Alexei.
Observo los documentos sin deseo de firmar; irritado, los dejé sobre el escritorio. El móvil no dejaba de sonar con una llamada entrante. Sin ganas de responder, salí de la oficina a toda prisa. Mi secretaria me informa de la nueva sede que pronto se va a inaugurar en Nicaragua.
—Bien, manda el listado a los socios, pon fecha y hora de la próxima reunión en esa sede.
—A su orden, señor Servante.
—Nos vemos mañana.
Salí apresuradamente de la empresa, entré a mi coche y arranqué a toda velocidad. Estaba seguro de mi decisión; ahora más que nunca necesito completar mis próximos proyectos.
Al llegar a casa, bajé del coche rápidamente y, al verla, corrí para abrazarla. Había estado una semana en Miami con su abuela y su mamá.
—¡Pero qué bella está mi Luna! Papá, te extrañé un montón.
—Papi, yo también te extrañé muchísimo. —Beso la mejilla de mi princesa. Con apenas seis años, ella es toda una señorita y habla más que los reporteros.
—¿Y me extrañaste a mí? —pregunta Natalia, mi esposa. Me acerco a ella y deposito un beso en su mejilla. ¿Cómo decirle que no? Bueno, tendría que asentir sin ganas.
—¿Cómo estás, Natalia? —le pregunto al ver su rostro de enojo.
—Con este embarazo, dudo que esté bien. Y lo peor es que nunca respondes mis llamadas. Me pregunto qué tanto haces.
Bufé molesto por su comentario y bajo la mirada hacia la niña, ignorando lo que Natalia dice.
—Sayo, lleva a la niña con Karla —le ordeno a la empleada, y ella inmediatamente se lleva a la niña.
—Sí, señor Servante.
—Que la lleve a comer muchos helados, luego a parque de diversiónes.
—¡Papi, muchas gracias!—Grita Eufórica a lo que observo a Natalia la cual rueda los ojos.
Le sonrío a mi hija. Ella es igualita a mí, con sus ojos azules y su cabello rubio. Diría que es una pequeña réplica mía.
—Alexei, ¿por qué me ignoras? Te dije que el embarazo me tiene cansada.
—No entiendo por qué dejaste de tomar la píldora —respondo bruscamente.
—¿Esa es tu respuesta? No puedes decir otra cosa.
—Natalia, ¿no te da vergüenza discutir delante de la niña? Ten un poco de modales —espeta molesto, y ella me mira disgustada.
—Siempre es lo mismo contigo. Nada de lo que diga o haga te parece bien. Sé que no... —Bufé irritado mientras ella está al borde de las lágrimas. Camino hacia el despacho de mi padre, dejándola allí con apenas un mes de embarazo y se comporta de una manera intolerante, incluso sus celos son más fuertes, nisiquiera cuida de Luna.
Siempre es lo mismo, estoy aburrido, cansado; esta vida monótona me tiene mal. Lo único que me interesa es mi pequeña Luna.
—Alexei, hijo mío —Papá se levanta de su silla para darme un abrazo.
—Estoy bien. ¿Cómo has estado, padre?
—En lo que cabe, estoy bien, hijo mío. El viaje es cansado, ya estoy viejo. Llegué esta mañana.
Sonríe de medio lado. Charlamos un buen rato mientras tomábamos vino. Me contó muchas cosas sobre mi hermano, quien ahora parece querer formalizar. Muy bien por él. Por otro lado, creo que es momento de notificarle que pronto me iré de Los Ángeles.
—Padre, regresaré a Nicaragua. Tengo algunos proyectos en mente que quiero empezar, y la sede allí necesita reforzamiento —Mi padre me observa sin ninguna pizca de emoción.
—Alexei, aquí te veo bien. ¿Por qué quieres regresar a Nicaragua?
—Es mi país natal y deseo irme. Vine aquí por mi madre, por tus amenazas. ¿Te acuerdas?
Mi padre aprieta los puños y niega. Él pensó que se me olvidaría la amenaza que me hizo si seguía aquí. Recuerdo cada palabra de aquella mañana, jamás lo olvidaré.
—Pensé que habías dejado todo en el olvido.
Sonrío, dejándole claro que eso jamás sucederá.
—Padre, jamás olvidaré que mi felicidad quedó en Nicaragua. Desde entonces, nunca he podido amar. Esa chica fue mi primer amor y siempre lo será. Me casé por obligación, por hacerle una promesa estúpida a mi madre. Nunca me voy a arrepentir de mi hija, ella es la que me hace feliz y la que me ayuda a olvidar un poco mi pasado. Pero escúchame bien, jamás amaré a Natalia como amé a Anashia.
Mi padre empieza a toser hasta que pienso que se desmayará. Busco entre sus cosas el spray de albuterol y, al encontrarlo, le ayudo a usarlo. Decido no seguir hablando del tema y lo ayudo a subir a su recámara a descansar.
—Lo siento mucho, hijo —se disculpa con sinceridad. Le sonrío para que no sienta culpa por lo sucedido. Es algo que ya no tiene remedio; lo hecho, hecho está.
