vivir mi vida a su lado, antes que seguir v
CAPÍTULO 62 Podría Enzo tener razón, pero ante los ojos de Keila, Valentina era una víctima más, manipulada por un hombre que saber hacer justamente eso, manipular. Augusto sabía manejar las emociones de sus víctimas, conocía los movimientos que debía hacer, y las palabras que debía emplear para convencerte. Cuando eso deja de funcionar, comienza los juegos y finalmente las amenazas. Así lo hizo Keila, convirtiéndola en el juguete favorito de su vida, y no le gustaría, que alguien más viviera lo mismo. No es justo para una mujer, ser esclava de las maldades de un hombre inseguro. — Deja de pensar, Keila. Debes aceptar que tengo razón — Ella negó. — Puede que Valentina me odie, pero no me quedaré de brazos cruzados viendo como ese hombre, arruina la vida de otra mujer — manifestó —. Debemos advertirle una vez más. Keila guardaba la esperanza de que ella, finalmente la escuchara. Quería hacer al menos, un último intento, antes de que fuera tarde, porque conocía bastante bien ese fi
Es obvio que Enzo no iba a permitir que su ex esposa maltratara verbalmente a su mujer, menos, cuando ha sufrido demasiado por sus acciones. Aun le tiene cierto rencor, por haber sido cómplice de la muerte de su hijo. — Sigo pensando que no te conviene. Ella — señaló con el dedo —, no está a tu nivel. — ¿Y tú sí? — Claro. Soy mejor opción que esa — respondió altanera. — Yo no saldría con alguien que ayudó a un psicópata a matar a mi hijo — manifestó, haciendo que la mujer se tensara. Keila presionó la mano de su esposo, esperando calmarlo —. Lo sé todo, y es por mi esposa, que no te hundo. — Enzo, por favor — El hombre miró a Keila, y asintió. Tomó asiento, ignorando a su ex esposa, a quien no le quedó más remedio que marcharse a su mesa —. No seas duro con ella. — Eres tan noble, Keila, que eso te convierte en presa fácil de las personas malas — manifestó el hombre. — ¿Dices que debo cambiar? — No es culpa tuya que las personas tengan el corazón tan negro — respondió —. No deb
Para Lorena era algo, extremadamente emocionante, pues su amor era demasiado por Cristhian, que el hecho de que, aceptara los cambios, era un paso más al frente. Estaba emocionada, que había olvidado por completo la caja misteriosa bajo su cama. Al día siguiente, se presentó a una empresa, externa de la de su esposo, para una entrevista de trabajo. Ella se mostraba feliz porque sería el segundo trabajo al que se postularía, y deseaba hacerlo bien. Cristhian le dijo que no era necesario que trabajase, porque tenía la oportunidad de mantenerla, pero era obvio que ella no aceptaría. Esa noche, Cristhian le había hablado más de lo que es su trabajo real, su familia, y de que no es un hombre que se encuentra muy bien posicionado económicamente. Eso si la sorprendió, pero no hizo que cambiara sus sentimientos. Para ella, seguía siendo el hombre perfecto, pese a los errores constantes que cometía. Finalmente, esa noche, ella pretendía celebrar que fue aceptada a la empresa, y mientras volv
Un heredero le daría la oportunidad de volver a tener el poder, pero el no deseaba un hijo, porque solo él quería ser el dueño de todo. Sin embargo, eso no se lo diría a su progenitor, porque las cosas cambiarían drásticamente, y no deseaba perder lo que acababa de conseguir.— Un heredero…, suena interesante, padre — respondió, observándolo fijamente —. ¿Cómo supiste que Valentina esperaba un hijo mío?— Te he vigilado desde que saliste de mi protección. Lo que hiciste con Mondragón en la plaza, fue lo más estúpido, pero debo admitir que me has sorprendido — comentó —. Ahora debemos ver la forma de limpiar tu nombre.— Es lo que más me interesa, padre — responde, con su peculiar voz cantarina —. Muero por volver al trabajo.— Volverás, hijo. Lo harás una vez solucionemos tus problemas, pero conoces la condición. Solo debes cumplirla.Augusto asintió seguro, aunque ciertamente, no haría caso a eso. Su obsesión hacia Keila era demasiado fuerte y enferma, que no sería posible dejarlo de
De allí, volvió a la empresa, encontrándose con un esposo eufórico, quien la recibió con un abrazo, para después alejarse, y fruncir el ceño. — ¿Te has vuelto loca? — gritó de repente, pero Keila no se inmutó. Estaba cansada de vivir asustada, y sabía, que Enzo hacía eso, solo por los nervios que le había generado su ausencia, acompañado del miedo a que le sucediera algo. — Fui a beber café en una cafetería, como lo hace una persona normal — respondió, adentrándose a su cubículo. — Hay un hombre obsesionado contigo, allí afuera. — Lo sé — respondió, volviendo a encender el computador en pausa. — ¿Lo sabes? Entonces, ¿por qué sales sin avisar? — Ya te lo dije, cariño — dijo, dejando de hacer su trabajo, y mirándolo a él —. Ser libre. — No es la forma — manifestó el hombre —. Estaba preocupado, asustado, desesperado. Si ese hombre aparecía. — Lo hizo — confesó. Enzo no podía creer la forma tan tranquila que él lo decía, es como si, ya no le importara lo que pudiera hacerle. La