18 - Un viejo amigo.

La cena, fue bastante buena; sin embargo, había espacios en donde Enzo sentía culpa por dejarla sola, en la mansión. Comenzaba a cuestionar sus actos, y darle la razón tanto a su madre, como a su hermano.

Por otra parte, Keila estaba preparando sus pequeñas bolsas de compras, para salir de la casa, pues de la rabia, había hecho una reservación en un hotel, sencillo, capaz de solventarlo, y llamó a un taxi.

Bajó las escaleras, a una velocidad inhumana, y salió fuera de la mansión, siendo recibida por una ráfaga de viento fría, que congelaron sus mejillas. Caminó hasta la entrada principal, donde ya se encontraba el taxi, y sin dudarlo, subió en él.

No tenía la intención de quedarse ni un segundo más allí, además, ya había terminado y adelantado trabajo. Si había algo, que su jefe necesitara, se lo haría saber por correo.

— Amiga, ¿cómo estás? — Silencio —. ¿Keila?

— Hola — Se sentía frustrada, porque no podía abrirse con honestidad —. Esto yendo al hotel.

— ¿Pensé que te quedabas en la
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