Capítulo 5

ANASHIA.

Era lunes, y ya no tenía ganas de despertar. Quería apagar mi alarma y que dejara de sonar, pero el deber me llamaba. Tenía que levantarme sí o sí, y así lo hice. Me duché como siempre, y al salir, me quedé sentada durante unos diez minutos, secando mi cuerpo para luego vestirme como de costumbre: camiseta rosada con el logotipo de la Escuela, pantalón negro, botines negros, y mi cabello largo y rojizo recogido en una cola alta. Vi mi reflejo en el espejo y sonreí, como se debe hacer cuando trabajas con 100 niños o quizás más. Ya parecía una Barbie, y no la esposa de Chucky. Me reí para mis adentros por mis ocurrencias.

Antes de salir, me pinté los labios con un tono discreto y me puse rubor para disimular mis pecas. Ya lista, salí de casa, aunque no sin antes dejar un beso en la mejilla de mi madre.

—Te vas de nuevo sin desayunar —me reprendió mi mamá.

—¡Compraré algo en el camino! —grité en respuesta, saliendo corriendo al ver que solo tenía media hora a mi disposición.

Uff, presiento que hoy será un buen día.

Al llegar a la escuela, los niños me saludaron como siempre, e incluso algunos de ellos me trajeron frutas, yogurt, entre otras cosas. Realmente son un amor, casi siempre hacen eso, creo que me aman.

—Señorita Anashia, tienes una nueva integrante —asentí cuando la directora me entregó unos documentos.

—Está bien, Rectora.

Suspiré agobiada. Ni modo, es mi deber.

—Buenos días, vengo tarde.

—Así parece, Marce.

—La rectora nada más y me cacha...

Las demás rieron de Marce, ella siempre viene tarde, no es la primera vez.

Seguí viendo varios papeles mientras las demás formaban grupos para las canciones del Día de las Maestras...

—Disculpe, señoritas, soy el padre de la nueva integrante. Me llamo Alexei Servante —escuché la voz de un hombre, y dejé de hacer mi trabajo para ver quién era.

—Hola, mucho gusto... —mi voz quedó estancada cuando vi de quién se trataba. Varias imágenes como películas vinieron a mi mente. Rápidamente quise decir algo; él estaba igual de sorprendido. Me recompuse al ver a la niña que era igualita a él—. Señor, mucho gusto. Marce, puedes llevar a la niña a un pupitre vacío. Eh, voy a buscar unos papeles. Atiende al padre de la niña.

—Niños, saluden a su nueva compañerita.

Escuché decir a la maestra Marce. Salí tirada del aula, dirigiéndome a los baños. Esto debía ser mentira; mi corazón estaba a punto de estallar. Necesitaba aire; creo que el baño no es el mejor lugar para esconderme. Odio los lugares cerrados.

—Anashia... —su voz no había cambiado. Llevaba más de ocho años sin escucharlo, pero ¿por qué seguía perturbándome?— Anashia.

—Señor, ¿qué hace usted aquí? Debería esperar en la sección —espeté nerviosa.

—Soy Alexei. Mírame, por favor. He regresado. ¿Puedes escucharme? —negué, a punto de llorar. Malditas lágrimas; ¿por qué me dolía el corazón?

—Por favor, puede irse —mi voz sonó débil. Traté de no verlo; no quería.

—Mírame, por favor —levanté la mirada y lo vi bien. Seguía siendo el mismo, solo que más maduro. Sus ojos azules estaban aguados; me observaba detalladamente, y vi cómo sus lágrimas bajaban por su mejilla. Sin saber cómo, ya lo estaba abrazando fuertemente, como si mi vida dependiera de él.

—Nunca dejé de pensar en ti. No es el momento indicado, pero necesito que hablemos —solté un bufido lastimero, me alejé limpiando mis lágrimas y tratando de no perder la cordura.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

—Sí tenemos. Me vas a escuchar, quieras o no.

—¿Quieres que me echen de la escuela? —niega, cerrando los ojos. Saca un pañuelo y se limpia las lágrimas, luego hace lo mismo conmigo. Quiero alejarme, pero él no lo permite.

—Te llamaré, vendré por la niña y cuando estés desocupada hablaremos con calma.

—Es mejor que te vayas. Si la rectora me ve aquí con un padre de familia, me despedirá —le digo con toda la paciencia pero a punto de gritarle.

—Me iré, pero esto no se quedará así.

Nuevamente se acerca a mí y me besa. Diablos, esto no me lo esperaba.

—Nunca olvides que siempre te he amado.

Dicho eso, sale del cuarto de baños dejándome con una tremenda duda... ¿qué es esto, un sueño o la jodida realidad?

Mientras intento estabilizarme, suelto un suspiro y miro mi rostro en el espejo. Mis ojos están rojos por las lágrimas. ¿Por qué siguen saliendo? Han pasado casi 8 años desde la última vez que lo vi, y ahora aparece así, con una bella niña igualita a él, y seguro está casado. Necesito recomponerme y dejar de sentir este nudo en la garganta.

Salgo del cuarto de baño y entro a la sección. Miro a mis niños y les pido que den la bienvenida a la niña con una canción. Ella es tan linda y hermosa; quizás yo podría haber sido su mamá. Sonriendo la nena empezó a aplaudir feliz por estar con los niños del aula.

Negando, sigo con mis asuntos de maestra junto a mis niños. Alexei Servante seguramente está casado.

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