La cena, fue bastante buena; sin embargo, había espacios en donde Enzo sentía culpa por dejarla sola, en la mansión. Comenzaba a cuestionar sus actos, y darle la razón tanto a su madre, como a su hermano.Por otra parte, Keila estaba preparando sus pequeñas bolsas de compras, para salir de la casa, pues de la rabia, había hecho una reservación en un hotel, sencillo, capaz de solventarlo, y llamó a un taxi.Bajó las escaleras, a una velocidad inhumana, y salió fuera de la mansión, siendo recibida por una ráfaga de viento fría, que congelaron sus mejillas. Caminó hasta la entrada principal, donde ya se encontraba el taxi, y sin dudarlo, subió en él.No tenía la intención de quedarse ni un segundo más allí, además, ya había terminado y adelantado trabajo. Si había algo, que su jefe necesitara, se lo haría saber por correo.— Amiga, ¿cómo estás? — Silencio —. ¿Keila?— Hola — Se sentía frustrada, porque no podía abrirse con honestidad —. Esto yendo al hotel.— ¿Pensé que te quedabas en la
Enzo conducía a una velocidad que sobrepasaba los límites, y Keila, estaba que temía perder su vida. Si estaba molesto, podrían hablarlo, pero no por eso, debía querer matarla.— ¿Puedes bajar la velocidad? — dijo ella, con los ojos cerrados, y sosteniendo su cinturón de seguridad con fuerza.— ¿Quién era? — preguntó.Cuando Enzo descubrió donde se encontraba su asistente, no dudó en ir a buscarla, para que le rinda explicaciones de su huida; sin embargo, cuando vio que el hombre lo estaba abrazando, se contuvo de ingresar dentro del restaurante a apartar sus asquerosas manos de ella.Ese sentimiento se apoderaba de él, tuvo que usar una fuerza sobrehumano, para contenerse y armar una escena; pues era consciente que no tenía derecho.Ha sido claro con ella respecto a sus intenciones, y, aun así, ella se negaba a aceptarlo. Y ahora, estaba abrazada a otro hombre, que no era él.— ¿Quién? — consultó consternada.— El hombre que te estaba abrazando — Keila giró la cabeza, como un fantasm
Cuando la cena llegó a su fin, Enzo se ofreció a llevarla a su hotel, pese a que le había insistido volver a la casa. Sin embargo, ella rechazo s oferta, porque prefería quedarse lejos de él. Obviamente, no le dijo directamente.A regañadientes, Enzo se marchó a su hogar a descansar.Mientras, sentado en el balcón de su habitación, una llamada de su amigo lo desconcentra. Con el mal humor flotando, responde.— ¿Qué quieres? — preguntó, con su peculiar voz cargado de autoridad y molestia.— ¡Pff! ¿Cuándo llegará el día en que me hables con cariño?— No eres mi novia para tratarte así — refutó.— ¿Y la bella asistente que te llevaste de vacaciones, sí? — inquirió con burla —. ¡Ay, amigo! Tú no cambias.— ¿Qué necesitas, para llamar a estas horas?— ¿Sabes siquiera que hora es aquí? No, no sabes. Te llamaba para comentarte que tu ex esposa, anda muy extraña últimamente — contó, logrando despertar la atención de Enzo —. La he encontrado el día en que te fuiste, husmeando. Como si intentar
Estaban aterrizando en California, cuando los reporteros invadieron su espacio. Keila comenzaba a sentirse agobiada, por tanta atención, por lo que dio un paso al costado, alejándose del tumulto de personas. Se inclinó sobre sus rodillas para intentar respirar mejor, cuando dos pares de zapatos de posicionaren ante sus ojos.— ¿Qué tienes, florecilla? ¿Te desespera tanta atención? — Levantó la mirada de golpe, y se enderezó en su lugar. Su cuerpo estaba rígido y al mismo tiempo, parecía temblar.» ¿Por qué estaba aquí? «Se preguntaba inconscientemente.— Ya debo irme.— ¿Crees que él, admitirá que son algo? — Keila detuvo sus pasos —. Eres solo la amante de turno, florecilla. La que calienta su cama cuando él lo desea. ¿Crees que ganarás algo estando con él?Ella miró sobres sus hombros.— ¿Crees que tengo miedo de perder cuando nunca he tenido nada? — contestó con otra pregunta.Augusto se acercó con una sonrisa brillante de satisfacción en el rostro. Inhalo su aroma, y soltó el aire
