Anashia.
Estaba exhausta por el agotador ritmo de trabajo que he llevado en mi humilde vida. Esta semana estuvo llena de clases de baile y tutorías con los niños, sumado al trabajo extra en el Hotel Hollyday que ha estado drenando mi energía. A punto de rendirme, me retracto al recordar las enormes deudas con las casas comerciales y otras responsabilidades. Me digo a mí misma que debo seguir adelante; por ahora, no es momento de rendirse. Mi madre necesita mucho de mi ayuda, y la lucha por la vida apenas comienza.
Desde el fallecimiento de mi padre, las cosas han empeorado. Las enormes deudas me han obligado a pagarlas a plazos, y llevo 5 años sin tener tiempo ni siquiera para conocer a un hombre. Bueno, quizás estoy exagerando un poco, ya que Víctor ha sido un buen amigo... perdón, un amigo con derechos, según mi percepción. Pero eso no es lo que deseo; soy consciente de ello. Me siento estúpida. Él ha intentado varias veces que seamos novios, seguramente cansado de hacerlo ya. Wow, qué pecado más grande es amar a un hombre que te olvidó de la noche a la mañana.
Suspirando, pienso en aquellas veces en las que seguía dolida por no poder dejar de pensar en el idiota de Alexei. Siempre le decía que no a Víctor; no me di la oportunidad de tener algo serio. Quizás él hubiera sido un buen hombre en mi vida. Pero, ¡Nel pastel! Tampoco confío en él. A mi juicio, después de aquella mentira, ya no confío en los hombres.
Río como una loca al pensar en tanta estupidez. Necesito ponerme las pilas en mis trabajos y descartar eso del amor. Por ahora, mejor sola que mal acompañada. Aunque una noche no le hace mal a nadie. Hasta dolor de cabeza tengo de tanta abstinencia sexual; necesito un poco de salida. Este encierro me tiene loca.
En los transcurso de los días, todo ha sido casa, trabajo y más trabajo. El salario no está mal en la escuela, de eso no me quejo. Sin embargo, nunca termino de completar mis otras necesidades. Ni modo, la vida que me tocó no es color de rosa, es negra como mi realidad.
Al terminar la tutoría con el grupo de sexto grado, llego a casa para rendirme. Dejo mis materiales tirados en mi habitación, me quito los tenis y me pongo mis crocs. Luego, bajo a buscar una gaseosa Coca-Cola retornable. Chasqueo los dientes al seguir tomando esa bebida tóxica; con azúcar, saldré tan joven que pesaré menos de lo normal.
Cuando voy caminando a casa, me encuentro con mi amiga. Ella sonríe de medio lado; sé que algo me dirá.
—Anashia, salgamos un ratito... —niego dudosa, ya que quisiera pero no puedo salir y despejar la mente. Tengo deberes. —Amiga, tienes 26 años, pero pareces de 60. ¿Por qué nunca te diviertes? Sé que debes cuidar a tu mamá y pagar las deudas que dejó tu papá, pero necesitas hacer tu vida. ¿Piensas morir de esa manera?
Río por el comentario. De verdad que tiene toda la razón. Sin embargo, todo eso se acabó cuando falleció mi padre y cuando estuve a punto de morir aquel día.
—Brighet, gracias por ser una buena amiga. No quito tu razón, pero desafortunadamente, esto es lo que soy.
Mi amiga suspira, negando.
—Pasa un buen fin de semana en tu casa. Adiós.
Solo le sonrío, sin decir nada más. Si ella supiera que los viernes por la noche y los fines de semana los paso en el Hotel Holiday Inn, limpiando las habitaciones, lavando en lavadora, usando secadora, dejando todo en orden hasta llegar la noche, no pensaría de esa manera.
No, nadie me comprenderá hasta que estén en mis zapatos.
Vaya día que me tocó.
*****
Los días pasaban como el viento en popa, desde aquel entonces mi supuesta amiga dejó de hablarme. Nuevamente quedé sola; mis amigos son mis gatos, Misifu y Kara. Ellos son los únicos que me entienden, bueno, y mi madre. La pobre pasa cosiendo todo el santo día, y con suerte conversamos un poco.
Ya es sábado y otro día de trabajo comienza. Esta mañana me puse a limpiar las habitaciones, lavé las sábanas en la lavadora y luego las terminé de secar para después plancharlas. Entré a las habitaciones para dejar las camas con sus cubiertas ya listas. Al terminar, anoté mi hora de salida y me senté a esperar mi pago. Cuando llegó mi turno, quedé mirando el lugar recreativo por un rato. Solté un suspiro y decidí que era hora de irme. Por lo menos hoy salí temprano. Lo bueno del hotel es que la paga es más de 100 dólares por tres días, y en una semana es más. Pero el trabajo es difícil; creo que ya he bajado más de 2 libras en solo estos días.
Subo al autobús 102 para bajarme en Multicentro. Llevaré pizza y pastel de piña para cenar. Después de media hora, bajo en la parada y cruzo la calle. Son más de las cinco de la tarde. Camino viendo las novedades y las tendencias. Bueno, lo que está en tendencia son Barbie y ese Ken. Ya aburren.
