ANASHIA.
Era lunes, y ya no tenía ganas de despertar. Quería apagar mi alarma y que dejara de sonar, pero el deber me llamaba. Tenía que levantarme sí o sí, y así lo hice. Me duché como siempre, y al salir, me quedé sentada durante unos diez minutos, secando mi cuerpo para luego vestirme como de costumbre: camiseta rosada con el logotipo de la Escuela, pantalón negro, botines negros, y mi cabello largo y rojizo recogido en una cola alta. Vi mi reflejo en el espejo y sonreí, como se debe hacer cuando trabajas con 100 niños o quizás más. Ya parecía una Barbie, y no la esposa de Chucky. Me reí para mis adentros por mis ocurrencias.
Antes de salir, me pinté los labios con un tono discreto y me puse rubor para disimular mis pecas. Ya lista, salí de casa, aunque no sin antes dejar un beso en la mejilla de mi madre.
—Te vas de nuevo sin desayunar —me reprendió mi mamá.
—¡Compraré algo en el camino! —grité en respuesta, saliendo corriendo al ver que solo tenía media hora a mi disposición.
Uff, presiento que hoy será un buen día.
Al llegar a la escuela, los niños me saludaron como siempre, e incluso algunos de ellos me trajeron frutas, yogurt, entre otras cosas. Realmente son un amor, casi siempre hacen eso, creo que me aman.
—Señorita Anashia, tienes una nueva integrante —asentí cuando la directora me entregó unos documentos.
—Está bien, Rectora.
Suspiré agobiada. Ni modo, es mi deber.
—Buenos días, vengo tarde.
—Así parece, Marce.
—La rectora nada más y me cacha...
Las demás rieron de Marce, ella siempre viene tarde, no es la primera vez.
Seguí viendo varios papeles mientras las demás formaban grupos para las canciones del Día de las Maestras...
—Disculpe, señoritas, soy el padre de la nueva integrante. Me llamo Alexei Servante —escuché la voz de un hombre, y dejé de hacer mi trabajo para ver quién era.
—Hola, mucho gusto... —mi voz quedó estancada cuando vi de quién se trataba. Varias imágenes como películas vinieron a mi mente. Rápidamente quise decir algo; él estaba igual de sorprendido. Me recompuse al ver a la niña que era igualita a él—. Señor, mucho gusto. Marce, puedes llevar a la niña a un pupitre vacío. Eh, voy a buscar unos papeles. Atiende al padre de la niña.
—Niños, saluden a su nueva compañerita.
Escuché decir a la maestra Marce. Salí tirada del aula, dirigiéndome a los baños. Esto debía ser mentira; mi corazón estaba a punto de estallar. Necesitaba aire; creo que el baño no es el mejor lugar para esconderme. Odio los lugares cerrados.
—Anashia... —su voz no había cambiado. Llevaba más de ocho años sin escucharlo, pero ¿por qué seguía perturbándome?— Anashia.
—Señor, ¿qué hace usted aquí? Debería esperar en la sección —espeté nerviosa.
—Soy Alexei. Mírame, por favor. He regresado. ¿Puedes escucharme? —negué, a punto de llorar. Malditas lágrimas; ¿por qué me dolía el corazón?
—Por favor, puede irse —mi voz sonó débil. Traté de no verlo; no quería.
—Mírame, por favor —levanté la mirada y lo vi bien. Seguía siendo el mismo, solo que más maduro. Sus ojos azules estaban aguados; me observaba detalladamente, y vi cómo sus lágrimas bajaban por su mejilla. Sin saber cómo, ya lo estaba abrazando fuertemente, como si mi vida dependiera de él.
—Nunca dejé de pensar en ti. No es el momento indicado, pero necesito que hablemos —solté un bufido lastimero, me alejé limpiando mis lágrimas y tratando de no perder la cordura.
—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.
—Sí tenemos. Me vas a escuchar, quieras o no.
—¿Quieres que me echen de la escuela? —niega, cerrando los ojos. Saca un pañuelo y se limpia las lágrimas, luego hace lo mismo conmigo. Quiero alejarme, pero él no lo permite.
—Te llamaré, vendré por la niña y cuando estés desocupada hablaremos con calma.
—Es mejor que te vayas. Si la rectora me ve aquí con un padre de familia, me despedirá —le digo con toda la paciencia pero a punto de gritarle.
—Me iré, pero esto no se quedará así.
Nuevamente se acerca a mí y me besa. Diablos, esto no me lo esperaba.
—Nunca olvides que siempre te he amado.
Dicho eso, sale del cuarto de baños dejándome con una tremenda duda... ¿qué es esto, un sueño o la jodida realidad?