» ¿Un comunicado, sería suficiente? « » ¿Debería pedir más? « » ¡No! ¡Definitivamente, no! Mi vida es perfecta en el anonimato. « Los pensamientos de Keila, hacía que su cuerpo temblara. Estaba acostada en su cama, a punto de ponerse de pie para alistarse e ir al trabajo. En realidad, no le apetecía ir; pero debía hacerlo. Enzo le aseguró que su identidad no había sido expuesta, y ella lo sabía. También vio el informe. Los internautas, habían dicho, millones de cosas de la ex esposa de su, ahora novio. Pues obviamente, ella había omitido la información de su reciente separación por vía legal, y obviamente, se disculpaban por ofender a la actual pareja del empresario. Se encontraba llegando a la empresa, cuando sintió que las miradas la perseguían. Vio que algunos de los empleados susurraban entre sí. Ello optó por ignorarlos, hasta que su amiga la alcanzó. — ¿Qué sucede? — preguntó de inmediato. — ¿Por qué? — Los compañeros están susurrando a mis espaldas — expresó Keila, ingre
— Keila, puedes retirarte más temprano. Yo voy a hablar algunas cosas con Cristhian — dijo, luego de mirar su reloj y confirmar la hora.La mujer se dio cuenta de que discutirían, y por ende, le miró con súplica a su novio, recibiendo una mirada comprensiva de su parte y así, tranquilizarla.Una vez, los dos solos, Enzo ingresó en su oficina con Cristhian siguiéndole el paso. El hombre se encontraba con una sonrisa radiante en el rostro, que nunca antes había visto. Su emoción era inmensa, que se sentía en el aire que respiraba.— ¡No lo puedo creer! — exclamó. El empresario frunció el ceño sin comprender nada —. Esto es una obra del destino. ¿Entiendes, eso? La vida ha escuchado mis súplicas.— Espera. ¿De qué me estás hablando?— De ella — Señaló la puerta, indicando que hablaba de Keila —. La he encontrado, amigo. La mujer que amo ha aparecido.En ese mismo momento, Enzo deseó con todas sus fuerzas, que la tierra se abriera bajo sus pies y se lo tragara. No podía siquiera concebir
Cuando iba a inventarse cualquier excusa, la puerta se abrió. Enzo a ese punto, estaba a punto de maldecir a todos, pues se habían tomado la libertad de entrar sin ningún contratiempo a su oficina.La pareja que ingresaba, caminaban con tanta seguridad; especialmente la mujer, que se dirigía específicamente hacia Keila. Levantó la mano, y la abofeteó con tanta fuerza, que la lanzó al suelo. A la asistente, no le quedó remedio que cubrir su mejilla, y mirar con sorpresa a la mujer.— ¿Ésta es la prostituta por quien dejaste a mi hija? — vociferó con notable enojo.Enzo se encontraba en shock, que olvidó reaccionar. Otro fallo en él. Sin embargo, Keila tenía el ego herido, el corazón destruido. Aquella palabra había calado fuerte, ya hacía tiempo que nadie le llamaba de esa forma, y cuando pensó, que todo había pasado, nuevamente estaba allí; esa palabra.Pero, ésta vez, no lo permitiría.— Señora, ¿qué cree que está haciendo? — inquirió Enzo, poniéndose de cuclillas para ayudar a la mu
Desde ese instante, Keila mantuvo su distancia, y Enzo, se mantuvo de mal humor, que no había empleado que logre soportarlo. Su amigo, lo observaba con rareza, pues días atrás, se había comportado bien, y ahora, estaba con un humor muy extraño.Comprendía la situación, lo había robado sin darle tiempo a defenderse y en sus narices; pero ya se había solucionado, y ahora el dinero iba a una cuenta diferente. A una cuenta que él conocía.Ella estaba perdida con estos temas, no tenía idea de la cantidad de dinero que estaba albergando con su nombre; y eso parecía ser algo, bastante malo para Enzo. Quizás ese sea el problema.— ¿Estás peleado con tu hermosa asistente? — preguntó de repente.Enzo apartó la vista del computador, para observar a su amigo. Todo este tiempo, la estuvo ignorando y cargando de trabajo, para así, no tocar ese tema. Tampoco le preocupara.— No — respondió seco.La puerta se abre, dando paso a la mujer, que ha estado manteniéndolo de mal humor. Traga en seco, al ver