—Papá, es mejor que descanses. Sin embargo, debo regresar para no perder nuestra empresa. Si deseas irte con nosotros, eres bienvenido. Buenas noches.
Suspirando, salgo de la recámara de mi padre. No hay marcha atrás. El próximo mes viajaremos a Nicaragua.
Antes de entrar a mi habitación, entro en la de mi princesa. Ella ya duerme tranquila y plácidamente. Beso su mejilla rosada. Sus cachetes llenos de pecas me recuerdan a ella. Seguramente ya me ha olvidado, debe tener hijos y estar casada al igual que yo, incluso debe estar enamorada.
Suelto un suspiro agobiante. Si pudiera retroceder el tiempo, lo haría, pero ya no se puede y ya no querría hacerlo, pues entre tantas cosas nació mi hermosa Luna, mi hija. Ella lo es todo para mí...
Debo olvidarme de mi pasado. Ahora tengo una familia a la cual debo cuidar siempre.
Dejando mis pensamientos, entro a la habitación. Natalia está recostada, cubierta con una pijama translúcida.
—Pensé que no vendrías a dormir —susurra tímida. Luce hermosa, sin embargo, no he podido amarla.
—Eres hermosa —le digo mientras ella sonríe. Me acerco con pasos rápidos, beso sus labios tratando de borrar esos ojos verdes y ese rostro lleno de pecas, cabello rojizo en puras ondas. Nunca he podido olvidarla, me ha perseguido durante ocho años.
<<Anashia, es hora de olvidarte>>
Alexei Meses después Han transcurrido dos meses desde que planeé regresar, y hoy estoy aquí en mi bella Nicaragua. El condominio del valle sigue igual, casi nada ha cambiado.—Papi, aquí no hace tanto frío — grita mi pequeña, corriendo por toda la casa grande. Dejé dicho a los empleados que dejaran todo en orden para mi llegada, y así fue.—Hace mucho calor, no sé si podré aguantar todos estos meses. —Pues lo lamento, querida. Si no te gusta, puedes regresar a Los Ángeles. No entiendo por qué no te sientes feliz de haber regresado a tu país natal.Natalia niega, arrugando el ceño. Ella es de Granada, pero su madre se la llevó a Los Ángeles con ayuda de mis padres, obviamente para hacerla mi esposa. Ahora no le agrada su país, en cambio, yo estoy demasiado satisfecho con mi decisión.— ¡Mi joven Alexei! — grita Margarita, mi adorada nana.— Margarita —sonrío y la abrazo, feliz de verla. Ya se ve un poco mayor, pero aún sigue fuerte.—Bienvenido a casa, se te extrañaba bastante.—Lo
Anashia.Estaba exhausta por el agotador ritmo de trabajo que he llevado en mi humilde vida. Esta semana estuvo llena de clases de baile y tutorías con los niños, sumado al trabajo extra en el Hotel Hollyday que ha estado drenando mi energía. A punto de rendirme, me retracto al recordar las enormes deudas con las casas comerciales y otras responsabilidades. Me digo a mí misma que debo seguir adelante; por ahora, no es momento de rendirse. Mi madre necesita mucho de mi ayuda, y la lucha por la vida apenas comienza.Desde el fallecimiento de mi padre, las cosas han empeorado. Las enormes deudas me han obligado a pagarlas a plazos, y llevo 5 años sin tener tiempo ni siquiera para conocer a un hombre. Bueno, quizás estoy exagerando un poco, ya que Víctor ha sido un buen amigo... perdón, un amigo con derechos, según mi percepción. Pero eso no es lo que deseo; soy consciente de ello. Me siento estúpida. Él ha intentado varias veces que seamos novios, seguramente cansado de hacerlo ya. Wow,
ANASHIA.Era lunes, y ya no tenía ganas de despertar. Quería apagar mi alarma y que dejara de sonar, pero el deber me llamaba. Tenía que levantarme sí o sí, y así lo hice. Me duché como siempre, y al salir, me quedé sentada durante unos diez minutos, secando mi cuerpo para luego vestirme como de costumbre: camiseta rosada con el logotipo de la Escuela, pantalón negro, botines negros, y mi cabello largo y rojizo recogido en una cola alta. Vi mi reflejo en el espejo y sonreí, como se debe hacer cuando trabajas con 100 niños o quizás más. Ya parecía una Barbie, y no la esposa de Chucky. Me reí para mis adentros por mis ocurrencias.Antes de salir, me pinté los labios con un tono discreto y me puse rubor para disimular mis pecas. Ya lista, salí de casa, aunque no sin antes dejar un beso en la mejilla de mi madre.—Te vas de nuevo sin desayunar —me reprendió mi mamá.—¡Compraré algo en el camino! —grité en respuesta, saliendo corriendo al ver que solo tenía media hora a mi disposición.Uff