Mientras intento estabilizarme, suelto un suspiro y miro mi rostro en el espejo. Mis ojos están rojos por las lágrimas. ¿Por qué siguen saliendo? Han pasado casi 8 años desde la última vez que lo vi, y ahora aparece así, con una bella niña igualita a él, y seguro está casado. Necesito recomponerme y dejar de sentir este nudo en la garganta.
Salgo del cuarto de baño y entro a la sección. Miro a mis niños y les pido que den la bienvenida a la niña con una canción. Ella es tan linda y hermosa; quizás yo podría haber sido su mamá. Sonriendo la nena empezó a aplaudir feliz por estar con los niños del aula.
Negando, sigo con mis asuntos de maestra junto a mis niños. Alexei Servante seguramente está casado.
Alexei.No tenía la menor idea de qué se trataba esta emoción dentro de mí, y al mismo tiempo sentía miedo.Ocho malditos años han pasado y mi corazón aún sigue saltando cuando la veo. Fue mi primer amor y aún sigue siendo el único. Anashia era como una mariposita indefensa, pero ahora la veo más fuerte, con un semblante serio.Suspirando, trato de concentrarme en lo que estoy haciendo. Necesito verla, besarla de nuevo, incluso tocar ese jodido cuerpo que conozco mejor que nadie. Cuando la vi esta mañana, varias emociones encontradas sucedieron en mi sistema nervioso, pero se veía más delgada, su rostro algo demacrado. Casi podría decir que no duerme. ¿Qué ha pasado en estos años? ¿Está casada? ¿Tiene hijos?Quiero saber muchas cosas sobre ella. Sé que está molesta por todos estos años sin tener comunicación, pero le explicaré cómo sucedieron las cosas exactamente.Bufando exasperado, observo los planos para empezar a mejorar la empresa de mis padres. La familia de mi madre hizo y desh
AlexeiHabía transcurrido una semana en la que estaba ansioso día a día, Anashia me evitaba a toda costa, cada que llevaba a la niña otra maestra la recibía y se que ella lo había pedido así según para dirigí las clases, pero que ni crea que me iba rendir, buscaré cualquier manera en dar con ella, si eso seria seguirla, lo haría. —Papi, ¿porque estas distraído?—Pregunta mi niña, dejó de lado mis pensamientos para prestarle atención a Luna.—Bueno pienso en el trabajo hija. Veo que eres muy inteligente y observadora, a ver cuentame, ahora te pondré atención.Mi hija hace un puchero negando.—Papi mi maestra Anashia tiene muchas pecas como las mías, hoy se las vi, ella las oculta y eso que es muy bonita, me gusta su cabello es color de la sangre.Luna es muy observadora, seguro le ha caído muy bien, mi hija se fija en las personas cuando tiene bonitos sentimientos.—¿Porque le hablas a tu papa sobre la belleza de la maestra, niña? Vas a la escuela de chismosa o vas a estudiar—cuestion
Anashia.Quería detenerlo del todo, pero mi corazón era traicionera, estaba al borde de hacer locuras de las que luego podría arrepentirme, mi corazón sonaba como un motor pero sin baterías, ya que estába descargado sin poder tener fuerza para alejar a este hombre, no mejor dicho sin querer detenerlo.—Te extrañe pequitas— susurro en medio de nuestro beso; Malditas palabras que me dejan tambaleando. Me alejo de él para reponerme, sinceramente me ha dejado mal, aún siento esas malditas mariposas.—Deberías irte—Replico caminado hasta la puerta, pero curiosa le pregunto — ¿Que haces aquí?—Estoy asociado con este hotel—Responde sin quitar su mirada de la mía, vaya que sigue siendo adinerado—¿Anashia estas trabajando aquí?—Es obvio no Jefe...— sueno sarcástica, que barbaridad ya veo que no podre alejar mi corazón de este hombre.—No seas sarcastica, dime ¿Porqué trabajas tanto?. Deberías solo estar en la escuela, deja este trabajo—Pide bajando la mirada, creo que se ve molesto.—Estas
Tenerla abrazada de esta manera era lo más anhelado que quería. Su delgado cuerpo y su aroma a flores me estaban volviendo loco. Quería detener el tiempo de una sola vez o regresar al pasado en el que era feliz junto a ella. Por desgracia, la salud de mamá empeoró y mi padre se aprovechó de la situación para amenazarme. Pero ahora las cosas serán diferentes. Esperaré a que Natalia tenga al bebé para luego alejarme. Por ahora, debo aguantarme y espero que Anashia comprenda. Aún no le he dicho sobre el embarazo de Natalia; quizás no lo tome de buena manera.A pesar de mi circunstancia, deseo estar con ella sin importar lo que nos venga.Aquella noche descubrí que sin Anashia a mi lado, nada podría ser igual. Sé que ella sintió lo mismo. Ese inmenso deseo sigue intacto sin importar los años.Ha pasado una semana en la que me he sentido ansioso y desesperado, con ganas de que sea sábado para estar al lado de la mujer que realmente amo. Ya no soporto el mal humor de Natalia. Podría decir q