Llego al piso de abajo y ordeno la pizza y los pasteles. De lejos veo a un conocido, es Víctor. Al verme, se pone nervioso, y es obvio porque está con una chica y piensa que le diré algo. Ignorándolo, sigo esperando mi orden, levantando las cejas disimulando.
—Anashia, ¿cómo estás? —tuerzo los dedos al escucharlo cerca de mí.
—Ah, hola Víctor, ¿qué tal? Yo muy bien, ¿y tú? —Se rasca el cabello, dirigiendo su mirada a la chica que está sentada.
—Vine con ella un rato, ya que tú sigues rechazándome —comenta apenado.
Ay, sí, sinvergüenza. Le palmo la espalda, asintiendo.
—Qué bueno, aprovecha, Macario, que las mujeres no son diario. Adiosito, vete; ella pensará mal.
—Anashia, tú no cambias, eh. Siempre tratas de sonreír en las buenas y en las malas. Por eso me encantas.
—Okey, cuídate —respondí tratando de correrlo.
La chica me llama por el mostrador, me acerco, pago y tomo la caja de pizza. Luego, pago los pasteles y nuevamente me dirijo a mi destino.
Mientras comíamos pizza hasta cansarnos, mamá y yo conversamos mucho. Reímos e incluso lloramos. Así es, mi madre aún no supera la muerte de mi papá, y yo, por desgracia, no olvido a mi primer amor. Creo que moriré sola con mis recuerdos buenos y dolorosos.
ANASHIA.Era lunes, y ya no tenía ganas de despertar. Quería apagar mi alarma y que dejara de sonar, pero el deber me llamaba. Tenía que levantarme sí o sí, y así lo hice. Me duché como siempre, y al salir, me quedé sentada durante unos diez minutos, secando mi cuerpo para luego vestirme como de costumbre: camiseta rosada con el logotipo de la Escuela, pantalón negro, botines negros, y mi cabello largo y rojizo recogido en una cola alta. Vi mi reflejo en el espejo y sonreí, como se debe hacer cuando trabajas con 100 niños o quizás más. Ya parecía una Barbie, y no la esposa de Chucky. Me reí para mis adentros por mis ocurrencias.Antes de salir, me pinté los labios con un tono discreto y me puse rubor para disimular mis pecas. Ya lista, salí de casa, aunque no sin antes dejar un beso en la mejilla de mi madre.—Te vas de nuevo sin desayunar —me reprendió mi mamá.—¡Compraré algo en el camino! —grité en respuesta, saliendo corriendo al ver que solo tenía media hora a mi disposición.Uff
Alexei.No tenía la menor idea de qué se trataba esta emoción dentro de mí, y al mismo tiempo sentía miedo.Ocho malditos años han pasado y mi corazón aún sigue saltando cuando la veo. Fue mi primer amor y aún sigue siendo el único. Anashia era como una mariposita indefensa, pero ahora la veo más fuerte, con un semblante serio.Suspirando, trato de concentrarme en lo que estoy haciendo. Necesito verla, besarla de nuevo, incluso tocar ese jodido cuerpo que conozco mejor que nadie. Cuando la vi esta mañana, varias emociones encontradas sucedieron en mi sistema nervioso, pero se veía más delgada, su rostro algo demacrado. Casi podría decir que no duerme. ¿Qué ha pasado en estos años? ¿Está casada? ¿Tiene hijos?Quiero saber muchas cosas sobre ella. Sé que está molesta por todos estos años sin tener comunicación, pero le explicaré cómo sucedieron las cosas exactamente.Bufando exasperado, observo los planos para empezar a mejorar la empresa de mis padres. La familia de mi madre hizo y desh
AlexeiHabía transcurrido una semana en la que estaba ansioso día a día, Anashia me evitaba a toda costa, cada que llevaba a la niña otra maestra la recibía y se que ella lo había pedido así según para dirigí las clases, pero que ni crea que me iba rendir, buscaré cualquier manera en dar con ella, si eso seria seguirla, lo haría. —Papi, ¿porque estas distraído?—Pregunta mi niña, dejó de lado mis pensamientos para prestarle atención a Luna.—Bueno pienso en el trabajo hija. Veo que eres muy inteligente y observadora, a ver cuentame, ahora te pondré atención.Mi hija hace un puchero negando.—Papi mi maestra Anashia tiene muchas pecas como las mías, hoy se las vi, ella las oculta y eso que es muy bonita, me gusta su cabello es color de la sangre.Luna es muy observadora, seguro le ha caído muy bien, mi hija se fija en las personas cuando tiene bonitos sentimientos.—¿Porque le hablas a tu papa sobre la belleza de la maestra, niña? Vas a la escuela de chismosa o vas a estudiar—cuestion