Alexei.No tenía la menor idea de qué se trataba esta emoción dentro de mí, y al mismo tiempo sentía miedo.Ocho malditos años han pasado y mi corazón aún sigue saltando cuando la veo. Fue mi primer amor y aún sigue siendo el único. Anashia era como una mariposita indefensa, pero ahora la veo más fuerte, con un semblante serio.Suspirando, trato de concentrarme en lo que estoy haciendo. Necesito verla, besarla de nuevo, incluso tocar ese jodido cuerpo que conozco mejor que nadie. Cuando la vi esta mañana, varias emociones encontradas sucedieron en mi sistema nervioso, pero se veía más delgada, su rostro algo demacrado. Casi podría decir que no duerme. ¿Qué ha pasado en estos años? ¿Está casada? ¿Tiene hijos?Quiero saber muchas cosas sobre ella. Sé que está molesta por todos estos años sin tener comunicación, pero le explicaré cómo sucedieron las cosas exactamente.Bufando exasperado, observo los planos para empezar a mejorar la empresa de mis padres. La familia de mi madre hizo y desh
AlexeiHabía transcurrido una semana en la que estaba ansioso día a día, Anashia me evitaba a toda costa, cada que llevaba a la niña otra maestra la recibía y se que ella lo había pedido así según para dirigí las clases, pero que ni crea que me iba rendir, buscaré cualquier manera en dar con ella, si eso seria seguirla, lo haría. —Papi, ¿porque estas distraído?—Pregunta mi niña, dejó de lado mis pensamientos para prestarle atención a Luna.—Bueno pienso en el trabajo hija. Veo que eres muy inteligente y observadora, a ver cuentame, ahora te pondré atención.Mi hija hace un puchero negando.—Papi mi maestra Anashia tiene muchas pecas como las mías, hoy se las vi, ella las oculta y eso que es muy bonita, me gusta su cabello es color de la sangre.Luna es muy observadora, seguro le ha caído muy bien, mi hija se fija en las personas cuando tiene bonitos sentimientos.—¿Porque le hablas a tu papa sobre la belleza de la maestra, niña? Vas a la escuela de chismosa o vas a estudiar—cuestion
Anashia.Quería detenerlo del todo, pero mi corazón era traicionera, estaba al borde de hacer locuras de las que luego podría arrepentirme, mi corazón sonaba como un motor pero sin baterías, ya que estába descargado sin poder tener fuerza para alejar a este hombre, no mejor dicho sin querer detenerlo.—Te extrañe pequitas— susurro en medio de nuestro beso; Malditas palabras que me dejan tambaleando. Me alejo de él para reponerme, sinceramente me ha dejado mal, aún siento esas malditas mariposas.—Deberías irte—Replico caminado hasta la puerta, pero curiosa le pregunto — ¿Que haces aquí?—Estoy asociado con este hotel—Responde sin quitar su mirada de la mía, vaya que sigue siendo adinerado—¿Anashia estas trabajando aquí?—Es obvio no Jefe...— sueno sarcástica, que barbaridad ya veo que no podre alejar mi corazón de este hombre.—No seas sarcastica, dime ¿Porqué trabajas tanto?. Deberías solo estar en la escuela, deja este trabajo—Pide bajando la mirada, creo que se ve molesto.—Estas
Tenerla abrazada de esta manera era lo más anhelado que quería. Su delgado cuerpo y su aroma a flores me estaban volviendo loco. Quería detener el tiempo de una sola vez o regresar al pasado en el que era feliz junto a ella. Por desgracia, la salud de mamá empeoró y mi padre se aprovechó de la situación para amenazarme. Pero ahora las cosas serán diferentes. Esperaré a que Natalia tenga al bebé para luego alejarme. Por ahora, debo aguantarme y espero que Anashia comprenda. Aún no le he dicho sobre el embarazo de Natalia; quizás no lo tome de buena manera.A pesar de mi circunstancia, deseo estar con ella sin importar lo que nos venga.Aquella noche descubrí que sin Anashia a mi lado, nada podría ser igual. Sé que ella sintió lo mismo. Ese inmenso deseo sigue intacto sin importar los años.Ha pasado una semana en la que me he sentido ansioso y desesperado, con ganas de que sea sábado para estar al lado de la mujer que realmente amo. Ya no soporto el mal humor de Natalia. Podría decir q
ALEXEIAl llegar a mi destino, observo a Anashia. Ella está sentada, mirando su celular. Me pregunto si está tan feliz como yo. Espero que sí, porque no tiene idea de cuánto la amo. Bajo del auto, me acerco a ella y la abrazo fuerte. Se asusta por un momento, pero al verme sonríe.—¡Qué malo eres, Alexei!—Lo siento, mi amor, solo quería asustarte.Ella me mira y luego se acerca más a mí.—Puedes llevarme donde tú quieras —susurra cerca de mis oídos.—Quiero llevarte a las estrellas.—Entonces hazlo, quiero conocerlas de nuevo.Quise besarla desesperadamente, pero me contuve. Quizás a ella no le agradaría, ya que estábamos en un lugar público. La tomo de la mano y la guío al coche. Ella sube, y yo hago lo mismo, arrancando a toda velocidad. Anashia sonríe apenada. Ninguno decía nada. Dejo un beso en su labio y seguimos nuestro rumbo.—Hemos llegado —le susurro al oído.—Sí, se ve lindo el lugar —responde apenada.Busqué este lugar en Google Maps. Según dicen, es uno de los mejores hot