ALEXEIAl llegar a mi destino, observo a Anashia. Ella está sentada, mirando su celular. Me pregunto si está tan feliz como yo. Espero que sí, porque no tiene idea de cuánto la amo. Bajo del auto, me acerco a ella y la abrazo fuerte. Se asusta por un momento, pero al verme sonríe.—¡Qué malo eres, Alexei!—Lo siento, mi amor, solo quería asustarte.Ella me mira y luego se acerca más a mí.—Puedes llevarme donde tú quieras —susurra cerca de mis oídos.—Quiero llevarte a las estrellas.—Entonces hazlo, quiero conocerlas de nuevo.Quise besarla desesperadamente, pero me contuve. Quizás a ella no le agradaría, ya que estábamos en un lugar público. La tomo de la mano y la guío al coche. Ella sube, y yo hago lo mismo, arrancando a toda velocidad. Anashia sonríe apenada. Ninguno decía nada. Dejo un beso en su labio y seguimos nuestro rumbo.—Hemos llegado —le susurro al oído.—Sí, se ve lindo el lugar —responde apenada.Busqué este lugar en Google Maps. Según dicen, es uno de los mejores hot
ANASHIA Veo las estrellas resplandecer en el cielo. Las nubes están despejadas, pero mi mente es un revoltijo. Alexei es el amor de mi vida; eso jamás va a cambiar. Ahora, más que nunca, no deseo que nadie me aleje de él. Sin embargo, si lo pienso detalladamente, él está con su esposa por su hija. ¿Será verdad o solo quiere jugar conmigo? No digo que no sienta nada por mí; su mirada me asegura su amor, pero igual desconfío ya que me abandonó aquel momento. Claro que fue por culpa de sus padres, pero aún así son solo excusas.Por otro lado, quisiera saber más de esa mujer, su forma de tratarlo, si de verdad lo ama. Me imagino que sí. ¿Cómo lo tratará? ¿Por qué nunca va a la escuela junto a la pequeña? Una madre siempre está al tanto de los hijos. Me parece que la niñera es más la madre de la pequeña princesa que ella misma. En cuanto a Alexei, él es un amor con su hija. No quisiera ser la mala del cuento, pero es inevitable alejarme de él. Tantos años anhelando este momento, soñando a
Alexei.Observaba mi móvil desesperado al ver que Anashia no respondía la llamada. Creo que la he llamado más de quince veces en menos de diez minutos. Resoplando, dejo el móvil a un lado y sigo con mi trabajo, aunque mi cabeza es un caos.Me pregunto si habrá ido al trabajo o qué habrá pasado. Mejor iré a la recepción a preguntar por ella antes de que empiece la reunión de accionistas.—En un rato regreso —le notifico a la secretaria de Dylan, y ella asiente levantándose de su silla.Llego a la recepción y antes de preguntar por Anashia, la señora me observa seriamente.—Hola, buenos días. ¿Podría mandar a la señorita Anashia para que nos prepare café en la sala de reuniones?—Buenos días, señor. La señorita se fue hace poco, no se sentía bien y le dije que podría irse.¡Se sentía mal! ¿Pero por qué no me ha llamado?... Aprieto los puños con fuerza, ¿por qué sufre sola?—Está bien, debe estar enferma. Lo bueno es que se reportó —respondí con un nudo en la garganta.—Le puedo mandar a
Alexei.Levanté la cabeza y la vi de pie, sonriéndome. Bajé la ventana y le reclamé por qué no me había llamado. Ella seguía riendo, así que abrí la puerta del copiloto para que entrara.—Anashia, entra por favor —le dije. Al entrar, la abracé con fuerza sin importarme que a unas cuadras estuviera su casa y la mía.—Es mejor que salgamos de aquí.—Sí, señor. A sus órdenes.Anduvimos por varios lugares. Fuimos a Masaya a ver la laguna de Apoyo desde el mirador de Catarina. Nos tomamos algunas fotografías y luego almorzamos vigorones con una gaseosa bien helada.—No pensé verte comiendo un vigorón. Pensé que solo comías comidas a la carta —comentó sarcástica, a lo que reí casi atorándome.—Uy, toma un poco de tu gaseosa.—Me vas a asesinar, cariño.Ella rió a carcajadas, y eso me hizo sentir bien. Pasamos momentos alegres; ya no se veía como hace unas horas. Apagué mi móvil, pero antes le pedí a la niñera que se quedara todo el día y la noche con mi pequeña. Sé que Natalia está molesta;