Anashia.Quería detenerlo del todo, pero mi corazón era traicionera, estaba al borde de hacer locuras de las que luego podría arrepentirme, mi corazón sonaba como un motor pero sin baterías, ya que estába descargado sin poder tener fuerza para alejar a este hombre, no mejor dicho sin querer detenerlo.—Te extrañe pequitas— susurro en medio de nuestro beso; Malditas palabras que me dejan tambaleando. Me alejo de él para reponerme, sinceramente me ha dejado mal, aún siento esas malditas mariposas.—Deberías irte—Replico caminado hasta la puerta, pero curiosa le pregunto — ¿Que haces aquí?—Estoy asociado con este hotel—Responde sin quitar su mirada de la mía, vaya que sigue siendo adinerado—¿Anashia estas trabajando aquí?—Es obvio no Jefe...— sueno sarcástica, que barbaridad ya veo que no podre alejar mi corazón de este hombre.—No seas sarcastica, dime ¿Porqué trabajas tanto?. Deberías solo estar en la escuela, deja este trabajo—Pide bajando la mirada, creo que se ve molesto.—Estas
Tenerla abrazada de esta manera era lo más anhelado que quería. Su delgado cuerpo y su aroma a flores me estaban volviendo loco. Quería detener el tiempo de una sola vez o regresar al pasado en el que era feliz junto a ella. Por desgracia, la salud de mamá empeoró y mi padre se aprovechó de la situación para amenazarme. Pero ahora las cosas serán diferentes. Esperaré a que Natalia tenga al bebé para luego alejarme. Por ahora, debo aguantarme y espero que Anashia comprenda. Aún no le he dicho sobre el embarazo de Natalia; quizás no lo tome de buena manera.A pesar de mi circunstancia, deseo estar con ella sin importar lo que nos venga.Aquella noche descubrí que sin Anashia a mi lado, nada podría ser igual. Sé que ella sintió lo mismo. Ese inmenso deseo sigue intacto sin importar los años.Ha pasado una semana en la que me he sentido ansioso y desesperado, con ganas de que sea sábado para estar al lado de la mujer que realmente amo. Ya no soporto el mal humor de Natalia. Podría decir q
ALEXEIAl llegar a mi destino, observo a Anashia. Ella está sentada, mirando su celular. Me pregunto si está tan feliz como yo. Espero que sí, porque no tiene idea de cuánto la amo. Bajo del auto, me acerco a ella y la abrazo fuerte. Se asusta por un momento, pero al verme sonríe.—¡Qué malo eres, Alexei!—Lo siento, mi amor, solo quería asustarte.Ella me mira y luego se acerca más a mí.—Puedes llevarme donde tú quieras —susurra cerca de mis oídos.—Quiero llevarte a las estrellas.—Entonces hazlo, quiero conocerlas de nuevo.Quise besarla desesperadamente, pero me contuve. Quizás a ella no le agradaría, ya que estábamos en un lugar público. La tomo de la mano y la guío al coche. Ella sube, y yo hago lo mismo, arrancando a toda velocidad. Anashia sonríe apenada. Ninguno decía nada. Dejo un beso en su labio y seguimos nuestro rumbo.—Hemos llegado —le susurro al oído.—Sí, se ve lindo el lugar —responde apenada.Busqué este lugar en Google Maps. Según dicen, es uno de los mejores hot
ANASHIA Veo las estrellas resplandecer en el cielo. Las nubes están despejadas, pero mi mente es un revoltijo. Alexei es el amor de mi vida; eso jamás va a cambiar. Ahora, más que nunca, no deseo que nadie me aleje de él. Sin embargo, si lo pienso detalladamente, él está con su esposa por su hija. ¿Será verdad o solo quiere jugar conmigo? No digo que no sienta nada por mí; su mirada me asegura su amor, pero igual desconfío ya que me abandonó aquel momento. Claro que fue por culpa de sus padres, pero aún así son solo excusas.Por otro lado, quisiera saber más de esa mujer, su forma de tratarlo, si de verdad lo ama. Me imagino que sí. ¿Cómo lo tratará? ¿Por qué nunca va a la escuela junto a la pequeña? Una madre siempre está al tanto de los hijos. Me parece que la niñera es más la madre de la pequeña princesa que ella misma. En cuanto a Alexei, él es un amor con su hija. No quisiera ser la mala del cuento, pero es inevitable alejarme de él. Tantos años anhelando este momento, soñando a
Alexei.Observaba mi móvil desesperado al ver que Anashia no respondía la llamada. Creo que la he llamado más de quince veces en menos de diez minutos. Resoplando, dejo el móvil a un lado y sigo con mi trabajo, aunque mi cabeza es un caos.Me pregunto si habrá ido al trabajo o qué habrá pasado. Mejor iré a la recepción a preguntar por ella antes de que empiece la reunión de accionistas.—En un rato regreso —le notifico a la secretaria de Dylan, y ella asiente levantándose de su silla.Llego a la recepción y antes de preguntar por Anashia, la señora me observa seriamente.—Hola, buenos días. ¿Podría mandar a la señorita Anashia para que nos prepare café en la sala de reuniones?—Buenos días, señor. La señorita se fue hace poco, no se sentía bien y le dije que podría irse.¡Se sentía mal! ¿Pero por qué no me ha llamado?... Aprieto los puños con fuerza, ¿por qué sufre sola?—Está bien, debe estar enferma. Lo bueno es que se reportó —respondí con un nudo en la garganta.—Le puedo mandar a